La muerte de Lilia Varenka Torrealba Lecuona.
Ayer (13 de
enero de 2015) falleció Varenka en el hospital Xoco, víctima de un accidente.
Me permito llamarla así por la
familiaridad con la que la conocí. “Vare” le solía decir. Para la gente era la
funcionaria pública del gobierno capitalino que subió a Facebook unas fotos de
ella portando armas y que el periódico Reforma dio la nota. Había sido
directora de la Coordinación, Apoyo y Supervisión de la Subsecretaría de
Gobierno del Distrito Federal. Tal
información periodística ocasionó su dimisión. Hubo un linchamiento mediático y
en las redes sociales en torno a su persona. La convirtieron en un demonio que
no era. Como si fuera una especie de mafiosa
que todo el tiempo portara armas de grueso calibre, mascara tabaco, fuera prepotente con todo el mundo, altamente corrupta y estuviera involucrada
con puros personajes de deleznable reputación. Elba Esther Gordillo le quedaría
corta. No.
En su velorio no había sicarios cuidando, ni echando balas al aire,
tampoco narcotraficantes, ni la cúpula
política del PRD. Había familiares, una madre, un hijo, un esposo, amistades y
gente que la conocimos en diferentes etapas, lugares y círculos de su vida,
gente que la apreciábamos, que la conocíamos, no por los medios de
comunicación, sino por el trato cara a cara.
Tampoco era una santa. No supe tanto de su vida adulta. Lo que sí sé es que
era tan humana e imperfecta como muchos de sus detractores. Yo la conocí por
muchísimos años, durante nuestras infancias. Mi madre y su madre son amigas
décadas atrás. Pronto cumpliría 37 años, era madre de familia de un hijo
adolescente, abogada de profesión, amante de la política, las armas, de los
carros, las motocicletas. Era temeraria. Pero no era una criminal. Ella no
tenía una casa de siete millones de dólares en las Lomas de Chapultepec, ni
trabajaba para ninguna organización delictiva. ¿Perfecta? Tampoco. ¿Alguien lo
es? Cometió errores, sí: subió fotos a Facebook que no debió subir, le gustaban
cosas que no era políticamente correctas, pero no era ella alguien que le gustara
usar las armas para lastimar personas. Como cualquier adolescente y adulto, se
llegó a fijar en hombres inadecuados para cualquier mujer, también tuvo
aprendizajes, aciertos. En ocasiones tenía el carácter fuerte. La Varenka que conocí era una niña curiosa e inteligente, muy
extrovertida, ambiciosa, platicadora, simpática, segura de sí, vanidosa y
altamente bromista. Su sentido del humor era uno de los rasgos más distintivos
de su personalidad. Le encantaba contar historias y exagerarlas. Era de esas
niñas que cuando jugabas con ella se pasaban las horas sin problemas. Podíamos jugar juegos de niños y niñas sin
cuestionarnos su legimitidad. Muñecas, carros, juegos de mesa, etcétera. Jugábamos
en su casa, en mi casa, en el trabajo de nuestras madres. Varenka no se
aburría, siempre tenía que hacer. Era traviesa. Siempre pensaba una broma para
realizar. Le encantaba esconderse y espantar a la gente. También le encantaba comer. Solíamos compartir alimentos y platicar en el restorán
del Suburbia Buenavista (cuando tenía este servicio). Incluso, alguna vez, con
el permiso de nuestras progenitoras nos adelantamos al restorán solos. Las
meseras ya nos conocían. Pedimos mucho de comer. Llenamos la mesa con puros
postres que no podíamos acabarnos. Era comida suficiente para varios adultos.
La cuenta fue enorme. Nunca nos dejaron de nuevo ir a pedir comida solos.
Crecimos. Cada quien
tomó su rumbo. Me enteraba de algunas cosas de su vida, como su carrera
política, su matrimonio, su hijo, por quien ella daba la vida, por quien se
esmeró para darle el mejor futuro posible. También supe de las fotos de ella.
Siempre fue aventurera, temeraria, arrojada y polémica. Pero jamás fue Satanás.
Quien no la conoció la puede condenar fácilmente. Pero yo, que la conocí, les
puedo decir que esa polémica mujer también era esa niña traviesa, divertida,
juguetona, con mucha hambre de visibilidad y de éxito, con grandes miedos, con
retos, defectos y virtudes. ¿Con qué me quedo de ella? Con la mejor versión que
conocí. Es fácil juzgar sin conocer.
También he juzgado así. Pero este juicio está basado en un conocimiento mayor
del que tuvo la opinión pública sobre su persona. Disculpe Usted si mi
apreciación es subjetiva, pero, ¿puede ser de otro modo? No lo creo, así son
los juicios de valor.
Mujer excepcional,con esa hermosura que nace del alma, con la frescura de cada mañana y trasmitir confianza. Si esa fué Varenka
ResponderEliminarDescanse en paz, se nos adelantó en el camino,el cielo está disfrutando de su gran carísima 👏👏👏👏👏👏👏👏👏👏👏👏👍
ResponderEliminarApenas leo eso. Yo le conocí cuando ella estaba en secundaria y puedo decir que era una chica súper divertida! ☺️
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