Historia y origen de la República de Platón
Autor: Ricardo Mazón Fonseca.
El origen de la
República
El título original de la República en realidad era Politeía,
que significa más o menos, según José Manuel Pabón y Manuel Fernandez Galiano,
“régimen o gobierno de la polis”, o bien, “Constitución”, debiéndose a Cicerón
la traducción al latín de esta obra como Res
Pública.[1]
Posiblemente la República
aparezca en su primera versión pública en una hecha en nueve tetralogías de la
Academia (315 a .C),
y que se le suele atribuir a Trasilo, astrólogo del emperador Tiberio (42 a.C.-37
d.C.), emperador que vivió durante la crucifixión de Jesús de Nazareth. Anterior
o posteriormente a la clasificación tetralógica, le sigue o antecede –no se
sabe con certeza- la división trilógica de Aristófanes de Bizancio (ca. 315-240
a.C.), que también contenía una edición de la República.[2] Lo que sí
podemos decir con certeza es que en Trasilo figura ya el subtítulo que muchas
veces acompaña a la República: “Sobre lo justo”.[3]
En 1945, se recuperó un texto copto del siglo IV muy
maltratado en Nag Haddami (sur del Nilo), lugar en donde San Pacomio fundó el
primer monasterio cristiano de Occidente. En dicho documento –que era el quinto
del códice VI, de 13 códices- se
reproduce un fragmento alterado en su traducción de la República que va de (588 b) a (589 b). Estaba enterrado junto
con varios escritos gnósticos que fueron
ocultados bajo la tierra a partir de la Iglesia consideró herejía poseer dichos
textos. Al parecer, el texto platónico recuperado era parte de una antología de
textos filosóficos de las escuelas cristianas.[4] Por lo tanto,
se puede aseverar que hasta los siglos III y IV era común leer a Platón sea en
griego o en copto.
Durante la Alta Edad Media, se había perdido el
contacto directo con la obra platónica, pues sólo para entonces se
conservaban el Fedón y un fragmento del Timeo,
traducido y comentado por Calcidio.[5] La mayor parte
de los Diálogos platónicos, permanecieron en la ignominia hasta el siglo XV
aproximadamente.[6]
Durante la época napoléonica Vivant Denon halló la
zona arqueológica de Oxirrinco (1799-1802), antigua ciudad helénica de gran
importancia en Egipto. Mucho tiempo
después, en 1895, S.P. Grenfell y S. Hunt hallaron en el sitio miles de papiros
que fueron llevados a Inglaterra, y publicados como los Oxyrhynchus Papiyri.
De esta colección se han rescatado cinco papiros de la
República con pasajes pequeños de
ésta: 1) Pap. Oxy. III 455 (s. III), que abarca de 406 a-b; 2) Pap. Oxy. III
456 (s. II-III), conteniendo 422 c-d; 3) Pap. Mil. I 10 (s. III), englobando
485 c-d y 486 b-c); 4) Pap. Oxy. XV 1808 (s. II), que conserva el siguiente fragmento, 546 b – 547 d; y 5) Pap. Oxy. I 52 (s. III),
que ilustra a 607 e – 608 a).
Por supuesto estos textos no son las principales
fuentes para la reconstrucción del texto en cuestión. Paradójicamente, son copias medievales las que permiten esto. Por
supuesto, que también estuvieron las ediciones renacentistas de Marselo Ficino
(1484), publicada en Florencia en latín, y la primera en ser impresa; Aldo
Manuzio (1513),[7] publicada en
Venecia en el idioma griego; Henry Estienne (1578), publicada en París en latín
y griego y que estableció la base de la numeración canónica de Platón. Estas
ediciones prácticamente dominaron el mundo editorial de Platón hasta el siglo
XVIII.
En fin, cuatro son los manuscritos base, de entre
otros más recuperados, para reconstruir contemporáneamente a la República: Parisinus 1807 (de fines del
siglo IX), Vindibonensis 55 (del s. XIV), Venetus 185 (siglo XII) y
Malatestianus o Caesenas 28 (del siglo XII también).
La República
de Platón consta de muchísimas ediciones modernas. Algunas están en el texto
original y no comentadas, otras simplemente son traducciones y, finalmente
algunas son ediciones bilingües. Sus gestores son fundamentalmente
anglosajones, teutones y franceses.[8] No obstante,
dado que pretendo hacer filosofía en mi lengua –claro que en estrecha referencia al mundo griego antiguo y
su idioma- y desde mi contexto, daré aquí un espectro a partir de lo que se
encuentra en español en las librerías y bibliotecas de la Ciudad de México.
Se cuenta con dos precedentes muy antiguos de la
traducción de Platón al español. Hay una traducción del Fedón que realizó Pedro Díaz de Toledo en 1445 de una versión
latina hecha por Leonardo Bruni D’arezzo. También se sabe que hubo cuatro
diálogos en existencia: el Cratilo y
el Gorgias, a cargo de Pedro Simón
Abril; y Critón y Fedón, de Pedro de Rhua.[9]
La traducción más antigua que se conseva en español de Platón es la de José Tomás y García para la
Librería del Perlado Paez (Madrid, 1805). A esta, le siguió la más difundida y leída de las ediciones en español y que, por
desgracia, según Mazorriaga, apenas da una idea del original griego: la de
Patricio Azcárate, que se realizó en 1871-72.[10] Al parecer está
muy distorsionada por basarse en las traducciones modernas, debiéndole poco al
texto griego. No obstante, ha gozado de gran popularidad, al grado que todavía
hoy sigue publicándose. Ediciones menores surgieron principalmente en los años
veinte y treinta del siglo XX. Están la
de, la de Juan B. Bergua que él mismo editó, la de Gallach Palés, o la que hizo
Enrique Pérez para Garnier. Estas ediciones, incluyendo la de Azcarate, fueron
reeditadas por varias décadas hasta la fecha. Más tarde, en 1966, otra versión
-también de mucha aceptación en su momento-
de mayor envergadura fue la que
efectuaron María Araujo y José Antonio Miguez para la editorial Aguilar, al
editar las obras completas de Platón.
Del Cono Sur, destacan dos obras: 1) la poco conocida
pero buena versión que, en 1963, Antonio Camarero tradujo directo del griego y
que Luis Farré comentó para EUDEBA –actualmente van en la 24ª edición-; 2) una
muy reciente versión que Marisa Divenosa
y Claudia Mársico, ambas investigadoras de la Facultad de Filosofía y Letras de
la Universidad de Buenos Aires, realizaron
en 2005 para una colección de clásicos griegos y latinos de la editorial
Losada.
Hoy en día existe una multitud de versiones económicas
publicadas por las editoriales
Edicomunicación, Edimat, Editores Mexicanos Unidos, Espasa-Calpe, Fernández
Editores,[11] Gerinka,
Iberia, Juventud, Mestas, Orto, Tomo, Panamericana y Porrúa. Por desgracia,
éstas no se caracterizan por ofrecer las mejores traducciones.[12]
Omega Ediciones ofrece una edición cara y lujosa de la
República, pero ciertamente también deficiente, a cargo de Enrique Palau.
