Vida y obra de Protágoras
Protágoras fue el pensador de la
sofística más famoso en la opinión de Platón y de muchos otros.[1] Tan es así que su estatua se encontraba en el
Serapeo de Menfis.[2] Según
el discípulo de Sócrates, precisamente Protágoras fue el primero en denominarse
"sofista".[3]
Poco sabemos de su vida con
certeza. Nuestras principales fuentes biográficas son Diógenes Laercio, en
primer lugar, y Filostrato, en segundo.
Oriundo de Abdera[4]
(en la región de Tracia), calcula Guthrie que nació alrededor del 490 a.C. Angel Cappelletti[5],
siguiendo a Schmid y Nestle, considera que la fecha más probable fue el 485
a.C. y José Solana está dispuesto a elongar ese período hasta el 480 a.C.[6] Aunque de acuerdo con un estudio reciente
realizado por M. Emsbach[7],
ésta se podría desplazar hasta el 460
a.C.
Su padre, según Diógenes Laercio,
era Artemón; o Meandrio, de acuerdo con Filostrato. Posiblemente su situación
económica era muy afortunada, como se sugiere en Vida de los Sofistas I,
10.[8]
Su educación, quizá corrió a cargo de
maestros persas cuando éstos pasaron por Grecia durante la
expedición de Jerjes contra los Helenos[9],
y con seguridad conoció a Demócrito,[10]
de quien, tal vez, también fue discípulo, como cuenta Favorino en sus Historias
varias.
Como todo buen sofista viajó por Grecia y
cobró por sus enseñanzas.[11]
Su tarifa, según Diógenes Laercio y Hesequio, era de 100 minas, cifra por demás
exagerada, que equivale a un talento y medio, es decir, 10 000 dracmas o 60 mil
óbolos. Si consideramos que una mina (que contenía aproximadamente 425 gramos de
plata) constituía 100 dracmas y que un
artesano promedio ganaba una dracma diaria, o sea, 3 o 4 minas por año, podemos
estimar, como Kerferd[12]
ha sugerido, que la cuota que posiblemente cobraba un sofista era de 4 minas (o
un poco más) por un año de estudios bajo su tutela.
Protágoras quizá haya empezado su
carrera antes de los 30 años de edad.[13]
Por algún tiempo vivió en Sicilia (Hippias Mayor 282 d-e) donde fue
afamado, pero el sitio que lo llevó a la gloria fue Atenas, a la cual visitó en
varias ocasiones[14]
(posiblemente la primera vez antes 460 a.C. y Nestle se atreve a ubicarla en un
rango 450 y 444 a.C.[15]) granjeando la amistad de Pericles, quien en 443 a.C. le encargó redactar la
constitución de la colonia de Turios,[16]
polis, que según cuenta Gomperz, es muy probable haya visitado el
sofista.[17]
Casi no sabemos nada de esta
legislación, pero tenemos indicios de que fue democrática y que en ella nuestro
sofista estableció la consigna de que ningún estratega se eligiera dos veces
dentro de un período de cinco años.[18]
Ahora bien, la relación entre
Protágoras y Pericles, el estratego
ateniense, fue bastante buena, e incluso en una ocasión llegaron a debatir
larga y tendidamente sobre la responsabilidad de la muerte de un atleta al ser
ensartado por otro con una jabalina durante una competición.[19]
Se dice que Protágoras tuvo como
discípulos a Pródico, a Isócrates, y al matemático Teodoro.[20]
Probablemente el primero de ellos lo haya sido de verdad, pero el segundo no, pues
en realidad fue pupilo de Gorgias; y el tercero, posiblemente más que alumno,
fue amigo y colega, ya que Protágoras también hizo investigaciones matemáticas.[21]
De cualquier manera, nuestro sofista era muy influyente, al grado de notarse su
huella en el anónimo tratado de los Dissoi Logoi[22]
y en Las Suplicantes (195-218) de Esquilo.
Incluso se detectan ecos de su pensamiento
mucho tiempo después, pues parece que Eurípides –de acuerdo con Gomperz- lo
retrató en los últimos versos del coro de su tragedia Palámedes (fr.
