Las reglas de inferencia.

Género: material didáctico.
Autor: Ricardo Mazón Fonseca.

Las estructuras lógicas que vimos constituyen proposiciones, pero, también pueden conformar razonamientos, es decir, actos mediante los cuales  obtenemos nuevos pensamientos (conclusión) a partir de otros (premisas). Una especie de razonamiento es la inferencia. Con ella, se pretende justificar de una conclusión.  Pero la inferencia en la lógica simbólica es un poco distinta que en la lógica clásica. Esta última estudia el silogismo categórico, es decir, un argumento estructurado por dos premisas que pueden ser de tipo A, E, I u O  que están vinculadas por un concepto o término común y cuya conclusión relaciona a otros dos términos  (el mayor y el menor).  La lógica simbólica hace la misma operación sin necesidad de ese tipo de premisas (A, E, I, O) y su nexo, no es ya una un término, sino una proposición entera. Véase en el siguiente cuadro:
Lógica Clásica
Lógica Simbólica
(A) Todos los quesos son lácteos
                         T              M   
(E) Ningún chorizo es lácteo
                     t             M   
___________________________
(E) Ningún chorizo es queso
                     t             T
Esto es un queso o es un chorizo
Esto no es un chorizo
__________________________
Esto es un queso
Todos los A son B
Ningún C es B
_____________________
Ningún C es A
A  V B
¬B
__________________________
A
  
Las inferencias de la lógica simbólica están constituidas por  algunos silogismos que, en lógica clásica, llamamos irregulares. Me refiero al silogismo hipotético o condicional y al  disyuntivo; además, se incluyen al menú algunas novedades. 
La inferencia pretende demostrar que una proposición es válida, si su relación con las proposiciones de las que se deriva o se deduce, es correcta. Pero,  ¿cómo saberlo si  lo es? Pues la conjunción de todas las premisas debe ser verdadera y que la condicional integrada por dicha conjunción más la conclusión, también sea verdadera:
Esto es un queso o es un chorizo     P1
Esto no es un chorizo                       P2
__________________________
Esto es un queso                    C
Donde P = premisa y C = conclusión.
La conjunción de P1&P2 sea verdadera y la condicional  P1&P2 à C también sea verdadera.
Así pues, esta misma veracidad se confirma realizando su respectiva tabla de verdad, pues ésta deberá ser tautológica (es decir que todos sus valores sean verdaderos):
A
C
A V C
&
¬C
à
A
V
V
V
F
F

V

V
V
F
V
V
V
V
V
F
V
V
F
F
V
F
F
F
F
F
V
V
F

La corrección de ese proceso, el cual por cierto se llama  deducción proposicional, es determinada pues por dicha tabla de verdad, o en su defecto, por una comprobación, siguiendo determinadas reglas que permiten obtener conclusiones intermedias que llevan a la conclusión final. Obviamente que las premisas de un argumento presuponen la verdad de cada una de sus proposiciones para que funcione. Ciertamente puede haber premisas falsas y entonces la conclusión desde luego será inválida.
Es justo señalar que a veces se cae, en la lógica simbólica, en el abuso de las deducciones, las cuales pueden volverse largas y complejísimas, de tal manera que se alejan de un pensamiento que es espontáneo y dinámico, sino acartonado e inmovilizante, como Emile Meyerson (1859-1933) señaló.[1] Nosotros, trataremos de no caer en tal extremo.   
 Por último, antes de pasar a las reglas, hemos de decir que ellas tienen unos nombres peculiares que están basados en unas palabrejas latinas: ponit (afirmar, admitir) y tollit (negar, excluir). Y al combinarlas dan los siguientes nombres: ponendo ponens,  tollendo tollens, ponendo tollens y tollendo ponens.




[1]  Henri Lefebvre, Lógica formal. Lógica dialéctica, 11ª ed., Siglo XXI, México,  1982, p. 325. 

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