Sin embargo, existen otras ediciones de mayor calidad
y hasta de menor costo que la de Omega. Me refiero a la versión bilingüe que
realizó Antonio Gómez Robledo para la
UNAM en 1971 y que tuvo una segunda edición en el año 2000, desplazando
así a la versión de Adolfo García Díaz, también editada por dicha Casa
Universitaria y que se basaba en la traducción de otra versión bilingüe digna de destacarse, y
que es reconocida por Luis Farré, Gómez Robledo y José Antonio Míguez como la mejor edición española:[13] la de José Manuel Pabón y Manuel Fernández
Galiano, que ambos realizaron en 1949 para el Centro de Estudios Políticos y
Constitucionales de España, y que fue mejorada con otras tres ediciones que
aparecieron en 1969, 1981 y 1997. La versión monolingüe de este último trabajo
(y con el añadido de una mayor cantidad de notas explicativas a pie de página),
apareció bajo el sello de la Editorial Alianza en 1998 y ha sido reeditada
hasta la fecha. También existe, en lengua española, otra versión muy destacada
que elaboró Conrado Eggers Lan para Gredos y fue publicada en 1986 en la
colección de la Biblioteca Clásica Gredos
y en el 2000 en su Biblioteca Básica.
Así pues, para efectos de este trabajo, las versiones
utilizadas de la República son las
de: Antonio Camarero, de EUDEBA; José Manuel Pabón y Manuel Fernández Galiano,
con sus ediciones del Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, y de
Alianza; la de Antonio Gómez Robledo, de la UNAM; la de Conrado Eggers Lan, de Gredos; y la de
Marisa Divenosa y Claudia Mársico, de Losada. Estas ediciones, son las más
confiables en nuestro idioma, debido al prestigio y calidad de sus traductores;
la seriedad de las casas editoriales a que pertenecen; y al acompañamiento en
sus ediciones de la numeración canónica, el aparato crítico, estudios preliminares y, en los casos de la UNAM y del Centro de
Estudios Políticos y Constitucionales, el texto griego.
El origen de la
República
La República
es un texto cuya composición no surgió de la nada. Según Antonio Gómez Robledo
-siguiendo la autoridad del libro segundo de la Política de Aristóteles-, tiene al menos tres antecedentes, que muy
posiblemente, fueron fuentes documentales para su elaboración: Fáleas de
Calcedonia, Hipódamo de Mileto y Protágoras de Abdera. El primero proponía una
reforma agro-urbana que necesitaba la igualdad absoluta de propiedades de los
ciudadanos. El segundo estipula que el trazo de ciudades en manzanas con calles
que forman líneas paralelas y perpendiculares, organizando una ciudad ideal en
clases de labradores, artesanos y guerreros. Por último, Protágoras, trató el
tema de la educación de la sociedad, y no hay que olvidar de Diógenes Laercio acusó a
Platón de copiar la República de las Antilogias de este sofista (D.L., III,
37).
De una manera más general, al parecer, Platón también
fue influenciado en su concepción de la polis por la organización comunitaria
de los pitagóricos (quienes buscaban una reforma social) y por la propia
constitución espartana.[14]
Ahora bien, obviamente, la República no sólo es producto de la influencia de determinados
autores o manifestaciones culturales, que se puede especular plausiblemente,
afectaron a Platón, sino también es producto de una reacción al medio ambiente
a manera de medicina política para los regímenes de su época, como observa
Fernández Galiano (Rep. 473 a-b).[15] Aquí pues, su
vida y su sociedad se mezclan para marcar su interés y animadversión por la
política de su época. Platón vivió la decadencia de Atenas con dos grandes
revueltas políticas que implicaron la Oligarquía de los Cuatrocientos y la
dictadura de los Treinta Tiranos. Tampoco se puede ignorar la participación de
algunos parientes suyos en dichos movimientos
(Critias y Cármides), ni la muerte que la democracia restaurada propició
a su maestro Sócrates. Y claro, otro factor más es su fallida experiencia en
Siracusa como asesor del tirano Dionisio derivada de su primer viaje, pues
supuestamente la obra es anterior al segundo.
Atinadamente dicen Marisa Divenosa y Claudia Mársico
que:
Sin proponer una interpretación autobiográfica de la
obra, no obstante es evidente que la lectura de la República, como la de ningún otro diálogo de Platón, se enriquece
con el conocimiento de los acontecimientos políticos de los que fue testigo.[16]
Así pues, eso haremos: iniciar este estudio
reconstruyendo su vida y entorno histórico-político, debido a la estrecha
conexión que guardan con el contenido de tal obra.
Cuando nació Platón, en 427 a .C., apenas había
comenzado (431 a .C.)
la Guerra del Peloponeso. Su nacimiento sucede al esplendor ateniense que se
situó entre el final de las guerras médicas (480-479 a .C.) y la muerte de
Pericles (m. 429 a .C.),
durante la gran peste (probablemente de tifus)[17] que azotó a su
polis.[18] Su vida transcurrió durante la Guerra del
Peloponeso, la cual duró más de un cuarto de siglo y se resolvió en detrimento
de Atenas. Por último, su muerte en 347 a .C. acaeció cuando el declive de Atenas (segunda mitad del siglo
IV a.C.) era mayúsculo y desembocó unos años después de su fallecimiento en la
sumisión a Filipo de Macedonia (y muy posteriormente a Roma).
De antemano la vida de nuestro filósofo ya está
combinada con el mito. Se creía que nació el día siete del Targelión (21 de
mayo), fecha en la que se celebraba el nacimiento del dios Apolo en la isla de
Delos entre el verano de 428 y el de 427 (fecha del primer año de la Olimpiada
108). Se comentaba –según testifican Alexei Losev y Aza Takho-Godi siguiendo a
Olimpiodoro- que el propio dios se le apareció a la madre de Platón antes de
que naciera, y que después del parto, los dos padres le hicieron un sacrificio
en el monte Himeto, mientras el propio Platón era alimentado por abejas, las
cuales, pusieron miel en la boca del niño.[20]
Los padres de Platón estaban vinculados con la nobleza
ateniense. Aristón descendía de Codro,[21] el último rey
de Atenas (y lejanamente de Poseidón), y su madre, Períctione, de Solón,[22] el gran arconte
y legislador ateniense. Del lado materno, sus tíos Cármides (hermano de
Períctione) y Critias (primo de ella), estaban vinculados fuertemente con las
ideas aristocráticas y oligárquicas dentro de la política y, en su momento,
participaron activamente en la dictadura de los Treinta (404 a .C), con la cual Esparta
coronó su triunfo sobre Atenas y llevó a la instauración de la tiranía de los
treinta. Tampco podemos omitir otros dos
parientes del lado materno maternos: Pirilampes y Leogoras. Perictione, tras el
deceso de Aristón (fallecimiendo que sucedió antes de que Platón diera
lecciones de filosofía), se caso con el primero (Pirilampes), quien probablemente
era su tío (Cármides 158 a), y además
un adinerado y famoso político, amigo de
Pericles que fue enviado como embajador ante el rey de Persia; el segundo
(Leogoras) era, ni más ni menos que, padre del famoso orador Andócides.[23]
Como se puede observar, su familia estaba fuertemente compenetrada
con la política, y se puede inferir que era educada para ello, aunque es de
destacarse que ni Platón ni sus hermanos, Potona-futura madre de Espeusipo-, Glaucón
y Adimanto, ni su medio hermano Antifonte participaron en la actividad
política. Ellos se inclinaban por la poesía y la filosofía.[24]
Por supuesto, que Platón fue educado en bajo el ideal
de la kalokagathía, modelo que
perseguía la belleza física, como la moral. Tuvo por mentores a Dionisio, el gramatistés que le enseñó a leer y
escribir; Draco y Metelo de Agrigento, los citaristas que le enseñaron música;
y Aristón de Argos, el pedotriba que
además de enseñarle la gimnasia con éxito – pues Platón había participado en los juegos ístimicos
(Dicearco fr. 40)-, se cree fue quien puso el mote de Platón a este filósofo.[25]
Pues bien, era una persona que en su juventud aprendió
la pintura, el canto, compuso tragedias, epigramas –existiendo entre 18 y 25
que se le atribuyen a él- ditirambos a
Dionisio y un hexámetro a Eros.[26] Igualmente se
cree que fue discípulo de Cratilo muy al principio.[27] Consecuentemente su relación y gusto por el arte
y la filosofía era evidente. No
obstante, posiblemente haya quemado todos sus escritos al conocer a Sócrates ca.
