El hecho moral


El presente texto pretende reflexionar sobre el hecho moral. Para ello se recurre a su definición, tipología, estructura, valoración, etapas, planos, origen y evolución.

Definición del hecho moral

El hecho moral es una realidad. Es el dato básico con el que trabaja la Ética.[1]  Se muestra en un conjunto de conductas y manifestaciones humanas que son afectadas por el valor moral de lo bueno y lo malo.  El hecho moral ha existido desde que el hombre es hombre, incluso desde antes que surgiera la Ética. A los hechos morales los acompañan los juicios de valor de quienes los realizan o los observan.
Comportamientos en los que entran fenómenos como el sentimiento de deber o de responsabilidad, la culpa, la obediencia y la desobediencia son expresiones del hecho moral. Pero no sólo son comportamientos o sentimientos, también se expresan en códigos: morales, jurídicos o religiosos.  Los códigos morales son los de interés para este texto. Ellos pueden ser entendidos como “un conjunto de prescripciones, por lo regular de carácter general, que adoptan la forma de imperativos y prohibiciones (“haz esto”, “no hagas aquello”), y que reflejan una determinada interpretación de lo que es el bien, de lo justo, es decir de los valores que deben protegerse”.[2]
Diferencia entre las normas morales y otras normas

Es pertinente distinguir las normas morales de otro tipo de normas, como las jurídicas, las sociales y las religiosas. El hombre al parecer es un ser que tiene la necesidad de subordinar a normas sus actos de convivencia con otros seres humanos. Por supuesto, además, los humanos están sujetos a leyes naturales, sobre las cuales no tiene dominio. Con la ingeniería genética, posiblemente tenga control sobre a algunas. Si eso sucede, ciertas leyes naturales entrarán en el campo de juicio de la moralidad, en el sentido de si es bueno o malo alterarlas. Ahora bien, existen leyes que el hombre crea a través de su libertad. Si esas leyes permiten controlar a seres no humanos, se les llama reglas técnicas. Si esas leyes están hechas para controlar a los humanos se les llama normas.
Los crierios para valorar los distintos tipos de normas, tienen que ver con su interioridad(requieren de una conducta interna) o exterioridad (requiere de una conducta externa), con su unilateralidad (se imponen obligaciones, pero no una hay una autoridad que exija su cumplimiento) o bilateralidad (impone obligaciones y hay una autoridad que exige cumplimiento), con su coercibilidad (que se puede obligar a cumplirse por la fuerza) o incoercibilidad (imposibilidad de obligar a su cumplimiento), con su autonomía (si el autor de la norma y el obligado son uno mismo) y su heteronomía (si el autor de la norma y el obligado son personas distintas).
Las normas jurídicas son  externas, obligatorias, bilaterales, heterónomas y coercibles por medio de la fuerza, las normas morales se acatan libremente. La sanción de las normas jurídicas es la sanción jurídica (cárcel, multa, ejecución, destierro). La sanción de las normas morales es el remordimiento. El derecho es escrito (por lo general) y se regula su proceso de creación de manera precisa. La moral no hace eso. Las normas morales son interiores, unilaterales, incoercibles y autónomas (dadas por la propia conciencia). Las normas sociales, al igual que las normas morales, convenciones tácitas para el trato social entre los individuos. Tampoco implican una coerción del Estado en su cumplimiento.  Sin embargo, el efecto de su incumplimiento suele ser el rechazo o el aislamiento.  El límite entre las normas sociales y las morales no está del todo claro en realidad. Las normas religiosas provienen de una autoridad eclesial suelen estar externadas en textos muy claros, como las normas jurídicas. Ahora bien, éstas, aunque son obligatorias, no son coercibles (salvo en los estados teocráticos) y su sanción consiste en un la pérdida de un estado de gracia o de salvación, regularmente post mortem, aunque también en vida se suelen establecer algunas formas de penitencia. Es decir, hay un castigo divino. En síntesis, las normas religiosas son interiores,  unilaterales, incoercibles  y heterónomas (dadas por una autoridad religiosa o Dios).
En realidad, las normas jurídicas, sociales y religiosas pueden ser consideradas también objeto de estudio de la Ética desde el momento en que se encasillan como actos del hombre y tienen una preconcepción de lo que es bueno para el hombre. No importa que las normas morales tengan su peculiaridad, al final, todas las normas encierran una moralidad.
Básicamente los hechos morales abarcan a todos los actos humanos, es decir, a todos aquellos actos realizados libre y conscientemente. Son actos sobre los que se tiene dominio. Decía la tradición escolástica que la moralidad es el accidente (una característica que acompaña a un ser) propio del acto humano. Los actos humanos podían ser positivos o negativos según el fin último atribuido al ser humano o bien si se ajustaban a una norma moral.[3]
La relación entre actos humanos y moral es estrecha. Incluso llegan a identificar ambas categorías.  También si observamos no hay diferencia alguna entre decir moral y código moral.
En consecuencia, algunos autores –como Adolfo Sánchez Vázquez- reducen el hecho moral a las costumbres, entendidas éstas como la moral, es decir, como “el conjunto de reglas acción destinadas a regular las relaciones de los individuos en comunidad social dada”.[4] Sin embargo, no todos los actos humanos son costumbres, también pueden ser órdenes dadas a favor o en contra de la moral o bien pueden ser caprichos (que reaccionen a la moral o se ejecuten sin considerarla). Lo cierto es que ni las órdenes ni los caprichos son del todo indiferentes a la moral.
Ahora bien, hay un problema epistemológico que rodea al tema de la moral. La moral no es algo escrito. Son una serie de reglas tácitas transmitidas oralmente de unas personas a otras. Eso no permite saber con certeza que todas las personas conozcan las mismas reglas o las interpreten de la misma manera. La moral, por lo tanto es una abstracción de lo que se cree, desde ciertas personas o instituciones de lo que es lo correcto en el obrar. No está claro que la moral de un sector de una comunidad sea igual a la de otro. Por eso considero que es más conveniente hablar de actos humanos como objeto de estudio de la Ética que hablar de moral.

