¿Qué es el lenguaje?

¿Qué es el lenguaje? No es una pregunta fácil de responder. Es una pregunta filosófica tan antigua como la del origen del Ser o de la Naturaleza. El lenguaje puede referirse a ciertos sonidos o señas que expresan pensamientos y sentimientos, a una manera y estilo de expresarse verbal y/o no verbal (consciente o inconsciente, tanto de una persona como de una comunidad), igualmente puede referirse a un sistema de comunicación de la especie humana o de otros seres vivientes.  El término “lenguaje” es polisémico.   En sentido amplio, el lenguaje es un proceso espontáneo, más o menos instintivo, aprendido y convencional que sirve para la comunicación, o bien, simplemente podemos decir que es la metodología de comunicación entre animales.[1]  En sentido restringido el lenguaje es la “facultad del ser humano de expresarse y comunicarse con los demás a través del sonido articulado o de otros sistemas de signos”.[2]  En ese tenor, el lingüista Ferdinand de Saussure dice que el lenguaje es la capacidad del ser humano de aprender y utilizar una o más lenguas.[3]  Las definiciones de la RAE y de Saussure suponen la existencia de una competencia lingüística. Esto me lleva a preguntarme si los animales también poseen dicha competencia o carecen de ella a pesar de tener un lenguaje.

Lenguaje humano versus lenguaje animal

 

Los animales y los humanos hemos tenido sistemas para intercambiar información sobre la especie, el sexo, los propósitos que los guiaban y sobre el medio ambiente. Esa transmisión originalmente era comunicación química. La necesidad de contactar con otros seres de tu misma especie para procrear demandó mecanismos de comunicación mas sofisticados. Esa es la base del lenguaje según Steven Roger Fischer.[4]  En consecuencia el lenguaje puede ser también entendido como un mecanismo de intercambio de información. Una de esas formas de comunicación es cinética y corporal, pero otra es bioacústica.  En general podemos decir que los animales se comunican o reciben información a través de señas visuales (expresiones faciales, gestos, movimientos, coloraciones), señales táctiles (mediante vellos sensitivos, caricias, acicalamiento, mordidas), señales químicas (que se perciben por el olfato), señales auditivas (sonidos) y electro-comunicación (detección de campos eléctricos emitidos por los animales, como hacen algunos peces, tiburones y ornitorrincos) y señales gustativas.  La zoosemiótica estudia la generación e intercambio de información entre los animales. Si este fenómeno implica lenguajes animales o no es una cuestión en debate. Nosotros solemos pensar el lenguaje como un sistema de comunicación mediante sonidos.   Es decir, la comunicación es bioacústica. Pero nuestra comunicación pudo haber seguido otros derroteros: pudo haber sido visivo-gestual o incluso telepática, según Rafael del Moral, pero por alguna razón la evolución nos condujo a una comunicación fónico-auditiva.[5]

Tenemos un rango de comunicación entre 30 y 18 mil hertzios (donde aparecen perros, ranas, pájaros, etcétera), pero también hay animales que comunican en rangos acústicos infrasónicos (por debajo de los 30 hertzios), que utilizan las ballenas, los elefantes o los cocodrilos; o ultrasónicos (por encima de los 18 000 hertzios), que utilizan los insectos, los murciélagos, los delfines. Los sonidos infrasónicos regularmente son utilizados por los animales para detectarse. Los elefantes emiten estos sonidos que atraviesan las selvas y son captados debido a sus orejas que están muy separadas entre sí.  Sirven para que machos y hembras se localicen, pero también para llamar a las crías o para juntarse y dar un paseo. Ahora si volteamos al mundo ultrasónico, en éste los sonidos sirven a algunos animales para comunicarse.

Se ha estudiado la posibilidad de lenguaje en diversas especies, especialmente se ha hecho con caballos, ballenas, delfines y primates. En estos últimos es en los que se ha encontrado una capacidad lingüística cercana a un auténtico lenguaje. El problema es que este enfoque es antropocéntrico.

