¿Qué es el lenguaje?
¿Qué es el
lenguaje? No es una pregunta fácil de responder. Es una pregunta filosófica tan
antigua como la del origen del Ser o de la Naturaleza. El lenguaje puede
referirse a ciertos sonidos o señas que expresan pensamientos y sentimientos, a
una manera y estilo de expresarse verbal y/o no verbal (consciente o
inconsciente, tanto de una persona como de una comunidad), igualmente puede
referirse a un sistema de comunicación de la especie humana o de otros seres
vivientes. El término “lenguaje” es
polisémico. En sentido amplio, el lenguaje es un proceso
espontáneo, más o menos instintivo, aprendido y convencional que sirve para la
comunicación, o bien, simplemente podemos decir que es la metodología de
comunicación entre animales.[1]
En sentido restringido el lenguaje es la
“facultad del ser humano de expresarse y comunicarse con los demás a través del
sonido articulado o de otros sistemas de signos”.[2] En ese tenor, el lingüista Ferdinand de
Saussure dice que el lenguaje es la capacidad del ser humano de aprender y
utilizar una o más lenguas.[3]
Las definiciones de la RAE y de Saussure
suponen la existencia de una competencia lingüística. Esto me lleva a
preguntarme si los animales también poseen dicha competencia o carecen de ella
a pesar de tener un lenguaje.
Lenguaje humano versus lenguaje animal
Los animales y los humanos hemos tenido sistemas para intercambiar
información sobre la especie, el sexo, los propósitos que los guiaban y sobre
el medio ambiente. Esa transmisión originalmente era comunicación química. La
necesidad de contactar con otros seres de tu misma especie para procrear
demandó mecanismos de comunicación mas sofisticados. Esa es la base del
lenguaje según Steven Roger Fischer.[4] En consecuencia el lenguaje puede ser también
entendido como un mecanismo de intercambio de información. Una de esas formas
de comunicación es cinética y corporal, pero otra es bioacústica. En general podemos decir que los animales se
comunican o reciben información a través de señas visuales (expresiones
faciales, gestos, movimientos, coloraciones), señales táctiles (mediante vellos
sensitivos, caricias, acicalamiento, mordidas), señales químicas (que se
perciben por el olfato), señales auditivas (sonidos) y electro-comunicación
(detección de campos eléctricos emitidos por los animales, como hacen algunos
peces, tiburones y ornitorrincos) y señales gustativas. La zoosemiótica estudia la generación e
intercambio de información entre los animales. Si este fenómeno implica
lenguajes animales o no es una cuestión en debate. Nosotros solemos pensar el
lenguaje como un sistema de comunicación mediante sonidos. Es decir, la comunicación es bioacústica. Pero
nuestra comunicación pudo haber seguido otros derroteros: pudo haber sido
visivo-gestual o incluso telepática, según Rafael del Moral, pero por alguna
razón la evolución nos condujo a una comunicación fónico-auditiva.[5]
Tenemos un rango de comunicación entre 30 y 18 mil hertzios (donde
aparecen perros, ranas, pájaros, etcétera), pero también hay animales que
comunican en rangos acústicos infrasónicos (por debajo de los 30 hertzios), que
utilizan las ballenas, los elefantes o los cocodrilos; o ultrasónicos (por
encima de los 18 000 hertzios), que utilizan los insectos, los murciélagos, los
delfines. Los sonidos infrasónicos regularmente son utilizados por los animales
para detectarse. Los elefantes emiten estos sonidos que atraviesan las selvas y
son captados debido a sus orejas que están muy separadas entre sí. Sirven para que machos y hembras se
localicen, pero también para llamar a las crías o para juntarse y dar un paseo.
Ahora si volteamos al mundo ultrasónico, en éste los sonidos sirven a algunos
animales para comunicarse.
Se ha estudiado la posibilidad de lenguaje en diversas especies,
especialmente se ha hecho con caballos, ballenas, delfines y primates. En estos
últimos es en los que se ha encontrado una capacidad lingüística cercana a un
auténtico lenguaje. El problema es que este enfoque es antropocéntrico.
Francisco Conesa y Jaime Nubiola dicen que el lenguaje humano es distinto
del animal. Aseguran que el lenguaje animal es instintivo, involuntario
e igual, mientras que el lenguaje humano
tiene universalidad semántica,[6]
capacidad metalingüística (de referirse al lenguaje a través del lenguaje
mismo) y que no tiene una base instintiva sino cultural. Aunque la postura de
ambos resulta plausible, ciertamente, no todos los animales tienen el mismo
lenguaje, como ellos mencionan. A veces, también ellos aprenden signos que son
exclusivos de una agrupación, como sucede con la danza de las abejas. Tampoco
está claro que todos los animales sepan losas mismos signos, pues hay
comportamientos que aprenden de la convivencia con sus padres y sus manadas.
Esas son culturas animales. El canto de
las aves está abierto a las influencias del medio ambiente y no cantan igual si
son criadas por sus padres, que si no lo son. Así que no necesariamente todo es
instintivo, involuntario o igual. Si hablamos de una universalidad semántica,
ésta es más fácil en el significado de un gruñido o movimiento de cola, que en
el sintagma de una lengua. Aun, así, el lenguaje humano es distinto por su
mayor complejidad, pero no por las características antes mencionadas. Acaso
sólo lo único que se sostiene de lo postulado es la reflexividad o capacidad
metalingüística del lenguaje humano.
