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Mostrando entradas de 2012

Reflexión sobre la pertinencia de la celebración independentista y revolucionaria

(Última parte de la reflexión sobre los mitos políticos de la independencia y la revolución mexicanas).  Si asumiese una posición muy radical, podría rechazar la validez de los festejos de bicentenario y del centenario. La revolución pretendía resarcir lo que la Independencia no logró, o bien, realizó a medias. Las necesidades de una empatan con las necesidades de la otra. La Revolución Mexicana, pues, es la vuelta a los valores libertarios, igualitarios y autonómicos que motivaron –al menos a muchos- a la Independencia, con personajes y circunstancias distintos y con escenarios modificados; pero, con demandas humanas muy semejantes en lo básico. Digámoslo fácil: la Revolución persiguió el “correcto  ejercicio de la independencia”. No obstante, sin pretender reducir injustamente un movimiento al otro, podemos decir que tienen una conexión axiológica. Razones hay muchas para cuestionar que los valores de ambas se hayan efectivamente realizado. Asumamos hipotéticamente que el valor

Myth reloaded: bicentenario y centenario de la Independencia y la Revolución Mexicanas.

Continuación de ensayo sobre los mitos políticos del centenario y del bicentenario. Cuando, a partir de los años 90, la alternancia se gestó en las gobernaturas de los estados, en las legislaturas federales y locales, en el propio poder ejecutivo federal por otros partidos distintos al revolucionario, se anunció un nuevo mito político que, en realidad,  no ha cuajado, el del “Cambio”. Sin embargo, “cambio” y “revolución”, no son coordenadas tan distantes. Si no se instauró el nuevo relato, fue debido a la continuidad plutocrática y nepotista dentro de la alternancia, que evitó que la gente creyera realmente ese discurso.  De cualquier forma en esta época, llegó de nuevo la celebración, y por ende, un relanzamiento del discurso mítico, bajo la nueva sombra del Partido Acción Nacional, fundado por Gómez Morín en 1939 y que ha asumido el poder ejecutivo federal desde el año 2000… Ahora, en 2010, se cumplen doscientos años de la Independencia y cien de la otra revolución, la qu

La muerte del mito revolucionario

(Continuación sobre la reflexión de los mitos políticos de la independencia y la revolución mexicanas). A la exagerada recurrencia por el mito, siguió su desgaste. Por eso, no debe de extrañar el siguiente comentario que hizo Lorenzo Meyer: Las instituciones y políticas nacidas de la gran guerra civil del segundo decenio del siglo [XX] y de las reformas que le siguieron y culminaron en el cardenismo, evolucionaron posteriormente en una dirección y con un propósito que finalmente poco o nada tiene ya que ver con las metas que propusieron los líderes de los movimientos que derrocaron al régimen porfirista en 1911 para construir uno nuevo y en el que hoy vivimos. [1] Según Meyer tres valores, que se defendieron todavía durante el cardenismo, dieron sentido a la Revolución: 1) el reclamo de democracia política; 2) el reclamo democracia social (distribución equitativa de la riqueza); 3) la defensa de la independencia ante los intereses de integración y subordinación a los Esta

La Revolución Mexicana: la renovación de la utopía revolucionaria.

Continuación de una reflexión sobre los mitos políticos de la Revolución y la Independencia. El término “revolución” había desaparecido ya en la época del porfirismo (e incluso podemos decir en la época actual) de la frase inicial “revolución de independencia” dado a que ésta fue pensada como una revolución para la Independencia y no para resolver tales tensiones históricas y sociales. [1] Sin embargo, la revolución volvió y mucho más cruenta, con un carácter más popular que cualquier otra revolución en el país, creando nuevos héroes y villanos, entre ellos Porfirio Díaz y su administración, denominada como los “Científicos”. Al mito independentista se le sumó ahora el de la Revolución Mexicana, o mejor aún: el mito revolucionario iniciado durante la Independencia llegó a su cenit con la lucha armada de 1910-1920. Ante las desigualdades no resueltas por la Independencia ni los gobiernos sucesivos, se dio otra revolución, una que ya había sido pronosticada por Lerdo de Tejada