¿Qué es el juicio moral?
Ciertamente que cuando escuchamos
esta expresión (juicio moral) intuimos de qué se trata. Sin embargo, hay que
precisar exactamente a qué nos referimos. La palabra juicio puede referirse a
una acción o a un contenido de pensamiento. En Ética, puede entenderse como el
acto mental que nos permite diferenciar entre lo correcto y lo incorrecto.[1]
Supone un acto de conocimiento, pero que está volcado a la moralidad: lo bueno y lo
malo. Se hace todo juicio moral respecto a un acto concreto, respecto a un
hecho moral específico. El juicio moral
se refiere tanto a la acción de juzgar, como a los pensamientos emitidos por
esa acción. Es por esto que la conciencia es un supuesto del juicio moral.
La conciencia moral es la que
elabora esos juicios. Ella es juez de nuestros actos.[2]
Esta conciencia no es obligada por el Estado a cumplir con la moral. No
obstante que ella se debe a la sociedad, es libre de acatar o cumplir con lo
que se le demanda. En consecuencia, la conciencia moral puede sentir
satisfacción cuando el juicio moral considera que se hizo algo bueno o puede
experimentar rechazo o culpa si considera que se hizo algo malo. Pero una
emoción no sólo se desprende del juicio moral. También las emociones le
preceden y condicionan. Una emoción está ligada a una cognición (sea
prejuiciosa o no).
Ahora bien, hay ámbitos de la vida
humana, donde las acciones de los individuos son muy controladas por un sistema
prestablecido de normas, como sucede en el ejercicio de las profesiones o en la
milicia. En esos casos la conciencia moral queda restringida, incluso hay
quienes creen que queda suprimida.[3]
Por
esta razón, hay quien distingue entre el juicio
moral y el juicio ético. El
primero es acrítico y parte de la moral enseñada, pero el segundo es crítico y
revisa los que la moral dicta. En ese
sentido se sabe que en el juicio moral hay una exigencia de cumplimiento de una
norma. Mas el juicio ético se puede pronunciar a favor o en contra de un juicio
moral tras una valoración crítica. Puede haber tres actitudes respecto a las
normas morales: aceptación, rechazo o indiferencia.[4]
También hay quien entiende al juicio
moral como una facultad que permite diferencias entre lo bueno y lo malo.[5]
Es decir, a una capacidad que se puede ejercer y realizar pronunciamientos
concretos en torno a la moralidad e un acto. La facultad y el acto están
estrechamente ligados. De ahí que se use indistintamente el término para
remitir a ambos. La facultad es una especie de potencia que puede realizar actos
de juicio.
El poder juzgar sobre lo bueno y lo
malo está en relación con los elementos que constituyen la estructura del acto
moral: motivo, fin, medio y circunstancias. El cómo valore cada elemento
determina mi juicio (aún y no tenga consciente esta estructura). Obviamente
también intervienen en esta valoración la educación que nos han dado en nuestro
entorno: la casa, la escuela y la sociedad. También cabe destacar que la
religión y los medios de comunicación ejercen una gran influencia en la
elaboración de nuestros juicios morales.
Las personas estamos continuamente
realizando juicios morales sobre los actos que impactan en nuestras vidas y en
la vida de terceros.[6]
Una práctica muy viciada del juicio moral es que solemos emitir juicios sobre
los demás de manera severa y ser laxos con los propios. También es frecuente
que queramos convencer que nuestras acciones tenían que ser así y no de otra manera,
o que nuestra decisión fue la mejor.
Bibliografía
https://www.significados.com/juicio-moral/
(consultado el 31 de enero de 2019).
https://definicion.de/juicio-moral/
(consultado el 31 de enero de 2019).
http://www.filosofia.org/enc/ros/juim.htm
(consultado el 31 de enero de 2019).
https://definicion.mx/juicio-moral/
(consultado el 31 de enero de 2019).
https://www.monografias.com/trabajos14/juicmor/juicmor.shtml
(consultado el 31 de enero de 2019).
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