Como sea, evolutivamente el pensamiento abstracto precede al lenguaje
(primero surgieron las abstracciones y luego los lenguajes) y evidentemente requiere
de un sistema nervioso. Desde una perspectiva biológica, el lenguaje tiene la
función de expresar la intencionalidad de la criatura que lo expresa.[7] Esto
supone una “prosodia biológica”, es decir,
una forma
generalizada de comportamiento motor, una gesticulación externa de un estado
interno, la expresión externa de una abstracción que emana del interior y que
significa algo para otro animal. Entre nosotros, sonreír, reír, fruncir el ceño
son formas de prosodia, pues significan un estado interno momentáneo que otra
persona reconoce y comprende.[8]
Prácticamente, casi todos los vivientes animados cuentan con alguna forma
de comunicación: sean vocalizaciones burdas, muecas, movimientos corporales o
danzas. Los animales que tienen una vida social más estrecha, al parecer tienen
un lenguaje más complicado. Algunos lingüistas creen que el lenguaje animal más
sofisticado que se ha encontrado es el de los cercopitecos verdes, unos monos
africanos, que tienen unas cuantas palabras para significar cosas así, como
“mono dominante”, “mono subordinado”, “mono peligroso”, “leopardo”, “águila”,
“serpiente”, “babuino”, “mamífero peligroso” y “manada rival”. Se cree que su
lenguaje excede las 10 palabras y abarca con ellas unas 100 instrucciones.[9]
Una postura distinta a la de aquel par de filósofos es la del lingüista
George Yules, quien señala que el lenguaje humano tiene cinco propiedades que
le son únicas. Se caracteriza por su capacidad de desplazamiento (del
momento presente a otras formas de tiempo y de remitirse a un espacio lejano a
la situación del hablante), por ser arbitrario (en la que el signo que
representa al significado es producto de la convención, no de la naturaleza),
la productividad (la capacidad de crear nuevas expresiones o enunciados
a partir de recursos lingüísticos limitados), que sirve para la transmisión
cultural y la dualidad (capacidad de generar sonidos individuales
sin significado y al combinarlos generar con éstos distintas combinaciones con
significado). También se suele postular es que el lenguaje humano posee otras
cualidades, como la prevaricación (capacidad de no decir la verdad), la reflexividad
(capacidad del lenguaje para referirse a sí mismo), la utilización de unidades discretas
(elementos de lenguaje que son claramente separables entre sí), y creatividad
(posibilidad del lenguaje de reaccionar a su interioridad y no solamente a
elementos externos de la realidad).[10]
Sin embargo, se ha encontrado animales que piensan temporalmente.
Incluso, las abejas pueden avisar con una danza al regresar al panal de la
existencia del néctar que descubrieron. Que algunos tienen formas de
comunicación que varía según el grupo al que pertenezcan. También hay animales
que entienden muchos sentidos al aprender una sintaxis de un instructor, como
los delfines. Y los pericos también pueden articular sonidos distintos. La
diferencia fundamental es que mientras encontramos algunas semejanzas entre
animales y hombres en unas y otras especies, el hombre sintetiza todas esas
cualidades, y los otros animales las poseen por separado. Se ha tratado de enseñar el lenguaje a animales
que tienen algún parecido a nosotros: loros y los chimpancés. Los loros, aunque son aves, tienen un aparato
fonador versátil. En los años 70 Irene
Pepperberg comenzó a instruir a un loro africano de trece meses de edad en el
lenguaje. Se llamaba Alex. La idea era comunicarse con él. Alex comprendía los significados y respondía
a ellos. Por ejemplo, se le preguntó
teniendo dos llaves (una morada de aluminio y otra mayor de plástico verde)
cuántas había y respondió después de 15 segundos que eran dos. Se le preguntó
cuál era la mayor, contestó que la verde.
Alex aprendió a nombrar 40 objetos distintos, sobre los cuales hacía
peticiones, rechazos, categorizaciones, cuantificaciones con una precisión del
80%. Sin embargo, Alex no aprendió a
hablar como lo hacían los humanos. En el caso de estos primates se ha
encontrado que pueden entender varias palabras, pero no pueden decirlas. Eso sucedió en un experimento en los años
treinta. Luella y Winthrop Kellog criaron un chimpancé llamado Gua
simultáneamente con el hijo de esa pareja. El animal comprendió hasta 100
palabras. En los años cuarenta Catherine y Keith Hayes criaron a una chimpancé
llamada Viki a la que trataron de enseñarle a hablar. El resultado fue pobre.
Sólo articuló de manera deficiente “mamá”, “papá” y “taza” (cup). Así que, a
partir de estas experiencias, Beatrix y Allen Gardner enseñaron a otra
chimpancé llamada Washoe una versión modificada de la lengua de signos
americana. Washoe aprendió a “decir” más
de 100 palabras y a articularlas en oraciones. Este mismo experimento fue hecho
con un gorila de 13 meses de edad llamado Koko por parte de Francine Patterson.