Francisco Conesa y Jaime Nubiola dicen que el lenguaje humano es distinto del animal. Aseguran que el lenguaje animal es instintivo, involuntario e igual, mientras que el lenguaje humano tiene universalidad semántica,[6] capacidad metalingüística (de referirse al lenguaje a través del lenguaje mismo) y que no tiene una base instintiva sino cultural. Aunque la postura de ambos resulta plausible, ciertamente, no todos los animales tienen el mismo lenguaje, como ellos mencionan. A veces, también ellos aprenden signos que son exclusivos de una agrupación, como sucede con la danza de las abejas. Tampoco está claro que todos los animales sepan losas mismos signos, pues hay comportamientos que aprenden de la convivencia con sus padres y sus manadas. Esas son culturas animales.  El canto de las aves está abierto a las influencias del medio ambiente y no cantan igual si son criadas por sus padres, que si no lo son. Así que no necesariamente todo es instintivo, involuntario o igual. Si hablamos de una universalidad semántica, ésta es más fácil en el significado de un gruñido o movimiento de cola, que en el sintagma de una lengua. Aun, así, el lenguaje humano es distinto por su mayor complejidad, pero no por las características antes mencionadas. Acaso sólo lo único que se sostiene de lo postulado es la reflexividad o capacidad metalingüística del lenguaje humano.  

Como sea, evolutivamente el pensamiento abstracto precede al lenguaje (primero surgieron las abstracciones y luego los lenguajes) y evidentemente requiere de un sistema nervioso. Desde una perspectiva biológica, el lenguaje tiene la función de expresar la intencionalidad de la criatura que lo expresa.[7] Esto supone una “prosodia biológica”, es decir, 

una forma generalizada de comportamiento motor, una gesticulación externa de un estado interno, la expresión externa de una abstracción que emana del interior y que significa algo para otro animal. Entre nosotros, sonreír, reír, fruncir el ceño son formas de prosodia, pues significan un estado interno momentáneo que otra persona reconoce y comprende.[8]

 

Prácticamente, casi todos los vivientes animados cuentan con alguna forma de comunicación: sean vocalizaciones burdas, muecas, movimientos corporales o danzas. Los animales que tienen una vida social más estrecha, al parecer tienen un lenguaje más complicado. Algunos lingüistas creen que el lenguaje animal más sofisticado que se ha encontrado es el de los cercopitecos verdes, unos monos africanos, que tienen unas cuantas palabras para significar cosas así, como “mono dominante”, “mono subordinado”, “mono peligroso”, “leopardo”, “águila”, “serpiente”, “babuino”, “mamífero peligroso” y “manada rival”. Se cree que su lenguaje excede las 10 palabras y abarca con ellas unas 100 instrucciones.[9]

Una postura distinta a la de aquel par de filósofos es la del lingüista George Yules, quien señala que el lenguaje humano tiene cinco propiedades que le son únicas. Se caracteriza por su capacidad de desplazamiento (del momento presente a otras formas de tiempo y de remitirse a un espacio lejano a la situación del hablante), por ser arbitrario (en la que el signo que representa al significado es producto de la convención, no de la naturaleza), la productividad (la capacidad de crear nuevas expresiones o enunciados a partir de recursos lingüísticos limitados), que sirve para la transmisión cultural y la dualidad (capacidad de generar sonidos individuales sin significado y al combinarlos generar con éstos distintas combinaciones con significado). También se suele postular es que el lenguaje humano posee otras cualidades, como la prevaricación (capacidad de no decir la verdad), la reflexividad (capacidad del lenguaje para referirse a sí mismo), la utilización de unidades discretas (elementos de lenguaje que son claramente separables entre sí), y creatividad (posibilidad del lenguaje de reaccionar a su interioridad y no solamente a elementos externos de la realidad).[10]

