Los materiales didácticos de filosofía
Es muy común entre muchos
filósofos dar clases meramente expositivas. A nivel universitario, esas
cátedras son muy bien recibidas en las Escuelas, Facultades y Departamentos de
Filosofía, pero no así en el nivel medio superior, donde se empieza a enseñar
materias de corte filosófico. A pesar de esto, muchos filósofos se resisten a
usar los materiales didácticos. Otros no. Para estos últimos está destinado
este pequeño trabajo que ofrece mi experiencia en torno al uso de dichos
medios. A continuación expondré brevemente qué son en qué tipos hay y cómo
pueden usarse algunos.
Los materiales didácticos
Los materiales
didácticos responden a una “denominación colectiva tradicional para todos los
materiales auxiliares para la realización de objetivos pedagógicos y para el
apoyo de procesos en de enseñanza y aprendizaje”.[1]
Isabel Ogalde y Esther Bardavid, hacen
énfasis en que los materiales didácticos estimulan a los sentidos para detonar
el aprendizaje de una información, habilidad o actitud.[2]
Los materiales didácticos, de acuerdo con James D. Finn y Edgar Dale:
proporcionan una base concreta para el
pensamiento conceptual, tienen un alto
grado de interés para los estudiantes, hacen que el aprendizaje sea más permanente,
estimulan la actividad de los alumnos,
desarrollan continuidad del pensamiento, contribuyen al aumento de los
significados, proporcionan experiencias que contribuyen a la eficiencia,
profundidad y variedad del aprendizaje.[3]
Al ser medios,
los materiales didácticos realizan una mediación que sustituye a la experiencia
directa del alumno. El mensaje que transmiten, lo transmiten
indirectamente. Se conjuntan un aspecto
intelectual (el mensaje a transmitir) y un aspecto mecánico (el medio que
transmite dicho mensaje). Así pues, el lenguaje usado por los materiales
didácticos puede ser verbal, visual, escrito o combinado.
Los
materiales didácticos se clasifican según Ogalde y Bardavid, en siete tipos: 1)
auditivos (casettes, discos compactos, archivos MP3), 2) de imagen fija
(fotografías, transparencias y diapositivas electrónicas) 3) gráficos acetatos,
carteles, diagramas, gráficas e ilustraciones), 4) impresos (fotocopias,
revistas, periódicos, manuales, textos), 5) mixtos audiovisuales (películas),
6) tridimensionales (materiales de
laboratorio y objetos reales, tales como guiñoles, marionetas, globos
terráqueos, juegos educativos), 7) electrónicos (discos compactos, multimedia,
presentaciones electrónicas, software educativo, páginas electrónicas, internet).
Dilema sobre los materiales didácticos
La importancia
de los materiales didácticos, pedagógicamente, no está en el substrato material
sino en la eficaz transmisión de un aprendizaje.
Ahora bien, en
el caso de la Filosofía de la Educación poco se ha reflexionado sobre los
materiales didácticos. Lo poco que se ha dicho, casi siempre es para atacarlos.
Aunque existe una pequeña apología de ellos de Fernando Gil Cantero en el
Diccionario Filosófico-Pedagógico.
Regularmente, se tiene un prejuicio
en contra de estos por asociar su uso con la cosificación de la educación como
si fuera un objeto al cual podemos modelar, transformar a nuestro antojo, con
trasfondo conductista que es mal visto por varias perspectivas filosóficas. Sin
embargo, hoy en día la tecnología educativa no se rige mediante un paradigma
conductista, como antaño, sino con uno constructivista, como el que propone
Robert Gagné.
Aún, así, los
filósofos suelen ver un exceso de determinismo y control que ahoga las
iniciativas de los maestros al tener que incorporarlas a una secuencia
didácticas, critican la confusión entre
instruir y educar, denuncian las
limitaciones de su aplicación en cualquier dominio del aprendizaje, reprueban la tendencia a entender la
educación como un proceso de ajuste de medios a unos fines, y rechazan la superioridad asumida de los
investigadores por encima de los educadores.
En mi
experiencia en el aula, el uso de materiales didácticos, lejos de ser nocivo,
es útil, aunque tampoco garantiza el
aprendizaje. De antemano genera una actitud menos apática y hostil hacia el
aprendizaje de las materias filosóficas en el bachillerato. Ahora bien, es
cierto que el diseño de estrategias correctas que acompañen al uso materia didáctico, potencializa su
efecto.
