La enajenación
La enajenación
expresa el hecho o supuesto hecho de que alguien viva en una realidad ajena a
la suya. La enajenación es un proceso que repercutiría sobre la conciencia (si
es que realmente ocurre). En
consecuencia, para Walter Brugger y Harald
Schöndorf, la enajenación se puede detectar cuando un individuo percibe como
dolorosa la diferencia entre la realidad y la auto-realización previamente
diseñada para su esencia.[1]
Esta definición se puede defender mucho mejor si se asume que esa esencia no
supone necesariamente un Dios creador que le puso un fin determinado a los
hombres. En filosofía un sinónimo de esto es la “alienación”. Una persona con
una enfermedad mental estaría alienada, pero bajo la visión marxista, también
lo estarían los trabajadores explotados y la gente sometida a la ideología
religiosa. También se llega a hablar de
una alienación del capitalista, de la mujer,
una alienación amorosa, en el arte, en la sexualidad, el consumo, en el tiempo libre, la tecnología
y hasta en la educación. A la enajenación se le atribuyen todos los males de la
época contemporánea. Por eso E. Ander-Egg considera que no se sabe con certeza
qué es y cómo opera. Para Nicolá Abbagnano esta complejidad del concepto de enajenación
tiene que ver con que ésta está en directa relación con el concepto de hombre.
Habiendo tantas visiones filosóficas sobre éste la enajenación se puede pensar
muy versátilmente. Pero Abbagano sugiere que si el hombre es una especie de
totalidad autosuficiente y completa, la enajenación se referiría a una norma o
regla que le fuera impuesta en cualquier forma.
Ferrater Mora pretende distinguir
a la enajenación y la alienación La primera sería locura, la segunda el término
técnico para referirse al extrañamiento que padece el sujeto social. El
diccionario Oxford de Filosofía define a la alienación como un mal psicológico
o social caracterizado por una o varias separaciones, disrupciones o
fragmentaciones dañinas, que afectan a cosas que se pertenecen mutuamente.
El concepto de alienación surgió en la Edad Media; en ocasiones indicaba
un grado de la ascensión mística hacia Dios. De hecho Ricardo de San Vïctor
propuso una escala de pasos en el misticismo constituida por la elatio, la
sublevatio y la alienación. Al llegar a esta última la mente pasa a un estado
en la que ya no tiene nada de humano. Luego, en el Renacimiento, se usaba para
referirse a la gente que se sentía extraña a su propio contexto social. Durante la Ilustración Rousseau entendió que
la enajenación era la cesión de los derechos naturales a la comunidad a través
del contrato social. Posteriormente
Hegel retoma el asunto. Ya en Hegel la
alienación cobra un mayor sentido. Se convierte en Entfremdung (extrañación, salida exteriorizante) y en Entaüsserung (renunciar a, vaciarse de
sí mismo para devenir en otro). La enajenación en Hegel es un extravío o extrañamiento de la como una
etapa necesaria para poder vivir. Ahí se considera a la conciencia como una
cosa. Es un paso que conduce de la conciencia a la autoconciencia. El trabajo
ya para el propio Hegel es una forma de alienación y supresión. Esta misma
categoría fue importante para Feuerbach y Bauer, quienes centraron la
alienación en la religión. Luego, fue retomada por Karl Marx con mucho
entusiasmo dentro de su filosofía conjuntando la visión hegeliana con la de
ellos. Propugnó que la alienación era una característica de la sociedad
burguesa, hace que el hombre resulte tan
extraño a sí mismo que sea incapaz de reconocerse como tal. Según este filósofo
alemán la alienación es el resultado de las condiciones históricas y sociales
que llevan a la deshumanización y a la desvalorización progresivas debido al
capitalismo explotador, liberal, competitivo e individualista. El proceso que
lleva a vencer la enajenación es la emancipación. La alienación objetiva la
subjetividad, y subjetiviza lo objetivo. Es
decir, trato a los otros como cosas o medios, o yo me convierto en una
cosa y no en un sujeto, al igual que puedo darle un valor y trato como sujetos
a objetos, como una propiedad o un producto e interactuamos con ellos como si
fueran sujetos. Un marxista muy destacado, Herbert Marcuse, señalaba que la
enajenación era propia del hombre unidimensional, es decir, que la razón perdía
su capacidad crítica, de negación debido a la estructura tecnológica de la
sociedad.
Este término fue muy usado en la literatura filosófica y sociológica de
los años 60 y 70. En realidad el sentido
de enajenación o alienación es ambiguo y no científico. Tiene un uso sociológico, pero también fácilmente ideológico.
Incluso el propio Althusser lo rechazó. Para Juan José Padial la enajenación
sería una invención del Romanticismo que creó la idea de una conciencia
escindida de sí misma, dividida entre la objetividad y la subjetividad, el
individuo y la sociedad, la razón y la emoción, la naturaleza y el espíritu.
Bibliografía.
Ángel Luis González (editor), Diccionario de Filosofía, Edit. EUNSA,
Navarra, 2010, entrada: alienación.
José Ferrater Mora, Diccionario de Filosofía, t. II,
edit. Ariel, Barcelona, 2001, entrada: enajenación.
Nicolá Abbagnano, Diccionario de Filosofía, edit. FCE, 2ª ed.,
México, 2012, entrada: enajenación.
Rafel Gil Colomer (director), Filosofía de la Educación Hoy. Diccionario
Filosófico-Pedagógico, edit. Dykinson, Madrid, 1997, entrada: alienación.
Ted Honderich
(editor), The Oxford Companion to
Philosophy, 2ª edición, Oxford University Press, Oxford, 2005.
Walter Brugger
y Harald Schöndorf, Diccionario de
Filosofía, edit. Herder, España 2014,
entrada: alienación.
[1] Walter
Brugger y Harald Schöndorf, Diccionario
de Filosofía, edit. Herder, España 2014,
entrada: alienación.
Comentarios
Publicar un comentario