Estoy en Facebook, luego existo. La identidad y las redes sociales.


Introducción


En las vacaciones pasadas fui a una ranchería en el municipio de San José Itubide, Guanajuato. En ese pequeño lugar sin pavimento, agua o drenaje -cuyo nombre, me parece, era Santa Rosa- toda la gente  se conoce, vive del campo: siembra, cosecha, cuida a sus animales, se alimenta de ellos o los vende, casi no ve televisión, usa poco el teléfono celular,  recibe una deficiente educación y no tienen acceso a internet de banda ancha. Es curioso, en pleno 2011, que  muy probablemente  la mayoría -o todos- los habitantes de esa localidad desconozcan que es la Red y carezcan de una cuenta de Facebook. A pesar de lo anterior, las redes sociales son hoy en día un fenómeno que nos acompaña cada vez más con mayor fuerza y cotidianeidad.
Se pueden escuchar historias de cualquier tipo en torno a ellas: que Mariel Solís, estudiante de comunicación de la UNAM salió de la cárcel durante un proceso injusto, gracias al efecto que la divulgación de su problema ocasionó en Twitter;[1] que dos hermanos Ecrem y Alma Duric, se re-encontraron después de más de cincuenta años gracias a sus contactos en común de Facebook,  viviendo uno en Serbia y la otra en Eslovenia;[2] que  en Managua un estudiante de 17 años mató a otro después de discutir ríspidamente (también en Facebook);[3]  que una mujer fue despedida en España por conectarse en horas de trabajo a redes sociales y el chat con suma frecuencia;[4] que Justin Bieber fue descubierto por un productor gracias a que subía sus vídeos a You Tube;[5] que Anders Behring Breivik, el asesino colectivo de Noruega, publicó su manifiesto igualmente en You Tube,[6]  etc.
De los 6 800 millones de seres humanos que habíamos en 2011 en el planeta,  cerca de la tercera parte ya era usuaria de internet, es decir, unos dos mil millones;[7] de esos, unos doscientos millones son latinoamericanos, lo que significó un 47.3% de crecimiento en dicha región en un lapso de 3 años.[8] Son muchas personas. En 2012, los usuarios de internet suman la escandalosa cifra de 2400 millones de usuarios.[9] Consecuentemente son muchos los usos  que se le puede dar a la virtualidad: la transmisión de información, compras a distancia, lo que se nos ocurra. Si atendemos a los datos duros, podemos decir que las principales actividades de los internautas en el año 2011, en el caso  de nuestra nación, fueron: el envío y recepción de correos electrónicos, el uso de la mensajería instantánea, la obtención de imágenes y vídeos, y un 61%  el acceso con frecuencia a las redes sociales.[10] La situación mundial no es tan distinta, 1000 millones de usuarios del mundo tienen una cuenta de  Facebook, poco menos de  mitad de la población humana inscrita en las redes sociales.[11] Interesante resulta además que en el top 25 de países “facebookeros” están 7 naciones latinoamericanas: Brasil, México, Argentina, Colombia, Venezuela, Chile, Perú.[12]  El dato anterior es importante, ya que en nuestro país existían en 2011 34.9 millones de usuarios del servicio de internet. Hoy existen 40 millones.[13] En 2011 se observaba que el 81% de éstos, estaban registrados en alguna red social, aunque de ellos, un 20% prácticamente no hace uso de sus cuentas. En 2012, un estudio de la AMIPCI, mostró que la conexión a redes sociales es la segunda actividad en línea más importante en nuestro país. Solamente es superada por el envío de correos electrónicos; y dentro del rubro de las actividades de entretenimiento en internet, indiscutiblemente es la número uno.[14]
En 2011, sólo en Facebook, la red social más exitosa del ciberespacio,  existían 22.7 millones de mexicanos registrados,  lo que representa el 39% de los inscritos en las redes sociales de nuestro país, dejando el resto  del mercado a sus competidores: You Tube (28%), Twitter (20%) y Hi5 (6%), Badoo (3%), Sónico (2%) Linkledin(1%), MySpace (1%).[15]  Hoy en día, en pleno 2012, 9 de cada 10 mexicanos conectados a internet usan una red social. El 90% de ellos está inscrito en Facebook, y la mayoría (también un 90 por ciento de los facebookeros) es activa. Luego le siguen en uso You Tube, Twitter, Google Plus y Hi 5.[16]  También se ha modificado la manera de acceder a internet y a las redes sociales, y se ha incrementado en un 58% el acceso a través de dispositivos móviles y ha disminuido el acceso vía computadora y laptop, y el tiempo de conexión aumentó a cuatro horas y nueve minutos diario en promedio, por mexicano, 47 minutos más que en 2011.[17]

¿QUÉ ES UNA RED SOCIAL?