Beneficio del uso de los materiales didácticos
He usado como
materiales didácticos páginas electrónicas, presentaciones electrónicas,
películas, audios, manuales, fotocopias y hasta guiñoles. La reacción de los
estudiantes ante esos estímulos cambia según el grupo y la generación. No
obstante, en términos generales, la reacción es más positiva que a una clase
meramente expositiva.
El enfoque
pedagógico de los materiales educativos,
por un lado está en relación con la propuesta de Robert Gagné, teórico de la
tecnología educativa, y por el otro lado está en relación con el enfoque de la
educación en competencias.
Según Gagné,
el aprendizaje es un proceso “que capacita al que aprende, para modificar su
conducta con cierta rapidez en una forma más o menos permanente, de modo que la
misma modificación no tiene que ocurrir una y otra vez en cada situación
nueva”.[4]
Cinco son las áreas en las que Gagné agrupa los resultados del aprendizaje: 1)
información verbal o conocimientos; 2) habilidades intelectuales; 3)
estrategias cognoscitivas; 4) actitudes y 5) destrezas motoras. Pues bien, el
presente texto considera que afectaría tanto las habilidades intelectuales
(pensamiento crítico) y a las actitudes (promoción social y autocuidado).
La educación
basada en competencias es una estrategia educativa que evidencia el aprendizaje
de conocimientos, el desarrollo de habilidades, actitudes y comportamientos
requeridos para un desempeño”.[5] Este
enfoque inició en otros países. Posteriormente este discurso se trasladó este
modelo a la Conferencia Mundial de la Educación de 1998 de la UNESCO, atribuyó
4 funciones principales a la educación (la generación de conocimientos
nuevos, la capacitación de personas
altamente calificadas, proporcionar servicios a la sociedad, la función ética
señalándose que era necesario “propiciar el aprendizaje permanente y la
construcción de las competencias adecuadas para contribuir al desarrollo
cultural, social y económico de la Sociedad de la información”.[6]
El término
competencia es multívoco. Etimológicamente viene del latín competentia, que se desprende del verbo competere, que significa:
luchar por, desear lo mismo, llegar al mismo lugar. Está compuesto por las
partículas “com-”, que significa
juntos y “petere”, que significa “ir
hacia, tratar de, tratar de llegar, ir a buscar”.[7]
Esto, según Yolanda Argudín, nos lleva a los griegos, quienes con el término agon, se señalaba la lucha, y
especialmente al atleta victorioso de las Olimpiadas que se
convertía en un héroe que trascendía en la Historia. Luego, con Pitágoras, Platón y Aristóteles, a areté agonística se transformó en destrezas cognoscitivas y
culturales.[8]
La RAE, señala
dos grandes campos semánticos de la palabra competencia, el primero tiene que
ver con una disputa o pugna entre personas, empresas, deportistas o rivales con
intereses semejantes; el segundo, tiene que ver con incumbencia, aptitud,
idoneidad o pericia para hacer o intervenir en algo, o bien con la atribución
de un juez para dar un veredicto en cierta materia, área o región.[9] Es en este segundo campo semántico, donde
encontramos el sentido de la palabra competencia en relación con el
aprendizaje. Una competencia es, de acuerdo a la UNESCO, “el conjunto de comportamientos
socioafectivos y habilidades cognoscitivas, psicológicas, sensoriales y motoras
que permiten llevar a cabo un desempeño, una función, una actividad o una
tarea”.[10] Ya
también varios estudiosos han definido a las competencias de diversas maneras:
Noam Chomsky las entiende como la capacidad
y disposición para el desempeño y la interpretación; Boyatzis, también
de manera muy general, comprende que una competencia es la destreza para
demostrar un sistema de comportamiento que funcionalmente está relacionado con
el resultado propuesto para alcanzar una meta; Holdaway señala, como más
especificidad que las competencias son necesidades, estilos de aprendizaje y
potencialidades individuales para que el alumno
llegue a manejar con maestría las destrezas señaladas por la
industria; Richard Boyaritz; Marelli, la
entiende como una capacidad laboral medible, necesaria para realizar un trabajo
de manera eficaz.[11] En
México, el acuerdo 442, define a la competencia como “la integración de habilidades, conocimientos y
actitudes en un contexto específico”.[12]
Bien señala Yolanda Argudín que las competencias, se refieren a, constituyen
saberes de ejecución.[13]
Metodología sucinta de creación de materiales didácticos.