Del 407 a. C. (D.L. III, 5), su futuro maestro de filosofía, quien, se dice que
antes de conocerlo, soñó que un cisne, ave sagrada de Apolo, estaba sentada en
sus muslos y luego voló (nuevamente aparece una alusión mitológica en torno a
la vida de Platón relacionada con el dios Apolo, quien, además había dicho en
su oráculo que Sócrates era el hombre más sabio de Grecia). [28] Tal leyenda
seguramente no tiene fundamento histórico ya que posiblemente Platón ya había
conocido a Sócrates desde antes gracias a la relación que Cármides y Critias
tenían con el filósofo desde 431 a.C.[29]
El encuentro entre estas dos grandes mentes tuvo lugar
en el año 408 a.C. Surgió entre ellos
una amistad que duró hasta la muerte de Sócrates.
Durante su infancia y juventud, Platón fue testigo de
la paz de Nicias y Plistoanacte (421
a .C.), la derrota de Atenas en su expedición a Sicilia
(415-413 a .C),
la revolución de los Cuatrocientos (411 a .C.), la actividad política de Alcibíades,
y, como soldado de caballería, posiblemente participó en la batalla de Mégara (409 a .C), contempló la
terrible derrota de Atenas en el Egospótamos (405 a .C.) y las condenas de
muerte tanto de los diez victoriosos generales que la Asamblea Popular –en vez
de los tribunales- sentenció en contra de ellos por haber abandonado a los
muertos en la batalla de las Arginusas (406 a .C.), como la de Sócrates, su maestro,
quien, condenado por los tribunales, fue ejecutado (399 a .C). Tales hechos no fueron precisamente bien
acogidos por Platón. Ciertamente le mostraban una Atenas decadente y asesina de
su maestro. Había razones suficientes para marcharse.
Platón se trasladó a la cercana Mégara, tierra de
Euclides. No se sabe cuánto tiempo estuvo ahí, pero es factible que haya
regresado a Atenas, posiblemente para participar en la guerra contra Corinto
(395 -394 a.C),[30] fecha en la
cual, quizá, haya iniciado la composición de sus primeros diálogos.
Se dice que también visitó, acompañado en ocasiones (o
siempre) por Eudoxo y, tal vez, por Simias, pitagórico de Tebas en una serie de
recorridos por Babilonia, Fenicia, Judea, Heliópolis y Cirene (lugar donde
estuvo estudiando con el matemático Teodoro).
En fin, estuvo viajando alrededor de 10 años, primero
llegó a Tarento –donde hizo amistad con Arquitas-, y luego pasó a Sicilia entre
el 389 y el 387 a.C., alrededor de sus 38 o 40 años de edad. [32] Algunos
testimonios sugieren que se trasladó a la isla para ver la erupción del volcán
Etna.[33] Sin embargo,
otros especifican que, azarosamente visitando Siracusa, se quedó ahí por
invitación de Dión, el joven hermano -de
18 años de edad- de la esposa de Dionisio I, el Viejo, Aristómaca, para darle
un giro ilustrado a la tiranía.[34] Dion era un
aficionado a la filosofía pitagórica. Compartía junto con Platón la amistad con
Arquitas y a los ojos del ateniense era
“un joven de cualidades intelectuales y morales de carácter excepcional y el
discípulo perfecto a quien podía abrir su corazón sobre sus propios ideales
políticos”.[35]
En un principio Platón estuvo entusiasmado con el
proyecto educativo, pero pronto se decepcionó de la vida tan entregada a la
glotonería de dos comidas fuertes diarias, acompañadas de embriaguez y lujuria
de los siracusanos.[36]
Pero él no fue el único decepcionado. Dionisio también
lo estuvo de las enseñanzas platónicas que las tomaba como críticas y afrentas
y le preocupaba el entusiasmo con el que era escuchado en la corte, así que
fue, rápidamente despachado por el tirano fuera de Sicilia en la embarcación de
embajador espartano Pollis, quien recibió órdenes secretas de asesinarlo o
venderlo como esclavo.
Pollis hizo lo segundo en el puerto de Egina, ya que
ahí estaban en guerra con Atenas. Para la fortuna de Platón, éste fue
reconocido por Anníceris de Cirene -o bien, el propio Arquitas o unos anónimos
rescatistas, según otras fuentes-, quien lo compró a un precio de 20 o 30 minas
y lo dejó en libertad. José B. Torres
Guerra considera que esta anécdota biográfica es poco creíble y la considera
dudosa.[37]
De cualquier forma este relato de la venta de Platón
es afín a la fama que hizo Dionisio, el viejo entre los griegos del tirano por
excelencia, imagen que seguramente tuvo muy presente Platón en su República.[38]
Lo cierto, es que la salida de Platón de Siracusa
–aunque no se especifica cuándo fue- tuvo que ser no más allá del 387 a.C.,
dado que era la época en la cual Atenas estaba en guerra con Egina.[39]
Es sabido que Platón consiguió el dinero para
devolvérselo a su salvador, y al ser rechazada la devolución,[40] con ese monto
compró un terreno al noroeste de Atenas, a seis estadios de la puerta de Dipylon
(unos 1152 metros) y que estaban consagrados a Academo, el
héroe. El lugar era conocido como la Academia, y ahí fundó una escuela
de filosofía alrededor del 387 o 385 a.C.