588);[23]
y los epicúreos y los estóicos lo estudiaron y extremaron con tonos menos
progresistas.[24]
Sexto Empírico aplicó la tesis de la antilógica del sofista a su propia tesis escéptica.[25]
Porfirio lo leyó[26]
y Dídimo el Ciego tenía presentes los comentarios filológicos de este sofista
(D.K. 80 A 30).[27]
Finalmente, Protágoras murió probablemente ahogado en el mar al escapar de
una condena a muerte por impiedad que pesó en su contra en la patria de
Sócrates[28] y
que fue promovida gracias a la acusación de Pitodoro;[29]
sucediendo ésto quizá poco después del 421 a.C. (Kerferd) o bien en 414/3 a.C.
(Untersteiner y Cappelletti) o en 370 a.C. (Emsbach).
Respecto a la obra escrita de este
pensador hay una multitud de títulos citados y una gran controversia respecto a
su legitimidad. Diógenes Laercio en su Vida
de los filósofos más ilustres (IX, 55) da la mas larga lista conservada de
los textos del sofista de Abdera que se posee. Por desgracia esa parte del
texto presenta una laguna de información debido a una mutilación.[30]
De cualquier forma, son enumerados los siguientes escritos: El arte de la erística[31];
De la lucha; De las matemáticas; De la República[32];
De la ambición; De las virtudes; Del estado de las cosas que
hay en el Hades; De las cosas no bien hechas por los hombres; De los juicios imperativos;[33]
Juicio sobre la ganancia; y Antilogias[34]
(dos libros).
Otros doxógrafos, además,
mencionaron otros libros, que tal vez,
fueron conocidos por Diógenes Laercio,[35]
pero que se perdieron debido a la ausencia antes aludida: Discursos
demoledores;[36] De los dioses;[37]
Sobre el Ser;[38]
Gran Logos;[39]
Sobre el amor y la gloria; y varios libros de retórica que trataban
sobre los lugares comunes.[40]
Por ahí, incluso, Detvle Feling y Charles Segal[41]
han propuesto la hipótesis de que el prolífico sofista escribió un libro que
quizá tuvo por título Orthopeia,
en el cual exponía sus críticas
del manejo del lenguaje a Homero[42]
y Simónides.[43]
Además, debemos considerar, como apunto Capizzi,[44]
que quizá Protágoras haya pronunciado muchos discursos epidícticos (epideixis)
en los cuales expuso su doctrina y de los cuales no queda rastro, a excepción,
quizá, del elogio a Pericles registrado por Plutarco.
Otro problema en relación con el
corpus protagórico es que posiblemente muchos de los libros mencionados fueran:
1) apócrifos, o 2) títulos de capítulos de algunas obras suyas editadas como
escritos aparentemente autónomos por los editores posteriores al sofista y 3) en el mejor de los casos, algunas
de esas obras aunque eran originales, no tenían en realidad tales nombres, sino
que así fueron llamadas por los mismos editores.
Untersteiner considerando esto,
radicalmente cree que Protágoras solamente escribió dos obras con seguridad La
Verdad y Antilogias. El resto de los títulos nombrados por Diógenes
Laercio serían capítulos o fragmentos de
ambos.[45] Guthrie coincide prácticamente con el
helenista italiano, aunque concede que Sobre los dioses pudo haber sido
una obra independiente y no un apartado de ellas, pues parece que hay el testimonio
de que este texto fue leído por primera vez en la casa de Eurípides.[46]
En contraste con este par de
historiadores, Bodrero y Solana[47]
consideran que la lista dada por Diógenes Laercio es fidedigna y aceptan que si
faltan La Verdad y De los
dioses es porque en ese entonces ya
no se conservaban. Él propio Diógenes Laercio permite suponerlo pues, al
enlistar las obras de Protágoras, mencionó en su Vida de los filósofos más
ilustres lo siguiente: “las obras conservadas (tá soitsómena autoú bilía)
son [...]”.[48] De
inmediato, procedió a enumerar las que conocía (por cierto, ya citadas). Claro que Bodrero[49]
reserva sus dudas respecto a la autenticidad de los Juicios Imperativos
y de Del estado de las cosas
que hay en el Hades, ya que hay una obra homónima escrita por Demócrito y
posiblemente haya sido una confusión el asignarsela a Protágoras.