Pareciera que una red social se refiere a una comunidad virtual mediante la cual la gente se contacta e interactúa a través del internet. La periodista Ana María Jaramillo en su libro Redes Sociales para Todos, define a las redes sociales como “estructuras sociales compuestas de personas (u organizaciones u otras entidades), que están conectadas por uno o varios tipos de relaciones, tales como amistad, parentesco, intereses comunes, intercambios económicos, relaciones sexuales, o comparten creencias, hobbies o pasatiempos comunes, conocimientos o estatus”.[18] Luego, las clasifica en dos tipos: verticales y  horizontales, las primeras son creadas por los usuarios, las segundas son creadas por programadores que incorporan después a usuarios. [19] En fin, Jaramillo da un listado de algunas redes que pertenecen a ambos tipos y deja claro que en su concepto en realidad es más reducido. En él está implícita la virtualidad, entendida como social media, es decir, como “la posibilidad de compartir actividades, ya sea en forma de contenido, texto, audio, vídeo y/o imágenes con otros miembros de la sociedad a través de la Web”.[20]  Si bien Jaramillo reconoce que  se pueden identificar como  sinónimos “redes sociales” y  “social media”, ella señala que esto no es tan adecuado, ya  que las primeras son herramientas, y la segunda es una estrategia y fenómeno que puede usar también esa  y otras herramientas, que en realidad son otras plataformas de comunicación, como los website de contenidos, los blogs y  el microblogging.[21] Esto conduce a una definición más técnica y estricta. De acuerdo con  D.M. Boyd y N.B. Ellison, las redes sociales virtuales son “servicios que permiten a los usuarios construir un perfil público o semipúblico en un entorno de acceso limitado, mostrar una lista de otros usuarios con quienes comparten una conexión y ver y navegar por las conexiones de otras personas del mismo sistema”.[22]
            Otros especialistas en el tema, como Nicholas Cristakis, James Fowler y  David de Ugarte, saben que las redes sociales son algo más complejo que Facebook y que éstas han existido desde antes de la invención de la primera computadora. Retoman la primera acepción que Jaramillo enunció a la ligera.  Así que, podemos señalar, junto con la periodista Cristina Aced, que las redes sociales, en cuanto estructuras sociales, pueden ser físicas o virtuales.[23]
La palabra “red”, que se deriva del latín rete, en su origen se refiere a un tipo de herramienta humana que se pude definir como una malla hecha de varias cuerdas, hilos o alambres anudados entre sí, que tiene una función de captura, barrera o sostén.[24] De manera metafórica, esta palabra también se usa para referirse a conjuntos de elementos organizados para un fin, como una red ferroviaria; o bien, para un conjunto de individuos relacionados en una misma actividad, como una red de contrabandistas. Originalmente la palabra red fue usada en la Sociología. Este enfoque permitía analizar relaciones en una sociedad sin circunscribirlas exclusivamente a clases sociales o profesiones; de hecho, describía la estructura de la sociedad, permitiendo señalar que las relaciones no eran sólo entre las personas, sino también entre los grupos a las que ellas pertenecen, de manera que se establece una compleja red.  Este concepto surgió de la antropología británica de la Escuela de Manchester, después de la Segunda Guerra Mundial. No obstante, el primero en utilizar dicho término para describir una comunidad fue John Barnes, quien en 1954, estudió una aldea noruega de pescadores.  Posteriormente la Escuela de Harvard hizo más complejo el análisis de las redes sociales, ya que veía a las redes como estructuras con nodos que podía estar o no interconectados, con grados de distancia, etc.[25] Tal paradigma de estudio de lo social, llegó a España  con Requena Santos en 1989 y a México con  el ya fallecido, Jorge Gil Mendieta del Instituto de Investigaciones Matemáticas Aplicadas y en Sistemas de la UNAM, quien estudió la red política de México con una base de datos que se remonta a 1920 en su libros Estudio sobre la red política de México y Análisis de redes.[26] En 1993, Anthony Giddens en su obra Consecuencias de la Modernidad, observó que el desarrollo de las telecomunicaciones ha transformado nuestros lazos sociales en la vida cotidiana y han permitido deslocalizar las relaciones sociales y establecer comunidades virtuales.[27]
El uso de la palabra red para referirse a las comunidades virtuales,  tiene su antecedente con la invención del telégrafo en la segunda mitad del siglo XIX. Este invento permitió que miembros de sociedades imperialistas pudieran estar conectados entre sí mediante una red de telecomunicaciones.[28] Dos efectos inmediatos de lo anterior fueron el surgimiento de las agencias de noticias (Reuters y Associated Press) y las Internacionales Socialistas de los obreros europeos. Ambos implicaron redes humanas montadas en la tecnología. Posteriormente también vino el teléfono como medio de telecomunicación y fue un hito mucho mayor. La gente incluso llegó a satanizar o a sacrailzar esa invención. En 1969, el Departamento de Defensa de los E.U.A. inventó Arpanet, una red electrónica de comunicación ininterrumpida entre las distintas instancias militares norteamericanas; en 1971, Ray Tomlinson, inventó el programa del correo electrónico para Arpanet.[29]  Más tarde, surgieron los ordenadores personales -los cuales sirvieron para gestionar procesos sociales- poco después, en 1976, cuando Steve Wozniak y Steve Jobs crearon Apple I, el primer microordenador comercial exitoso. Este momento ha sido considerado la leyenda fundadora de la Era de la Información.[30] La reacción de IBM, en 1981, el gigante de los procesos de información, fue sacar su versión del ordenador: la PC (personal computer), la cual, debido a su tecnología genérica, fue clonada, difundida,  propagándose virulentamente esta nueva tecnología.  En 1984 Apple permitió la informática fácil a partir de un software amigable con el usuario que acompañaba la computadora Macintosh. Ya en 1983, ARPANET se había conectado con la Red de la National Sicence Foundation, y antes de que terminara dicha década, tal red había crecido más allá de los E.U.A. En la virtualidad urgieron algunas foros de discusión, como Usenet, creado por una Universidad de Duke desde 1979. Las muchas direcciones numéricas (IP) que permitían accesar a datos por las computadoras, fueron sustituidas en 1983 por el sistema de nombres de dominio, pero a pesar de ese avance resultaba muy difícil encontrar la información adecuada en la interconexión de tantas máquinas, así que el científico británico Tim Berners-Lee, creo el programa de la Word Wide Web en 1991 y lo anunció el 6 de agosto de ese año. La primera página web de la historia contuvo la explicación del HTML y de la web. Más, tarde, en 1993, Mike Andreessen creó el primer navegador para la WWW, cuyo nombre era Mosaic. A partir de entonces surgieron comunidades virtuales como Geocities (1994), Classmates.com (1995) o Match.com (1996).[31]
En consecuencia, el inmediato surgimiento del internet, a mediados de la décadas de los ochenta y noventa, hizo que las computadoras empezaran a funcionar en redes,  redujo los costos de producción, transformó las interacciones organizativas y sociales. [32]
Este canal o medio se constituyó en una red de comunicación con diversos usos, uno de ellos el de las comunidades virtuales, que también son llamadas redes sociales. La primera red social virtual, al estilo de las actuales, surgió en 1997, se llamaba SixDegrees.com; tenía lista de amigos, perfiles personales que podían ser creados y vistos, búsqueda de miembros, envío de mensajes. Desgraciadamente fracasó como negocio. Laurie Collier Hillstrom dice que tal tragedia ocurrió debido a que el producto fue lanzado antes de que la gente se adaptara al mundo en línea. La primera red social exitosa fue la de la página de citas Friendster en 2002. Fue creada por Jonathan Abrams en su departamento de San Francisco. Rápidamente se enfrentó la competencia de MySpace en 2003 (creada por Tom Anderson y Chris DeWolfe) y la de Facebook en 2004 (inventada por Mark Zuckerberg).[33] Las redes sociales virtuales puluraron. Hacia el 2006 el internet contaba con una oferta de más de doscientas redes sociales distintas.[34]  De todas ellas, Facebook, fue el gran ganador. Su victoria en parte se debió a su diseño lúdico y relativamente sencillo, también en parte a estrategias tales como su asociación con Itunes (2006), la importación de blogs (2006),  la integración de vídeos de YouTube (2007), la participación financiera de  Microsoft  de un 1.6% (2007) y la edición de sus versiones en francés, alemán y español en 2007, hecho que condujo a traducirlo a más de 70 idiomas para mayo del 2011.[35]  En ese mismo 2007 contaba con más de 100 aplicaciones y 70 compañías de prestigio trabajando para crear más desarrollos.[36] Entre 2008 y 2009 se creó Facebook Connect, que era una aplicación que permitía conectarse en blogs  y sitios usando su identidad de Facebook, es decir, su cuenta de usuario, y permitiendo ampliar la presencia de esta red social en la Web. También en este periodo se añadió el chat y las listas de amigos, con la respectiva segmentación de la información publicada en función de dichas listas, y además, en 2009 se inventó el popular botón de “Me gusta”. En 2010 Facebook tuvo grandes problemas con la configuración de la privacidad de las cuentas de los usuarios, llevando a simplificar su manejo. En 2011 se incorporaron plugins sociales que permiten monitorear los gustos e intereses de los usuarios, así como compartirlos; igualmente, se le dio acceso a aplicaciones noticiosas de las compañías mediáticas y se lanzó el Timeline o Biografía de los usuarios. [37]  En mayo del 2012 ingresó a la bolsa de valores de E.U.A., teniendo una decepcionante depreciación sus acciones. Aun así, su valor oscila alrededor de los 750 millones de dólares,[38] y eso no le ha impedido ingresar a cotizar en la Bolsa Mexicana de Valores.[39]  A los ojos de López y Ciuffolli Facebook es un eterno mutante digital, y tienen razón.
Por eso, Facebook ha tenido una evolución, que implica los cuatro periodos según ellas: 1) red de universitarios (2004-2006), 2) red pública (2006-2007), 3) red masiva y abierta (2008-2010), 4) web social y personalizada (2010-2011).[40] Tal vez podríamos añadir una quinta etapa en el 2012, la de la bursatilización de Facebook, que le da una nueva dimensión como negocio, y que su evolución será determinada también por los intereses del mercado.
En fin, lo anterior ha conducido a este par de especialistas a  plantear que Facebook tiene cuatro grandes atributos como medio digital: la representación numérica (medición de tendencias y control matemático),  la automatización (el establecimiento de protocolos independientes a los usuarios que controlan las interacciones), la modularidad (la multiplicidad de componentes y usos de esta red organizada en módulos), la variabilidad  (el constante cambio de su formato, servicios y actividades) y  la transcodificación cultural (que las capa cultural de nombrar, traducir y categorizar se traslada a las actividades de ese plataforma).[41] Todo esto lleva a lo siguiente, la importancia de Facebook está en que “se trata de procesos de intercambio, producción y consumo simbólicos que se extienden más allá de la plataforma, en un entorno caracterizado por una cantidad de sujetos, medios y lenguajes interconectados tecnológicamente de manera reticular entre sí”.[42]
Así, pues, esta complejidad y convergencia, ha llevado a Tim O´Reilly a postular que Facebook está pasando de ser una mera red social a un sistema operativo que está marcando el futuro del internet.[43] Y no es que no sea una red social, sino que metafóricamente se está pareciendo cada vez más a un sistema operativo on-line, en tanto que se están diseñando programas que se incorporen a esta plataforma. Si Facebook, pues, es un medio digital y se comporta como un sistema operativo en línea, como plataforma tiene ciertas propiedades: 1) homogeneidad (no hay cuentas Premium y todos los usuarios comparten el mismo tipo de página o perfil), 2) estandarización (existen los mismos moldes predefinidos para publicar y participar), 3) el uso como una forma de participación, (esta red permite a los usuarios comunicarse de una manera fragmentada, horizontal y dinámica); 4) metáforas de la participación mediante la adopción del lenguaje offline en un mundo on-line; de esta forma nos encontramos ante muros,  amigos, escribir notas, biografías, etiquetar,  dar un toque, recomendar, compartir, “me gusta”.[44]
 Ahora bien, ante la gran lucha de los gigantes de internet, ha surgido otra red social Google Plus, que en un tiempo record de un mes (de junio a julio del 2011) juntó 10 millones de usuarios.[45] Un año después, cuenta con 400 millones de usuarios, aunque sólo 100 millones son activos.[46] No obstante su estratosférico crecimiento inicial, no ha representado una competencia real para Facebook. Parece ser, que Twitter ha representado una mayor competencia para ese gigante. Esta red, inventada por Jack Donsey, surgió en marzo-abril del 2007 y cuenta con 500 millones de usuarios en 2012.[47] Twitter para muchos es la segunda red social más poderosa, a pesar de que sus usuarios sean muchos menos. En México, sus primero usuarios comenzaron a aparecer hasta 2008 y en 2010 alcanzó la cantidad de 146 mil tuiteros y en 2012 se elevó a 10.7 millones de usuarios en nuestro país.[48] Su poder no radica tanto en la cantidad de sus seguidores, sino en el hecho de que se comporta como un medio de información, ya que 85% de los trending topics son noticias.[49] Y, de acuerdo con Ricardo Zamora, el valor de las redes sociales está en la capacidad que tienen de posicionar una idea entre miles de personas y generar una tendencia.[50]  Incluso, los medios tradicionales de comunicación, ya monitorean Twitter, como parte de su agenda informativa.  Por eso, algunas personas consideran a las redes sociales como un quinto poder. [51]
Pero, ¿acaso las redes sociales tienen un rol político? Sí, pero no exclusivamente. Claro que sirven para el activismo social, las protestas cívicas y las campañas políticas, pero también sirven para la socialización, el entretenimiento, los negocios, la educación, y posiblemente el espionaje, ya que hay varias versiones periodísticas de que la información y monitoreo que hace Facebook de sus miembros y exmiembros, pasa a los discos duros de la CIA, quien se encarga de elaborar perfiles  psicopolíticos y cuadros de contactos.[52] Por desgracia, también sirven para realizar actividades tales como el acoso (cyberbullyng), el cual incluso ya causó el suicidio de una chica  de 13 años en E.U.A., Megan Meier, quien  era molestada supuestamente por Josh Evans, adolescente de 16 años, quien en realidad era un personaje inventado por Lori Drew, conocida de la familia que la atormentó como una venganza de unos supuestos rumores que difundió Megan de la hija de Lori.[53]   Peor aún, hay actividades delictivas como el secuestro o el homicidio. Veamos dos casos: 1) en Puebla, Pedro López Biffano, era un joven delincuente de 19 años de edad que secuestraba a estudiantes contactándolos por redes sociales, hasta que fue atrapado en 2011;[54] 2) En el Norte del país, en septiembre del 2011, dos jóvenes tuiteros, un muchacho y una muchacha  de 25 y 28 años de edad respectivamente fueron ejecutados  por denunciar en Twitter  actividades delictivas.[55] Afortunadamente,  tales tipos de acciones no son  la norma entre las actividades que involucran a los usuarios de las redes sociales. La pluralidad de usos que tienen las redes sociales es mayor a la que se puede considerar. Por eso Mark Zuckerberg declaró “Facebook ya es el país más grande del mundo así que sus habitantes también podemos conocernos, hacernos amigos, hacer negocios y… Poner y quitar a cualquier gobierno”.[56]
En fin, cabe mencionar que Ana María Jaramillo observa que la red ha evolucionado. Cuenta, a partir de las ideas de Tim O´Reilly,[57] que entre 1991 y 2003 la Red fue fundamentalmente unidireccional, la información era publicada y modificada por los webmasters (web 1.0); pero, desde 2004, ésta se ha vuelto más bidireccional e interactiva, la gente con facilidad, sin saber programación participa de su publicación y modificación (Web 2).[58]
 Como ya se señaló, en el más propio sentido, una red social no es virtual por necesidad. Es una estructura que puede estar constituida por un mínimo de dos personas y  extensión puede llegar a miles o millones. Por eso es que Nicholas Christaskis compara a una red como un superorganismo cuyos nodos son seres humanos concretos y pensantes,  que sus límites están dados por la geografía, la tecnología y los genes. El mencionado sociólogo considera que la humanidad está constituida por una serie de redes que determinan tipos y números de relaciones entre los seres humanos.[59] Los superorganismos de las redes sociales tienen su vida propia, una estructura y funciones, e incluso una futura evolución.[60] Pero lo anterior es más bien una metáfora que una definición. Christaskis y Fowler entienden a una red social como “un conjunto organizado de personas formado por dos tipos de elementos: los seres humanos y conexiones entre ellos”.[61]
Las redes sociales además, tienen cinco reglas de funcionamiento según los dos estudiosos apenas citados. A continuación las enunciaremos: 1) Nosotros damos forma a nuestra red:  cada individuo da forma a su red social porque escoge a sus parecidos (homofilia),  decide con cuántas personas conectarse, modifica la forma en que su familia y amigos están conectados, controla el lugar en el que se colocan en su red social (al centro o en los márgenes); 2) la red nos da forma a nosotros: nuestro lugar en la red nos afecta, una persona sin amigos es muy distinta  de una persona con muchos amigos, eso se debe a que nuestro posicionamiento respecto al centro de nuestra red social afecta nuestras posibilidades de desempeño, búsqueda de pareja, etcétera en todos los ámbitos de nuestra vida; 3) nuestros amigos nos influyen, es decir, no sólo basta una red, sino el aspecto cualitativo de quienes la constituyen e impactan incluso en nuestro menor o mayor grado de felicidad; 4) los amigos de los amigos de nuestros amigos, también nos influyen, la gente no sólo copia a sus amigos, sino también a los amigos de ellos (incluso se llega a hablar de que el mundo es más pequeño y que estamos vinculados con toda nuestra red social mediante seis grados de separación);[62] 5) la red tiene vida propia: en los grupos humanos hay propiedades emergentes, atributos del todo que surgen de la interacción y coordinación de las partes sin compartir conductas, conciencia o coordinación explícitas.[63]
Las anteriores reglas tienen que ver no sólo con la dinámica de una red, sino con la identidad de sus participantes. Es decir, las redes nos configuran y también a través de ellas afectamos a los demás. Seguramente Ortega y Gasset hubiera dicho frente  a este fenómeno: “yo soy yo y mi red social”.

DE LO REAL A LO VIRTUAL: ¿BUENO O MALO?


