Pájaro Negro.
Tengo un pájaro
negro…
No, no es un albur, tampoco una queja. Me da igual si las aves son
blancas, amarillas, cobrizas, azules,
verdes o multicolores. Simplemente es
que lo poseo. Llegó a mí. Lo guardo en el jardín de mi conciencia, la cual es
un poco laxa. Peligra su existencia. Pero prefiero que vuele libremente ahí, a
tenerlo en la jaula de los bolígrafos. Es un misterio. Nadie sabe de dónde vino, ni sus costumbres, ni si se irá. Se desconoce mucho de su
naturaleza, pero ha sobrevivido en mi terruño. Creo que es feliz, come
semillas, supongo, o algo que haya en el hábitat que le proporcioné. Escucho su
trino cantar y es poco eufónico. No tiene ritmo, ni musicalidad. Es un canto
torpe, lleno de lugares comunes. Sin embargo, tiene hermosura en su manera de graznar.
No es mi mascota, no tiene nombre. Aun así, lo quería nombrar. Quería llamarle
Hannibal, por aquello del Silencio de los Inocentes y porque su canto a
cualquier buen oído puede matar. Sin
embargo, no sé hasta qué punto este animalejo sea realmente un asesino serial.
Ni siquiera bien sé su sexo. Podría ser macho o hembra. Los ornitólogos saben lo difícil que resulta a
estos seres sexar. En caso de que fuera fémina, le pondría Marlene. Tiene un
sonido muy peculiar. No obstante he
decidido no bautizarlo, por aquello de que me pueda equivocar.
El pájaro negro viene, se va, canta en los árboles, en los arbustos, cerca
del agua dulce y del mar, caza en los
dominios de Neptuno con la precisión de las águilas y las gaviotas, vuela en los aires, acaricia a las nubes,
dialoga en las ramas con los camaleones, baja a la superficie y corre como
avestruz en la tierra, al ras. A veces
engorda como un pingüino, luego luce tan esbelto como un jilguero. No sé a qué
se deba. Su metabolismo es sumamente espectacular. Lo que nunca cambia es su
negrura. Sus plumas jamás pierden esa pigmentación. Está despierto de día, a
veces de noche. La onda nocturna parece no sentarle del todo bien.
He tratado de investigar sobre la especie del pájaro negro, pero en los
libros de biología no lo he podido encontrar. Consulté alguna vez con un artista.
Me dijo que esa ave no es cualquier criatura mortal. Se regenera como las
medusas, pero llegado un momento –me
dijo- se transformará. Hará un capullo cual si fuera una mariposa. Después de
unos meses saldrá. Lucirá exactamente de la misma manera: con sus alas azabaches, cortas y fuertes; con su pico rojo
de aspecto carnoso y con forma pica que tiene postrada en ella un alacrán; con
esas patas de pollo rostizado sin haber salido a tiempo del horno y con ese
torso tan versátil, tan cambiante, pero a la vez fenomenal. Su hibernación se pueden prolongar, por
cierto, de meses a años, pero finalmente
emergerá de nuevo este pájaro de plumas obscuras y epidermis nívea.
En fin, es una entidad un poco rara y no muy bonita. Al salir del capullo
lucirá igual. Sin embargo, dicen que si la observas con detenimiento, con
cautela y la sigues momento a momento, al oírla trinar escucharás la mejor
poesía que un pájaro puede cantar.
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