Más que una universidad en el sentido moderno, era una
thíasos, es decir, una asociación de culto
dedicada a alguna divinidad, que, en este caso, se trataba de las musas.,
quienes ejercían el patronazgo de la educación, aunque claro, también se rendía
culto a otras divinidades.[41]
De hecho, la razón de los banquetes (moderados y
nutritivos) dirigidos por un maestro de ceremonias que se ofrecían en la
Academia tenían por causa no sólo el pretexto para entablar durante su
ofrecimiento una tertulia filosófica, sino también el carácter cultual de su
institución. Vaya, eran necesarias fiestas periódicas con sus respectivos
sacrificios. [42]
Pero también era una institución escolar en la que se
enseñaba la matemática, ciencias naturales y la teoría política a través de
conferencias destinadas a sus miembros y al público en general, y a través del
estudio de tales disciplinas mediante el método dialéctico, teniendo como
modelo el currículo y fin educativo establecido
por la República.[43]
Dice al respecto W.K.C. Guthrie:
Indudablemente, su objetivo era la formación de
políticos expertos, pero tanto en sus primeros años como en este momento,
cuando su propio papel (según lo veía él) había quedado establecido como
profesor más que como administrador activo, el señuelo de la pura teoría
filosófica estaba todavía en contradicción con el sentido del deber que, en
relación a la sociedad, expone tan vívidamente en el símil de la Caverna, en el
que se le obliga severamente al filósofo que ha visto la luz verdadera a volver
a la oscuridad para ayudar e iluminar a aquellos cuyo aprisionamiento en la
ilusión compartió una vez, a pesar de haber escapado de ella […] No obstante,
como podríamos esperar del autor de las Leyes, si no del de la República, la
finalidad fundamental de una educación para el arte de gobernar no abandonó
nunca sus pensamientos. Ciertamente tenía la intención de que muchos de sus
discípulos dejaran la Academia para dedicarse a la política, no para participar
ellos mismos en la lucha por el poder, sino para legislar o aconsejar a los que
estaban en posesión de él, y conocemos los nombres de algunos que así lo
hicieron.[44]
La Academia constaba de unos jardines con olmos,
álamos, árboles de olivo (incluso uno muy viejo que se creía había sido
plantado por la propia Atenea), un antiguo gimnasio, estatuas de Artemisa,
Prometeo, Hefesto, Heracles y Eros, un templo a Dionisio, las tumbas de
Pericles, Trasíbulo y el general Cabrias y otros edificios.[45]
En fin, ahí estuvo Platón enseñando por un tiempo
hasta que emprendió su segundo viaje a Siracusa, nuevamente invitado –vía
epistolar- por Dión, aprovechando la coyuntura de la muerte de Dionisio, el
viejo y del ascenso al poder de Dionsio II alrededor del año 367, quizá el 365 a.C. Dión insistió a Platón que Dionisio, el
joven quería y podía aprender filosofía,
siendo ésta la oportunidad de realizar el deseo manifestado en la República, y saldando así su deber con
Zeus.[46] Siendo que las
posibilidades de éxito eran escasas, W.K.C. Guthrie infiere que Platón aceptó
realizar dicho viaje ante la esperanza manifestada en República (494 a- 502 c) de que un gobernante tuviera naturaleza
filosófica, pues el proyecto de la ciudad ideal no debería limitarse a una mera
fantasía.[47]
Sin embargo, el tirano –quien por cierto emprendía una
guerra contra Cartago- no se dejó moldear, corrieron rumores de ingobernabilidad,
del cese del ejército y de la abdicación de Dionisio para ir a la Academia. Las
ideas reformistas de Dión no eran bien recibidas por el tirano, ideas también
rechazadas por Filisto, consejero real e historiador que no veía con buenos
ojos a la propuesta platónica. Entonces, Dión fue exiliado -refugiándose en
Atenas y frecuentando la Academia- y Platón deportado cuatro meses después de
haber llegado a Sicilia.
Posteriormente Dionisio II se hizo de un círculo de
filósofos, tal vez más por el prestigio que esto acarreaba, que por un legítimo
interés en la filosofía. Así pues, años más tarde, en el 360 a.C., por
intercesión de Arquitas de Tarento, aceptó de nuevo ir a Siracusa bajo el
supuesto compromiso del tirano de asumir las ideas platónicas. Sin embargo, sólo sirvió para dar fama a
Siracusa y ser retenido en la isla, siempre ante la posibilidad de ser
ejecutado. De hecho, su partida de la isla tuvo que ser negociada por el propio
Arquitas.
Los viajes de Platón hicieron concluir a W.K.C.
Guthrie que el Ateniense no fue un pensador práctico, sino teórico; que le
importaban mucho las relaciones personales con los individuos a quienes tenía
afecto y su juicio snre asuntos públicos y privados podía ser afectado; que la experiencia de sus años no lo volvió
más perspicaz en torno a las prácticas política, pues, Platón se comportó como
un político inocente frente a Dionisio y la gente de la corte que intrigó
contra Dión, como los sucesos posteriores de Siracusa lo confirman.[48]
Constatémoslo. Dionisio retomó la política
imperialista del padre en el mar Adriático y para ello trasladó su residencia a
Locri. Tal cambio de residencia fue aprovechado por Dión, quien, acompañado por
algunos miembros de la Academia, armó un ejército mercenario en 357 a.C., y
venció fácilmente la resistencia opuesta
por Filisto (Carta VII 350 C). Obtuvo el poder, supuestamente para realizar el
proyecto del filósofo-rey. Para consolidarse mandó matar a Heráclides, un popular político que
rivalizaba con él. Tal maniobra le fue infructuosa, dado que irónicamente también
fue privado de la vida en 354 a.C. por Calipo –algunas fuentes dicen que
también Filostrato-, discípulo de Platón que se erigió como un nuevo tirano en
Siracusa, mandando matar a la esposa y al hijo de Dión.
Posteriormente, ya muerto Platón, Dionisio recuperó el
trono en 346 a.C., pero fue obligado a capitular por la isla de Corinto en
344-343 a.C, a solicitud de algunos aristócratas siracusanos. Entonces,
Timoleón tomó el poder. Recobró las antiguas fronteras de Sicilia de la época
de Dionisio I. Fijó una política anti-tiránica con algunos elementos derivados
de la asesoría platónico esbozados en las Cartas
VII 323 d y VIII 352 b. Por desgracia ese experimento duró poco, pues se
instauró una nueva tiranía encabezada por Agatocles (319-318).[49]
Nunca más volvió Platón a Siracusa. Poco se sabe de lo
que ocurrió desde ese momento hasta su muerte, pero podemos decir con certeza
que sus últimos años –trece después de su tercer viaje- los pasó en Atenas
laborando en la Academia, donde fue enterrado después de fallecer, según
contaban, el día de su nacimiento, que era el día de Apolo en el año 347 a.C.
[1] Platón, La República, trad. de José Manuel Pabón y Manuel
Fernández-Galiano, 4º ed., Centro de Estudios Políticos y Constitucionales,
Madrid, 1997, p. XXIII.
[2]Platón, La República, trad. de José Manuel Pabón
y Manuel Fernández-Galiano, 4º ed., Centro de Estudios Políticos y
Constitucionales, Madrid, 1997, p.CXX.
[3] Platón, La República, trad. de José Manuel Pabón y Manuel
Fernández-Galiano, 4º ed., Centro de Estudios Políticos y Constitucionales,
Madrid, 1997, p.CXXIV.
[5] Guillermo Fraile y Teófilo Urdanoz,
Historia de la Filosofía, t. II (1º),
4ª ed., BAC, Madrid, 1986, p. 276.
[7] Aldo Manuzio fue un gran impresor
oriundo de Bassanio (en los Estados Pontificios) que estudió griego y latín en
Roma y Ferrara. Fue amigo de Giovanni Pico de la Mirandola y vivió en Mirandola
en 1482. Posteriormente se trasladó a Venecia donde pudo desarrollar su
actividad como impresor y helenista. Fundó la Nueva Academia, para el estudio
de los clásicos. Publicó a muchísimos autores: Aristóteles, Eurípides,
Jenofonte, Demóstenes, etc. Su edición de Platón estuvo dedicada al Papa León X
(http://es.wikipedia.org/wiki/Aldo_Manuzio [consulta: 20
de agosto del 2007]).