Por otro lado, Bodrero[50]
cree que De las virtudes y De las cosas no bien hechas por los
hombres son dos títulos de un mismo escrito.
Ángel Cappelletti por su parte recomienda
no asumir ni el exceso de confianza de Bodrero, ni la desconfianza de Guthrie y
Untersteiner. Propone una postura intermedia.[51]
No obstante, él mismo está consciente de las dificultades que esto implica no
sólo para definir qué obras se excluyen y cuales se subordinan a otras, sino
también para saber de qué trataban sus contenidos. En realidad y con estricto
apego a la verdad, no tenemos noticias de qué trataban cada uno de sus
escritos.
Por desgracia, Protágoras ha sido
tan golpeado por la historia como los presocráticos y el resto de los sofistas.
No sobreviven textos de él, sino acaso unos cuántos fragmentos (18 páginas en
la obra de Diels-Kranz) y varios
testimonios, la mayoría, para colmo, esbozados por la parcial y altamente
condenatoria perspectiva de sus rivales
(Platón, Aristóteles, Jenofonte y Aristófanes).[52]
Así pues, difícil es reconstruir el
pensamiento del abderita y el principal texto que poseemos para realizar dicha
misión es el Protágoras de Platón. Partimos de una condición de desventaja.
¿Hasta qué punto es válido el
testimonio del discípulo de Sócrates? Exactamente no sabemos. Podemos suponer
que él para atacar a sus enemigos ideológicos, al menos tendría que reflejar
sus doctrinas y, así, los lectores de su
época le creyeran. Sin embargo, no hay garantía alguna de que la interpretación
platónica haya sido fiel. Si en el presente hemos visto filósofos que en su
crítica a otros los distorsionan, del
mismo modo podemos sospechar que en el pasado Platón no haya retratado bien a
Protágoras. No obstante, cuando se distorsiona algo y se pretende refutarlo,
puede deberse a una mala lectura, o bien, a una acertada con la maquiavélica
intención de descalificar una tesis o serie de tesis postuladas por el
contrincante.
La lucidez de Platón no está en duda, aunque pudo haber errado, sin
embargo es más probable que haya querido desvirtuar al abderita o
ideológicamente se haya cerrado ante sus tesis.
En este sentido el mayor discípulo
de Sócrates no sólo es una fuente histórica, sino también un sofista que hace
más débil el argumento más fuerte del otro[53],
limitándonos a tener un acceso indirecto –y desde luego con un margen de
error-, al Protágoras real a partir de los elementos teóricos que están en
juego en la refutación platónica[54];
abordaje muy en contra de los que se
basan en la supuesta confiabilidad del testimonio del fundador de la Academia,
tan apreciada y promocionada por H. Langerbeck.[55]
Tomaremos el testimonio platónico
como una fuente respetable e informada, pero nos distanciaremos de asumir sus
juicios en torno a los sofistas con la misma confianza que muchos de sus
lectores han depositado en él y más bien buscaremos sus contradicciones,
cotejándolas con los fragmentos y testimonios que hay sobre nuestro sofista
para tratar de llegar a una re-construcción no contradictoria de su obra,
apoyándonos por supuesto en sus actuales intérpretes.
[1] Protágoras 349 a y
George Briscoe Kerferd, The Sophistic Movement, Cambridge University
Press, Cambridge, 1994, p. 42.
[2] En 1851-54 fueron encontradas 11 estatuas en una muro con
forma de semicírculo al final del
callejón de la Esfinge, el cual conduce al Serapeo de Menfis, en Egipto.
Heráclito, Tales, Platón y Protágoras estaban en el lado este de dicho muro con
sus respectivas inscripciones. La estatua de Protágoras por desgracia nos fue heredada acéfala, pero
se conserva su cuerpo sentado sobre un asiento de honor con una postura
inquieta (José Solana, Protágoras de Abdera. Dissoi Logoi, Akal, Madrid,
1996, p. 12, n. 2).
[3] Protágoras 349 a 2-4.