Aprendió hasta 500 palabras que usa activamente y otras 400 que usa
pasivamente. Se dice que tiene un vocabulario semejante a un niño de 2 años.
Más adelante se le asignó un compañero a Koko: un gorila macho de tres años y
medio llamado Michael. Éste también aprendió el lenguaje signado. Ellos
empezaron a entablar charlas con dicho sistema. Mostraron tener algunas
prerrogativas de lo que se dice es el lenguaje humano, como es el
desplazamiento, pues podían referirse a eventos temporales o hacer bromas.
Igualmente se intentó enseñar lenguaje signado a orangutanes en Borneo en los
años setenta. El resultado fue exitoso.
Así que se encuentra que en los grandes simios hay una capacidad lingüística
compartida.
Otros experimentos interesantes
han sido el de enseñarles a comunicarse a los chimpancés mediante objetos de
plástico que representaran palabras (como sucedió con Sarah) y mediante
símbolos conectados a un ordenador que también representaban palabras (así pasó
con Lana). Igualmente se le enseñó
lenguaje a un bonobo llamado Kenzi, quien se comunicaba mediante un teclado de
256 símbolos llamado lexigrama. Sus respuestas no eran aprendidas, sino
motivadas, respondía a preguntas, a afirmaciones y órdenes. Ejemplo. Un chimpancé se robó las llaves del
Centro de Investigación Savage-Rumbaugh,
se le pidió a Kanzi que las recuperara. Éste se acercó al culpable, le murmuró
algo al oído y regresó con las llaves.
Se cree, siguiendo la teoría de Chomsky de una gramática generativa, que
había dos universales lingüísticos absolutos en los homíninos, de los cuales
solo sobrevive el hombre: 1) la existencia de un mínimo tres vocales; 2) 1ue se
suelen usar tres consonantes (oclusivas) para bloquear el paso del aire (p, t,
k). Claro que esta tesis no es aceptada
por todos los lingüistas. Del Homo sapiens se piensa que el lenguaje pudo
surgir de un origen único de África (y con éste una lengua original:
ursprache), o bien que tuvo un origen simultáneo ocasionado por distintos
homininos que surgieron a lo largo de todo el planeta (teoría multirregional).
En el hombre el lenguaje tiene como piedra angular –pero no como único
elemento- la vocalización asociada a significados abstractos a través de una
sintaxis con tiempos verbales y modos gramaticales (formas de usar el lenguaje
que expresan una intencionalidad o un grado de realidad). Esta capacidad simbólica posiblemente tenga de
dos a tres millones de antigüedad, mientras que la existencia del lenguaje se
remonte a unos 30 mil a máximo 200 mil años de antigüedad. Por eso Javier Sampedro señala que la
conciencia primaria del mundo existió. Es decir, el cerebro homínido ya tenía
la capacidad de representar escenas complejas de la realidad y
conceptualizarlas en la mente sin lenguaje. Esas escenas responden a muchos
circuitos que almacenan información por separado. Sampedro cree que cuando se
inventó el lenguaje, designó nombres para esos conceptos de las experiencias
que captaban. Fue una exploración de los conceptos elaborados por la conciencia
del mundo. Ya luego, paulatinamente el lenguaje se convirtió en un sistema
formal abstracto.
En otros términos, pero en esta misma línea, dice Franz de Waal que la
gran ventaja evolutiva del lenguaje humano es que permite trascender el aquí y
el ahora, ya que los animales tienen sistemas de comunicación restringidos al
aquí y al ahora. Esto se ha verificado
incluso en los primates a los que se les ha enseñado lenguaje signado o que se
han familiarizado con el lenguaje humano verbal. Fue el caso del chimpancé
Kanzi, a quien se lo solicitaba armar rompecabezas de distintos retratos. Kanzi
armaba rompecabezas de tres piezas de caras tres caras distintas de animales.