Actos humanos versus actos del hombre


Independientemente de lo anterior, hemos de decir lo siguiente: fuera de los actos humanos están los actos del hombre, aquellos que el ser humano realiza por su condición animal sin que participen con ellos la conciencia y la libertad. Son actos sobre los que no tiene dominio. El sueño o la digestión son actos del hombre, leer, elegir una carrera, son actos humanos.  Cuando algunos actos del hombre son controlados por la conciencia y la libertad como sucede con los ejercicios de respiración de los deportistas o de la gente que practica meditación, dichos actos se pueden consideran humanos. Pero si no ocurre tal cosa, se quedan en ese mismo nivel. Los actos del hombre son amorales. No son susceptibles de ser juzgados como buenos o malos. Carecen de valor moral.
También se suele hablar en algunos manuales de Ética de los hechos de la naturaleza en lugar de actos del hombre. [5]Ese concepto abarca tanto a los actos del hombre como a los eventos y fenómenos naturales que la intervención humana no domina, como la puesta del Sol o la ebullición del agua. Claramente la naturaleza también es amoral.
Ahora bien, ninguna persona puede ser amoral, porque posee una dimensión de su comportamiento que es moral: la de los actos humanos. Al parecer la mayoría de nuestros actos son humanos, aunque los actos del hombre siempre los acompañan como el sostén mismo de la vida humana. En consecuencia el hombre es responsable de todos sus actos humanos.  Los actos humanos son el objeto material de estudio de la ética. Y su objeto formal es su moralidad (su carácter de bondad o maldad).
Tipos de actos humanos

Los medievales creían que los actos humanos eran elícitos, cuando solamente los realizaba la voluntad (como amar u odiar), pero podían ser también imperados, cuando los realizaba la voluntad en conjunto con otra facultad (como el pensamiento o la locomoción). Hoy se sabe que no hay una división tal de facultades como en aquella época, así que dicha división resulta anacrónica. Parece que no hay cabida para tipos de actos, salvo los que son considerados como negativos o positivos.
Estructura de los actos humanos

Los actos humanos tienen una estructura. Ellos están compuestos de motivos, fines, medios y circunstancias. Motivo es aquello que impulsa a conseguir un fin determinado. En la escolástica el motivo era llamado objeto del acto. Fernando Savater da una tipología sencilla de motivos. Los dividió en: órdenescaprichos y costumbres.  Son actos que realizamos porque alguien nos los impone como obligación, que hacemos por gusto o decisión propia y actos que realizamos porque es una práctica común y aceptada en la comunidad.  En los motivos participan los sentimientos, no solo las razones.  El fin es el resultado que se pretende alcanzar con una acción. Los medios son los mecanismos que se utilizan para alcanzar un fin. Las circunstancias son aquellas condiciones accidentales que rodean al acto humano y que modifican su moralidad.  Las circunstancias tienen que ver con el quién,  dónde, qué cosa, con qué medios, el por qué, el cuándo  y el cómo del acto moral.  
Valoración del acto moral

La valoración ética que a partir de la estructura de los actos humanos se solía hacer implicaba el juicio sobre la moralidad del motivo, del fin y del medio. Las circunstancias podían ser factores atenuantes o agravantes del juicio moral emitido.  El motivo era lo que proporcionaba la moralidad esencial y  primaria del acto.  El fin y los medios aumentan la bondad o la maldad de dicha acción.  Sépase además que los medios se subordinan a los fines. En este sentido el fin no justifica los medios. Al menos así era tratada en la Escolástica la valoración del acto moral.
Etapas del acto moral