[4]
También debemos mencionar que de acuerdo con el comediógrafo Eupolis,
Protágoras nació en Teos situada en la costa del mar Egeo, al norte de Efeso.
No obstante, el testimonio de este
dramaturgo, no ha sido veraz para la opinión de la mayoría de los filólogos
(Protágoras y Gorgias, Fragmentos y Testimonios, trad. de José Barrio
Gutiérrez, Orbis, Buenos Aires, 1984, p.
12.
[5] Angel
Cappelletti, Protágoras: naturaleza y cultura, Academia Nacional de
Historia, Caracas, 1987, p. 46.
[7] Platón, Protágoras, trad. del griego de Ute Schmidt, UNAM, México, 1994, p.
XIII.
[8] No obstante hay un testimonio antiguo reproducido
por Hipócrates, Filodemo y los Discursos Dobles que lo hace pobre al principio,
pues era un mozo de cuerdas de quien Demócrito se compadeció. Sin embargo, ha sido considerado falso dicho
dato, pues se cree que a partir de una probable comparación entre oficios y
actividades que hacía el filósofo dentro de sus escritos es que se le haya
atribuido tal profesión. Pero no todos creen en la opulencia de Protágoras.
José Solana piensa que tal posición económica no es coherente con la profesión
que el abderita desempeñaba (José Solana, Protágoras de Abdera. Dissoi
Logoi, Akal, Madrid,
1996, p. 18).
[9] De esto da cuenta Filostrato. Sin embargo al
haberse rumorado –hecho registrado por Diógenes Laercio- lo mismo de la
educación de Demócrito se ha dudado de la veracidad del testimonio dado. Schmid
lo hizo. Kurt von Fritz, creyó en cambio que ese testimonio, tenía que ver más
con que los persas habían hecho una reflexión seria sobre la relatividad de las
costumbres y de ahí explica la razón de la vinculación del abderita con los
magos (Angel
Cappelletti, Protágoras:
naturaleza y cultura,
Academia Nacional de Historia, Caracas, 1987, p. 48-49; José Solana, Protágoras
de Abdera, Dissoi Logoi, Akal, Madrid, 1996, p. 18, n.
12).
[10] Este punto de su biografía ha sido muy
discutido entre los helenistas de hoy, ya que hay un problema de cronologías
respecto a la vida del atomista: Apolodoro
lo ubica entre el 460 y el 360 a.C., fecha que hace muy distante a ambos
pensadores y Diódoro que ubica a Demócrito entre los años 494-404, fecha que
acerca a ambos pensadores, pero que distancia a Demócrito de su maestro
Anaxágoras. En fin, Untersteiner se inclina por negar tal relación de maestro
discípulo. Capizzi y Zeppi, también
dudan de dicha relación, pero aceptan una influencia mutua entre ambos
pensadores. L.A. Stella defiende el testimonio antiguo que hizo a Protágoras alumno de Demócrito. Otros, como
Duprèel y Alfieri, se aventuran a decir que más bien Demócrito fue influenciado
por el sofista, al grado que reaccionó en su contra. Cappelleti, en cambio,
considera cronológicamente era factible que haya sido Protágoras el maestro de Demócrito, no al
revés (Ángel Cappelletti, Protágoras:
naturaleza y cultura, Academia Nacional de Historia, Caracas, 1987, p.
50-51).
[11] Filostrato en su Vida de los
Sofistas I, 10 cuenta que Protágoras fue el primer griego en cobrar
honorarios por su eseñanza.
[12] George
Briscoe Kerferd, The Sophistic Movement, Cambridge University Press,
Cambridge, 1994, p. 28.
[13]Theodor Gomperz, Pensadores Griegos,
t 1, s.t., Herder, Barcelona, 2000, p. 471.
[14] Ateneo, basándose en el Protágoras
afirmó que Protágoras visitó 2 veces Atenas. Pero el diálogo platónico no
pretendía hacer un recuento de todas las
visitas que éste hizo a tal polis.
[15] José Solana, Protágoras de Abdera.
Dissoi Logoi. Textos relativistas, Akal, Madrid, 1996, p.14, n.
6.