Se puso una pieza cuarta que no correspondía a ninguna cara (que incluía las
piezas de la cara de un conejo y la una pieza de una cara humana) y no podía
armar el rompecabezas. Pero cuando se le
indicaba que no se quería armar la cara del conejo, sino la humana, entendía y
armaba la cara humana. Esto sugiere un lenguaje inmediatista con una
inteligencia que también lo es. A pesar
de tal limitación entendía perfectamente frases enteras. Incluso podía inyectar a un perro de peluche
con una jeringa de plástico cuando se le solicitaba. La hipótesis de Franz de Waal es que los
primates entienden algunas palabras clave, deducían la intención del hablante a
partir de la información contextual. Los animales hacen inferencias para
deducir a partir de algunos elementos que comprenden de nuestro lenguaje lo que
se les solicita hacer. En cambio, lenguaje en el hombre, que comprendemos
completamente los propios humanos, permite hablar de lo ausente o de algo que
ya ocurrió o ocurrirá. Aun así, observa de Waal que algunas de estas
características se encuentran fragmentariamente en otras especies, pero no en
su totalidad. Es por eso que podemos ver abejas que indican con precisión la
localización de fuentes de néctar lejanas a una colmena mediante una sintaxis de
danza o un cercopiteco de cara negra de Kenia puede emitir llamadas de alarma
para advertir de la presencia de un depredador: leopardo, águila o serpiente.[11] Hay tales o cuales funciones que hace el
lenguaje humano en algunas especies, pero no están todas en una sola. En
consecuencia, podemos considerar la acotación que hace el etólogo Franz de Waal
respecto al lenguaje en el mundo animal:
somos la única especie genuinamente
lingüística. Para ser honestos, no tenemos evidencia de una comunicación simbólica
tan rica y multifuncional como la humana, fuera de nuestra especie. Parece que
es nuestro pozo mágico, algo en lo que somos excepcionalmente competentes. Otras especies son muy capaces de comunicar
procesos internos, como emociones o intenciones, o coordinar acciones y planes
mediante señales no verbales, pero su comunicación no es ni simbólica ni
infinitamente flexible como lo es nuestro lenguaje.[12]
El origen del lenguaje
En el mundo humano existen alrededor de 5000 lenguajes naturales entre
los seres humanos, que se pueden reducir a 30 familias de lenguas. Además, “Hay
cierta evidencia de que todas las lenguas habladas hoy en día comparten una
fuente común, anterior a la diáspora del hombre moderno”.[13]
También hay varios lenguajes artificiales, sean como el esperanto, o sean como
los computacionales. En un lenguaje humano hay significados (semántica),
ordenación de los signos que producen los significados (sintaxis) y formas de
usar esos significados a partir de la sintaxis (pragmática).
Cabe mencionar que el lenguaje no es el habla (se puede usar un lenguaje
sin habla y aunque desapareciera un individuo, el lenguaje sigue permaneciendo
en la comunidad), ni es la gramática (las reglas concretas en las que se
organiza una lengua), ni es el pensamiento (pues hay formas cognitivas no
lingüísticas entre los animales, los bebés y los niños ferales; el pensamiento
no supone el lenguaje, aunque el lenguaje sí supone al pensamiento). La
gramática y el lenguaje se necesitan, pero no son lo mismo. La gramática del náhuatl
y del español son muy distintas, pero ambas requieren del lenguaje. Tal vez
exista una gramática universal de la cual se hayan desprendido todas las
gramáticas. Si ese es el caso, entonces lenguaje y gramática sí podrían
implicarse mutuamente en el hombre; no obstante, también el lenguaje se puede
usar violando varias reglas gramaticales. Ahora bien, al parecer no existe la
famosa gramática universal innata que Chomsky postula. Un ejemplo de esto son
Hellen Keller y Ginie. La primera, da cuenta que prácticamente casi no tiene
recuerdos antes de la adquisición del lenguaje. Keller, al recordar, su etapa pre-llingüística
la describió como haber vivido en un no-mundo y que ella había sido una
no-persona, un fantasma. Aprendió el lenguaje siendo una niña. No dio muestra
de ninguna gramática sino hasta que aprendió a hablar. Ahora pasemos a Genie,
una niña feral que aunque no tenía la discapacidad de Hellen Keller, creció sin
contacto social, aislada por el padre. Tardíamente a los 13 años se le trató de
enseñar el lenguaje. Cuando fue liberada, el proceso de enseñanza duró cinco
años. Sólo logró aprender unas cuantas palabras, articulaba pocas frases con
verbos y sustantivos, le costaba trabajo distinguir entre los pronombres
personales, usando indistintamente el “yo” y el “tú”, tampoco no aprendió las
normas sociales, solía masturbarse en público. Genie terminó recluida en una
institución para adultos inválidos. Roger Bartra sostiene que, si hubiera una
gramática innata, Genie la hubiera desarrollado. Incluso, estudios que le
hicieron a su cerebro, mostraron que las áreas del hemisferio izquierdo
relacionadas con el manejo del lenguaje se encontraban “apagadas”, que lo poco
que sabía decir era articulado por el hemisferio derecho. En consecuencia,
Roger Bartra concluye:
El caso de Genie
pareciera mostrar que no hay estructuras gramaticales innatas impresas en algún
módulo cerebral, y que la sintaxis, lo mismo que los significados, se
construyen en una red que conecta circuitos neuronales con redes culturales.
Esto no quiere decir que el cerebro es una tabla rasa. Los circuitos que
necesitan conectarse con el ambiente exterior tienen sin duda
característicamente determinadas y sistemas estables de señales.[14]
Para muchos el lenguaje verdadero
-en estricto sentido- sólo se da
entre los seres humanos. Algunos piensan
que surgió con un salto evolutivo ligado al surgimiento de la neo corteza del
cerebro. Javier Sampedro cree que fue un proceso paulatino ligado a la
evolución y lentos cambios en la morfología del cerebro. El cerebro humano es tres veces más grande
que el de los simios de su estatura, las áreas olfativas están muy reducidas. En
cambio, están crecidos los lóbulos frontal, temporal y las áreas de
procesamiento visual. Al parecer, la información visual es más abstracta y más
propicia para el desarrollo del lenguaje que la información olfativa. Entonces
la arquitectura del cerebro permite el lenguaje. Es posible que los cambios
morfológicos del cerebro estén asociados al efecto Baldwin: lo aprendido se
hace instinto. En consecuencia, el uso del lenguaje generacionalmente incorpora
a la estructura genética cambios que favorecen el aprendizaje del lenguaje.
