El kairos en Protágoras

Es cierto que estamos acostumbrados a entender el logos protagórico como algo que está en el hombre, tan sólo recordemos lo que Schiappa y Kerferd dicen al respecto. No obstante, nosotros añadiremos que el logos, además, de estar en, es el hombre y trataremos de demostrarlo a partir del kairos.
Si creemos junto con Schiappa que en la época de Protágoras todavía no había una división entre retórica y dialéctica (ya sea entendida como la ciencia de la lógica o como el método filosófico del dialogar), podemos conceder con aquel que en ese entonces había un estudio del logos (una lingüística protagórica) y muy probablemente, a partir de dicho estudio, se diseñaron manuales para el uso del lenguaje en los tribunales.[1] Concebido así el logos, es un algo que tiene el hombre y puede manipular. A continuación veremos cómo se vislumbra el logos como algo tan íntimo al hombre, que el hombre mismo es eso. 
La dialéctica y la retórica, en cuanto aspectos del arte del logos del Abderita, no se tienen que concebir bajo un modelo platónico,  sino más bien protagórico, es decir: del kairos.[2] Ciertamente que, aparte del testimonio de Diógenes Laercio -quien dijo que Protágoras expuso el poder, la potencia del kairos (kairoudynamin)-, no tenemos ninguna referencia de esta palabra en la obra de Protágoras. Sin embargo, tenemos noticias de que fue un término con una larga tradición dentro de la literatura y que fue profesionalizado en el último cuarto  del siglo V a.C. entre algunos sofistas, como nuestro abderita, los Dissoi Logoi (2.20), Gorgias, Isócrates y Critias.[3] Por ende, no es nada descabellado asumir por cierto el testimonio de Diógenes Laercio.
Kairos en el contexto de estos pensadores significa “tiempo oportuno”. José Solana dice: “Kairos se refiere al tiempo y sólo al tiempo, no es simetría ni proporción, si bien el kairos es tiempo de algo, el momento de algo y es siempre momento de una relación”.[4] Curiosamente ya vimos que para nuestro sofista las cosas están en relación y el conocimiento es una relación afectada por las cosas; sin embargo, aquí cobra especialmente un sentido moral que no necesariamente anula la relatividad en otros ámbitos. De acuerdo con Alejo G. Sison –quien sigue a los estudios de Modesto Berciano- el kairos es ocasión para el actuar del hombre, y ésta (la ocasión) está “cargada, además, con el matiz de oportunidad y conveniencia respecto a ese obrar concreto”[5], convirtiéndose así en el “tiempo interno al acto virtuoso”.[6] El kairos, en el hombre, se convierte en una conciencia oportuna del pasado, del presente y del futuro.[7]  En ese sentido el kairos es continuidad del tiempo[8], pero también es discontinuidad en tanto que la perspectiva de lo que aconteció, acontece o acontecerá, puede cambiar y, de hecho, suele cambiar. Luego, la virtud “se cifrará en la obediencia rendida que se presta a las implacables directrices del kairos”.[9]
Para Protágoras el marco relacional del arte del logos, la ontología y la moral –recordemos  también el relativismo ético de los Dissoi Logoi- es la base de la actividad del filósofo.[10]

Si el kairos es tiempo, es decir, momento de una relación, que en el hombre se convierte en una ocasión para actuar oportunamente, cabe mencionar que en efecto sólo se puede actuar oportunamente (o simplemente actuar) si se tiene conciencia de aquello con lo que se está en relación.
Pero, además, tal conciencia es un discurrir sobre el pasado, presente y futuro de esa relación y ella misma (la conciencia en relación) discurre.[11] El yo de la conciencia es una unidad en unidad por la  “[...]narración que enlaza  nacimiento, vida y muerte como comienzo,  desarrollo y fin de la narración”.[12]
El hombre -criatura en relación- está inmerso en situaciones, por eso hablaron los sofistas del kairos. Sólo se tiene uno o unos cuantos momentos para actuar oportunamente. Dentro de una situación y una acción no puede prescindir de las intenciones del sujeto, ni de la historia que  da razón de ser a estás últimas[13] o a los demás  agentes individuales que forman parte de la situación misma.[14] Así pues, las intenciones son inteligibles sólo en la trama de una historia que se caracteriza por ser impredecible pero teleológica.[15] En consecuencia:
Seguramente que la vida humana tiene una forma determinada, la forma de cierta clase de historia. No sólo los poemas y sagas narran lo que les ocurre a los hombres y mujeres, sino que en su forma narrativa los poemas y sagas capturan una forma que estaba presente en las vidas que relatan.[16]

De acuerdo con MacIntyre las sociedades heroicas, como la griega, educaban en la moral a su población principalmente por medio del relato, del contar historias.[17] Sin embargo,  este fenómeno parece ser más amplio, ya que el lenguaje, por un lado, a través de la narración hereda una cosmovisión, y por el otro, es una estructura que organiza y opera el mundo (ambas facetas se pueden encontrar ya en la doctrina protagórica).