Sin embargo, se ha encontrado animales que piensan temporalmente. Incluso, las abejas pueden avisar con una danza al regresar al panal de la existencia del néctar que descubrieron. Que algunos tienen formas de comunicación que varía según el grupo al que pertenezcan. También hay animales que entienden muchos sentidos al aprender una sintaxis de un instructor, como los delfines. Y los pericos también pueden articular sonidos distintos. La diferencia fundamental es que mientras encontramos algunas semejanzas entre animales y hombres en unas y otras especies, el hombre sintetiza todas esas cualidades, y los otros animales las poseen por separado.  Se ha tratado de enseñar el lenguaje a animales que tienen algún parecido a nosotros: loros y los chimpancés.  Los loros, aunque son aves, tienen un aparato fonador versátil.  En los años 70 Irene Pepperberg comenzó a instruir a un loro africano de trece meses de edad en el lenguaje.  Se llamaba Alex.  La idea era comunicarse con él.  Alex comprendía los significados y respondía a ellos.  Por ejemplo, se le preguntó teniendo dos llaves (una morada de aluminio y otra mayor de plástico verde) cuántas había y respondió después de 15 segundos que eran dos. Se le preguntó cuál era la mayor, contestó que la verde.  Alex aprendió a nombrar 40 objetos distintos, sobre los cuales hacía peticiones, rechazos, categorizaciones, cuantificaciones con una precisión del 80%.  Sin embargo, Alex no aprendió a hablar como lo hacían los humanos. En el caso de estos primates se ha encontrado que pueden entender varias palabras, pero no pueden decirlas.  Eso sucedió en un experimento en los años treinta. Luella y Winthrop Kellog criaron un chimpancé llamado Gua simultáneamente con el hijo de esa pareja. El animal comprendió hasta 100 palabras. En los años cuarenta Catherine y Keith Hayes criaron a una chimpancé llamada Viki a la que trataron de enseñarle a hablar. El resultado fue pobre. Sólo articuló de manera deficiente “mamá”, “papá” y “taza” (cup). Así que, a partir de estas experiencias, Beatrix y Allen Gardner enseñaron a otra chimpancé llamada Washoe una versión modificada de la lengua de signos americana.  Washoe aprendió a “decir” más de 100 palabras y a articularlas en oraciones. Este mismo experimento fue hecho con un gorila de 13 meses de edad llamado Koko por parte de Francine Patterson. Aprendió hasta 500 palabras que usa activamente y otras 400 que usa pasivamente. Se dice que tiene un vocabulario semejante a un niño de 2 años. Más adelante se le asignó un compañero a Koko: un gorila macho de tres años y medio llamado Michael. Éste también aprendió el lenguaje signado. Ellos empezaron a entablar charlas con dicho sistema. Mostraron tener algunas prerrogativas de lo que se dice es el lenguaje humano, como es el desplazamiento, pues podían referirse a eventos temporales o hacer bromas. Igualmente se intentó enseñar lenguaje signado a orangutanes en Borneo en los años setenta.  El resultado fue exitoso. Así que se encuentra que en los grandes simios hay una capacidad lingüística compartida.

 Otros experimentos interesantes han sido el de enseñarles a comunicarse a los chimpancés mediante objetos de plástico que representaran palabras (como sucedió con Sarah) y mediante símbolos conectados a un ordenador que también representaban palabras (así pasó con Lana).   Igualmente se le enseñó lenguaje a un bonobo llamado Kenzi, quien se comunicaba mediante un teclado de 256 símbolos llamado lexigrama. Sus respuestas no eran aprendidas, sino motivadas, respondía a preguntas, a afirmaciones y órdenes.  Ejemplo. Un chimpancé se robó las llaves del Centro de Investigación  Savage-Rumbaugh, se le pidió a Kanzi que las recuperara. Éste se acercó al culpable, le murmuró algo al oído y regresó con las llaves.