Se sabe que hay un gen relacionado
al dominio del lenguaje, el FOXP2, y pese a que no es exclusivo del hombre -pues
está presente en otros primates- cuando éste sufre una mutación da origen a
trastornos del lenguaje en personas con un coeficiente intelectual normal. [15]
La anterior perspectiva genética abre la posibilidad de que haya existido
el lenguaje no sólo en los hombres prehistóricos, sino incluso en algunos de
sus precursores: “Puede ser que la tecnología lítica del Homo
Erectus y el dominio del fuego hayan dependido del surgimiento de un
protolenguaje aprovechando la capacidad humana recién adquirida de emitir
palabras, pero esto no pasa de ser una mera especulación”.[16]
Igualmente, se cree que en su antecesor,
el Homo Habilis, podría ya haber
existido esta capacidad lingüística, ya que su cerebro con mayor complejidad
daba indicios de poseer un área de Broca (relacionada con la producción del
lenguaje) y un área de Wernicke
(asociada a la decodificación del lenguaje), hace unos dos o tres millones de años.[17]
Sin embargo, la evidencia que presentan el homo habilis y su muy similar
pariente, el Homo erectus de un cerebro de una capacidad craneana menor (1000
centímetros cúbicos) hace pensar a muchos que la falta de un mayor volumen
produjo una limitación que
derivara en la existencia de unos cuantos sonidos. Antes de ellos, los australopithecus y los
simios, carecían de dichas estructuras cerebrales (Broca y Wernicke) y de la
conformación en la laringe de un aparato fonador sofisticado.[18]
Es curioso que entre todos los mamíferos solamente el ser humano tiene la
laringe más abajo de la garganta. En el resto, la laringe se encuentra en la
parte alta y su epiglotis cierra la tráquea al tragar. En el caso del humano,
no. En consecuencia, como no se pude cerrar completamente la epiglotis, la
respiración y la ingesta deben alternarse.
El Homo antecessor ya muestra la capacidad de un aparato fonador para
emitir un lenguaje articulado.[19]
También algunos contemporáneos del hombre se cree que tuvieron lenguaje, como
el hombre de Neanderthal.
Es hasta el surgimiento del cerebro de 1400 centímetros cúbicos y del
perfeccionamiento del aparato fonador del homo sapiens cuando se puede postular
que estaban las condiciones para que hubiera un lenguaje humano como lo
conocemos hoy en día. Carlos
Prieto lanza la hipótesis de que el lenguaje humano existió hace 130 000 años
con aquellos seres humanos que poblaron la zona centro-sur de África. Se calcula
que la población humana era de 50 mil personas hace 100 mil años. Con ellas
surgieron las lenguas a partir de una lengua posiblemente original entre todos
ellos.[20]
Y es que como no tenemos ninguna
evidencia física del pasado del surgimiento del lenguaje, lanzamos muchas
especulaciones. Pero, efectivamente
Carlos Prieto no está tan descaminado. El lingüista George Yule señala que en
dicha ciencia se suele creer que el lenguaje hablado debió desarrollarse hace
100 000 y 50 000 años.
Ahora bien, la revolución genética que permitió generar el lenguaje debió
estar acompañada de una revolución social que motivara la invención del
lenguaje. Algunos creen que esta
revolución social coincidió con el origen del arte figurativo en el 40 mil a.C.
Pero, citando a Adam, es justo señalar: “Sin importar lo mucho que nos gustaría
haber podido escuchar las palabras de nuestros antecesores, nunca sabremos el
origen del lenguaje con alguna certidumbre”.[21]
Realmente nos consta la existencia del lenguaje a partir del 5000 a.C., con el
registro histórico de éste.
La primera explicación sobre el origen del lenguaje fue la que consideró
que era don otorgado por un dios o dioses a los seres humanos (teoría
teológica). Posteriormente, se especuló
que tal vez que el hombre haya aprendido hablar imitando a los sonidos de su
alrededor en la Naturaleza (teoría onomatopéyica), otros creen que surgió por
la necesidad de expresar las sensaciones internas que experimentaba en su
contacto con el mundo, como angustia, afecto, miedo, etcétera (teoría de la
expresiones afectivas). Claude
Levi-Strauss, opinaba que el lenguaje no surgió de un proceso largo evolutivo,
sino que apareció intempestivamente entre los hombres. Conesa y Nubiola
proponen que las teorías en torno al surgimiento del lenguaje se pueden dividir
en naturalistas (si suponen una relación natural entre símbolos y
objetos) o convencionalistas (si suponen una relación arbitraria entre
ellos), o bien pueden ser empíricas (si relacionan el origen del
lenguaje a la relación con el ambiente) o bien racionalistas (si creen
que hay una estructura de universales del lenguaje con los que ya existe el
sujeto).