Ahora bien, algo interesante, sería saber si estas mismas reglas que operan en el trato cara a cara, también operan en las redes sociales de carácter virtual. Según Cristina Aced, “el día a día de las redes sociales digitales no es tan distinto de la vida social no virtual […]”.[64] Veamos qué arrojan las investigaciones de Christaskis y Fowler. Para empezar, ellos reconocen que  el activismo on-line de blogueros y twiteros en diversas partes del mundo sugiere que “[…] los cambios en la tecnología pueden estar alterando la forma en que vivimos dentro de nuestras redes sociales”.[65] Eso por supuesto, lo asocian con un aspecto muy natural del hombre. Asumen que el hombre es un animal social, siendo la característica más importante de su entorno la presencia de otros seres humanos.[66] El deseo de estar conectados  -no sólo para la reproducción, sino también para la amistad- proviene de nuestros genes, según estos autores, y además, las redes sociales más organizadas tienen mayores posibilidades de supervivencia que las otras (selección natural) en un mundo donde es frecuente que existan individuos que dentro de la comunidad no cooperen y sean oportunistas, un mundo en el cual algunas personas resultan más atractivas a los demás que otras, dónde  hay gente más propensa a traer más amigos a su círculo  y emparejarlos, un mundo en el cual decidimos posicionarnos en el centro o en la periferia de distintas redes sociales de acuerdo a las circunstancias e intenciones, en el que las redes sociales se transforman por la incorporación o ausencia de algunos de sus miembros, que requieren de un cerebro diseñado para la sociabilización (inteligencia social) y transmisión del conocimiento (inteligencia cultural),  permitiendo interactuar con sujetos no-conocidos, familiares  y hasta  personificaciones de deidades (la religión) que se incorporan al tejido social, tanto en ámbitos de cooperación, como de competencia.[67]   
Crhistaskis y Fowler consideran que “al trasladar nuestras redes del mundo real al mundo electrónico, llevamos con nosotros las herramientas forjadas por la selección natural para crear un nuevo mundo, jamás visto por la naturaleza”.[68]  Sin embargo, ellos mismos dicen que:

las nuevas tecnologías –ya sean juegos masivos on line con miles de jugadores como World of Warcraft o Second Life; portales de redes sociales  como Facebook o MySape; portales de información colectiva como You Tube, Wikipedia o eBay, o portales de encuentros como Match.com o eHarmony –se limitan a hacer posible nuestra ancestral tendencia a conectar con otros seres humanos, aunque en estos casos sea por medio de electrones que viajan por el ciberespacio y no de conversaciones que fluyen por el aire. [69]

A esto se le debe añadir que la gente en el mundo virtual aplica las mismas reglas de comportamiento del mundo real, según un experimento que se hizo  en 2006 cuando un grupo de psicólogos, neurocientíficos e informáticos reprodujeron en un contexto de virtualidad el experimento de Stanley Milgram de inducir a unas personas a maltratar dolorosamente a otras para medir su grado de obediencia.[70]  La razón de esto es que el realismo con el que se puede construir una situación produce en el sujeto una sensación de presencia real,  aunque el torturado sea ficticio.  La virtualidad nos afecta. El efecto que otro experimento causó con personas  a las que se le hizo interactuar con avatares virtuales de diversa apariencia, mostró que aquellas quienes sus avatares eran muy atractivos, les generó más allegados en ese contexto y también fortaleció su confianza en sí mismos en el ámbito de la realidad. A este fenómeno se le ha llamado efecto Proteo.[71] En la virtualidad nos vivimos como reales (por eso es que una percepción distinta ahí  puede modificar la visión de las cosas) y que nuestra realidad la proyectamos en la virtualidad (en consecuencia nos regimos con nuestras reglas sociales).  Pero, además, resulta que la tecnología del internet ofrece la oportunidad de cambiar la comunidad y su interacción. Keith Mapton y Barry Wellmanen entre 1997 y 1990 estudiaron un barrio de las afueras de Toronto al que denominaron Netville. En ese sitio se instaló gratis internet de alta velocidad y servicios locales que incluían foros de debate locales en el 60% de las casas de los residentes. Esto permitió observar que los residentes con acceso a esos servicios establecieron conexiones más profundas y amplias con sus vecinos, que el 40% de los otros habitantes que carecía de ese servicio. Tal condición, incluso les permitió organizarse y protestar contra el constructor ante un defecto del proyecto residencial, obteniendo resultados favorables. [72]
Pero la red no sólo genera cambios positivos, también genera otros negativos. Un estudio encontró más de 400 foros virtuales dedicados a la autolesión (cutting), también se ha mostrado que la búsqueda de pareja por internet multiplica por más de tres las posibilidades de contraer una enfermedad de transmisión sexual y que las personas con delirios paranoides crean grupos virtuales en los que participan activamente y se sienten comprendidos.[73]
Si rebasamos los casos particulares, prescindimos de una etiqueta de moralidad y vemos en macro el paisaje, podemos decir que las redes sociales virtuales en conjunción con los teléfonos móviles y el internet han “multiplicado nuestra capacidad para estar en contacto los unos con los otros y nos ha llevado a estar hiperconectados. Esta nueva tecnología nos puede informar del grado de conexión o desconexión en tiempo real”.[74] Más aún, según Crhistaskis y Fowler, las redes sociales han sido modificadas por las virtuales en 4 aspectos: 1) enormidad (amplitud y alcance de personas); 2) comunalidad (la contribución a esfuerzos colectivos es de mayor escala); 3) especificidad (la acentuación de la particularidad de los diversos vínculos que se pueden tener); 4) virtualidad (la posibilidad de asumir identidades virtuales).[75]
No obstante lo anterior, hay un hecho muy humano que no se ve alterado: el grado de intimidad que tenemos, pues éste sigue siendo reducido, así tengamos cientos o miles de amigos virtuales. Es decir la comunalidad y la enormidad se ven acotadas. Analicémoslo desde Facebook, la más exitosa plataforma en su rubro, que dicho sea de paso, creció a una tasa de medio millón de usuarios por día entre enero y abril del 2009, que para febrero del 2011 contaba con 60 mil millones de fotos, que en ese mismo mes manejó 25 terabytes[76] de datos por día y que, como empresa, vale 450 sextillones de euros.[77] Ahora bien, concentrémonos en lo siguiente: el usuario promedio tiene aproximadamente 100 amigos,[78] de los cuales sólo 6.6 en promedio son cercanos.[79]  En consecuencia: “las redes sociales virtuales no parecen aumentar el número de personas con las que ve verdad mantenemos una relación estrecha, y tampoco mejora de manera esencial nuestra relación con nuestros grupos centrales”.[80] También la especificidad y la virtualidad tienen ciertos asegunes, no alteran en mucho nuestra conducta. Tamara Wandel y Anthony Beavers, siguiendo las ideas del sociólogo Erving Goffman en The Presentation of Self in Everyday Life, señalan que un actor social escoge diversos  apoyos y disfraces para ajustarse a distintos escenarios, modificando nuestra apariencia frente a los demás. El pretender, el actuar, el jugar a ser, es una manera que permite no sólo a los niños aprender un rol. Los juegos virtuales, son tan reales como los que no son en línea, los roles que practicamos en línea, son tan reales como los presenciales. Las asunción de distintas máscaras la tenemos no sólo en Facebook, sino también en la sociedad, y esto tiene que ver con las distintas redes a las que nos vinculamos.[81]
La innovación de FB es que la interacción social es transformada, se redefine lo que es un “amigo” y permite vincularse con un espectro más amplio de personas con las cuales no se comparte un número telefónico, con las que no se reconocería en la calle o con las que no se sentiría cómodo charlando en un bar.[82] También implica que la interacción que uno gestiona es su página de FB es con todas las personas que tenemos como amigas y seguimos su actividad con mayor grado del que haríamos en el mundo real.[83] Nos vincula en nuestra red con gente con la que no habría ningún lazo si no existiera esa plataforma.[84]
Una perspectiva un tanto distinta de la interacción en FB es la que ofrece provocadoramente el escritor argentino Juan Faerman, quien señala entre líneas que interactuamos en Facebook no sirve para nada,  que navegamos en su página web por imitación  y después por un mero acto de narcisismo: para exponernos por vanidad,  reafirmar la autoestima, para ligar, para conocer gente y re-encontrarse con conocidos; en síntesis es un escaparate donde se fusionan muchas intenciones.[85] Aunque este diagnóstico se antoje sarcástico y frívolo, lo interesante es que la página oficial del libro Faceboom  los perfiles del escritor ya mencionado y de su editor Guillermo Otero, fueron deshabilitados cuando esa obra fue presentada en España (el 23 de enero del 2010), siendo sólo rehabilitados debido a que la prensa internacional le dio seguimiento a ese caso y a un vídeo que criticaba dicha censura. Así que alguna fibra sensible tocó en los administradores de dicha web y posiblemente del propio Zuckerberg.
Así, algunas lecturas críticas como las de Faerman, han dado argumentos en contra de la existencia, utilidad y beneficio de las redes sociales; se dice que éstas distorsionan la identidad de las personas, ya sea porque son adictivas, engañan, desgastan los lazos sociales, ya sea porque producen un perjuicio en los procesos gnoseológicos, haciéndonos perder el tiempo del aprendizaje o bien afectan nuestra capacidad de  concentración.
Atenderé primero el argumento que lo señala a las redes sociales como fuentes de adicción y agentes del debilitamiento de la sociabilidad. Luego abordaré el argumento de su perjuicio epistemológico.

ADICCIÓN Y DEBILITAMIENTO DE LA SOCIABILIDAD


Hace poco un estudio de la Universidad de Chicago publicó un estudio hecho en Alemania con personas entre 18 y 85 años de edad que utilizaban dispositivos móviles. El estudio mostró que el impulso mental para meterse a las redes sociales es fuerte y es difícil reprimirlo.[86] No obstante, no había habido algo así específicamente como la adicción a las redes sociales. Entre los especialistas en nuevas adicciones existe el Desorden de Adicción a Internet,  como un trastorno que no es homogéneo, que se puede desarrollar de maneras específicas, como la dependencia a las relaciones virtuales, es decir, “la necesidad de establecer relaciones de amistad o amorosas con personas encontradas online […]. Progresivamente las relaciones virtuales devienen más importantes que las reales, y el sujeto se aísla, viviendo en un mundo paralelo, poblado de personas idealizadas”.[87] Incluso, actualmente, ya se está empezando a hablar de adicción a las redes sociales. Así pues, la adicción a internet relacionada a las rede sociales, en sentido psicológico, existe, pero no es la regla general. No había estadísticas al respecto. Uno de los primeros estudios es el de Engelberg y Sjöberg del 2004. Ellos publicaron un análisis sobre la habilidad social, la personalidad y el uso de internet, en el que se mostró que el efecto de la red aumenta la variedad de adaptaciones sociales, y el uso del internet no empobrece esa habilidad si las personas mantienen un alto nivel en las relaciones interpersonales y el compromiso social, aunque sea verdad que las personas más extrovertidas tiendan a buscar menos los sitios de sociabilización virtual. El Internet Adiction Disorder (IAD), según es psicólogo italiano Cesare Guerreschi, implica que el individuo no logre controlar la necesidad de estar conectado a la red durante horas, perdiendo la conciencia del tiempo y convirtiéndose en el continente de sus deseos y frustraciones. También se ha demostrado que no existe un perfil de individuo específico, esta adicción se da en contexto sociales diversos, con niveles educativos distintos, lo mismo que económicos, edades distintas y en ambos sexos. La adicción al internet afecta a la vida relacional del sujeto en el ámbito familiar, en el trabajo y la escuela.[88] Se sabe que la causa de la adicción al internet causa no está en esa tecnología por sí sola, sino en las patologías de algunos de sus usuarios,  las cuales están ligadas con una distorsión cognitivo-comportamental depresiva de quienes poseen pensamientos devaluatorios sobre sí mismos y del mundo.[89] Recientemente, en  la Universidad de Valencia junto con la Fundación para el Estudio, Prevención y Asistencia a las Drogodependencias (FEPAD) se está realizando un estudio sobre la adicción a las redes sociales con jóvenes españoles. Tal empresa es coordinada por Mariano Chóliz. Hasta el momento se ha mostrado que un 5%  de los jóvenes usuarios de las redes sociales puede caer en un trastorno adictivo hacia ellas.[90]
Otra perspectiva negativa sobre el efecto de las redes sociales es la de  Fausto Pretelín. Su enfoque no habla sobre adicción, sino sobre enajenación social. En su libro Referendum Twitter hace una crítica muy ácida a este fenómeno. De acuerdo con él, las redes sociales reconfiguran el ciclo de vida de la globalización y sus nuevos valores (el económico, y  el de la revolución transcultural de Google). Entonces, la identidad se hace a partir del deseo de comprar para recargar o rehacer a la voluntad, la cual está sometida al régimen del gobierno global u oclocracia, cuyos líderes son los internautas que tienen por capital a Facebook y Twitter. Al parecer, es un movimiento que, para Pretelín, enajena al grado de que el gadgetero se convierte en el filósofo de la oclocracia y la filosofía se torna en un ornamento estético, en  una simulación que sustituye el amor al conocimiento por el dominio de la imagen. Se forma un régimen en el que la carta magna es la publicidad viral. Las redes sociales se vuelven junto con lo mediático en las únicas vías del éxito. Aumentar  los seguidores en las redes sociales se vuelve una necesidad apremiante que enaltece el narcisismo. Twitter sería una expresión metafórica de la nueva época minimalista en 140 caracteres comunica sin esfuerzos, sin seriedad, de manera cool.[91] Pretelín sostiene 99 razones para distanciarse de Twitter. Algunas de ellas son que: sacraliza la cotidianidad, tiende a exterminar las ideas,  ejercita el morbo, se vuelve un escaparate publicitario del propio ego, es un espejo del analfabetismo tolerado y aplaudido, banaliza el aforismo, se fomenta el chisme, desaparece las oficinas de atención al cliente, provoca encanto por lo nimio, permite que tu madre te rastree, disminuye el sexo entre las parejas que duermen con sus móviles en el cuarto, genera aislamiento etc.[92] El triunfo de la globalización y las redes sociales, va a acompañado de los otros aspectos como: la tristeza, la xenofobia, las deslocalizaciones, el desempleo y la desideologización.[93]
Por supuesto, que la crítica de Pretelín es válida ante la exacerbación del discurso de la globalización y puede ser efectiva para ciertos individuos, pero no es realista respecto a los roles de las redes sociales en la cotidianidad, ni lo es respecto a la totalidad de los usuarios.  No todas las interacciones en la red se reducen al consumo enajenado y el distanciamiento. Es decir, su visión es absolutista, retórica y no ofrece una fundamentación epistémica suficiente,  pese a su ingenio y fresco sarcasmo, ya que cae en las falacias de composición y de petición de principio.[94]