[16] El dato dado por Diógenes Laercio,
fue defendido por H. Menzel, quien vio similitudes entre las magistraturas
atenienses y abderitas de los symbuloi, thesmothetai y nomophylakes, así como
la teoría de la pena y la enseñanza escolar gratuita. No obstante, esta última tesis no es de Menzel,
sino de J.V. Muir, quien justamente lanzó la aventurada, pero interesante
hipótesis de que Protágoras propuso en dicha constitución que los hijos de los ciudadanos recibieran
educación gratuita por parte del Estado, cosa que sólo se proveía a los
huérfanos de guerra o los refugiados.
Ello tiene por base una frase de Diódoro (12, 13) que, según Muir,
denotaba la influencia Protagórica. Tal frase decía: “se debe considerar que la
vida es un regalo de la naturaleza, pero
la buena vida es el regalo de la educación que resulta de las letras”; por eso
Diódoro propone enseñar la gramática y no otras cosas (13, 2). (José Solana, Protágoras
de Abdera. Dissoi Logoi, Akal, Madrid, 1996,
p. 19; Edward
Schiappa, Protagoras and logos. A study in Greek Philosophy and Rhetoric, Univesrity of South
Carolina Press, Columbia, 1991, p. 160).
[17] Theodor Gomperz, Pensadores Griegos, t. 1, s.t., Herder,
Barcelona, 2000, p. 471, n.1).
[18] Aristóteles, Política, 1037 b
7.
[19] Se discutía pues si era responsable
del deceso el que lanzó la jabalina, el que fue ensartado o la jabalina misma.
Y aunque suena ingenuo esto, resulta que en muchos casos del Derecho Antiguo se
juzgaban animales y no era de extrañar, pues que se pudieran someter a procesos
judiciales también a objetos inanimados, como sugiere Gomperz. No obstante, no
sabemos si Protágoras estaba a favor de dicho tipo de juicios o en contra
(Theodor Gomperz, Pensadores Griegos, t. 1, s.t., Herder, Madrid, 2000,
p. 480).
[21]
Aristóteles da un breve testimonio en Metafísica (B 2, 997 b, 32), que muestra el interés de
Protágoras en la relación entre la tangente y la circunferencia. Al parecer Aristóteles alude a una visión distinta
de Protágoras respecto a la afirmación
de que la tangente toca en un punto a la circunferencia. Así pues la
línea recta nunca toca en un cuerpo circular, salvo en un punto
indivisible. José Barrio Gutiérrez
supone que a lo que se refería el sofista es que la tangente y circunferencia
reales en contraposición a la visión ideal de los entes matemáticos, se tocan
en varios puntos. Para F.M. Cornford
esto implica una distinción entre los objetos matemáticos como reales (según
postulaban los pitagóricos) y los objetos matemáticos como conceptos más
simples que lo percibido y más perfectos que las cosas materiales. Así pues las
entidades matemáticas se escapan del relativismo, pero no aluden a cosas
reales, sino solamente ideales Esta
interpretación deja perplejo a un lector. ¿Por qué sólo las matemáticas no son
relativas? Barrio casi le apuesta a una estructura a priori matemática
de la mente que permite hacer matemáticas. Tal vez, producto de esa
insatisfacción ante este tipo de respuestas, José Solana afirma: “[...] podemos
suponer que, no habiendo otra realidad que la sensible los enunciados
matemáticos para Protágoras remiten, no a una realidad, sino a convenciones, de
modo que las supuestas entidades matemáticas tendrían el mismo rango que las
entidades divinas” (José Solana, El camino del ágora. Filosofía política de
Protágoras de Abdera, Prensas Universitarias de Zaragoza, Zaragoza, 2000,
p. 40; Protágoras y Gorgias, Fragmentos y testimonios, traducción del
griego de José Barrio Gutiérrez, Orbis, Buenos Aires, 1984, p. 27-28;
Francis MacDonald Cornford, Principium Sapientiae. Los orígenes del
pensamiento filosófico griego, s.t., Visor, Madrid, 1987, p. 67-68).