Algunas de las teorías concretas que se han dado del origen del lenguaje
están ligadas a ciertas hipótesis: la del origen divino, la de los sonidos
naturales, la de la adaptación física, la del aparato fonador, la del cerebro
humano y la del origen genético. Es
interesante que las religiones suelen mayoritariamente creer que el lenguaje ha
sido creado por un ser divino. Incluso se llegaron a hacer experimentos para
demostrar el lenguaje original dado a los hombres. Así lo hizo el faraón
Psamético en 2500 a.C.,[22] Federico II (siglo XIII) del Sacro Imperio
Romano Germánico,[23]
Jacobo IV de escocia en 1500 d.C.[24]
La hipótesis de los sonidos naturales, en cambio, sostiene que el lenguaje
surgió de la imitación de los sonidos del ambiente en el que estaba inserto el
ser humano. Esta teoría evolucionó a que el lenguaje surgió de los gritos
humanos, e incluso se postuló de que surgió de los ruidos generados por los
esfuerzos físicos (hipótesis del ye-he-ho). La hipótesis de la adaptación
física señala que el lenguaje surgió de los cambios anatómicos que sufrió el
género homo dentro del grupo de los primates.
La hipótesis del aparato fonador señala que los dientes tienen una
posición recta que es beneficiosa para generar sonidos, y que en conjunto con
la estructura de los labios, lengua, boca y la laringe, el ser humano tuvo un
instrumento capaz de generar una multitud de sonidos. La hipótesis del cerebro apuesta a que el ser
humano tuvo un desarrollo cerebral que
se especializara en funciones, y que cuando, el humano empezó a
manipular objetos, generó también el lenguaje.
Por último, la hipótesis del origen genético sostiene que los seres
humanos tendemos a buscar aprender el lenguaje por nuestra propia naturaleza
genética.
Concepciones filosóficas del lenguaje
Desde una perspectiva filosófica existen algunos modelos que explican al
lenguaje a partir de la relación que éste puede tener con el pensamiento o con
la realidad. Juan José Acero comenta que
hay cuatro grandes modelos. El primero supone que el lenguaje es un código que
expresa al pensamiento (que denota la relación entre la mente y el mundo) y, en
consecuencia, es una representación del mundo. Una segunda postura es que el lenguaje expresa
una realidad independiente y previa al mundo (en la mente del hombre) y que es
el vehículo formador del pensamiento (acá el énfasis es entre la
relación lenguaje y realidad). El tercer modelo le interesa en su centro la
relación pensamiento-lenguaje, así que va considerarlo en términos de la
referencia y la verdad, es decir cómo se crean los significados en la mente, a
que refieren y qué dicen del mundo. El
cuarto modelo considera al lenguaje como una herramienta, en el sentido
de que es parte de una actividad y forma de vida; en síntesis, el lenguaje es
una forma de conducta.[25]
En conclusión podemos decir que todas
tienen algo de verdad: que el lenguaje es código que representa al pensamiento,
que es una realidad independiente al mundo que conforma al pensamiento, que
expresa verdades y también conductas.
El aprendizaje del lenguaje
Sea cual sea el origen lingüístico, hay un motor importante en la
detonación del habla: el instinto del juego. Éste –y a pesar de que otros
animales jueguen- dio origen al mundo simbólico de la cultura mediante la
búsqueda del placer que provoca el propio jugar y con el efecto de generar un
aprendizaje. El juego crea un mundo ajeno al real con sus propias reglas que
permiten acceder y prepararse para el mundo real. Además, gracias a la dinámica
lúdica, el hombre puede controlar cognitivamente las señales que genera. En
consecuencia, puede transmitir, por ejemplo, un mensaje de “felicidad” para
ocultar una tristeza. Muchos animales no pueden mentir o crear ficciones con su
lenguaje corporal-natural; el hombre sí. Aunque Benédicte de Boysson-Bardies
cuenta que los gallos pueden mentir, engañando a una gallina que le atraiga
mucho con el cacareo que significa “comida”, aunque no la haya.[26]
Así que el control cognitivo del lenguaje no es exclusivo del hombre, pero en
este último es más versátil. El lenguaje,
en el humano, sólo es aprendido por el hombre con la vida social, y en primera
instancia con el juego. Los niños ferales por eso no adquieren u olvidan el
lenguaje.
Pero en una situación de normalidad, los bebés reaccionan a la voz humana
desde que están en el vientre materno, prefieren ese sonido a otros del
entorno, incluso reaccionan mejor a la familiaridad de una lengua materna que a
voces en lenguas ajenas. Más tarde, las expresiones faciales entran en el
proceso comunicativo entre los bebés y sus progenitores. El lenguaje no verbal
se incorpora a su sistema de signos. Los neonatos aprenden a identificar los
sonidos de su idioma mediante el “habla infantil” que los progenitores utilizan
con sus críos cuando interactúa con ellos, asocian sonidos con palabras, las
palabras con significados; también aprenden asociar el lenguaje corporal con el
verbal. Tan es así que cuando crezca, sólo el 7% de la comunicación será
verbal, y el resto no verbal: tono de voz, postura del cuerpo, movimiento corporal,
gestos de la cara, vestimenta.