LAS REDES SOCIALES Y LOS PROCESOS GNOSEOLÓGICOS


Es turno de reflexionar sobre la tesis de que las redes sociales degradan los procesos gnoseológicos. Para ello haremos tendremos que analizar el impacto que genera la Web en general, y posteriormente, las redes sociales en específico. Echaremos mano del ensayo Superficiales. ¿Qué está haciendo internet con nuestras mentes? Su autor,  Nicholas Carr, sostiene que el internet afecta nuestra manera de pensar las cosas.[95] Argumenta a partir de su propio testimonio de que su capacidad de concentración para la lectura profunda de un libro o artículo largo se ha ido debilitando. Lo atribuye a estar mucho tiempo on-line.[96] El pensamiento lineal, que sigue un hilo narrativo, argumentativo largo, que es concentrado y carente de distracciones, centrado en una sola cosa, ha estado siendo desplazado por una nueva forma de pensamiento que el internet ha generado, que requiere y disemina información con estallidos cortos y descoordinados, que presta atención a varias cosas casi simultáneamente, que no obstante enriquecen la creatividad.[97] Según Carr, éste es un pensamiento superficial (porque es distraído, somero y apresurado).[98] La Web 2.0, según, Carr, lo volvió un  activo participante de las redes sociales y un generador de contenidos. Según él el internet lo estaba volviendo en algo parecido a una máquina de procesamiento de datos de alta velocidad.[99] Este testimonio lo refuerza aduciendo que la neurología ha comprobado que incluso el cerebro adulto es plástico, es decir, que, además de que puede generar nuevas conexiones entre neuronas, también se puede reprogramar sobre la marcha, alterando su forma de funcionar, estimulado por las experiencias y acciones que realizamos.[100] En consecuencia, la tecnología en general altera nuestra forma de pensar, de actuar, habiendo cierta variedad de “tecnología intelectual”, que utilizamos para ampliar y apoyar nuestra capacidad mental.[101] Su uso fortalece y debilita determinados circuitos neuronales, aunque su forma básica no haya cambiado en 40 mil años. Más aún las tecnologías, como la computadora y el internet, que re-estructuran el lenguaje, ejercen mayor influencia sobre el pensamiento. De hecho, siguiendo a Walter Ong, señala que la tecnologización de la palabra derivó en la escritura, el libro, y ahora la computadora.[102] Ahora bien, lo interesante es que el libro, junto con la lectura y la escritura, fomentan el pensamiento abstracto, mayor concentración, hasta la imaginación.[103] Como dice Carr, el lector se hace libro.[104] La computadora también moldea a su usuario, pero a diferencia de los elementos anteriores, incorpora en ella otros canales mediáticos como las imágenes, el movimiento y el audio, además, por supuesto, de la palabra escrita (la cual se ve más reducida en extensión, relacionada a hipervínculos, controlada por los filtros de los buscadores, sintetizada  por el blogging y el microblogging). En una página web se pueden encontrar todos los canales de los distintos medios de comunicación.[105]
Consideremos lo siguiente: el libro es una necesidad que se antoja difícil de erradicar; en cambio, como formato, parece que está transitando a la digitalización. Los reproductores de libros digitales (también llamados lectores digitales) están mejorando su calidad. Consecuentemente han incrementado su venta, la cual transitó de un millón de unidades vendidas en 2008 a cerca de doce millones en 2010. Por otro lado, la demanda del libro electrónico también ha crecido: en 2008 representó el 10% de las ventas totales de Amazon, pero en 2010 fue del 35%.[106] Carr profetiza que el e-book cambiará nuestra forma de leer, tendrá distractores y no será lineal, cambiará, incluso, nuestra forma de escribir.[107]En 2007 las 3 novelas más populares de Japón fueron escritas en formato de microblogging; O´Reilly Ediciones publicó un libro en formato de Power Point; Simon & Shuster ha publicado novelas amorosas electrónicas con vídeos insertos en ellas (vooks); y, de acuerdo con Carr, “muchos observadores creen que es mera cuestión de tiempo el que las funciones de las redes sociales se incorporen a los lectores digitales”.[108] Eso significaría la socialización  tanto de la experiencia lectora, como la de la escritura. Ambas tradicionalmente han sido solitarias. Si hacemos aquí un paréntesis, podemos acotar que las redes sociales, independientemente de que se incorporen o no a los libros electrónicos, ellas por sí solas ya son un factor de sociabilización de la lectura y escritura, también hacen que la palabra escrita confluya con la imagen, el vídeo y hasta el audio. Fomentan una nueva forma de lectura no profunda que nos abre a “‘un mundo de ubicua conectividad y proximidad generalizada’, un mundo en el que la ‘capacidad decisiva’ consiste en descubrir significados emergentes en contextos que fluyen de forma continua´”.[109]  Esto se debe a que proporcionan información breve, inconexa,  rápida e inmediata:

Al convertir los mensajes íntimos –antaño reino de la carta, la llamada telefónica, el susurro- en carnaza de una nueva forma de medio de comunicación, las redes sociales han dotado a la gente de una manera nueva y convincente de socializar y mantenerse en contacto. También han puesto un énfasis nuevo en la inmediatez. La <<actualización del estado>> de un amigo,  compañero de trabajo o celebridad favorita pierde su actualidad en el momento de efectuarse. Estar al día requiere la supervisión continua de los avisos de mensaje pendiente de lectura. La competencia entre las redes sociales por ofrecer mensajes cada vez más frescos y abundantes es feroz. Cuando a principios de 2009, Facebook respondió al rápido crecimiento de Twitter con el anuncio de la renovación de su sitio, para según dijo, <<aumentar el ritmo de la corriente>>, su fundador y director ejecutivo, Mark Zuckerberg, aseguró a sus 250 millones de miembros que la empresa <<seguiría acelerando aún más el flujo de la información>>. A diferencia de la antigua edición de libros, que tenía fuertes incentivos económicos para promover la lectura de obras antiguas, así como de las recientes, los editores online batallan por distribuir lo más nuevo entre lo nuevo.[110]

Carr aboga por la preservación del libro en su formato actual, ya que estudios neurológicos  de Gary Small den la UCLA sobre el impacto de los medios digitales, mostró que mientras los lectores de libros presentan mucha actividad en regiones del cerebro relacionadas con el lenguaje, la memoria y el procesamiento visual, los usuarios de internet muestran un mayor desarrollo de la región prefrontal, asociada con la toma de decisiones y la resolución de problemas. Señala que el mayor abandono de la lectura profunda y la adopción de la navegación por la web, debilita los primeros circuitos neuronales y fortalece los segundos.[111] También se ha mostrado que los textos digitales con hipertextos, respecto a los textos tradicionales, ocasionan más distracciones y sus lectores comprenden menos profundamente  su sentido y estructura.[112] El alternar consecutivamente dos o más tareas (multitasking) sobrecarga la capacidad mental, aumenta la posibilidad de malinterpretación o de ignorar datos importantes, ya que “el cerebro se toma su tiempo para cambiar de de objetivo, recordar las reglas necesarias para la nueva tarea y bloquear la interferencia cognitiva de la actividad, aún  vívida, que le ocupaba”.[113] Más aún, la lectura en la red, no es igual que en los libros, no sólo porque los saltos que los ojos dan, no son iguales, sino porque en la red la gente rastrea información, está un promedio de 20 segundos en cada página web buscando información y sus tiempos de lectura profunda de libros y textos largos se han disminuido.  Los hábitos de lectura han cambiado, un ejemplo es el prestigioso filósofo Joe O’Shea de la Florida State University “admite sin empacho que no lee libros, sino que además añade que no siente ninguna especial necesidad de leerlos. ¿Para qué molestarse, cuando en una fracción de segundo puede uno buscar en Google los fragmentos que necesite?”.[114]  Esto implica que también los buscadores inteligentes, participan de la generación de tal tipo de lectura.  No hay escapatoria la red no permite la lectura tradicional y profunda. Más aún, las redes sociales no son espacios de lectura tradicional, pues son una nueva forma de comunicación entre las personas que está a medio camino de la oralidad y la escritura, y que privilegia la conversación colectiva, espontánea.[115] Eso va en detrimento de la lectura clásica, la memoria e indirectamente de nuestra identidad, ya que “gracias a la plasticidad de nuestro cerebro, nuestra experiencia conforma continuamente nuestro comportamiento e identidad: <<El hecho de que un gen deba estar activo para formar la memoria a largo plazo muestra claramente no sólo que los genes son los factores determinantes del comportamiento, sino también que responden a la estimulación del entorno, caso del aprendizaje”.[116] Tenemos recuerdos implícitos que están ligados a nuestros actos y actividades reflejos, y tenemos recuerdos explícitos que son de personas, ideas, acontecimientos, sentimientos, lo que podemos llamar el pasado.[117] La identidad no sólo se refiere a lo que somos, sino que se construye a partir del recuerdo de lo que hemos sido, se relaciona con  la memoria, aunque ésta sea contingente, frágil, misteriosa y plástica;  ella se actualiza y renueva, facilita el aprendizaje de nuevas ideas y habilidades futuras, la memoria permite la reconstrucción del pasado, la construcción del yo presente y su proyección al futuro individual y socialmente.[118] No en balde dice Carr:
Hace tiempo que se sabe que la cultura en que se cría una persona influye en el contenido y carácter de la memoria de esa persona […] Los psicólogos y antropólogos están descubriendo ahora que, como intuía Whitman, la influencia es recíproca. La memoria de las formas personales sostiene a la <<memoria colectiva>> que sustenta la cultura. Lo que está almacenado en la mente del individuo sean acontecimientos, hechos, conceptos y habilidades, es más que la <<representación de una personalidad distintiva>> que constituye el yo, escribe el antropólogo Pascal Boeyer. También es >>el quid de la transmisión cultural>>. Cada uno de nosotros lleva y proyecta la historia del futuro. La cultura se sustenta en nuestras sinapsis.[119]
Como una reacción a la propuesta de Carr, el neurocientífico Facundo Manes en un apartado de su libro Usar el cerebro. Conocer nuestra mente para vivir mejor,  replica la tesis de Carr. Señala que la memoria humana es limitada de suyo, que la tecnología del internet  y google permiten destinar nuestros recursos cognitivos no a recordar la información, sino a acceder a la misma. La web es usada como un banco de memoria. Manes señala con más claridad: “No existe ninguna evidencia científica de que las nuevas tecnologías estén atrofiando nuestra corteza cerebral”.[120] Y añade Manes:

En un experimento realizado por Patricia Kuhl y colaboradores en Estados Unidos, tres grupos de niños que se criaron escuchando exclusivamente inglés fueron entrenados: un grupo se relacionaba con un hablante del idioma chino en vivo; un segundo grupo veía películas del mismo hablante, y el tercer grupo sólo lo escuchaba a través de auriculares. El tiempo de exposición y el contenido fueron idénticos en los tres grupos. Después del entrenamiento,  el grupo de entrenamiento expuesto a la persona china en vivo supo distinguir entre dos sonidos con un rendimiento similar al de un niño nativo chino. Los niños que habían estado expuestos al idioma chino a través del vídeo o de sonidos grabados no aprendieron a distinguir sonidos, y su rendimiento fue similar al de los niños que no habían recibido entrenamiento alguno. Esto indica que la clave del conocimiento, la memoria y el desarrollo de la especie sigue siendo no lo que el individuo hace consigo mismo ni con la tecnología sino el puente que construye con sus semejantes.[121]

LA IDENTIDAD PERSONAL Y COLECTIVA


La anterior cita supone una relación estrecha entre la identidad personal y la social. Eso, nos permite aclarar qué entendemos por tal categoría sin apellidos. La identidad clásicamente en la filosofía es un concepto que puede ser lógico u ontológico: uno supone que un concepto “a” pertenece a “a” y que puede ser el reflejo del principio ontológico de identidad que dice que todo ente es idéntico a sí mismo, es decir que hay una exigencia de un ser de ser lo que es en tanto que es tal ser. [122] El término identidad, al parecer remite a la idea de semejanza, la cual puede ser cualitativa (el carácter de Juan es igual al de Rubén) o numérica (que supone que aquello que es nombrado dos veces en realidad es uno mismo). La semejanza se da en grados y maneras distintas. Por ejemplo, podemos decir que Juana es idéntica en rasgos a su hermana o a ella misma como era antes, pero no lo es respecto a  su peso.[123]  Sin embargo, en un sentido más actual, la identidad puede ser discutida como identidad personal. Este problema, según el Diccionario de Filosofía de Cambridge, tiene que ver con aquello que permite identificar a una persona como la misma a pesar de que ha cambiado a lo largo del tiempo. Este tema filosófico empezó como un problema epistemológico y ético que sitúa en la memoria la posibilidad de recordar los hechos pasados y la posibilidad de la responsabilidad moral respecto a algo ya cometido. Locke al parecer es el que inicia este asunto, que no se puede reducir a señalar que la identidad está en una sustancia inmaterial o material (alma o cuerpo), sino en la conciencia misma.[124]
No es de extrañar, que entonces Manuel Castells diga que la identidad  es la fuente de sentido y experiencia para la gente, entendiendo por sentido “la identificación simbólica que realiza un actor social del objetivo de su acción”.[125]
Desde esta perspectiva, el profundo análisis de Charles Taylor sobre la identidad personal en la Modernidad dice que este concepto  encierra tres facetas: la de interioridad y profundidad humana, la de afirmación de la vida corriente y la de la naturaleza como fuente moral interior.[126]
Primero que nada Taylor aborda la relación entre identidad y moral. Sostiene que tenemos un instinto moral profundo y un respeto indeleble por la vida. Su argumento se apoya en la noción de que los seres humanos no aplauden los discursos que van en contra de la vida y la integridad. Por eso dice: “El mundo de los modernos es significativamente diferente del existente en otras civilizaciones anteriores. Esto queda claro, entre otras cosas, al observar el sentido en el que los seres humanos resultan merecedores de respeto. En alguna forma éste parece un sentimiento humano universal, es decir, que en todas las sociedades parece estar presente este sentimiento”.[127] Lo anterior implica: a) la importancia que le damos a evitar el sufrimiento, y b) la cotidiana noción de una vida plena, en la cual, priorizamos la libertad, el autocontrol, la actividad productiva y la vida familiar. Esos dos aspectos están incorporados a los marcos referenciales –los cuales son imprescindibles - de cada persona. Ese horizonte es constitutivo de la acción humana. Por eso, Taylor dice:
Mi identidad se define por los compromisos e identificaciones que proporcionan el marco u horizonte dentro del cual yo intento determinar, caso a caso, lo que es bueno, valioso, lo que se debe de hacer, lo que apruebo o a lo que me opongo. En otras palabras, es el horizonte dentro del cual puedo adoptar una postura.[128]
 Esta noción moderna de la identidad, tiene su punto de partida con varios autores: primero Platón, quien la asocia con las ideas y el autodominio;  en segundo lugar, San Agustín, que hace énfasis en la interioridad, y la reflexividad; tercero, con Descartes, que la convierte en el cogito, que es un razón autosuficiente, desvinculada del mundo; y finalmente con John Locke, que hace de la conciencia un “yo puntual”, mecánico en cierta forma, que  elabora los significados mediante la experiencia y los unifica por costumbre o autoridad en sentidos epistémicos y morales.[129]  Todas estas teorías filosóficas, conjugadas con los cambios históricos del  Renacimiento, la Reforma Protestante y la naciente teoría de los sentimientos del s. XVIII, la Revolución Industrial y el Nacionalismo Moderno, generaron la idea de un yo individualista, cuya racionalidad es instrumental, pero que valora su dignidad y su libertad autorresponsable.[130] El “yo” es ubicado frente a los objetos e independiente de éstos, de tal manera que crea una frontera entre lo psíquico y lo físico, cuyos límites no están claros. Por eso es que todavía hay pensamiento mágico,  al igual que podemos pensar dualmente al yo, como mente o como organismo.[131] Por cierto, otro límite que tampoco está claro es el de la sociabilidad y de la individualidad, ya que el humanismo civil surgido en el Renacimiento, ha participado de la construcción identitaria, haciendo que la virtud cívica preceda a los individuos y establezca su identidad.  Finalmente, sobre ese yo individual racional  y  cívico,  está montada la noción de un orden bajo el que se construye la vida mental y social, que privilegia a los poderes poiéticos del sujeto, es decir, lo vislumbra como un ser expresivo que se autorrealiza así: expresándose.[132] Más la cosa no queda ahí. Esta dimensión poiética conecta con  la construcción identitaria que realizamos en la “vida corriente”, es decir, nuestra se necesidad de expresión se vincula con el día a día, con  lo que cotidianamente hacemos para sobrevivir y realizarnos como seres sexuados en torno al trabajo, el amor, el matrimonio, la familia y la manufactura de las cosas necesarias para la vida.[133] Este modelo, al parecer se empieza a reflejar y promover con la novela del siglo XVIII.[134] Más aún, la vida corriente es movida por algo que la sobrepasa:
La naturaleza que puede movernos y despertar nuestros sentimientos ya no enlaza con nosotros por una noción de razón sustantiva. Ya no se percibe como el orden que define nuestra racionalidad. Ahora, nos definen los designios y las capacidades que descubrimos dentro de nosotros mismos.[135]
Ahora bien, la línea que marca la Modernidad puede ser una que nos percibe como ocupando un lugar en el orden las los seres vivos y las cosas y otra, sostenimiento que no hay tan subordinación, sino una autosuficiencia e independencia moral del ser humano.[136] Bajo este dilema  fue pensada  la naturaleza en la Modernidad, en tanto que fuente del “yo”.
Para Taylor, el concepto de “yo”  refiere a ese ser humano, el cual, refleja en dicha acepción una necesidad de identidad con una necesaria orientación moral, y que la psicología y la sociología han retomado,[137] mostrando que el “yo” tiene una buena dosis de narratividad subordinada a la praxis (y búsqueda del bien), es decir,  que éste es construido narrativamente:[138]

el nuevo sentido del tiempo también ha cambiado la noción del sujeto: el particular yo desvinculado, cuya identidad se constituye con la memoria. AL igual que cualquier otro ser humano en cualquier época, éste sólo puede encontrar una identidad en la autonarración. Hay que vivir la vida como un relato [ …] Pero ahora se hace más difícil asumir el relato prefabricado de los modelos y arquetipos canónicos. La historia ha de extraerse de los particulares acontecimientos y circunstancias de esta vida; y ello n dos sentidos entretejidos.
Primero, la vida, como una cadena de acontecimientos en el tiempo mundial, en cualquier momento es la consecuencia causal de lo que ha sucedido antes. Pero, segundo, puesto que la vida que ha de ser vivida también ha de ser contada, se ve su significado como algo que se despliega a través de los acontecimientos.[139]

Esta postura de Taylor crea la duda sobre la naturaleza del “yo”, pues  pareciera ser una ficción y no una estructura. Al haber dicho que el yo es ese ser humano, pareciera que se refiriera a una corporalidad, lo cual es cierto, pero también se refiere a una interioridad.[140] Por ende, asumo que lo mismo es una estructura que una ficción que se construye, que desde la perspectiva de Taylor, no tiene límites claros.
|           Ahora bien, si el “yo” no es la “identidad personal” específicamente, al menos guardan una estrecha relación.  Así, atendiendo a lo anterior –de acuerdo con Taylor-, la identidad personal  supone cuatro elementos en conexión: 1) las nociones de bien, 2) nuestras comprensiones del yo, 3) las narrativas en las que le damos sentido a nuestra vida,  y 4) las concepciones de la sociedad, es decir lo que significa ser un agente humano entre agentes humanos.[141]
Nuestra opinión sobre la moralidad de las redes sociales, pues, se relaciona con esos cuatro elementos, así como se reflejará también en la identidad que quisiéramos presentar en un perfil virtual, en caso de desear aparecer en ellas.
En consecuencia, la identidad es entendida como una abstracción fluida que es reíficada a través de la asociación del individuo con una realidad, la cual también es flexible; es una especie de ciclo a través del cual el “yo” es presentado, comparado, ajustado o defendido de una constelación de realidades sociales, culturales, económicas o políticas.[142] Dice Manuel Castells la identidad es “el proceso  mediante el cual un actor social se reconoce a sí mismo y construye el significado en virtud de un atributo o conjunto de atributos culturales determinados”.[143] La identidad es una categoría que lo mismo puede abarcar a un individuo, que a diversos grupos diferenciados en interacción, como hombres y mujeres, o a toda una colectividad, como lo pretende, a veces, la religión. Al respecto dice dicho sociólogo español:

La construcción de las identidades utiliza materiales de la historia, la geografía, la biología, las instituciones productivas y reproductivas, la memoria colectiva y las fantasías personales, los aparatos de poder y las revelaciones religiosas. Pero los individuos, los grupos sociales y las sociedades procesan todos esos materiales y los reordenan en su sentido, según las determinaciones sociales y los proyectos culturales implantados en su estructura social y en su marco espacial/temporal.[144]