[22] Los Dissoi Logoi son un texto
anónimo que aparece al final de los manuscritos de Sexto Empírico. Se cree que originalmente se creía fue
escrito al final de las Guerras del Peloponeso (alrededor del 404 a.C), pero
que de acuerdo con un estudio reciente realizado por T.M. Conley podría oscilar
su composición entre el siglo V A.C. y
la época bizantina tardía. De cualquier forma la fecha dramática corresponde a
ese siglo V A.C. Henry Estienne en 1570 lo publicó en su edición del texto de
Diógenes Laercio bajo el título de Dialexis y que en la actualidad lleva el
presente título sacado de las palabras iniciales del manuscrito.
[23] Theodor Gomperz, Pensadores
Griegos, t. 1, s.t., Herder. España, 2000, p. 473-474, n.1).
[24] Carlos García, “Los sofistas y
Sócrates” en Victoria Camps (coord.), Historia de la Ética. 1. De los
griegos al Renacimiento, Crítica, Barcelona, 1988, p. 53.
[25] José Solana, Protágoras de
Abdera. Dissoi Logoi. Textos relativistas,
Akal, Madrid, 1996, p. 131, n. 2.
[26] D.K. 80 B
2.
[27] Sofistas, Testimonios y
fragmentos, trad. del griego de Antonio Melero, Gredos, Madrid, 1996, p.
53).
[28] Cabe mencionar que
Atenas era poco tolerante con las divergencias religiosas. Ya antes habían sido
procesados por impiedad Anaxágoras, Sócrates y Diágoras. Filostrato (Vida de los sofistas I, 10, 1
y ss) dijo que nuestro sofista
por su actitud hacia los dioses fue juzgado o bien condenado por
votación de la asamblea mientras que sus libros fueron quemados. Sin
embargo, se cree que tal vez haya una
dosis de exageración en tal versión y Olof Gigon, de plano lo califica como una
leyenda basándose en el silencio que guardó Platón frente a dicha condena,
quema de libros y muerte. No obstante, Solana siguiendo a Gil, comenta que en 411 a.C. hubo la decapitación
de las estatuas de Hermes en Atenas y en el 415 la profanación de los misterios
eleusinos, eventos que alarmaron a gente que pensó que la obra de Protágoras
era la causante de semejantes acciones (José Solana,.Protágoras de Abdera. Dissoi Logoi, Akal, Madrid, 1996, p. 23 y ss).
[29] Se sabe de la
existencia de tres Pitodoros: dos de ellos fueron arcontes y uno más fue el
redactor de la propuesta de los Cuatrocientos -grupo de poder oligárquico-
alrededor del 411 a.C (José Solana, Protágoras de Abdera. Dissoi Logoi.
Texos relativista, Akal, Madrid, 1996,
p. 14).
[30]Angel Cappelletti, Protágoras: naturaleza y cultura, Academia Nacional de Historia,
Venezuela, 1987, p. 60.
[31] También conocido como El arte de
disputar, según la traducción de José
Ortíz Sanz publicada por Porrúa.
[32] También llamado Sobre la Política.
[33] O igualmente llamada Preceptivo.
[35] En la versión de Porrúa del libro de
Diógenes Laercio se muestra que el historiador alejandrino tuvo conocimiento del
libro De los Dioses, aunque para su época ya no existía una copia.
Diógenes Laercio, Vidas de los filósofos más ilustres, 2ª ed,
Porrúa, México, 1981, Sepan
Cuantos, p. 237.
[36] Sexto Empírico math. VII, 60.
[37] Eusebio, Praep. Evang., XIV,
3, 7.
[38] Eusebio, Praep. Evang. X, 3,
25.
[39] ANECD. PAR. I, 171, 31 de
Hippomacho B 3.
[41] Edward
Schiappa, Protagoras and logos. A study in Greek Philosophy and Rhetoric, Univesrity of South
Carolina Press, Columbia, 1991, p. 164.
[42] DK 80 A 26. El fragmento citado de Diels-Kranz
atribuye un libro llamado Orthopeia a Demócrito y dice que éste fue
comentado por Protágoras. Sin embargo, el par de investigadores citados, dan el
salto a hacer la atribución de tal obra
al sofista.
[43] Protágoras 339 a 7-d9.
