La mitopóyesis


  La influencia de la acción fundadora de la razón y de la forma de racionalidad mítica sobre los relatos míticos.


Ahora bien,  con una intención de síntesis,  –y sin desvincularse del análisis del mito en varios niveles de interpretación-  es justo ver cómo el mito –en cuanto forma de racionalidad que tiene como trasfondo una acción fundacional- afecta  a sus relatos.

Recordemos que los mitos son narraciones tradicionales y  “una narración persigue las influencias que ejerce una energía. La fortaleza, por ejemplo, está lo mismo en el hombre que en los animales; en el rayo, en el agua. Y esta diversa presencia es la que queda plasmada en la narración”[1]. Hay un vínculo de correspondencia entre el modo de conocimiento mítico y sus productos (los mitos). En consecuencia,   “de la misma construcción metafórica, por secuencial, nace la estructura narrativa, conversacional, coloquial, dialógica”[2]. Más aún, de alguna manera,  el alma (poseedora de dicha racionalidad) expresa en los mitos sus potencias en pugna: razón, deseo, ánimo, valor, coraje[3]. Ahora bien, tales narraciones no pueden ser entendidas aisladamente, sino en el sistema de relatos que ellas conforman. He ahí una manera de ver la realidad, una dimensión sapiencial que cohesiona una sociedad, le da identidad y ad intra da cuenta del mundo[4].  Ahí, “la narración rastrea y arrastra los secretos sagrados de los pueblos y con sus narraciones también arremete el futuro”.[5]  Se acoraza con artesanías, ritos, instituciones, comportamientos, costumbres.[6] Y aunque  los mitos unifican a los hombres y su racionalidad es universal,[7] el lenguaje de esas narraciones es local y cultural.[8] De la estructura narrativa de los mitos cabe mencionar que no es  normada (pero lo pudiera ser en alguna cultura), ni tan elaborada como la que establece la teorización de la creación literaria –aunque en ocasiones se pueden presentar literariamente-, mas, generalmente, es laxa, sencilla y conversacional, abierta para ser modificada mediante el diálogo [y añadiría yo,  que también está abierta para ser manipulada por ideólogos a través de recursos retóricos]. Los mitos son productos sociales, y a sus creaciones, no sería prudente verlas bajo la óptica de hipostizaciones, animaciones o personificaciones como si fuesen dolosamente planeadas por los mitógrafos  o narradores a la manera de escritores haciendo cuentos. Lo que hay son categorizaciones abstraídas en un colectivo esfuerzo interpretativo sobre el mundo que representa la realidad  en haces de fuerza antropomorfizados [aunque con interpretaciones personales sobre esas mismas categorizaciones].[9] Que el  funcionar del mito sea explicado como metáfora, analogía, alegoría,  parábola, signo o símbolo[10] es válido dado que el lenguaje tiene una dimensión metafórica,[11] pero los mitos son producciones anónimas  y colectivas que rebasan a los creadores individuales, pero sin negar, como ya se ha señalado, la particularidad de éstos. 
 
Nuevamente, las narraciones míticas en sintonía con su forma de conocimiento muestran la realidad como un juego entre contrariedades y es que la antropomorfización que hace, muestra que la contradicción es una faceta del hombre, pero no porque anule a la lógica y la ciencia, sino porque revela la complejidad de la naturaleza humana (bestia y creador, constructor- destructor, etcétera)[12]. Y no corresponde a los mitos por si solos dilucidar sobre la causa de sus contradicciones, al menos no al estilo científico porque éste demanda demostraciones. En cambio, el mito resuelve sus paradojas existencialmente, es decir, con el interés proyectado hacia la explicación y asunción de  fines y en esto coincide con  la filosofía [no obstante que su proceder, en cuanto sistema, es distinto].[13] Entonces, es el hombre quien de manera unitaria debe generar una conciencia crítica del mundo combinando sus diversos modos de conocimiento y así interpretar sus narraciones míticas:[14]

Pero no puede haber plena conciencia y proceso de identidad, sino constituyendo el mundo. Es decir, si no se tiene conciencia de la propia cosmovisión, como contrapuesta a un saber analítico (científico) del mundo o de las cosas del mundo. Este saber situarse en el mundo, como cosmovisión y como identificación del hombre, es el conocer pleno del  hombre.[15]  

Además, Acevedo se rebela contra la visión reduccionista de que todo conocimiento es demostrativo[16] y señala que la ciencia construye la realidad desde su objeto de estudio, vaya, no puede reflejar la realidad tal cual es, ni tampoco es capaz de responder a todas las interrogantes del destino del hombre.[17]  Lo que los mitos proponen, puede ser criticado científicamente;  pero lo que la racionalidad mítica hace, no puede ser sustituido por la ciencia, ya que:

[...]trae a la conciencia, hace conexiones, descubre la razón y sinrazón de la vida; propicia la poetización e la realidad; anuda fuerzas y establece equilibrios, armoniza a cada ser con el todo o con todos, etc [...]. El mito apunta sólo a relaciones trascendentes, las trae a la conciencia para que se desarrollen por la ciencia, por la poesía, por la pragmática de cada quien o de cada pueblo. Y realizando tal proceso, es el mismo mito el que vuelve a unir esas respuestas, que son poderes para la vida y la acción. La captación mítica, precisamente como conocimiento, es también la posibilidad de todo dinamismo humano. Que lo digan las utopías.[18]

Este pensador, vislumbra en el mito el rol de fundamento y culminación sintetizadora del conocimiento. Sin el dinamismo humano, no hay cabida para el hombre, ni sus conocimientos. Bajo esta visión, siempre existe el mito como punto de arranque (discursividad de la razón); mas igualmente se convierte en el punto de llegada (forma de conocimiento), pues él mismo es la síntesis de nuestros diversos saberes, incluso hasta de aquellos que afirman la extinción del mito, pues semejante aniquilación ya, de suyo, es mítica.

