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Mostrando entradas de mayo, 2014

Cómo me duele la efe

Me duele la efe porque es sorda, obstruyente y fricativa. Me corta el alma y  se escabulle de mi labio. Me tortura porque sin ella la felicidad es indecible.   Acaso una forma balbuceante mal la figuraría en una fragmentada ”elicidad”. A tal palabra la más audaz sinonimia no  la rescataría. La alegría no es feliz .  Sin efe no hay felicidad. Infeliz me hace la efe  porque me fascina. Ella  es  fenicia (marinera, pragmática y aventurera). En fin, es  antigua y nueva; en su esencia, es mediterránea y latina. Es una letra bailarina que danza altivamente con las vocales cortándolas con  cirujana soberbia. La efe fabula fácilmente, fabrica fantasías, fantasmas y ficciones. Es una fuerza formidable que está colmada de finura. La efe tiene una figura fabulosa de curvas y rectas. Es mayúscula y minúscula. Es una fisura que me frena. Es  fermento de  fidelidad y felonía. Es feroz  e inofensiva. Es frenesí. Me enferma y cura con su fármaco. Está en el in

Dentro de mí. Oda a mi colon.

Te tengo tan dentro de mí que sin duda  puedo decir que somos cómplices de una macabra simbiosis:  vives en mí y yo vivo por tí,  me nutro de tí,  existes  por mí. Mi carne es la celda de la que jamás escapas, a pesar de que tus fauces lleven el sello de la desaparición. Naciste para destruir,  todo lo degradas… Sin embargo, a mí no me matas, tus besos, son suaves movimientos que acarician mi vientre, me sacias. Y yo te alimento con lo que llevo por dentro, lo peor de mí, los más viles desechos. Pero tú, con abnegación, de mi podredumbre sacas lo mejor, hidratas mi ser,  vitaminas mi esencia, le das fuerza a mi sangre con ácido fólico y vitamina K. Tu ácida naturaleza no me corroe, tu flora depredadadora no me consume. Me amas. Y yo te golpeo con el más decadente quimo, araño tus paredes ascendentes, descendentes, transversas y sigmoidales estrellando  en ti  mañana, tarde y noche,  día tras día pozole,  quesadillas,  condimentos, sals

Impermanencia

Nada queda, nada está. Qué ironía. Existimos, luego todo se va. Los días que pasan, dejarán de pasar. El sol con su portento será un hoyo negro,  destruirá a su alrededor y dejará de brillar. Lo que vemos no puede permanecer. La extinción es el precio que hay que pagar. El orden del cosmos es un orden letal.  Que si dura el universo por siempre, a mi me da igual… A nadie le consta que así haya sido y ¿de qué sirve tal idea si la carne  y conciencia  que soy,  desaparecerán devoradas por otras criaturas y serán átomos de otras estructuras, que también terminarán con un destino fatal? Efectivamente todo en esta vida es vanidad, momentáneos anhelos de eternidad.  Bienes,  alegrías, amores, recuerdos, juventud y salud,  por más férreos que sean, todos ya se fueron. Todo es un sueño, una quimera, que al acabar, soñará con la trascendencia.  En realidad, como una pintura nos iremos borrando, porque nada existe y nada es, ni este texto,  ni usted, ni yo.  Somos un suspiro. Moriremos

Vitriolo

Cruzando los umbrales de la geografía se extienden las enormes planicies de la Tierra  Imaginación. Las graciosas aguas del Río de la Risa  bordean las llanuras donde fascinantes plantas crecen: árboles con hojas de pastel, palmeras enanas, cactus sin espinas repletos de bananas, flores parlanchinas... Adentrándote otro tanto, el espectáculo es a ú n mayor. Hallarás animales sorprendentes: perros maulladores,  jirafas enfermas de vértigo, leones vegetarianos, burros intelectuales dialogando con búhos de ojos rasgados. Internándote todavía más, encontrarás las altas montañas de la Sierra Divertida. En ellas está Juguetilandia. Pirámides, castillos,  edificios de unicel,  modernas avenidas, puentes colgantes, trenes, estrechas calles empedradas, babilónicos jardines, carros voladores, vehículos espaciales, entre miles de maravillas conforman el paisaje urbano de este país cuyo gobierno está a cargo de un viejo dragón volador llamado Toor-ito. Su población la constituye una inabarcable

Prurito

Comenzó como un prurito, una comezón  débil, intermitente, en momentos hasta suave, como una caricia. Es raro, lo sé, pero así inició. Esa aparición inesperada e irruptiva generó en mí un dulce resquemor. Siempre es grato recuperar las “cosas” importantes de la vida y más  placentero es hallar la raíz del  más temprano sentimiento amoroso del pasado. Dice Francesco Alberoni que el primer amor cambia conforme se poseen más experiencias y se crece, que uno lo  cincela  y reconfigura. Si es así: tú, desde  hace mucho has sido mi elección maestra;  aunque no estoy seguro de haber escogido del todo. Porque resulta que no se decide en un santiamén sobre esos menesteres. Sólo,  de repente,  el corazón se descubre  en ese lugar, con ese tenor. He ahí la razón de que  algunos digan que dicho amor  es un símbolo, no una realidad; sin embargo, ellos olvidan que Cupido por naturaleza es simbólico. Por cierto, otros dicen que el  amor  primero nunca se olvida. También están equivocados, se pu

La Tortuga

La miro, la miro y en verdad aprecio cuanto nos parecemos. Esta ahí con sus compañeras en su pequeño mundo. En ella se ve el incomprensible triunfo de la vida; tantos siglos, miles de años, casi inmutable. Ha sobrevivido a las peores catástrofes. Logró lo que los dinosaurios no pudieron realizar, pese a ser supuesta­mente más desprovista y débil. No posee grandes colmillos. Tan sólo unas láminas sustituyen a la dentadura. Torpe se resguarda en su caparazón cuando la adver­sidad acosa. Está plenamente segura con la cabeza y las extremi­dades contraídas; resiste a las zarpas,  colmillos, golpes, al fuego. Aunque no corre esos peligros ya. Dentro de la pecera está protegida de cualquier depredador. Ahora, únicamente se preocupa por comer, tomar el sol, hurgar, dormir y acaso pensar. Monótona es su jornada, mas denota disfrutarla. Lo único que la altera es mi presencia cuando irrumpo en la habitación. Quebranto la armonía de su ciclo. Ella, inmediatamente se oculta bajo su cor