De cualquier forma, la imitación es un mecanismo muy importante en el
aprendizaje de la lengua. Paulatinamente los bebés van aprendiendo más palabras
hasta que, de repente, se da una “explosión del lenguaje” que los lleva a
aprender muchas más palabras, a pronunciarlas, a articular frases cortas de
dicción defectuosa, hasta que con el transcurrir de la niñez van perfeccionando
su dominio del habla.
Sin embargo, a pesar del cobijo de la crianza, la vida social es
conflictiva. El aspecto más difícil de regular del comportamiento intersubjetivo
es el instinto sexual permanente. Por lo tanto, el lenguaje permite establecer
reglas, crear consensos, resolver problemas generados por el instinto sexual,
por los otros instintos, por los conflictos generados por nuestras
instituciones, por los roces de la diaria convivencia. El lenguaje es una herramienta
para la supervivencia. La cultura es otro producto humano para la supervivencia
y el lenguaje permite su transmisión, su crecimiento. La cultura es información
transmitida entre cerebros. Aprender el lenguaje es heredar una cosmovisión,
una cultura. El lenguaje ayuda a adquirir conocimientos, habilidades y
actitudes. Por eso es que Francisco Mora lo define como un “sistema cognitivo
que permite al hombre clasificar las cosas de este mundo, ponerles un orden, y
por ende, hacerlo más manejable”.[27]
El lenguaje y el conocimiento
Otro punto de vista para estudiar el lenguaje lo encontramos en la lingüística
cognitiva. Parte de tres premisas: 1) que el lenguaje no constituye una
facultad cognitiva independiente desligada del cerebro, 2) la gramática implica
siempre formación de conceptos (conceptualización), 3) el conocimiento acerca
del lenguaje surge de su propio uso.[28]
Los lingüistas debaten, a partir de esos
supuestos, en torno a dos teorías: la
gramática generativa y la semántica veritativo-condicional (lógica). La primera
considera que el lenguaje es una facultad cognitiva autónoma e innata; la
segunda propone que hay un metalenguaje semántico que se valora en función de
una relación veritativa (verdadero-falso) de nuestro modelo mental del mundo
con el mundo real. Por ende, el lenguaje no sería una facultad cognitiva
autónoma e independiente de otras tareas cognitivas como la percepción, el
razonamiento o la actividad motora.[29]
En ese sentido, respecto a la autonomía,
ambas teorías son opuestas. Respecto al innatismo, no. Es decir, la teoría semántica
veritativo-condicional no está peleada con la idea de que el lenguaje sea una capacidad
innata de la especie humana.
Las palabras también son conceptos. No están aisladas unas de otras en la
mente. Están relacionadas entre sí. Un
concepto se asocia a una gran cantidad de conceptos.
El lenguaje y la comunicación
Desde la perspectiva de la comunicación, los elementos que participan del
lenguaje son: 1) el emisor, 2) el receptor, 3) el mensaje, 4) el código, 5) el
canal, 6) el contexto. Es decir: quien lo envía, quien lo recibe, lo que se
transmite, la forma en que se organiza la información, el vehículo a través del
cual se transmite y las circunstancias en que es transmitido. El lenguaje, en tanto que sistema de
comunicación, posee dichos factores.
Si el lenguaje comunica, en
término generales, comunica la cultura. Pero también el lenguaje se ve
enriquecido por la propia cultura. Los avances tecnológicos que el ser humano
ha creado, se han aplicado al propio lenguaje, de tal manera que se gestan
tecnologías que le permiten tener un mayor alcance a la comunicación (y
ejercerla incluso de manera asincrónica). Así pues, se han inventado la
escritura y los medios de comunicación (radio, teléfono, televisión, internet).
Las redes sociales hoy en día han
modificado nuestras formas de vincularnos, de usar el lenguaje.
Si pensamos que el lenguaje ejerce la comunicación, éste tiene varias
funciones. Al menos, podemos encontrar dos: una emotiva y otra apofántica; la
primera expresa el mundo subjetivo del hombre, la segunda su mundo
objetivo. Con más detalle, Karl Popper
trató de señalar que el lenguaje tiene cuatro funciones principales: 1)
expresiva, 2) estimulativa, 3) descriptiva, y la 4) argumentativa. La uno
muestra los pensamientos y estado de ánimo del emisor; la dos busca generar una
reacción de parte del receptor; la tres da cuenta de un estado de cosas; las
cuatro permiten presentar problemas y comparar las explicaciones de éstos. Claro
que existen para él muchas otras funciones, pero que la argumentativa es la más
elevada y la más tardía evolutivamente.[30]
Parece que las intenciones que surgen en el circuito de la comunicación y los
referentes a los que se aplican determinarán una multitud de funciones que
puede tener.
¿Qué es el lenguaje? Vuelvo a
pensarlo. Sólo puedo concluir que es un instrumento complejo del ser humano,
que una vez adquirido, se vuelve mucho más íntimo a su existencia que la respiración.
Bibliografía
https://www.youtube.com/watch?v=vGHYduoHtuM
https://www.youtube.com/watch?v=AWsaKZS_ZKY
https://www.youtube.com/watch?v=Q-B_ONJIEcE
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entender la inteligencia de los animales? Edit. Tusquets, México, 2016.