Según el ya mencionado sociólogo español, en estos tiempos de cambios incontrolados y confusos, que implican la revolución tecnológica de la información, la desestructuración de las organizaciones, la deslegitimación de las instituciones, desaparición de movimientos sociales,  movimientos culturales efímeros, globalización de los mercados, la gente tiende a reagruparse en torno a identidades (religiosas, étnicas, territoriales, nacionales), y aunque esto no es nuevo en la historia, si se está volviendo en la fuente principal de significado, generándose una oposición entre las redes sociales y el yo.[145] Paradójicamente, Mark Zuckerberg opina que  “El secreto de Facebook es la posibilidad de que se pueda compartir cosas con tus amigos y el hecho de que la identidad de la gente que entra a Facebook es real”.[146] Esto significa que la tecnología de Facebook permite que las personas y a varios grupos expresen su “yo” sin ninguna intermediación que le dicte una línea editorial, de tal manera que sus muros se convierten en Global publishers, constituyendo “una voz personal que puede hablarle a todo el mundo”.[147] La participación del sujeto no se reduce a los roles de creador y lector, sino que se amplía en la participación dando “me gusta”, compartiendo creaciones de otros en su propio muro, uniéndose a causas, creando comunidades, haciendo diálogos, etc. La frontera entre el autor y el lector se desdibuja en el proceso de comunicación.[148] Así pues, el 52% de las contenidos on-line que se comparten en el internet están en las redes sociales y mayoritariamente en Facebook.[149] Pero no nos confundamos, esta red no se reduce a un mero intercambio de información digital, por el contrario

Facebook se configura como un espacio en el que lo subjetivo identitario está presente y unificado en la figura de un solo “yo”. La escritura, allí, se aleja de la presunción de objetividad e imparcialidad de la figura clásica del autor literario, porque siempre se presenta en contexto de la mano de un “yo” que la sostiene; por eso, en Facebook no se puede escribir en forma anónima.[150]

Gracias a un panorama como el anterior es que para Manuel Castells estamos en una época postindustrial o informacional, es decir, una etapa histórica en la que las relaciones sociales de producción se organizan en torno a la tecnología  de la generación del conocimiento, el procesamiento de la información y la comunicación de símbolos, ya que el proceso de producción económica se basa en cierto grado de conocimiento y en el procesamiento de la información.[151]  En un mundo así, que las identidades se lleven a la Web, y surjan páginas como Facebook, parece cosa natural, esperable. También parece esperable que los analfabetos informáticos queden excluidos de los beneficios del sistema.
En este sentido la identidad, sociológicamente, puede ser legitimadora, de resistencia o proyecto. La primera es promovida por las instituciones dominantes de la sociedad para extender y racionalizar su dominio ante los actores sociales; la segunda es una reacción en contra de la dominación creada por actores devaluados o estigmatizados; la tercera es propuesta por actores sociales que construyen una nueva identidad y la proponen para transformar su posición en la sociedad.[152] Estos tres tipos no son formas fijas, más bien, son procesos que pueden fluctuar de una o a otra función; es decir, una identidad de resistencia se puede convertir en legitimadora, por ejemplo. Como sea, el primer proceso genera a la sociedad civil; el segundo, crea comunas o comunidades; el tercero da origen a los sujetos.[153] Para Castells, la identidad proyecto no es sinónimo de identidad individual, ya que entiende al sujeto como un agente social y no como un individuo. Sin embargo, esto no niega que en la identidad individual aparezca muy presente la identidad proyecto.
Pareciera que en el fenómeno de las redes sociales los tres tipos ya mencionados de identidad confluyen ahí, y que desde la perspectiva de Castells son formas de la identidad colectiva. A esto, le podemos añadir l la identidad individual, que también aparece y se reconfigura en una relación que no tiene límites claros, con la identidad colectiva.  
Las nuevas tecnologías establecen un puente de contacto entre los individuos y las colectividades. Las redes sociales virtuales, son sitios para la autopresentación y la negociación identitaria. Son un conjunto de esferas privadas (cada perfil, cada muro de usuario) que a su vez son puntos de convergencia que transforman los tiempos y espacios de sociabilización, en los que los individuos interactúan y participan con prácticas en torno a la tecnología y ciertos bienes culturales, muchos de ellos mediáticos, que implican una interrelación productor-consumidor.[154] Sin embargo, las redes sociales difuminan las distancias entre la creación y la expectación pasiva, entre la producción y el consumo. La socialización se vuelve en las redes sociales virtuales flexible, incorpórea, carente de lugar. O mejor dicho,  el “espacio” se redimensiona, se vuelve una metáfora que permite socializar de manera no presencial con muchos auditorios a la vez, con personas que están en lugares distintos, hasta muy  lejanos. El tiempo, también se transforma, se puede interactuar a distancia con información pasada o inmediata, y se puede re-encontrar gente del pasado también y reincorporarla a nuestras vidas.
 Según Carr las redes sociales en conjunto con todo el fenómeno de la Web 2.0 afectan nuestra capacidad cognitiva, menguando nuestra atención y memoria. De aquí podríamos desprender la hipótesis de que las redes sociales y el social media fragmentan  nuestras identidades, no porque éstas se pierdan, sino porque éstas se vuelven inmediatistas, desmemoriadas, superficiales. No obstante, podemos decir que si hay tal efecto, la culpa de esta afectación cognitiva no está solamente en la aparición  de dicha tecnología, sino en su abuso, en el abandono de otras prácticas tecnológicas y cognitivas, como la lectura de libros.  No obstante, Facundo Funes ha mostrado que no hay una afectación grave a la memoria y atención de la gente. Así que lo  que ha documentado Carr es una adaptación del cerebro a una nueva circunstancia, pero no la aniquilación de nuestras facultades superiores.
Por otro lado nuestras identidades individuales y colectivas se pueden ver enriquecidas, o bien trastocadas, por un mayor intercambio de información que promueve la red: la economía mundial se globaliza como una gran red, las élites directivas y profesionales se refuerzan en un cosmopolitismo fomentado por las redes electrónicas;[155] la productividad económica se basa en la gestión de las tecnologías del conocimiento y la información; las organizaciones, las empresas exitosas se vuelven fundamentalmente transnacionales; la forma y condiciones del trabajo se transforman; la comunicación electrónica cobra un papel central, al grado de que a su alrededor se  gesta una cultura de medios de comunicación de masas personalidad aunados a una red de comunicación electrónica interactiva de comunas autoseleccionadas, es decir, que la cultura misma se virtualiza;[156] nuestros espacios de socialización, de empleo, nuestros tiempos de privacidad, de trabajo se reconfiguran. Cuenta Castells que el nuevo paradigma tecnológico ha transformado a la sociedad, de tal manera que sus características se están constituyendo en la base material de la sociedad: 1)  su materia prima son tecnologías para actuar sobre la información; 2) la capacidad de penetración de los  efectos de la nuevas tecnologías (todos los procesos de nuestra existencia individual y colectiva están directamente modelados por el nuevo medio tecnológico); 3) la lógica de la interconexión (la morfología de la red permea en las estructuras sociales); 4) la flexibilidad (los procesos son reversibles; las instituciones y organizaciones se modifican en función de las nuevas tecnologías); 5) la convergencia tecnológica (las trayectorias tecnológicas confluyen, se funden). [157]
Consecuentemente, la sociedad, los individuos toman un poco la forma de la Web y de las redes sociales virtuales. Mark Zuckerberg, más románticamente dice: “Vivíamos en granjas en el campo; luego vivimos en ciudades, ahora vamos a vivir en la red”.
Sin embargo, viene a mi mente el caso de la gente que vive en sitios como la ranchería que visité en San José Iturbide, Guanajuato. ¿Dónde quedan ellos en la Era de la Información? Ellos que no usan las redes sociales para protestar, ni para organizarse o para impulsar sus microempresas. Existen pero no son. ¿Se irán a convertir en víctimas de una nueva forma de explotación y discriminación? Son invisibles ante esta nueva forma de organización social, con las consecuencias que esto implica. Y es que hoy en día podemos decir: “estoy en Facebook, luego existo”.

CONCLUSIÓN


Las redes sociales no sólo son estructuras virtuales, también son la base misma del tejido social. Ellas existen desde antes de la Era de la Información, tienen que ver con nuestra naturaleza social. Las redes sociales afectan nuestra individualidad, nuestra identidad personal, pero también nosotros las modificamos con nuestra conducta. Las redes sociales virtuales en el siglo XXI se han incorporado a la Web 2.0 y a la Revolución Tecnológica de la Información. Eso supone que nuestra tendencia a la socialización sigue vigente. Estudios psicológicos han demostrado que no son perjudiciales para nuestra habilidad social, aunque existan casos patológicos del Desorden de Adicción al Internet. El abuso de la conexión a la web y  las redes sociales, puede ocasionar un deterioro de nuestra capacidad de atención, de uso de lenguaje, de memorización,  de lectura profunda. Sin embargo, su uso mesurado  en conjunto el cultivo de la lectura tradicional previene de tal efecto nocivo. Por otro lado, las redes sociales, son nuevos espacios de socialización, que permiten interactuar con los demás en lugares,  tiempos distintos; nos permiten re-encontrar gente,  socializar de una nueva forma, ofrecer nuestra identidad y negociarla ante distintos auditorios. Las reglas de socialización virtuales prácticamente son iguales a las del mundo real. Nos desenvolvemos, tratamos y reaccionamos igual. La comunicación interactiva puede ofrecer un espacio para la autoidentificación, la negociación identitaria, la identificación con otros y la praxis ciudadana. También ofrece espacios para la exacerbación del narcisismo, la adicción y el delito. Las sociedades han empujado el uso de las redes sociales, no sólo con fines recreativos o de socialización, sino también con fines económicos, políticos, cívicos, etc., siendo las élites los principales beneficiarios de este proceso. El analfabetismo informático excluye a varios sectores de la tendencia actual de la organización económica, política y social.  En consecuencia, las redes sociales se encuentran en la encrucijada de la enajenación y la autenticidad. Es una tecnología que por sí misma no nos hace ni mejores, ni peores en sentido moral, pero que sin duda ha transformado nuestra manera de interactuar.