[8] Según los traductores hispanos de
la República, en inglés destacan las ediciones de Jowett y Campbell (Oxford,
1894), John Burnet (Oxford, 1900) y la de Adam
(Cambridge, 1902), P. Shorey (Londres, 1930) y S.R. Slings (Oxford,
2003, versión que mejora la de Burnet); en francés la edición francesa de la
colección Budé a cargo de E. Chambry (París, 1932); en alemán son mencionadas
las ediciones de Bekker (Berlín 1816), Ast (Leipzig, 1819), Stallbaum (Leipzig
(1821), Hermann (Leipzig, 1851) y Schneider (Leipzig, 1833). De las anteriores, según José Manuel Pabón y
Manuel Fernández Galiano, las mejores dos ediciones comentadas de la República
son las de Jowett y Campbell y la de Adam.
[10] Esto lo afirmó Antonio Gómez
Robledo en Platón, La República,
trad., Antonio Gómez Robledo, 2ª ed., UNAM, México, 2000, p. CXXXII.
[12] Gerinka tiene una traducción del
inglés hecha por Ana Stellino, Orto tiene una versión de José María García
Maurillo, la versiones de Patricio
Azcárate y de Luis Roig de Lluis han sido usadas por Espasa Calpe;
Iberia maneja una selección de textos realizada por Enrique Palau; la de editorial Tomo es una traducción de
Ivonne Said M; EDAF y Mestas han usado la versión de Azcárate todavía hasta la
fecha; editorial Juventud tiene como traductor a Vicente López Soto. Algunas ediciones, como las de Porrúa,
Edicomunicación y Edimat, no indican sus traductores. No obstante, de Porrúa,
podemos afirmar que recoge en su seno la traducción de Patricio Azcárate (cfr. http://www.revistadefilosofia.com/11-biblio.pdf ).
[13] Platón, La República, trad., Antonio Gómez Robledo, 2ª ed., UNAM, México,
2000, p. CXXXII y Platón, La
República, trad. Antonio Camarero, 24ª ed., EUDEBA, Buenos Aires, 2003, p. 109.
[15] Platón, La República, trad. José Manuel Pabón y Manuel Fernández-Galiano,
Alianza; 2003, p. 9. En 473 a-b. Platón señala que él se busca constituir una
ciudad lo más perfecta posible, detectar
lo que hacen las actuales, y llevarlas a ese régimen.
[17] El tifus es un nombre genérico para varias
enfermedades: 1) para aquellas transmitidas por los bacilos del grupo de las
rikettsias, es una enfermedad que puede ser transmitida por los piojos, las
pulgas o el contacto físico (según su variante). Generan fiebre elevada, dolor
muscular y articular, delirios, una mácula rojiza en el tronco que se reproduce
en el resto del cuerpo y que a las dos o tres semanas viene una rápida
recuperación o la muerte, que en su variante europea tenía un índice de
mortandad del 50 al 70%; 2) la fiebre Tsutsugamushi, enfermedad fébril de baja mortandad también de bacilos
Rikettsia, transmitida por los ácaros; 3) la fiebre tifoidea, enfermedad febril
y diarréica producida por la Salmonella typhi, 4) la fiebre amarilla,
enfermedad no infecciosa causada por un virus que causa fiebre e ictericia.
Está claro que la epidemia de Atenas no era ni de tifoidea, ni de fiebre
amarilla, sino producto de las rikettsias en una de sus variantes (Varios,
Microsoft Encarta 2006).
[18] Se sabe que Atenas figuró en el
catálogo de barcos de la Ilíada
(seguramente como una interpolación tardía) y que las excavaciones
arqueológicas revelaron la existencia de
un establecimiento importante sobre la acrópolis en la época micénica, cuya
poder seguramente no se extendió más allá del valle del Cefiso. Como el resto
de la Grecia, seguramente se vio afectada el levantamiento que fue conocido
como la invasión doria, que en realidad representó una oleada de migraciones.
Así pues este reino de Atenas,
seguramente coexistió con otros principados en el Ática hasta que se
unificó con Maratón y más tarde con Eleusis y Salamina. A esta unión se le llamó
senequismo y se le atribuyó míticamente a Teseo. No obstante, con la caída de
la cultura micénica, Atenas no participó de las grandes colonizaciones del
siglo VIII, sino que se desarrolló modestamente hasta el siglo VI a.C., cuando
entonces la cerámica ática sustituyó a la que venía de Asia, las islas y
Corinto. A la par entre los siglos VII y VI Atenas entra a la historia por
eventos tales como la conspiración de Cilón, el código de Dracón, las reformas
de Solón y la tiranía de Pisístrato entre los siglos VII y VI. Justamente, pues
el intento de Cilón en el 630
a .C. de establecer una tiranía, apoyado por su suegro
Teágnes de Mégara, es el primer hecho histórico que se conoce de Atenas. Sin
embargo, el arconte Megacles llamó al pueblo y sitió al grupo de Cilón, quienes
fueron arrestados y ejecutados. Al parecer, el conflicto era entre los grupos
de poder (herederos de los gens antiguos): los alcmeónidas y la familia de
Cilón, hasta que posiblemente surgió una ley que organizó a la gente,
reconfigurando la estructura política de las gens sobre el arcontado y el
consejo, que fue redactada a finales del siglo VII y que conformó el código de
Dracón. Más tarde vino la época en la cual Solón gobernó, y más tarde fue
sucedido por la tiranía de Pisístrato y sus hijos, y cuyos logros e historia se
pueden apreciar en la nota a pie número nueve. Tras casi 50 años de
tiranía, se instauró la isonomía –que es
base de la democracia según Claude Mossé-, la cual, liderada por Clístenes, reestructuró a la polis en una organización
de 10 tribus, amplió la Boulé a 500 miembros y la creación de la ley del
ostracismo (la cual no se aplicó, sino hasta unos 20 años después) y sustituyó
el método de sorteo de arcontes, por el de su elección. No obstante Clístenes
llegó al poder, según cuenta Herodoto por oportunismo, al fingir el ser atacado
al parecer por Cleómenes y haciendo que el pueblo entonces lo apoyara a él, de
cualquier forma, su política fue de reformas que afectaron a la estructura
misma de la polis y permitieron la democracia. Ahora bien, el apoyo ateniense
en 498 a .C.