Se cree, siguiendo la teoría de Chomsky de una gramática generativa, que había dos universales lingüísticos absolutos en los homíninos, de los cuales solo sobrevive el hombre: 1) la existencia de un mínimo tres vocales; 2) 1ue se suelen usar tres consonantes (oclusivas) para bloquear el paso del aire (p, t, k).  Claro que esta tesis no es aceptada por todos los lingüistas. Del Homo sapiens se piensa que el lenguaje pudo surgir de un origen único de África (y con éste una lengua original: ursprache), o bien que tuvo un origen simultáneo ocasionado por distintos homininos que surgieron a lo largo de todo el planeta (teoría multirregional).

En el hombre el lenguaje tiene como piedra angular –pero no como único elemento- la vocalización asociada a significados abstractos a través de una sintaxis con tiempos verbales y modos gramaticales (formas de usar el lenguaje que expresan una intencionalidad o un grado de realidad).    Esta capacidad simbólica posiblemente tenga de dos a tres millones de antigüedad, mientras que la existencia del lenguaje se remonte a unos 30 mil a máximo 200 mil años de antigüedad.  Por eso Javier Sampedro señala que la conciencia primaria del mundo existió. Es decir, el cerebro homínido ya tenía la capacidad de representar escenas complejas de la realidad y conceptualizarlas en la mente sin lenguaje. Esas escenas responden a muchos circuitos que almacenan información por separado. Sampedro cree que cuando se inventó el lenguaje, designó nombres para esos conceptos de las experiencias que captaban. Fue una exploración de los conceptos elaborados por la conciencia del mundo. Ya luego, paulatinamente el lenguaje se convirtió en un sistema formal abstracto.

En otros términos, pero en esta misma línea, dice Franz de Waal que la gran ventaja evolutiva del lenguaje humano es que permite trascender el aquí y el ahora, ya que los animales tienen sistemas de comunicación restringidos al aquí y al ahora.  Esto se ha verificado incluso en los primates a los que se les ha enseñado lenguaje signado o que se han familiarizado con el lenguaje humano verbal. Fue el caso del chimpancé Kanzi, a quien se lo solicitaba armar rompecabezas de distintos retratos. Kanzi armaba rompecabezas de tres piezas de caras tres caras distintas de animales. Se puso una pieza cuarta que no correspondía a ninguna cara (que incluía las piezas de la cara de un conejo y la una pieza de una cara humana) y no podía armar el rompecabezas.  Pero cuando se le indicaba que no se quería armar la cara del conejo, sino la humana, entendía y armaba la cara humana. Esto sugiere un lenguaje inmediatista con una inteligencia que también lo es.  A pesar de tal limitación entendía perfectamente frases enteras.  Incluso podía inyectar a un perro de peluche con una jeringa de plástico cuando se le solicitaba.  La hipótesis de Franz de Waal es que los primates entienden algunas palabras clave, deducían la intención del hablante a partir de la información contextual. Los animales hacen inferencias para deducir a partir de algunos elementos que comprenden de nuestro lenguaje lo que se les solicita hacer. En cambio, lenguaje en el hombre, que comprendemos completamente los propios humanos, permite hablar de lo ausente o de algo que ya ocurrió o ocurrirá. Aun así, observa de Waal que algunas de estas características se encuentran fragmentariamente en otras especies, pero no en su totalidad. Es por eso que podemos ver abejas que indican con precisión la localización de fuentes de néctar lejanas a una colmena mediante una sintaxis de danza o un cercopiteco de cara negra de Kenia puede emitir llamadas de alarma para advertir de la presencia de un depredador: leopardo, águila o serpiente.[11]  Hay tales o cuales funciones que hace el lenguaje humano en algunas especies, pero no están todas en una sola. En consecuencia, podemos considerar la acotación que hace el etólogo Franz de Waal respecto al lenguaje en el mundo animal:

somos la única especie genuinamente lingüística. Para ser honestos, no tenemos evidencia de una comunicación simbólica tan rica y multifuncional como la humana, fuera de nuestra especie. Parece que es nuestro pozo mágico, algo en lo que somos excepcionalmente competentes.  Otras especies son muy capaces de comunicar procesos internos, como emociones o intenciones, o coordinar acciones y planes mediante señales no verbales, pero su comunicación no es ni simbólica ni infinitamente flexible como lo es nuestro lenguaje.[12]