La mitopóyesis


Cuando hablamos de las funciones del mito, en realidad se refiere esto a las funciones mismas de invención del hombre en las narraciones. El hombre al relatarse, se hace en su relación con lo divino, con el mundo, con los hombres, consigo mismo.

He decir que el mito, como acción fundacional de los relatos, debe ser entendido como mitopóyesis. La mitopóyesis supone que varios  contenidos de la razón –no sé si todos- se construyen –sin descartar su base biológica- narrativamente con la misma mecánica de los mitos.   

Nuestra propia vida es como un relato con inicio, momentos de clímax, otros personajes y un desenlace. Pero además, vivimos en un contexto mitológico que nos precede y llena nuestro espacio semántico de mitos y mitoides (relatos con forma semejante al mito que incluyen creencias que se narran repetitivamente), operando a través de la percepción de un mundo en el cual somos-unos-en-los-otros[19]. El rumor es el ámbito en el que se alojan y  nutren  las creencias, las mitologías, encarnando éstas en símbolos que real-izan las cosas y las cosmovisiones. Bien lo podríamos identificar con el imaginario. Esto conlleva una mecánica de herencia de lo narrado, su repetición y su recreación.




[1] Ibidem. Página 121.
[2] Ibidem. Pág. 457.
[3]  Cfr, ACEVEDO, Cristóbal. .”Mito y Mundo de Sentido”. Revista de Filosofía. No. 78. Edit. UIA , septiembre-diciembre, 1993. Pág. 443.
[4] Acevedo, Cristóbal. Mito y Conocimiento. Pág. 130 y 135.
[5] Acevedo, Cristóbal. “Mito, cultura y hermenéutica. Revista de Filosofía. No. 89. Edit. UIA, mayo-agosto, 1997. Pág. 217.  Claramente los mitos versan sobre el presente, el pasado y el futuro.
[6] Ibidem. Pág. 229.
[7] Es universal en tanto que es compartida por todos.
[8]Acevedo, Cristóbal. Mito y Conocimiento.  . Pág. 455. esto se reitera cuando afirma que el lenguaje vital de la forma mítica  no se identifica con ella, sino que se incorpora a su devenir. Luego, este lenguaje tiene un grado de arbitrariedad en sus construcciones, a pesar de que en todos los hombres el lenguaje universalmente se comparta. 
[9] Ibidem. Pág. 133 y ss
[10] Ibidem. Pág. 20 y 237.
[11] Ibidem 238.  La dimensión metafórica del mito es explicada de la siguiente manera por Acevedo: “Esto es lo que caracteriza la metáfora radical que se redescubre en el mito. Pero, como en el caso del sentido, la trasposición dinamicista que se decubre en el mito no se puede identificar con otras transposiciones que la mente realiza.  No se  puede identificar mito y metaforización. El mito simboliza desde el enfoque dinamicista de la visión total de la realidad. La simbolización mítica es total, pero no es el todo de la simbolización (Ibidem. Pág. 427-428).  Más adelante aclara que toda metaforización está en todo proceso sígnico y consiste en la sustitución de una cosa por otra (Ibidem. Pág. 456).  Pero también la dimensión metafórica es esbozo de una la dialogicidad del hombre, en el sentido de que nos complementamos en la palabra, en el “dia-logos” y estamos comunicados ya por ella., metáfora es intersubjetividad, pues metáfora(y no la literaria) y símbolo son intercambiables en cierto sentido para Acevedo.  El símbolo, la dimensión metafórica es un nexo metafísico.
[12] Ibidem. Pág. 239.
[13] Ibidem. Pág.244.
[14] IBidem.  Pág. 242
[15] Ibidem. Pág. 269.
[16] Ibidem: Pág. 249.
[17] Ibidem. Pág. 251 y 265.
[18] Ibidem.  Págs. 251 y 252.
[19] La percepción es el trasfondo sobre el cual destacan todos nuestros actos y que los propios actos presuponen. La consciencia se enfrenta a un espectáculo perceptivo y, en ella, se configura la objetividad mediante la experiencia vivida común, intersubjetiva y predonada que, para Merleau-Ponty, es la génesis del sentido en un a priori histórico, el cual, desde mi punto de vista, remite al propio rumor.
En otras palabras, el a priori histórico de la percepción y el rumor (planteado por Detienne a partir de Platón) son conceptos  compatibles y complementarios que revelan al hombre como un animal narrador  configurado por las narraciones.
Cfr. Ricardo Mazón, “El mito en la fenomenología de la percepción” en Logos no. 105, ULSA, México,  2007, p. 97-120. 

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