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[1] http://www.eluniversal.com.mx/ciudad/107108.html [consulta: 15 de julio del 2011].
[5] Ana María Jaramillo, Redes sociales para todos, Colombia, Ediciones B, 2011, p. 193.
[10] http://www.estilohoy.com/notas/94897-Qu%C3%A9-hacen-los-mexicanos-en-internet-  [consulta: 22 de mayo del 2011].   En este artículo se menciona que el 90% de los usuarios se dedica a enviar y recibir correos electrónicos; que el 75% se dedica a chatear; que el 68% baja fotos y ve vídeos. Los usos del internet fundamentalmente son de comunicación y entretenimiento entre los usuarios mexicanos, aunque también haya aplicaciones escolares y laborales.
[12] Guadalupe López y Clara Ciuffoli, Facebook es el mensaje. Oralidad, escritura y después, edit. La Crujía, Argentina, 2012, p. 4.
[13] http://www.amipci.org.mx/?P=articulo&Article=71 consulta: 11 de octubre del 2012.
[15] http://eleconomista.com.mx/tecnociencia/2011/05/21/facebook-avalancha-redes-sociales [consulta: el 22 de mayo del 2011]. Es interesante ver que las redes sociales han tenido gran desarrollo en el mundo. En marzo del 2010 se tuvo una cifra de 940 millones de usuarios a nivel global registrados en las redes sociales de internet. En julio del mismo año la cifra se incrementó a 945 millones. Eso marca una clara tendencia a la alza. Si la comparamos con la cifra de internautas que hay hoy en día, implica casi la mitad del total de los usuarios de la Red. Facebook, por sí sola en mayo del 2011 tenía registrados 600 millones de usuarios en el mundo. Estados Unidos, China, Alemania, Rusia y Brasil son las naciones con mayor demanda del servicio de las redes sociales. Posteriormente se dio una noticia que Facebook reúne 750 millones de usuarios. Cfr. http://www.marketingdirecto.com/actualidad/social-media-marketing/945-millones-de-usuarios-de-redes-sociales-en-todo-el-mundo/  y http://emiliomarquez.com/2010/03/25/940-millones-de-usuarios-de-redes-sociales-en-todo-el-mundo/http://es.wikipedia.org/wiki/Facebook  [todas ellas consultadas el 22 de mayo del 2011] y http://www.itespresso.es/facebook-ya-tiene-750-millones-de-usuarios-51809.html  [consulta: 7 de julio del 2011].
[18] Ana María Jaramillo, Redes sociales para todos, Colombia, Ediciones B, 2011, p. 18. Cabe mencionar, que aunque ella atribuye su definición a Wikipedia, ella la extiende más en su libro.
[19] No obstante Cristina Aced da una interpretación distinta de esa clasificación. DE acuerdo con ella, las redes horizontales, son genéricas y las verticales son especializadas en un tema. También la propia Aced señala que otra forma de clasificar a las redes, es dividiéndolas en: 1) aquellas centradas en el usuario, como Facebook 2) aquellas centradas en un objeto, como You Tube (Cfr. Cristina Aced, Redes sociales en una semana, Barcelona, Gestión 2000, 2010, p.  7).
[20] Idem., p. 15, 18-19. Según Wikipedia, el Social Media es un término para englobar a todas aquellas tecnologías basadas en la red, que pueden ser móviles, y que hacen de la comunicación un proceso interactivo (http://en.wikipedia.org/wiki/Social_media  [consulta: 26 de julio del 2011].
[21] Idem., p. 16 y ss. Los websites de contenido son una colección de páginas web comunes a un dominio o subdominio de la red que permiten interactuar a través de comentarios; los blogs son bitácoras virtuales y públicas que permiten a uno o varios autores publicar textos y modificarlos en su página; el microblogging se refiere a un espacio virtual de mensajería instantánea, chat y foro que permite publicar textos  no mayores a 140 caracteres.  Por otro lado, si analizamos lo aquí dicho: una red social en un sentido amplio, efectivamente equivale al social media (un fenómeno de comunicación social por internet que implica varias modalidades de plataforma), pero en uno más restringido, se puede referir a: 1)  una plataforma virtual de comunicación que publica perfiles públicos y comparte información entre usuarios, 2) se refiere a una comunidad de individuos, e incluso de organizaciones. Por último, cabe mencionar que si asumimos que una red social se puede identificar con una plataforma virtual específica, no hay una lista que dé cuenta de cuántas  redes sociales hay. Así que no conocemos su cantidad concreta. Jaramillo dice irresponsablemente que Wikipedia da el listado de todas las que hay, sin embargo, Wikipedia aclara que su listado no es total, ni último. Como sea, la lista de los sitios más activos que ofrece esta enciclopedia virtual condensa 200 redes distintas, de las cuales, sólo 15 tienen más de 100 millones de usuarios Cfr. http://en.wikipedia.org/wiki/List_of_virtual_communities_with_more_than_100_million_users [consulta: 7 de julio del 2011] y   http://en.wikipedia.org/wiki/List_of_social_networking_websites  [consulta: 7 de julio del 2011].
[22] [22] Nicholas A. Crhistakis y James H. Fowler, Conectados. El sorprendente poder de las redes sociales y cómo nos afectan, Tr. Laura Vidal Sanz y Eduardo Schmid, México, Taurus, 2010, p. 278.
[23] Cristina Aced, Redes sociales en una semana, Barcelona, Edit. Gestión 2000, 2010, p.  7.
[24] La definición propuesta por mí puede cotejarse con las 11 definiciones que da la RAE de red en su diccionario: http://buscon.rae.es/draeI/SrvltConsulta?TIPO_BUS=3&LEMA=red [consulta: 14 de agosto del 2011].
[25] José Luis Molina, El análisis de redes sociales. Una introducción,  Edicions Baltierra, Barcelona, 2001,  capítulo I.
[27] Ibid., p. 37.
[28] David de Ugarte, El poder de las redes, edición electrónica, p. 28 y 29.
[29] Laurie Collier Hillstrom, Online Social Networks,  Edit. Gale, E.U.A., 2010, p.12 y ss.
[30] Manuel Castells, La era de la información: economía, sociedad y cultura.Vol. I:La Sociedad Red,  Tr. Carmen Martínez Gimeno, México, Siglo XXI, 2008, p. 70.
[31] Laurie Collier Hillstrom, Online Social Networks,  Edit. Gale, E.U.A., 2010, p. 20.
[32] Manuel Castells, La era de la información: economía, sociedad y cultura.Vol. I:La Sociedad Red,  Tr. Carmen Martínez Gimeno, México, Siglo XXI, 2008, p.  70 y ss.
[33] Nicholas A. Crhistakis y James H. Fowler, Conectados. El sorprendente poder de las redes sociales y cómo nos afectan, Tr. Laura Vidal Sanz y Eduardo Schmid, México, Taurus,2010, p.278-280.
[34] Laurie Collier Hillstrom, Online Social Networks,  Edit. Gale, E.U.A., 2010, p.  29 y 67.
[35] Xantal Llavina, Facebook. Mejore sus relaciones conociendo la red social que conecta al mundo, Edit. Profit, Barcelona, 2011, p. 45.
[36] Guadalupe López  y Clara Ciuffoli, Clara, Facebook es el mensaje. Oralidad, escritura y después, edit. La Crujía, Argentina, 2012, p.30-31.
[37] Ibid., p. 31. Y ss.
[40] Guadalupe López  y Clara Ciuffoli, Clara, Facebook es el mensaje. Oralidad, escritura y después, edit. La Crujía, Argentina, 2012, p. 27.
[41] Ibid., p. 38-39.
[42] Ibid., p. 41.
[43] Ibid., p. 47.
[44] Ibid., p. 76 y ss.
[48]  Varios, Ciudadanos.mx, Edit. De bolsillo, México, 2011, p.  11 y ss. También consúltese la siguiente página: http://www.cnnexpansion.com/tecnologia/2012/03/21/mexico-tiene-107-millones-de-twitteros [consulta: 11 de octubre del 2012].
[49] Ibid., p. 23.
[50] Ibid., p. 41.
[51] Algunos de los grandes logros de Twitter, estaría la suspensión de la iniciativa del Senado del gravamen del 4% al internet en octubre del 2009, así como la difusión del incendio de la guardería ABC y la masacre de Juárez. No obstante, a pesar de dicha difusión, no se ha logrado castigar a los culpables de dichos eventos, ni se logró evitar que el 1 de enero del 2010, se aprobara un gravamen al internet del 3% bajo la modalidad del Impuesto Especial sobre la Producción y Servicios. No obstante, también ha habido algunas victorias, como la liberación de una estudiante de la UNAM de un arresto injusto. Cfr. http://www.telmex.com/mx/asistencia_hogar/facturacion/preguntas-frecuentes-impuesto-ieps.html, consulta: 16 de octubre del 2012.
[52] Xantal Llavina, Facebook. Mejore sus relaciones conociendo la red social que conecta al mundo, Edit. Profit, Barcelona, 2011, p.105.
[53] http://es.wikipedia.org/wiki/Megan_Meier (consultado el 20 de octubre del 2012).
[56] Xantal Llavina, Facebook. Mejore sus relaciones conociendo la red social que conecta al mundo, Edit. Profit, Barcelona, 2011, p. 7.
[57] Tim O’REilly en 2004 propuso el término de Web 2.0 en una conferencia. Este término cobró importancia debido a las herramientas gratuitas de creación de blogs y las plataformas de redes sociales.  Es un irlandés egresado de la Universidad de Harvard, fundador de O’Reilly Media, compañía editorial centrada en la computación y el internet. O’Reilly ha sido promotor del software libre y el código abierto (http://es.wikipedia.org/wiki/Tim_O'Reilly [consulta: 9 de julio del 2011]).
[58] Ana María Jaramillo, Redes sociales para todos, Colombia, Ediciones B, 2011, p.15.
[59] Nicholas A. Crhistakis y James H. Fowler, Conectados. El sorprendente poder de las redes sociales y cómo nos afectan, Tr. Laura Vidal Sanz y Eduardo Schmid, México, Taurus, 2010, p. 11-15.
[60] Ibidem.
[61] Idem., p. 27.
[62]  Esta idea esta basada en las ideas de Friges Karinthy, quien era un humanista húngaro que propuso la tesis de que los seres humanos estábamos tan interconectados que sólo había seis grados de separación entre todos.  Tal idea, que estaba contenida en un cuento llamado Cadenas, luego fue popularizada en un guión de John Guare cuyo título era así: Seis Grados de Separación, fue hecho película en 1993. Varias universidades, cuando estudiaron las redes sociales, retomaron la tesis de Karinthy. Algunas lo desmintieron, otras vieron grados de separación con distintas cifras, como 3.3 en algunas comunidades de Twitter, o bien, 6.6 grados de separación en el uso de Messenger. El propio Facebook hizo un estudio al respecto en 2011, y encontró una conexión por un grado de separación de 5( http://en.wikipedia.org/wiki/Six_degrees_of_separation  y http://es.wikipedia.org/wiki/Seis_grados_de_separaci%C3%B3n (consulta el 20 de octubre del 2012).
[63] Cfr., Capítulo 1. Nicholas A. Crhistakis y James H. Fowler, Conectados. El sorprendente poder de las redes sociales y cómo nos afectan, Tr. Laura Vidal Sanz y Eduardo Schmid Taurus, México, Taurus, 2010.
[64] Cristina Aced, Redes sociales en una semana,  Edit. Gestión 2000, Barcelona, 2010, p.  14
[65] Nicholas A. Crhistakis y James H. Fowler, Conectados. El sorprendente poder de las redes sociales y cómo nos afectan, Tr. Laura Vidal Sanz y Eduardo Schmid, México,Taurus, 2010, p. 219.
[66] Idem., p. 224.
[67] Idem., p. 225 y ss, 244 y ss. Dicen Crhistaskis y Fowler que los oportunistas, quienes suelen romper las reglas sociales de cooperación, son regulados por justicieros, personas con otro rol, que tratan de castigar de alguna forma a los primeros. En síntesis, ellos propone tres roles en las redes sociales: los cooperadores, los oportunistas y los justicieros. También señalan estos dos autores, que la genética determina nuestro grado de sociabilidad, para ello, toman como argumento los estudios que se han hecho sobre gemelos  y que muestran su mayor o menor grado de sociabilidad. Del factor genético de las redes sociales, Crhistaskis y Fowler señalan que serían centenares de genes los involucrados en su proceso, pero además, también el entorno interactúa con dicho factor (p. 247).  También consideran como argumento en pro de este aspecto genético el hecho de que los primates también conformen redes sociales, y usen el acicalado como una forma de establecer y fortalecer sus nexos. El hombre, en cuanto primate, hace lo mismo, pero el lenguaje es la herramienta para sustituir el acicalado, permitiendo a través de la conversación el establecimiento de lazos sociales. Además, el cerebro humano permite establecer una red social de máximo 150 personas, que es lo que su cerebro le permitiría procesar, según los estudios neuro-biológicos de R. Dunbar (p. 249 y ss). Ahora bien, si esta cantidad nos parece pequeña y arbitraria, lo cierto es que  ella denota que no podemos conocer a todas las personas, ni con la misma profundidad.