El acto moral surgía de un proceso. En éste primero surge un motivo para actuar. Luego, se da una elección de un fin entre varios posibles. Se decide la realización de tal fin. Luego se elige el medio más adecuado  y finalmente se ejecuta el acto.  En la Escolástica se postuló un proceso de 12 pasos tanto intelectivos, como volitivos. Sin embargo, según la doctora Luz García Alonso, éstos podían ser reducidos a tres momentos: 1) la intención del fin, 2) la elección de medios y 3) la ejecución del acto.
Planos del acto humano

Los hechos morales, pues, tienen un plano normativo (de lo que las normas dictan) y un plano fáctico (de las acciones que se realizan independientemente de la existencia de las normas). Lo normativo y lo fáctico a veces se dan en sintonía, a veces no. Lo normativo exige ser realizado y lo  solo cobra sentido moral como positivo o negativo en función de una norma (cosa que ya había sido sugerida). Al final los hechos morales no son normas, son acciones realizadas, pero lo son en relación con las reglas morales.  
Origen y evolución de los actos humanos

La moral surge y se desarrolla en función de necesidades sociales. Sirve para regular y mantener un orden social. Si la culpa o el arrepentimiento no funcionan, existe la presión social de las personas o de las instituciones. Y si tampoco éstas dan resultado, para ello  existe el Derecho, el cual pretende hacer cumplir ese orden determinado por la moral. Sin embargo no todo lo que exige el Derecho es aplaudido por la moral y viceversa, no todo lo que exige la moral es avalado por el Derecho.
De cualquier forma, el hecho moral  es un hecho histórico. Varía según las sociedades y las épocas. Adolfo Sánchez Vázquez señala que también ha sido concebido como un fenómeno ahistórico ligado a los siguientes factores: Dios, la Naturaleza o la esencia del hombre. En todos los casos hay una normatividad ética inmutable.
Los actos humanos son juzgados por la razón en el marco de la conciencia moral, la cual es individual y subjetiva, pero definitivamente se ve influenciada por la conciencia social del grupo al que pertenece una persona. La conciencia moral emite juicios valorativos.
Esos juicios valorativos pueden ser considerados como universales o necesarios o pueden ser considerados relativos. Nuevamente desde una perspectiva histórica, dice Adolfo Sánchez Vázquez que “la necesidad de ajustar la conducta de cada miembro de la colectividad a los intereses de ésta, determina que se considere como bueno o beneficioso todo aquello que contribuye a reforzar la unión o la actividad común, y por el contrario, que se vea como malo o peligroso lo contrario; o sea, lo que contribuye a debilidad o minar dicha unión […]”.[6] Al menos, así creyó que surgió la moral entre las tribus primitivas. Los cambios históricos condujeron a formas de moral que para Sánchez Vázquez estaban ligados a la justificación a los modos de producción económica dominantes: esclavismo, feudalismo y capitalismo.
Aún a pesar de esto, cree Sánchez Vázquez que existe un progreso moral que hace que la moral esclavista sea superior a la primitiva con su canibalismo; o que la moral feudalista sea superior por no basar la producción en esclavos, sino en siervos, o la capitalista fuera mejor por estar basada en la burguesía. Claro que dicho progreso no es la suma de todas las voluntades que en sintonía deciden una cosa, pero sí es producto de la acción colectiva de los seres humanos. El progreso moral, para Sánchez Vázquez, implica una ampliación de la esfera de lo moral a ámbitos de la sociedad que no la consideraban (como sucedió con la práctica de la sexualidad en la Edad Media que no era moral y luego fue regulada así) y por la elevación de la conducta a la libertad y la conciencia de los individuos y las comunidades en vez del seguimiento irreflexivo de las costumbres. Y el tercer criterio para hablar de un progreso moral es que se logran armonizar los intereses personales y los colectivos.
Bibliografía

Adolfo Sánchez Vázquez, Ética, edit. Grijalbo, México, 1978.
Alberto Hernández Baqueiro, Iliana Delgado Azar y Mari García Berger, Ética y valores 1, Macmillan Profesional, México, 2010.
Gustavo Escobar, Ética. Introducción a su problemática e historia, edit. Mc Graw Hill, China, 2008.
Luz García Alonso, Ética o Filosofía Moral, edit. Diana, México, 1993.
Pedro Chávez Calderón, Ética, edit. Publicaciones Cultural, México, 1998.
Raúl Gutiérrez Sáenz, Introducción a la Ética, edit. Esfinge, México, 1994.




[1] Raúl Gutiérrez Sáenz, Introducción a la Ética, edit. Esfinge, México, 1994, p. 53.
[2] Alberto Hernández Baqueiro, Iliana Delgado Azar y Mari García Berger, Ética y valores 1, Macmillan Profesional, México, 2010, p. 26.
[3] Luz García Alonso, Ética o Filosofía Moral, edit. Diana, México, 1993, p. 32 y ss.
[4] Adolfo Sánchez Vázquez, Ética, edit. Grijalbo, México, 1978, p. 27.
[5] Gustavo Escobar, Ética. Introducción a su problemática e historia, edit. Mc Graw Hill, China, 2008, p. 183.
[6] Ibíd., p. 30.

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