a los jonios contra Persia (al cual desde el 546 se estaba expandiendo por
Jonia tras la derrota de Lidia y que tuvo una continuidad a través de Ciro,
Cambises, Darío y Jerjes) por petición del tirano milesio Aristágoras, llevó a
esta Atenas a enfrentar dos invasiones: una en 490, que exitosamente repelieron en Maratón y otra
más en 480 a .C.,
que gracias a la previsión que el arconte Temístocles tomó de crear una gran
flota marítima, rechazó y derrotó a los persas en Salamina y Micala, mientras
que la infantería persa fue derrotada en Platea. En 470, sus enemigos políticos
le aplicaron el ostracismo y el liderazgo ateniense pasó a manos de Cimón,
quien monopolizó, además, la liga de Delos (cuyo primer tributo fue fijado en
478 por Arístides), una vez concluida la guerra contra Persia y mantuvo en
equilibrio las siempre tensas relaciones con Esparta, hasta que tras ser
humillado porque los espartanos pidieron la ayuda de los hoplitas en 464 a .C. contra una rebelión
de ilotas, Cimón aceptó y luego los espartanos rechazaron su apoyo. Las
consecuencias políticas de este movimiento llevaron a Cimón al ostracismo y
permitió esto el ascenso de Efialtes, quien fue un arconte también reformador,
que redujo el poder del Aerópago, al grado de limitarlo sólo a la resolución de
homicidios e impulsó la participación de los ciudadanos en los tribunales. Sin
embargo, en 461 fue asesinado. Pericles (ca. 490- 429 a .C.), aunque había sido
elegido arconte general desde 443
a .C. –y lo fue siempre, hasta su muerte-, no comenzó a
manifestar su gran liderazgo sino hasta 463-462 a .C., cuando acusó a
Cimón y provocó su ostracismo. Pericles, como militar, estuvo rodeado, al
principio, de fracasos. En 447
a .C., Atenas había fallado en su intento de formar un
imperio terrestre a través de la campaña de Tólmides en Coronea. Como resultado
Eubea se sublevó y Esparta invadió el Ática, siendo detenida por un posible
soborno al general espartano. En 446-445 a .C se firmó la paz con el Peloponeso. Ahora bien, poco antes, Atenas firmado la paz
de Calias con Persia (449 a .C),
al intentar invadir infructuosamente con su flota Egipto. En fin, cuenta Bowra
que Pericles continuó la misión de Temístocles. Fortaleció la democracia y
promovió una gran actividad cultural. Mandó construir el puerto del Pireo (a
cargo del arquitecto Hipódamo de Mileto) y el Partenón, templo de mármol (a
cargo de Fidias y un equipo de arquitectos – Actino, Mnesivles y Calícrates-,
escultores y pintores). Esto activó el comercio, a pesar de que los artesanos
de vasos no excedían los 400 en Atenas y que la industria minera era raquítica.
Fue amigo de Protágoras, Zenón, Anaxágoras, el dramaturgo Esquilo, el escultor
Fidias, y el músico Damón. Quizá por ello – y por una vanidad imperialista-
consideró a Atenas una escuela para Grecia. Pero quizá no estuvo tan
equivocado, Píndaro y Simónides alabaron a dicha polis, a pesar de ser ajenos a
ella. En fin, Pericles manejó la liga de Delos, trasladando la sede de su
tesoro a Atenas en 454 a .C.
Abolió el uso de las monedas locales y estandarizó la griega para todas las
polis que la integraban; con el ya mencionado tesoro de la liga, que según W.G.
Forrest, no representó un impuesto mayor al 5% sobre las mercancías que salían
y entraban a los puertos de sus aliados, construyó edificios para embellecer la
ciudad (el Partenón, el Telesterión, Theseion, Odeón, Erecteion, los templos de Sunion y
Ramnunte y los propileos de la Acrópolis), impidió por la fuerza el abandono o
sublevación a la Liga (como sucedió con Naxos) e impuso la democracia en otras
ciudades, fundó colonias que se cree implicaron a diez mil atenienses fuera de
Atenas (Quersoneso, Brea, Ánfípolis y Thurio), restringió la nacionalidad
ateniense sólo a los hijos de padre y madre atenienses (451-450 a .C.), a pesar de que su
esposa Aspasia era extranjera. (C.M.
Bowra, La Atenas de Pericles, Alianza, Madrid, 1994, p. 19 y Platón, La República,
trad., Antonio Gómez Robledo, 2ª ed., UNAM, México, 2000, p. XVII; Claude Mossé, Historia de una democracia, Atenas,
Akal, Madrid, 1987).
[19] En los propios diálogos, Platón no
hace referencia a sí mismo, sólo llega a decir que no estuvo presente en el
juicio de Sócrates, ni en sus últimos momentos. Las fuentes documentales para
la vida de Platón son sus cartas
autobiográficas, cuya autoría de dudosa; el texto Sobre Platón y su doctrina de Apuleyo (s. II); Los Comentarios al
Alcíbiades de Platón, de Olimpiodoro (s. VI d.C.), el libro tercero de D.L. (s.
III d.C) y los anónimos Prolegómenos a la
filosofía de Platón (s. VI d.C) y el léxico de Suda (s. X). Éstas, salvo
las cartas y la obra de D.L., no son fáciles de conseguir hoy en día y los
datos biográficos de Platón se sacan de fuentes terciarias. Cfr. Platón, Cartas, tr. José B. Torres Guerra. Madrid:
Akal, 1993, p. 17).
[20] Alexei Losev y Aza Tokhi-Godi, Plato. Tr. del ruso al inglés Patricia
Beryozlina. URSS: Progress Publishers,
1990, p. 6.
[21] Supuestamente el primer rey griego
fue Teseo, luego le sucedieron otros de los que en realidad no se sabe nada y
por último, Codro. Según la leyenda
sacrificó su vida para salvar a su pueblo durante la invasión doria, pues el oráculo había vaticinado que
ganaría el bando cuyo rey muriese en primer lugar. Los dorios procuraron no
matarlo, así que el Codro se disfrazó de mendigo y fue a molestar a la guardia
doria, la cual lo mató, y al enterarse de que era el rey de Atenas, se
marcharon. Entonces, los atenienses
decidieron abolir la monarquía, dado que ningún otro monarca podría igualarlo.
Consecuentemente, se instituyó el arcontado. Codro es ubicado entre el siglo
XII a.C. y el 1068 a .C.,
pero probablemente sea posterior su reinado.
El hecho de ser
vinculado con Codro, hace que Platón tenga por propios ancestros a Poseidón y
Tiro, una mujer mortal, con la que tuvo un hijo: Neleo, el héroe de Pilos. Pues
bien, Neleo tuvo, a su vez 12 hijos, concebidos con su esposa Cloris. Uno de
ellos, Periclemeno, que fue uno de los argonautas, tuvo a Andropompo, y éste a
Melanto, y él a Codro.
(Varios, Gran Diccionario Enciclopédico Ilustrado,
t. III, 17ª ed., Reader’s Digest México, 1982; http://www.artehistoria.com/frames.htm?http://www.artehistoria.com/historia/personajes/4219.htm, http://www.geocities.com/historia_imperia/grecia/6/6.html, consultadas el
15 de enero del 2006; Alexei Losev y Aza Tokhi-Godi, Plato. Tr. del ruso al inglés Patricia Beryozlina. URSS:
Progress Publishers, 1990, p. 6-7).
[22] Solón es el primer ateniense del
cual se sabe algo más que su nombre. Fue comerciante, político, poeta y también
fue considerado uno de los Siete Sabios de Grecia. Participó en la exitosa
guerra de reocupación de Salamina contra Mégara, participando posiblemente como
estratega coordinador de la flota ateniense y se le atribuye una participación
–cuyo grado de involucramiento no puede ser históricamente demostrado- en la
guerra contra Crisia por el dominio del oráculo de Delfos. Nació alrededor del 639 a .C., fue electo por el
Aerópago para gobernar como arconte en el 594 a .C., fecha en la que realizó grandes
reformas legales, luego, después de cobrar mucha fama aparentemente se marchó
de su patria para no causar desequilibrios, y mucho tiempo después regresó,
para morir alrededor del 559 a .C.
