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Mostrando entradas de marzo, 2012

El filósofo declara (obra de teatro)

El filósofo declara es una obra de teatro peculiar. Claro, está pensada a partir de los filósofos, pero su trama, su problema, es universal, totalmente humano.  Si bien la Filosofía es exquisita, las neurosis, los temores, las pasiones, miedos, anhelos, recuerdos, rencores y amores son elementos que tanto los filósofos, como los no filósofos poseen. Soberbia  y humildad, una mezcla extraña entre quienes se dicen comprender el mundo y viven con un supuesto aire de superioridad. ¿Pero lo comprenden y viven mejor?  Villoro muestra sin tapujos, su completa humanidad, especialmente sus miserias. La obra de teatro fue escrita hace relativamente poco. Definitivamente es una tragicomedia, que mezcla un sentido del humor picaresco combinado con la especialización de la jerga filosófica, y el trágico enfrentamiento entre dos antiguos amigos que se han vuelto rivales, y que terminará en un duele a muerte por argumentación… Juan Villoro, hijo del prestigioso filósofo Luis Villoro, retrata el

La ética de Protágoras

Publicado en: el no. 42 de Vera Humanitas , Edit. ULSA, México, 2006. Protágoras fue un filósofo golpeado por la tradición. En el ámbito de la ética, ha sido tachado un sinnúmero de veces como un inmoral pensador  practicante del relativismo y  perteneciente al igualmente obsceno y vicioso movimiento de la sofística. Sin embargo, aunque es verdad que era sofista y relativista, su propuesta distaba mucho de ser inmoral. De paso,  es prudente señalar que primero habría que demostrar que la sofística y el relativismo son conceptos perniciosos. El Abderita era un pensador comprometido con la educación en la e ubolía , es decir, en ser mejor cada día a través de la enseñanza en torno a la administración de la casa y de la ciudad. [1] La eubolía , al parecer, era una excelencia, una virtud, areté [2]  que, según cuenta el mito de Prometeo en su versión protagórica, era enseñable. Este mito muestra que el sentido moral del ser humano ( aidós y diké )  es producto de la evolución del

Estoy en Facebook, luego existo. La identidad y las redes sociales.

Introducción En las vacaciones pasadas fui a una ranchería en el municipio de San José Itubide, Guanajuato. En ese pequeño lugar sin pavimento, agua o drenaje -cuyo nombre, me parece, era Santa Rosa- toda la gente  se conoce, vive del campo: siembra, cosecha, cuida a sus animales, se alimenta de ellos o los vende, casi no ve televisión, usa poco el teléfono celular,  recibe una deficiente educación y no tienen acceso a internet de banda ancha. Es curioso, en pleno 2011, que  muy probablemente  la mayoría -o todos- los habitantes de esa localidad desconozcan que es la Red y carezcan de una cuenta de Facebook. A pesar de lo anterior, las redes sociales son hoy en día un fenómeno que nos acompaña cada vez más con mayor fuerza y cotidianeidad. Se pueden escuchar historias de cualquier tipo en torno a ellas: que Mariel Solís, estudiante de comunicación de la UNAM salió de la cárcel durante un proceso injusto, gracias al efecto que la divulgación de su problema ocasionó en Twitter;