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2008.
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a Darwin. Los enigmas de la evolución a la luz de la nueva genética, edit.
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William Croft y Alan Cruse, Lingüística cognitiva, edit.
Akal, México, 2008.
[1] Rodolfo
Llinás, El cerebro y el mito del yo, edit.,
Norma, Colombia, 2003, p. 266
[2] lenguaje | Definición | Diccionario de la
lengua española | RAE - ASALE (consultado el 5 de agosto de 2021).
[3]
Varios, Introducción a la lingüística hispánica, edit. Cambridge, 3ª
ed., Reino Unido, 2023, p. 9.
[4]
Steven Roger Fischer, Breve historia del lenguaje, edit. Alianza,
Madrid, 2003, p. 11
[5]
Rafael del Moral, Historia de las lenguas, edición electrónica, Kindle.
[6] La
universalidad semántica es un principio lingüístico que asume que todas las
lenguas pueden transmitir la noción de acción, estado o proceso. Cfr. universal
semántico – Portal de Lingüística Hispánica (hispaniclinguistics.com)
[7] Ibíd.,
p. 264-265.
[8] Ibíd.,
p. 266.
[9]
Carlos Prieto, Cinco mil años de
palabras: Comentarios sobre el origen, evolución, muerte y resurrección de
algunas lenguas, edición Kindle.
[10] Varios,
Introducción a la lingüística hispánica, edit. Cambridge, 3ª ed., Reino
Unido, 2023, p.14-15.
[11] Franz
de Waal, ¿Tenemos suficiente inteligencia para entender la inteligencia de
los animales? Edit. Tusquets, México, 2016, p. 127 y ss.
[12]
Franz de Waal, ¿Tenemos suficiente inteligencia para entender la
inteligencia de los animales? Edit. Tusquets, México, 2016, p. 127.
[13] Adam
Zeman, La consciencia. Un manual de uso,
edit. FCE, México 2009, p. 336.
[14] Roger
Bartra, Antropología del cerebro. La conciencia y los sistemas simbólicos,
edit. FCE, México, 2009, p. 129.
[15] Facundo
Manes y Mateo Niro, Usar el cerebro.
Conocer nuestra mente para vivir mejor, edit. Paidós, México, 2014, p. 91.
[16] Adam
Zeman, La consciencia. Un manual de uso,
edit. FCE, México 2009, p. 336.
[17]
Facundo Manes y Mateo Niro, Usar el
cerebro. Conocer nuestra mente para vivir mejor, edit. Paidós, México,
2014, p. 91. Posiblemente, también la bipedestación permitió tener una mejor memoria episódica (para recordar
palabras) y reforzó la capacidad para
la comunicación gestual
[18] Carlos Prieto, Cinco Mil Años de Palabras: Comentarios sobre
el origen, evolución, muerte y resurrección de algunas lenguas, edición
Kindle.
[19]
Adriana Oliver y Francesc Gascó, La Paleontología en 100 preguntas,
edit. Ediciones Nautilus, Madrid, 2018, edición Kindle.
[20] Carlos Prieto, Cinco Mil Años de Palabras: Comentarios sobre el origen, evolución,
muerte y resurrección de algunas lenguas, edición Kindle.
[21] Adam
Zeman, La consciencia. Un manual de uso,
edit. FCE, México 2009, p. 336.
[22]
El faraón mandó aislar a dos niños recién nacidos que solo convivían con una
pastora muda y un grupo de cabras. Tras dos años los niños empezaron a hablar
espontáneamente, pero sus palabras sonaban al idioma frigio porque decían la
palabra “bekos” que significaba pan. La conclusión del faraón fue que el frigio
era el idioma original de los seres humanos.
[23]
Éste mandó a aislar a 30 recién nacidos para descubrir la lengua adámica.
Fueron cuidados por unas criadas que tenían prohibido hablarle a los niños.
Ninguno sobrevivió, más allá de los dos años.
[24]
Jacobo IV aisló a unos niños de una manera similar. Pero el concluyó que el
idioma original era el hebreo. Esos niños fueron puestos en la isla de Inchkeit
acompañados de una mujer sordomuda. Se carece de información detallada del
experimento y de lo que sucedió con los niños (Cfr. Experimentos
crueles: la privación del lenguaje de James IV - VIX, consultado el 2 de
agosto de 2021).
[25]
Juan José Acero, Filosofía del lenguaje I. Semántica,
edit. Trotta, Madrid, 2007, capítulo: “Introducción: Concepciones del
lenguaje”.
[26]
Bénédicte de Boysson-Bardies, ¿Qué es el
lenguaje?, FCE, México, 2009, p.
188.
[27]
Francisco Mora, Cómo funciona el cerebro,
edit. Alianza, Madrid 2011, p. 139.
[28] William
Croft y Alan Cruse, Lingüística cognitiva, edit. Akal, México, 2008, p.
17.
[29] William
Croft y Alan Cruse, Lingüística cognitiva, edit. Akal, México, 2008, p.
18-19.
[30] Christian
Plantin, La Argumentación. Historia, teorías, perspectivas, Edit. Biblos,
Argentina, 2012, p. 14-15.
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