El premio de escribir. Una motivación para la creación literaria.


Escribir tiene su propio premio: el placer de la escritura. Se puede escribir para ganar un concurso, pero si no se gana, el placer del acto creador podría convertirse en una frustración.  El  que se gane claro que es muy satisfactorio. A todos nos gusta ganar, a nadie le gusta perder, si no pregúntenle a la Selección Mexicana.  Ahora bien, esos jugadores no decidieron renunciar al futbol porque no ganaron la copa. Gozan de lo que hacen y reciben sus beneficios. De igual manera, un escritor que realmente goza al rescribir,  gane o pierda concursos,  seguirá escribiendo. Un escritor debe de ser autocrítico con su estilo, con su redacción, con la verosimilitud de su texto. Debe de autoexigirse y explorar las debilidades de sus relatos. Pero también, debe de recordar las razones por las que escribe. Yo cité una,  que se me antoja universal: el disfrute de la escritura. Sin embargo, a este motivo seguramente lo acompañan otros que varían en cada persona. Recordémoslos. Escribir tiene muchas ventajas. Me atrevo decir que da un poder, mejora al cerebro,  purifica al alma… Miren que no soy creyente, pero escribir es un acto sagrado en el que el hombre se vuelve un creador y a la vez víctima de una fuerza superior, hace visible lo invisible, crea mundos  y personajes, decide su futuro, se escapa de la realidad para regresar a ella. Es trascendente e inmanente. No renuncien a ese poder, a lo divertido que es, pase lo que pase, sean famosos o no, sean publicados o no, gocen, escriban, sean. 

       Lo que ahora pueden hacer es sólo el punto de partida de lo que pueden llegar a realizar. El arte no sólo es inspiración, también es trabajo constante, mucha diversión y necedad.  Así que les pido que exploren formas diversas de inspiración, de escritura, de diversión y de terquedad. Encuentren su propio camino, su estilo, sus temas, sus fortalezas, sus mundos. Sean los  humildes dioses  que crean a partir de la nada un relato estético y cautivador, una historia digna de leerse, releerse y recordarse.   Si lo aprenden bien, aprenderán también a escribir las líneas de su propia vida.

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