 

El origen del lenguaje

 

En el mundo humano existen alrededor de 5000 lenguajes naturales entre los seres humanos, que se pueden reducir a 30 familias de lenguas. Además, “Hay cierta evidencia de que todas las lenguas habladas hoy en día comparten una fuente común, anterior a la diáspora del hombre moderno”.[13] También hay varios lenguajes artificiales, sean como el esperanto, o sean como los computacionales. En un lenguaje humano hay significados (semántica), ordenación de los signos que producen los significados (sintaxis) y formas de usar esos significados a partir de la sintaxis (pragmática).

Cabe mencionar que el lenguaje no es el habla (se puede usar un lenguaje sin habla y aunque desapareciera un individuo, el lenguaje sigue permaneciendo en la comunidad), ni es la gramática (las reglas concretas en las que se organiza una lengua), ni es el pensamiento (pues hay formas cognitivas no lingüísticas entre los animales, los bebés y los niños ferales; el pensamiento no supone el lenguaje, aunque el lenguaje sí supone al pensamiento). La gramática y el lenguaje se necesitan, pero no son lo mismo. La gramática del náhuatl y del español son muy distintas, pero ambas requieren del lenguaje. Tal vez exista una gramática universal de la cual se hayan desprendido todas las gramáticas. Si ese es el caso, entonces lenguaje y gramática sí podrían implicarse mutuamente en el hombre; no obstante, también el lenguaje se puede usar violando varias reglas gramaticales. Ahora bien, al parecer no existe la famosa gramática universal innata que Chomsky postula. Un ejemplo de esto son Hellen Keller y Ginie. La primera, da cuenta que prácticamente casi no tiene recuerdos antes de la adquisición del lenguaje. Keller, al recordar, su etapa pre-llingüística la describió como haber vivido en un no-mundo y que ella había sido una no-persona, un fantasma. Aprendió el lenguaje siendo una niña. No dio muestra de ninguna gramática sino hasta que aprendió a hablar. Ahora pasemos a Genie, una niña feral que aunque no tenía la discapacidad de Hellen Keller, creció sin contacto social, aislada por el padre. Tardíamente a los 13 años se le trató de enseñar el lenguaje. Cuando fue liberada, el proceso de enseñanza duró cinco años. Sólo logró aprender unas cuantas palabras, articulaba pocas frases con verbos y sustantivos, le costaba trabajo distinguir entre los pronombres personales, usando indistintamente el “yo” y el “tú”, tampoco no aprendió las normas sociales, solía masturbarse en público. Genie terminó recluida en una institución para adultos inválidos. Roger Bartra sostiene que, si hubiera una gramática innata, Genie la hubiera desarrollado. Incluso, estudios que le hicieron a su cerebro, mostraron que las áreas del hemisferio izquierdo relacionadas con el manejo del lenguaje se encontraban “apagadas”, que lo poco que sabía decir era articulado por el hemisferio derecho. En consecuencia, Roger Bartra concluye:

El caso de Genie pareciera mostrar que no hay estructuras gramaticales innatas impresas en algún módulo cerebral, y que la sintaxis, lo mismo que los significados, se construyen en una red que conecta circuitos neuronales con redes culturales. Esto no quiere decir que el cerebro es una tabla rasa. Los circuitos que necesitan conectarse con el ambiente exterior tienen sin duda característicamente determinadas y sistemas estables de señales.[14]