He de señalar
que la creación, implementación y evaluación de materiales didácticos, la
realizo inspirándome y tomando como
parámetro la metodología que proponen
Isabel Ogalde Careaga y Maricarmen González Videgaray de acuerdo al capítulo 5
de su libro Nuevas Tecnologías y
educación. Diseño, desarrollo, uso y evaluación de materiales didácticos. Ellas proponen las siguientes etapas:
planeación, análisis, diseño, desarrollo, implantación y evaluación. En la primera etapa se debe de tener un
objetivo, una calendarización (o al menos una fecha establecida) y la
consideración de los elementos que se van a requerir en la creación del
material. Después se realiza la investigación y recopilación de información
necesaria para el material didáctico. Luego, se trabaja sobre su diseño, es
decir, sobre su receptáculo, formato y vistosidad. Se ejecuta, se prueba con
los alumnos y se evalúa su utilidad. Aunque ellas proponen una evaluación
estadística, creo que también se puede hacer una evaluación empírica.
En
experiencia, cuanto más flexible y práctica se vuelva la aplicación de esta
metodología, más exitosa resulta su aplicación.
Algunas
propuestas didácticas dentro de la filosofía.
Para apoyar la
exposición las presentaciones electrónicas son una buena herramienta. Power
Point y Prezzi son las dos más populares. En otras actividades en las que el
alumno es más activo en el aprendizaje, se pueden usar los guiñoles para que
hagan un pequeño sociodrama en la que un filósofo de la Historia diseñado e
investigado por los alumnos cobre éxito. Las películas son un buen instrumento
de enseñanza si son acompañadas de algún trabajo previo de sensibilización y un
cuestionario relacionados con el aprendizaje que se pretende detonar con el
filme. Películas como El Nombre de la Rosa, Waiking Life, etcétera tienen temáticas filosóficas interesantes.
También es útil dejar que los alumnos hagan breves cortometrajes en los que
aborden y expliquen creativamente un tema siguiendo una rúbrica de evaluación o
una lista de cotejo. El trabajo con los manuales también es útil. No obstante
la selección del manual debe de ser adecuada al tipo de alumnado que se tiene.
Manuales lúdicos como El Mundo de Sofía,
pueden ser de más utilidad.
Bibliografía
Horst Schaub y Karl G. Zenke, Diccionario Akal de Pedagogía, edit. Akal, Madrid, 2001
Isabel Ogalde Careaga y Ester Bardavid Nissim, Los materiales didácticos. Medios y
recursos de apoyo a la docencia, edit. Trillas, México, 2008.
Rafael Gil Colomer (comp) Diccionario filosófico-pedagógico, Edit.Dykinson, Madrid, 1997.
[1]
Horst Schaub y Karl G. Zenke, Diccionario Akal de Pedagogía, edit. Akal,
Madrid, 2001, entrada: material didáctico.
[2] Isabel
Ogalde Careaga y Ester Bardavid Nissim, Los materiales didácticos. Medios y
recursos de apoyo a la docencia, edit. Trillas, México, 2008, p. 21.
[3] Ibid., p.
20.
[4] Isabel
Ogalde Careaga y Esther Bardavid Nissim, Los
materiales didácticos. Medios y recursos de apoyo a la docencia, Edit.
Trillas, México, 2011, p.32.
[5] [5] Yolanda
Argudín, Educación basada en competencias.
Nociones y antecedentes. Edit. Trillas, México, 2010, p. 34.
[6]
Yolanda Argudín, Educación basada en
competencias. Nociones y antecedentes. Edit. Trillas, México, 2010, p. 12.
[7]
Guido Gómez de Silva, Breve Diccionario
Etimológico de la Lengua Española, Edit. FCE, México, 2009, p. 178.
[8]
Yolanda Argudín, Educación Basada en
Competencias. Nociones y Antecedentes, Edit. Trillas, México, 2005, p. 11.
[9] http://buscon.rae.es/draeI/SrvltConsulta?TIPO_BUS=3&LEMA=competencia
[consultado el 25 de marzo del 2012].
[10] Yolanda
Argudín, Educación basada en
competencias. Nociones y antecedentes. Edit. Trillas, México, 2010, p. 12.
[11]
Ibid., p. 14.
[12] http://www.cbachilleres.edu.mx/cbportal/index.php/component/content/article/177
[consultado el 25 de marzo del 2012].
[13] Yolanda
Argudín, Educación basada en competencias. Nociones y antecedentes. Edit.
Trillas, México, 2010, p. 12.
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