[44] Angel Cappelletti, Protágoras: naturaleza y cultura,
Academia Nacional de Historia, Caracas, 1987, p. 65.
[45] Untersteiner reordenó el corpus de la
siguiente manera, como cuenta Cappelletti: "[...]en las Antilogias trataba
Protágoras sobre cuatro temas fundamentales, de los cuales derivan los nombres
de la lista de Diógenes Laercio: 1) Sobre los dioses (aquí estaban incluidas
las secciones o capítulos que luego se llamaron, como obras autónomas y
separadas, Sobre los dioses y Sobre lo que hay en el Hades); 2)
Sobre el Ser (fragmentos de esta parte de las Antilogías recibieron más
tarde subtítulos y al fin se difundieron como obras diferentes: Sobre el Ser;
Arte de la Erística y, tal vez, Pleito sobre los honorarios; 3)
Sobre las leyes y problemas referentes al Estado (comprendía numerosos
capítulos y entre ellos algunos que más tarde, considerados como obras aparte,
fueron titulados: Sobre la política; Sobre la condición primitiva de
las cosas, Sobre las virtudes, de la cual formaban parte tal vez Sobre
el amor de la gloria, Sobre la conducta no recta de los hombres y Oración
imperativa); 4)Sobre las artes (partes de esta sección puede considerarse
con certeza los tratados conocidos luego como Sobre la lucha y Sobre
las matemáticas). Ángel,
Cappelletti, Protágoras: naturaleza y cultura, Academia Nacional de Historia,
Caracas, 1987, p. 60-61. El subrayado es mío.
[47] Cfr. Protágoras y Gorgias, Fragmentos
y testimonios, trad. de José Luis Barrio Gutiérrez, Orbis, Buenos Aires,
1984, p. 14; José Solana, Protágoras de Abdera. Dissoi Logoi, Akal, Madrid, 1996, p. 30). Incluso Solana considera que el reducir las obras de Protágoras sólo a un par
de producciones, sigue la línea de minimizar su valor filosófico.
[49] Ángel
CAPPELLETTI, Protágoras: naturaleza y cultura, Academia Nacional de Historia, Caracas, 1987, p. 62 y 65.
[50] Ibid.
[51] El considera que Protágoras
efectivamente escribió La Verdad y que esta ha sido identificada tarde o
temprano con los Discursos demoledores y el Gran Logos (aunque
otros identifican el Gran Logos como una parte del texto De las Virtudes).
También menciona Cappelletti que Sobre el Ser tal vez sea un subtítulo o
un nombre alternativo para la ya mencionada obra de La Verdad, pues según el
filósofo venezolano dicho texto es una crítica de Protágoras a la filosofía de
Parménides y el eleatismo. Así pues, tenemos 4 títulos para un mismo escrito.
Luego están las Antilogias posiblemente
de contenido político ya que el testimonio Diógenes Laercio (III, 37) sugiere que se trate de un tratado político,
al decir que la República de Platón la absorbe (sin embargo, según Guthrie, las
Antilogias eran un tratado de Retórica en dos tomos). Por otro lado, están De
los Dioses, Discursos Dobles, Sobre la condición primitiva de las cosas
(texto en el que supuestamente se exponía la oposición phúsis -nómos), Sobre
la Política (aquí posiblemente se exponía la virtud política mostrada en el
Protágoras de Platón) , De las virtudes, De las cosas no bien hechas por los
hombres, Sobre el amor y la gloria y
los Juicios Imperativos -todos ellos de contenido moral- y dos
escritos técnicos: De las matemáticas (matemática) y De la lucha
(retórica) (Ángel Cappelletti, Protágoras: naturaleza y cultura,
Academia Nacional de Historia, Caracas, 1987, p. 62-65).
[52] Hernán Ortiz, La especulación
iusfilosófica en Grecia Antigua: desde Homero hasta Platón, Temis, Bogotá, 1990, p. 99.
[53] Platón, Teeteto o sobre la ciencia,
trad. del griego de Manuel Balasch, Anthropos, Barcelona, 1990, p. 10.
[55] Rodolfo Mondolfo, La comprensión del sujeto en la cultura
antigua, EUDEBA, Buenos Aires, 1968, p. 153, n.7.
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