[68] Idem., p. 261.
[69] Idem., p. 266-267.
[70] Este experimento implicaba que un experimentador convencía a un participante que fungía como maestro de que diera descargas eléctricas a un participante-alumno cada vez que cometiera un error en un test de memoria. Eso ocasionó una obediencia del 65% de los maestros a pesar de que sus acciones les angustiaban. Bueno, este experimento que se hizo con sujetos de carne y hueso en 1961 en la Universidad de Yale, fue reproducido con maestros reales y alumnos virtuales en 2006. El resultado fue que los maestros también se angustiaban pese a saber que el alumno era virtual  (p 267-269).
[71] Idem., p. 271.
[72] Idem., p. 277.
[73] Idem., p. 289-291.
[74] Idem., p. 283.
[75] Ibidem.
[76] Una explicitación de esos datos de 25 terabytes se puede traducir en algunas cifras de julio del 2011, como que cada hora se publican 30 millones de comentarios, que también cada hora se aceptan 12 millones de solicitudes de amistad y se instalan más de 20 millones de aplicaciones diarias (http://america.infobae.com/notas/29227-Todo-lo-que-no-sabias-de-Facebook-, consulta:  15 de julio del 2011]  .
[77] Juan Faerman, Faceboom, México, Océano, 2011, p. 32m, 76 y 99.
[78] Una nota informativa de julio del 2011 indica que el promedio de amigos de un usuario de Facebook es de 130 (http://america.infobae.com/notas/29227-Todo-lo-que-no-sabias-de-Facebook-, [consulta: 15 de julio del 2011]).
[79] . Nicholas A. Crhistakis y James H. Fowler, Conectados. El sorprendente poder de las redes sociales y cómo nos afectan, Tr. Laura Vidal Sanz y Eduardo Schmid, México,Taurus, 2010,  p. 284. El criterio para determinar su cercanía es que ambos estén etiquetados mutuamente en fotos en los muros de ambos usuarios.
[80] Idem., p. 284.
[81] D.E. Wittkower, Facebook and Philosophy, Chicago, Open Court, 2010, p. 89 y ss
[82] Nicholas A. Crhistakis y James H. Fowler, Conectados. El sorprendente poder de las redes sociales y cómo nos afectan, Tr. Laura Vidal Sanz y Eduardo Schmid, México, Taurus, 2010,  p. 284.
[83] Idem., p. 285.
[84] El Universal publicó una nota informativa sobre un estudio que se hizo sobre los “amigos” de Facebook. Pew Internet and American Life Proyect reveló que Facebook, a diferencia de otras redes sociales, vincula más a conocidos que a desconocidos. Sus usuarios tienden a buscar ahí a antiguos conocidos con los que vuelven a tener contacto, tienen relaciones más cercanas y de apoyo. Respecto a un adulto promedio, estadísticamente: 22% de los contactos son amigos de la preparatoria, 12% son familiares, 10% amigos del trabajo, 9% amigos de la universidad, 8% familia de primer grado, 2% vecinos de la comunidad, 3% gente que uno sólo ha visto una vez, y 7% desconocidos con los que uno nunca se ha visto Cfr. http://www.eluniversal.com.mx/notas/779421.html [consulta: el 15 de julio del 2011].
[85] Nicholas A. Crhistakis y James H. Fowler, Conectados. El sorprendente poder de las redes sociales y cómo nos afectan, Tr. Laura Vidal Sanz y Eduardo Schmid, México, Taurus, 2010,   p. 44 y 51.
[87] Cesare Guerreschi, Las Nuevas Adicciones, Argentina, Lumen, 2007, p. 54-55.
[88] Cesare Guerreschi, Las Nuevas Adicciones, Argentina, Lumen, 2007, p. 25-26, 33, 39 y 43.
[89] Idem., p. 33. Tales pensamientos serían del siguiente estilo: “me siento bien sólo cuando estoy conectado a internet”, “en la vida real me siento vacío e inútil, pero en el mundo virtual soy ‘alguien’”, “fuera de la Red soy un fracaso”, “internet es mi único amigo”, “nadie me ama fuera de la Red”, etc.
[91] Cfr. Fausto Pretelín, Referendum Twitter, Ediciones Coyoacan, México, 2012, p.26.
[92] Ibid., p. 29 y ss.
[93] IBid., p. 20.
[94] Ibid., p. 13 y 14.
[95] Cfr. Nicholas Carr, Superficiales. ¿Qué está haciendo internet con nuestras mentes? Tr. Pedro Cifuentes Huerta, México, Taurus 2011, p.13-16.
[96] Idem., p. 17-18.
[97] Idem., p. 18 y ss.
[98] Idem., p. 143-144.
[99] Idem., p. 28 y 29.
[100] Idem, p. 41. Un ejemplo claro de esto es cómo el hipocampo de los taxistas se modifica respecto a las demás personas, y entre más tiempo tienen en ese oficio más marcado es ese cambio.
[101] Según Carr, las tecnologías se pueden clasificar en 4 tipos: 1) las que aumentan nuestra fuerza y resistencia físicas; 2)las que extienden el alcance o sensibilidad de nuestros sentidos; 3) las que permiten remodelar la naturaleza para que sirva a nuestras necesidades o deseos; 4) las que amplían nuestras capacidad mental. Nicholas Carr, Superficiales. ¿Qué está haciendo internet con nuestras mentes? Tr. Pedro Cifuentes Huerta, México, Taurus, 2011, p. 62.
[102] Idem., p. 100.
[103] Idem., p. 96. Lo anterior no sólo es una frase apologética o romántica, sino una afirmación sustentada en un estudio que realizó la Universidad de Washington en 2009 mediante escaners cerebrales, mostrando que los lectores de ficción “simulan mentalmente cada nueva situación que se encuentran en una narración. Los detalles de las acciones y sensaciones registrados en el texto se integran en el conocimiento personal de las vexperiencias pasadas” (p. 96).
[104] Ibidem.
[105] Idem., capítulo 5.
[106] Idem., p. 127.
[107] Idem., p. 130-131.
[108] Idem., p. 133.
[109] Idem., p. 138.
[110] Idem., p. 193-194.
[111] Idem., p. 151.
[112] Idem., p. 158.
[113] Idem., p. 164.
[114] Idem., p. 171.
[115] Guadalupe López y Clara Ciuffoli, Facebook es el mensaje. Oralidad, escritura y después, edit. La Crujía, Argentina, 2012, p. 94.
[116]  Nicholas Carr, Superficiales. ¿Qué está haciendo internet con nuestras mentes? Tr. Pedro Cifuentes Huerta, México, Taurus, 2011, p.  228.
[117] Ibidem.
[118] Idem., p. 232 y ss.
[119] Ibid., p. 237-238.
[120] Facundo Manes y Mateo Niro, Usar el cerebro. Conocer nuestra mente para vivir mejor, edit. Paidós, México, 2014, p. 152.
[121] Ibid.,  153-154.
[122]  Cfr. José Ferrater Mora, Diccionario de Filosofía, tomo II, Edit. Ariel, España, 2001, entrada: identidad.
[123]  Cfr. Ted Honderich, The Oxford Companion to Philosophy, 2a edición, Oxford University Press, E.U.A., 2005, entrada: identity.
[124] Cfr. Robert Audi, The Cambridge Dictionary of Philosophy, Cambridge University Press,  E.U.A., 1995, entrada: personal identity.
[125] Manuel Castells, La Era de la Información. Economía, sociedad y cultura. El poder de la Identidad, tr.  Carmen Martinez Gimeno, 3ª ed.,  México, 2001, p. 28.
[126] Charles Taylor, Fuentes del yo. La construcción de la identidad moderna, Paidós, España, 2006, p. 12.
[127] Ibid., p. 30.
[128] Ibid., p. 52.
[129] Ibid., capítulos 6,7, 8 y 9.
[130] IBid., p. 289 y 537.
[131] Ibid., p. 161 y ss.
[132] Ibid., p. 272 y ss.
[133] Ibid., p. 289 y 397.
[134] Ibid., p. 402.
[135] Ibid., p. 414.
[136] Ibid., p. 524.
[137] Cfr., ibid. p. 59 y 60.
[138] Cfr. Ibid. p. 80.
[139] Ibid., p. 398.
[140] Ibid., 161. Esta idea me parece afín a la que ofrece Mauricio Beuchot al respecto: el “yo” (entendido como “sujeto”) no deja de tener una carga ontológica, ya que no deja de ser supuesto como substrato de la percepción (aún así sea autopercepción) y de la narración. En consecuencia, éste se caracteriza por ser  analógico, es decir que a la vez es sustantivo y narrativo, ético y metafísico, con una presencia reducida, que no lo lleva a la univocidad, pero tampoco a la equivocidad, sino que lo vuelve sujeto de sentido y proyección. Ahora bien, este yo  analógico (para Beuchot), que tiene una fuente moral, según la tesis de Taylor, está enfocado a hiperbienes que culturalmente son elegidos y configurados por discriminaciones cualitativas. Charles Taylor, Fuentes del yo. La construcción de la identidad moderna, Paidós, España, 2006, p. 135. Lo anterior implica que la noción de bien no está subordinada a la de una justicia procedimental, sino, al revés: que subordina la idea de justicia a la de bien. Cfr. Mauricio Beuchot, Interculturalidad y derechos humanos, Edit. UNAM/Siglo XXI, México, s/f., p. 95.
[141] Ibid., p. 156. Desde esta perspectiva,  la identidad personal y la colectiva, aunque son distintas,  tienen  puntos de contacto. Un aspecto interesante de la identidad personal en relación con la identidad social  es el que mencionan Tamara Wandel y Anthony Beavers en su ensayo Playing around Identity. Señalan que uno no necesariamente puede cambiar a los otros, pero sí puede hacer cambios en sí-mismo, para cambiar la situación, es decir, afectar a la red social. D.E. Wittkower, Facebook and Philosophy, Chicago, Open Court, 2010, p. 89 y ss. Ahora bien, en una red social virtual, en la que tenemos que dar una apariencia ante todos, podríamos reflejar un yo más auténtico, según este par de estudiosos. No porque no haya una exacerbación narcisista del yo en las redes, no porque se pueda crear un perfil falso de identidad, no porque no se pueda filtrar la información que queremos compartir, sino porque la interacción comunicativa estimula el autodescubrimento y porque puede fortalece al espíritu de ciudadanía.
[142] Zizi Papacharissi, A Networked Self: identity, community and culture on social network sites, Nueva York, Routledge, 2011, p. 304. De tal manera la sociología contemporánea entiende al yo como algo confrontado al proceso histórico, tornándose en algo líquido (Bauman), reflexivo (Guiddens) o como un proceso de identidad personal (Jenkins).
[143] Manuel Castells, La era de la información: economía, sociedad y cultura.Vol. I:La Sociedad Red, Tr. Carmen Martínez Gimeno, México, Siglo XXI, México, 2008, p. 48.
[144] Manuel Castells, La Era de la Información. Economía, sociedad y cultura. El poder de la Identidad, tr.  Carmen Martinez Gimeno, 3ª ed.,  México, 2001, p. 29.
[145] Idem., prólogo.
[146] Xantal Llavina, Facebook. Mejore sus relaciones conociendo la red social que conecta al mundo, Edit. Profit, Barcelona, 2011, p.141-142.
[147] Guadalupe López y Clara Ciuffoli, Facebook es el mensaje. Oralidad, escritura y después, edit. La Crujía, Argentina, 2012, p. 58.
[148] Ibid., p. 58 y ss.
[149] IBid., p. 65.
[150] Ibid., p. 97.
[151] Idem., p. 43. Haremos un par de observaciones: una sobre las etapas históricas de las que habla Castells, y otra, sobre cómo entiende al conocimiento y a la información. Las otras etapas que Castells menciona, siguiendo a Daniel Bell, son la preindustrial (que es fundamentalmente agraria), la industrial (que está basada especialmente en la producción de excedente). Para él, el conocimiento, es una serie de afirmaciones organizadas de hechos o ideas que presentan un juicio razonado o un resultado experimental, que se transmite a los demás mediante algún medio de comunicación en alguna forma sistemática (aquí sigue a Bell), mientras que la información son las datos que se han organizado y comunicado (aquí sigue a Porat). Pareciera que el conocimiento tiene una garantía de validez de carácter metodológico en su generación y la información no necesariamente, ella simplemente son datos transmitidos.
[152] Manuel Castells, La Era de la Información. Economía, sociedad y cultura. El poder de la Identidad, tr.  Carmen Martinez Gimeno, 3ª ed.,  México, 2001, p. 30.
[153] Ibid., p. 30 y ss.
[154]  Zizi Papacharissi, A Networked Self: identity, community and culture on social network sites, Nueva York, Routledge, 2011,p. 306.
[155] Manuel Castells, La era de la información: economía, sociedad y cultura.Vol. I:La Sociedad Red,  Tr. Carmen Martínez Gimeno, México, Siglo XXI, 2008, p. 397.
[156] Idem., p. 404.
[157] Idem., p. 88-89.

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