Al parecer, según I.M. Linforth, su parentesco con Platón, se dio a través de
Drópides, hermano de este arconte. En aquella época, había dos clases sociales:
los ricos (plousioi) y los pobres,
conformados por los campesinos deudores (hectemóforos),
los campesinos libres (thetes) y los pelatai. Hereda una polis con una mínima
cantidad de ricos; los escasos enterramientos del 700 a .C. lo denotan, pues se
requería de recursos para ello. Así pues, cuando fue nombrado arconte, condonó
las deudas de los campesinos, reunió en una misma sede a los arcontes (el Thesmotheteion); delimitó el poder del Aerópago a la supervisión y defensa de
las leyes; a la Asamblea Popular (ekklesia),
le asignó el papel de aprobar las propuestas para la polis, previa filtración y
discusión a través de la Boulé
(Consejo de los 400), así como la vigilancia de lo que sucediera en la polis; y
al tribunal popular (dikasteria o Heliea), le asignó la función de
resolver las apelaciones en torno a las decisiones de los magistrados. Reformó
igualmente el sistema de pesos y medidas –que 50 años después se convirtió en
un sistema monetario, como los testimonios arqueológicos de acuñación lo
indican- de una mina de 70 dracmas a una de 100. Es prudente señalar que dracma
pesaba 4.5 gramos ,
una mina, 450, la estátera 900
gramos y el talento 60 minas (27 kg ). En lo económico,
fomentó la práctica de las artes y oficios, mediante la prohibición de la
exportación de productos agrícolas, excepto el olivo, y mediante la aceptación
de extranjeros que migraran a Atenas con toda su familia o que habían sido
desterrados. Además, Solón promulgó nuevas leyes que se pusieron por escrito
sobre axones (tablas de madera organizadas horizontalmente en grupos de 3 sobre
una base) y kyrbis (estelas
metálicas), y ejecutó la sisactía, es decir, tomó medidas de
distensión social, tales como: la liberación de la esclavitud a los atenienses
por endeudamiento dentro y fuera de
Atenas, el acceso a la ciudadanía no,
como antaño por la necesidad de poseer tierras, sino por el hecho de participar
de la comunidad (metechein tes poleos).
Dividió a la sociedad en cuatro clases: pentacosiomedimnos,
hippeis, zeugitas y thetes, que
iban de los más a los menos pudientes respectivamente. Los primeros podían ser
electos tesoreros, y, junto con los hippeis,
se disputaban los 9 cargos de arconte, los zeugitas
y los thetes se repartían entre ellos
el resto de las magistraturas. Sin embargo, a pesar de esta nueva organización,
no hubo una mejora de la producción económica relativa a la agricultura y eso a
la larga conduciría a la tiranía de Pisístrato (561 a .C., primero, y tras una
serie de luchas políticas, la reinstauró en 546 a .C.) y su hijo Hippias,
quien asumió el poder en 528 y fue derrocado y desterrado por los alcmeónidas
en 510 a .C. Resulta que Pisístrato pertenecía la
familia de los diacrios, y se impuso sobre los alcmeónidas y eteobutada,
quienes estuvieron en fuertes pugnas durante el 561 a .C. al fingir ser
atacado y procurarse una guardia con la que impuso su tiranía, la cual fue
combatida por las otras dos familias y que lo condujo al exilio, luego
Megacles, de los Alcméonidas se alió con Pisístrato, casando a su hija con él y
fingiendo que Atenea devolvía a Pisístrato a Atenas mediante un acto público
con una florista tracia disfrazada de diosa, acompañando al político en un
carruaje. Pero pronto se disolvió la alianza al no reconocer dicho matrimonio y
en exiliado en Eretria, Pisístrato formó un ejército con el cual conquistó
Atenas, siendo bien recibido por un amplio sector de la sociedad. Conservó la
autoridad hasta su muerte en 527/8. a.C., legándole el poder a sus hijos Hipias
e Hiparco. Se dice que respetó las leyes de Solón y la elección de magistrados,
orientó la política exterior de Atenas hacia el mar Egeo, impulsó la cerámica y
las fiestas religiosas dedicadas a Atenea y Dionisos. Ya en esta época también
se impulsaron las primeras grandes obras arquitectónicas de escultura (a cargo
de Antenor). Ahora bien, sus hijos al parecer ejercieron el poder autoritaria y
principescamente y se rodearon en Atenas de una corte deslumbrante. Hiparco fue
asesinado en una trifulca amorosa en el 506 a .C., hecho que llevó a Hipias a endurecer
su política hasta que fue derrocado en 510 por intervención del rey Cleómenes
de Esparta. (Adolfo J. Domínguez Monedero, Solón
de Atenas. Barcelona: Crítica, 2001; Claude Mossé, Historia de una democracia: Atenas. Madrid: Akal, 1987, p. 18-25).
[23] Andócides nació cerca del 440 a.C.
Era un gran orador. Fue acusado de participar de la mutilación de los Hermes en
Atenas y de burlarse de los misterios eleusinos. Confesó su participación en
dicho acto y se le prohibió entrar al ágora y los templos por iniciativa de
Isotímides. Abandonó entonces Atenas y se dedicó al comercio. Aprovechando
varios sucesos políticos trató infructuosamente de regresar y recuperar sus
derechos (en 411 tras participar con la flota en Samos, pero los oligarcas se
lo impidieron; en 407 con el
restablecimiento de la democracia), hasta que pudo hacerlo en 403. Volvió a la
política. En 392 participó en la embajada ateniense a Esparta que tenía que
negociar la paz, pero fue rechazada por la asamblea, y llevado a juicio por
Calístrato, prefiriendo Andócides volver al exilio. (Jorge Martínez-Pinna,
Santiago Montero Herrero y Joaquín Gómez Pantoja, Diccionario de Personajes históricos griegos y romanos. Madrid:
Istmo, 1998).
[24] Alexei Losev y Aza Tokhi-Godi, Plato. Tr. del ruso al inglés Patricia
Beryozlina. URSS: Progress Publishers,
1990, p. 9.
[25] Ibid., p. 11. De ese mote no se
sabe el porqué. Se especula que por sus anchas espaldas, por su zancada o su
frente amplia. Lo cierto es que Platón era un sobrenombre muy común. En Atenas
había al menos 31 casos así. En cambio, el nombre real de Platón era
Aristocles, nombre puesto en honor a su abuelo (W.K.C. Guthrie, Historia de la Filosofía Griega, t. IV. El
hombre y sus diálogos: primera época, tr. Álvaro Vallejo Campos Alberto
Medina González. Madrid: Gredos, 1998, p. 23, n.10).
[30] No se sabe en
realidad si participó en alguna lucha de la Guerra del Peloponeso. Por su
estatus social, le tocaba servir militarmente en la caballería. Diógenes
Laercio da el testimonio de que participó en tres batallas: Tanagra, Corinto y
Delio. Sin embargo, esto parece ser una
confusión con Sócrates, según explica Guthrie que realizó D.L. Luciano (Paras. 43), en cambio, dice que los
filósofos son unos cobardes que no participan en la guerra y, por supuesto,
mencionó a Platón. En realidad no se sabe con certeza si estuvo o no
acitivamente en la milicia. W.K.C. Guthrie, Historia
de la Filosofía Griega, t. IV. El hombre y sus diálogos: primera época, tr.
Álvaro Vallejo Campos Alberto Medina González. Madrid: Gredos, 1998, p.24, n.
13.
