Apóstrofe.

Es una figura retórica de pensamiento muy antigua que se suele llamar también exclamatio, exclamación o invocación.  En ésta el orador interrumpe el discurso para incrementar el énfasis  de éste, al mismo tiempo que se hace explícito o se cambia el receptor del  mensaje. A él destina su mensaje en segunda persona (tú) o bien se le aborda con vivacidad, con emoción.  El receptor puede ser el auditorio o parte de éste o bien su oponente.  También puede el propio orador volverse el nuevo destinatario de ese mensaje, o bien lo puede ser un ausente, un muerto,  seres invisibles e incluso objetos a los que se les invoca.
En la Antigüedad era común que el orador en vez de dirigirse al juez,  se dirigiera a su adversario o a otra persona. Esa interpelación puede ser directa o indirecta.  En Literatura el apóstrofe se reduce a la inclusión de un elemento apelativo.
Sirve para expresar pasiones, cambiar la dirección del discurso y afectar emocionalmente al destinatario del apóstrofe.
Ejemplo: “Pero bien sabes tú Susana,  que yo no hice nada, en cambio tú mentiste cínicamente ante el jurado”.

Bibliografía.


Angelo Marchese y Joaquín Forradellas, Diccionario de Retórica, Crítica y Terminología Literaria, edit. Ariel, Barcelona, 2013.
Antonio Azaustre y Juan Casas, Manual de retórica española, edit. Ariel,  Barcelona, 2011.
Federico Carlos Sainz de Robles, Diccionario de la Literatura, t. 1, Edit. Aguilar, Madrid, 1982.
Fernando Lázaro Carreter, Diccionario de Términos Filológicos, edit. Gredos, Madrid, 1998.
Helena Beristáin, Diccionario de Retórica y Poética, Editorial Porrúa, 9ª  ed., México, 2006.


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