¿Qué es la historicidad?


La “historicidad” es una palabra dominguera que se ha ido popularizando más en algunos contextos de las Ciencias Humanas.  Es una categoría que fundamentalmente usó el filósofo alemán Martin Heidegger. Este concepto se refiere a los rasgos comunes de la historia humana, pero también puede referirse a un rasgo general de todas las cosas reales.  La historicidad, aunque por sí sola  no dice nada, respecto a lo existente, señala su ser histórico.
 Según Heidegger, la historicidad es previa a la Historia, es la estructura del “ser ahí” que constituye al hombre (dasein). La historicidad es lo que hace posible una historia mundial. El hombre es histórico porque es un ser temporal.  Es determinado por su pasado, pero no de una manera absoluta. La historicidad, pues, es la capacidad de constituir una historia, de tal forma que el ser humano pueda asumir su propio futuro. La historicidad  para Martin Heidegger supone que el hombre es una historia que se construye a sí misma, que es proyecto de su ser.
Pero para otros pensadores, llamados historicistas, la historicidad, muestra que la visión que tiene una persona sobre la verdad y el mundo no es a histórica ni absoluta, sino está determinada por la época a la que pertenece un sujeto.  En otras palabras: “las personas no están meramente en la historia; su pasado, incluso su pasado social,  figuran en su concepción de sí mismas y de sus futuras posibilidades”.[1]  La historicidad sería un elemento esencial de los seres humanos. La historicidad determina nuestros conocimientos a partir del contacto que hay entre un sujeto, que es histórico, y un objeto, cuya experiencia es vivida por el sujeto. El conocimiento es interpretación. En consecuencia, la verdad y la voluntad serían históricas. Bajo esta visión, el hombre no parece ya tan libre. Está, más bien, determinado por su estructura histórica. La psique misma sería un constructo narrativo. Los psicoanalistas también creen que la mente está determinada por nuestra estructura histórica personal y llegan a postular que la “infancia es destino”.
 Con la frase anterior, pareciera que la historicidad significa imposibilidad de cambio real, sin embargo, detrás del concepto de historicidad subyacen las ideas de progreso y evolución. Algunos personajes modernos –idealistas- pensaron buscar las causas que determinarían ese progreso y encontrar sus leyes (historia nomotética). Pero otros –fenomenólogos-  consideraron que las causas de dicho progreso son singulares e irrepetibles (historia ideográfica).[2] Al parecer, no existe ninguna ley universal de la historia humana demostrada. Nadie ha podido repetir las causas de una Revolución, de un golpe de Estado, del surgimiento de una identidad nacional. Nuestro desarrollo ha sido contingente. Eso significa que la evolución histórica no necesariamente es universal, ni tiene que conducir hacia lo mejor. La historia son muchas historias, sus caminos son variados, unos avanzan, otros retroceden, tienen  curvas, altibajos. No es un sendero prefijado y global. Al respecto, valdría la pena aquí recordar y meditar el verso de un poeta popularizado por un trovador que dice: “caminante no hay camino, se hace camino al andar”.

Actividad


1.       Señala  qué es la historicidad y por qué es un aspecto esencial de la vida del hombre.
2.      Ve la película Tlatelolco, una historia de amor y haz una reflexión sobre cómo interviene la historicidad en la historia ahí contada.

Bibliografía


José Ferrater Mora, Diccionario de Filosofía, t. II, edit. Ariel, Barcelona,  2001.
Rafael Gil Colomer (director), Filosofía de la educación hoy. Diccionario filosófico-pedagógico, edit. Dykinson, Madrid, 1997
Robert, Audi (editor), The Cambridge Dictionary of Philosophy, Cambridge University Press,  E.U.A., 1995.





[1]  Robert, Audi (editor), The Cambridge Dictionary of Philosophy, Cambridge University Press,  E.U.A., 1995, entrada: philosophy of history. La traducción es mía.
[2] Rafael Gil Colomer (director), Filosofía de la educación hoy. Diccionario filosófico-pedagógico, edit. Dykinson, Madrid, 1997, entrada: historicismo. 

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