[1] Francisco Rodríguez Adradós diverge un poco de la postura de Schiappa, pues al parecer sugiere que la Lógica, la Retórica, la Gramática y la Teoría literaria, surgieron a partir de distintas circunstancias, pues la Lógica se derivó del estudio de la naturaleza humana, la Retórica y la Gramática surgieron de la práctica y la Teoria literaria de un mero afán teórico. Esta visión, por supuesto, no corresponde a la realidad. Recordemos que la diferencia entre retórica y la lógica no fue tan clara y que ambas estaban enraizadas la práctica (logon agonas), como bien han dicho Schiappa y Colli (Francisco Rodríguez, Palabras e ideas, Ediciones Clásicas, Madrid, 1992, p. 475).
[2] D.L. IX, 50 y ss. Nosotros ya lo enunciamos un poco antes simplemente como la relación sujeto-objeto. Claro que kairos, es más adecuada a su contexto histórico.
[3] Dionisio de Halicarnaso, Sobre la composición estilística 12.6 y DK 87 B 7. Edward Schiappa,  Protagoras and Logos. A Study in Greek Philosophy and Rhetoric, Univesity of South Carolina Press, South Columbia, 1991, p. 73 y 79.
[4]José Solana, El camino del ágora. Filosofía política de Protágoras de Abdera, Prensa Universitaria de Zaragoza, Zaragoza,  2000, p. 20.
[5]Alejo G. Sison,  La virtud: síntesis de Tiempo y Eternidad. La Ética en la Escuela de Atenas, Universidad de Navarra,  Pamplona,  1992, p. 174.
[6] Ibidem, p. 174 y 175. Obviamente se le podría objetar a Sison que los actos inmorales también requieren de un tiempo oportuno y de conveniencia y en ese sentido también participarían del kairos. Igualmente he de disentir con Sison  de su afirmación de que el kairos reconoce un tiempo divino y uno humano (p. 177),  especialmente en pensadores agnósticos, como Protágoras.  No obstante, considero  que se puede seguir distnguiendo un nivel trascendente a lo humano del kairos y en Protágoras se asocia con la phúsis y su funcionamiento.Así pues, como dice Sison, el hombre encuentra y crea kairos (p. 174).
[7] Esto no quiere decir obviamente que se sepa lo que va a suceder, sino que se espera que sucedan cosas y el hombre consciente de este esperado devenir, planea su vida como un proyecto.
[8] Para Alejo G. Sison, la continuidad del kairos  es también respecto al fin del acción que favorece,  dura lo que dura la acción (Alejo G. Sison, Op. Cit., p. 175).  Sin embargo, la pretensión de virtud, hemos de decir,  seguramente dura en muchas personas,  si no es que en todas (no lo sé), toda la vida.  Esto lleva a pensar que si el kairos es tiempo interno de la acción virtuosa, posiblemente dure también toda la vida, a menos que se entienda el kairos como un tiempo interno cuyo carácter de oportunidad está determinado por factores externos. Por ejemplo, que el momento oportuno para ser honrado esté determinado por el período de constitución del superyo de un niño.  Este punto pues, requier ser reflexionado más a fondo, pues cuando se habla de un tiempo interno o bien de un momento de oportunidad habrá que profundizar más sobre el sentido que tales frases encierran.
[9]Alejo G. Sison, Op. Cit, p. 184-185. Tampoco pretendo sugerir una conciencia moral de corte divino oculta detrás del kairos. ¿Cuáles son entonces las directrices del kairos? Si consideramos el mito prometéico y la techné protagórica del arte sofistico, pareciera que su directriz está en un utilitarismo cultural que se basa a su vez en un principio de la relatividad del homo mensura, cuyos contenidos dependen de lo que históricamente nos brinda la educación y un afán de supervivencia inherente al desarrollo humano. En la época de Protágoras y para este sofista, las directrices del logos en su época cuajan en  la eubolía, la democracia y un sentido del nosotros  o nostreidad (el cual favorece la supervivencia de los seres humanos). Más adelante veremos que tales directrices se transmiten narrativamente cuando se hable de la mitopóyesis. Cfr. Ricardo Mazón, “La filosofía de la cultura de Protágoras” en Vera Humanitas, Dirección de Humanidades de la Universidad La Salle, México, Año 20, núm., 37, 2004, p.151-161.
[10]José Solana, El camino del ágora. Filosofía política de Protágoras de Abdera, Prensa Universitaria de Zaragoza, Zaragoza,  2000, p. 27.
[11] José Ferrater Mora nos dice que la conciencia tiene básicamente dos sentidos: 1) percatación o reconocimiento de algo exterior o interior al yo; 2) conocimiento del bien y del mal.  La conciencia en su primera acepción tiene tres sentidos: uno psicológico, que es la percepción del yo por sí mismo (también llamada autoconciencia o apercepción); uno epistemológico, que refiere el sujeto del conocimiento;  y uno metafisico que se refiere al yo. En este trabajo, hemos entendido a la conciencia justamente como el reconocimiento de algo en sus tres sentidos (José Ferrater, Diccionario de Filosofía, t. 1, Ariel, Barcelona, 2001, 1ª reimpresión, entrada: conciencia).
[12] Alasdair MacIntyre, Tras la virtud, trad. del inglés de Amelia Valcarcel, Crítica, Barcelona, 1987, p. 254
[13] Con esto no queremos negar la libertad, sino apuntar a que ella decide a partir de un pasado que nos marca, de un presente vivido y de un futuro que proyecta, construyendo así el sujeto su historia en la medida de sus posibilidades.  En otras palabras, las acciones  humanas se hacen inteligibles en el contexto  de una narración.
[14] Ibidem, p. 255. Para MacIntyre la situación es un término inclusivo que abarca cualquier ambiente, práctica o institución. Nosotros diremos que una situación es un sistema de relaciones entre el sujeto y lo que acaece.
[15] Ibidem, p. 264-266. Es impredecible porque el narrador (el viviente) no sabe cómo va a acabar la historia, pero es teleológica, porque él construye a pesar de eso su propio relato, es tema de sí mismo, se pone fines y es responsable de ellos.
[16] Ibidem, p. 159.
[17] Ibidem, p. 155.

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