[31] La crítica actual señala que los
únicos viajes admisibles realizados por Platón son aquellos a Sicilia e Italia
(Tarento). Aunque es muy verosímil su interés en viajar a Cirene, pues, era un
centro de grandes estudios matemáticos en la edad antigua. Sin embargo, Platón
no da testimonio de los viajes a destinos distintos a Italia y Sicilia en sus
diálogo y en sus cartas. Esto se ve reforzado por la biografía más antigua de
Platón, la de Herculano, que no menciona otros viajes, sino el del Italia y
Sicilia. .W.K.C. Guthrie, Historia de la
Filosofía Griega, t. IV. El hombre y sus diálogos: primera época, tr. Álvaro
Vallejo Campos Alberto Medina González. Madrid: Gredos, 1998, p.26, n. 20.
[33] El
Etna es un famoso volcán que está en la costa oriental de Sicilia. Es el volcán
con mayor elevación en Europa (1605 km de altura). Es famoso por haber
destruido en 1169 d.C. la ciudad de Catania, matando aproximadamente a 15 mil
personas (Etna." Microsoft® Encarta® 2006 [DVD]. Microsoft
Corporation, 2005).W.K.C. Guthrie explica que las versiones que dicen que se
trasladó a Sicilia con el fin de ver el volcán, no se sostiene, y es más
factible que no supiera Platón a ciencia cierta porqué se trasladó a ese lugar.
[34] Dionisio I era partidario y amigo de Hermócrates, un político
siracusano que quería crear un frente pansiciliano e instaurar una tiranía. Se casó con la hija de éste, Aristómaca, y con una
mujer de Locri, Doris, quien fue posteriormente condenada a muerte por
brujería, pero también fue la madre del futuro sucesor del tirano. En fin,
Dionisio se hizo del poder en el 406 aprovechando el fracaso de los estrategas
en turno que habían mandado apoyo a Acragas en contra de los cartgineses, se
hizo del mismo cargo de estratega al solicitar ante la asamblea la destitución
de los vigentes. Recibió el apoyo de las tropas mercenarias de Gela y fue
designado estrategos autokator. Al principio su gobierno fue
exitoso para afrontar militarmente a sus rivales comerciales, los cartagineses,
aunque rápidamente tuvo que replegarse en Sicilia, siendo políticamente
beneficiado por la existencia de una plaga en su polis que impidió a los
cartagineses atacarlos. Tras combatir una revuelta interna, y recuperar fuerzas
y control, amplió su dominio a la Sicilia Oriental: Catania, Naxos, Leontini.
Más tarde volvió a enfrentar a los cartagineses y, en alianza con Esparta y
favorecidos por una epidemia en las filas cartaginesas, logró derrotarlos en
397, y de nuevo, los contuvo en 392, quedando Sicilia dividida en dos mitades:
la cartaginesa y la siracusana, divididas por el río Mazaro. Luego, amplió su
dominio imperial al sur de Italia aliándose con la polis de Locri. Venció a una
coalición en Elleporo (389), destruyó a Calonia e Hiponion (388) y más tarde
sometió a Regio (387). Colonizó Lussos, Issa y Adria, y practicó la piratería
en los puertos etruscos. Pues bien, esta es la tapa en la cual Platón llegó a
Siracusa. Tras la expulsión de Platón Dionisio I siguió su campaña
expansionista. Se volvió a enfrentar con los cartagineses y perdió
sucesivamente (en 378 y 368), perdiendo
territorios. Finalmente murió en 367 a.C., supuestamente por los excesos
derivados del festejo que realizó por haber ganado un concurso de tragedias en
Atenas. Cfr. Jorge Martínez-Pinna,
Santiago Montero Herrero y Joaquín Gómez Pantoja, Diccionario de Personajes históricos griegos y romanos. Madrid:
Istmo, 1998.
[35] W.K.C. Guthrie, Historia de la Filosofía Griega, t. IV. El
hombre y sus diálogos: primera época, tr. Álvaro Vallejo Campos Alberto
Medina González. Madrid: Gredos, 1998, p. 28-29.
[36] Alexei Losev y Aza Tokhi-Godi, Plato. Tr. del ruso al inglés Patricia
Beryozlina. URSS: Progress Publishers,
1990, p. 49.
[38] Cfr. Platón, Cartas, tr. José B.
Torres Guerra. Madrid: Akal, 1993, p. 27. Torres Guerra, no sólo lo afirma,
sino que lo ejemplifica a partir del testimonio de Cicerón (Tusculanas 5.57
ss).
[39] W.K.C. Guthrie, Historia de la Filosofía Griega, t. IV. El
hombre y sus diálogos: primera época, tr. Álvaro Vallejo Campos Alberto
Medina González. Madrid: Gredos, 1998, p.29.
[40] Si junto con Torres Guerra no se
quiere creer en el testimonio, podría especularse que Platón, hizo conciencia
tras su experiencia en Siracusa de fundar una escuela para formar a la gente en
sus ideas políticas y filosóficas.
[41] W.K.C. Guthrie, Historia
de la Filosofía Griega, t. IV. El hombre y sus diálogos: primera época, tr.
Álvaro Vallejo Campos Alberto Medina González. Madrid: Gredos, 1998, p.30.
[42] Los restos arqueológicos de la
Academia fueron localizados en 1930 por un peatón. Hoy en día, está situado en
el barrio de Kolonos, a media hora del centro de Atenas. La Academia tuvo
varias etapas: a Antigua o Primera Academia; la segunda o media academia y la
Tercera o Nueva Academia. Dicha escuela funcionó por mucho tiempo en la
antigüedad, hasta que en el 529 d.C. fue cerrada por el emperador Justiniano,
por enseñar ideas paganas.
[44] W.K.C. Guthrie, Historia
de la Filosofía Griega, t. IV. El hombre y sus diálogos: primera época, tr.
Álvaro Vallejo Campos Alberto Medina González. Madrid: Gredos, 1998, p. 32 y
33. Por cierto, lo nombres de aquellos quienes participaron en la política eran
Erasto y Corisco, ambos de Escepsis, en Tróade, quienes asesoraron Hermias, el
rey de Atarneo. También Aristónimo,
Formio y Menedemo ayudaron a los arcadios, eleatas y pirrenos a reformar sus
constituciones. Eudozo y Aristóteles establecieron leyes para sus propias
ciudades.
[45] Alexei Losev y Aza Tokhi-Godi, Plato. Tr. del ruso al inglés Patricia
Beryozlina. URSS: Progress Publishers,
1990, p. 53 y ss.
[47] W.K.C. Guthrie, Historia
de la Filosofía Griega, t. IV. El hombre y sus diálogos: primera época, tr.
Álvaro Vallejo Campos Alberto Medina González. Madrid: Gredos, 1998, p. 35.
[48] W.K.C. Guthrie, Historia
de la Filosofía Griega, t. IV. El hombre y sus diálogos: primera época, tr.
Álvaro Vallejo Campos Alberto Medina González. Madrid: Gredos, 1998, p.38 y 39.
[49] Platón, Cartas, tr. José B. Torres Guerra. Madrid: Akal, 1993, p. 30. En la
Carta VIII 352 b dice a los camaradas y parientes de Dión que confía en que sus
consejos les hayan sido útiles a los siracusanos y se vean los beneficios en la
sociedad (excepto en los incurables).
Respecto a Carta VII 323 b, la edición de Torres Guerra excluye esa
parte de la carta e inicia el texto a partir de 324 a.
Esperemos que el blog sitio web
ResponderEliminarsiempre nos tenga muchos temas importantes.