Para muchos el lenguaje verdadero  -en estricto sentido-  sólo se da entre los seres humanos.  Algunos piensan que surgió con un salto evolutivo ligado al surgimiento de la neo corteza del cerebro. Javier Sampedro cree que fue un proceso paulatino ligado a la evolución y lentos cambios en la morfología del cerebro.  El cerebro humano es tres veces más grande que el de los simios de su estatura, las áreas olfativas están muy reducidas. En cambio, están crecidos los lóbulos frontal, temporal y las áreas de procesamiento visual. Al parecer, la información visual es más abstracta y más propicia para el desarrollo del lenguaje que la información olfativa. Entonces la arquitectura del cerebro permite el lenguaje. Es posible que los cambios morfológicos del cerebro estén asociados al efecto Baldwin: lo aprendido se hace instinto. En consecuencia, el uso del lenguaje generacionalmente incorpora a la estructura genética cambios que favorecen el aprendizaje del lenguaje.

 Se sabe que hay un gen relacionado al dominio del lenguaje, el FOXP2, y pese a que no es exclusivo del hombre -pues está presente en otros primates- cuando éste sufre una mutación da origen a trastornos del lenguaje en personas con un coeficiente intelectual normal. [15]

La anterior perspectiva genética abre la posibilidad de que haya existido el lenguaje no sólo en los hombres prehistóricos, sino incluso en algunos de sus precursores: “Puede ser que la tecnología lítica del  Homo Erectus y el dominio del fuego hayan dependido del surgimiento de un protolenguaje aprovechando la capacidad humana recién adquirida de emitir palabras, pero esto no pasa de ser una mera especulación”.[16]  Igualmente, se cree que en su antecesor, el Homo Habilis, podría ya haber existido esta capacidad lingüística, ya que su cerebro con mayor complejidad daba indicios de poseer un área de Broca (relacionada con la producción del lenguaje) y un área de  Wernicke (asociada a la decodificación del lenguaje), hace unos  dos o tres millones de años.[17] Sin embargo, la evidencia que presentan el homo habilis y su muy similar pariente, el Homo erectus de un cerebro de una capacidad craneana menor (1000 centímetros cúbicos) hace pensar a muchos que la falta de un mayor volumen produjo una limitación que derivara en la existencia de unos cuantos sonidos.  Antes de ellos, los australopithecus y los simios, carecían de dichas estructuras cerebrales (Broca y Wernicke) y de la conformación en la laringe de un aparato fonador sofisticado.[18] Es curioso que entre todos los mamíferos solamente el ser humano tiene la laringe más abajo de la garganta. En el resto, la laringe se encuentra en la parte alta y su epiglotis cierra la tráquea al tragar. En el caso del humano, no. En consecuencia, como no se pude cerrar completamente la epiglotis, la respiración y la ingesta deben alternarse.  El Homo antecessor ya muestra la capacidad de un aparato fonador para emitir un lenguaje articulado.[19] También algunos contemporáneos del hombre se cree que tuvieron lenguaje, como el hombre de Neanderthal.

Es hasta el surgimiento del cerebro de 1400 centímetros cúbicos y del perfeccionamiento del aparato fonador del homo sapiens cuando se puede postular que estaban las condiciones para que hubiera un lenguaje humano como lo conocemos hoy en día. Carlos Prieto lanza la hipótesis de que el lenguaje humano existió hace 130 000 años con aquellos seres humanos que poblaron la zona centro-sur de África. Se calcula que la población humana era de 50 mil personas hace 100 mil años. Con ellas surgieron las lenguas a partir de una lengua posiblemente original entre todos ellos.[20]  Y es que como no tenemos ninguna evidencia física del pasado del surgimiento del lenguaje, lanzamos muchas especulaciones.  Pero, efectivamente Carlos Prieto no está tan descaminado. El lingüista George Yule señala que en dicha ciencia se suele creer que el lenguaje hablado debió desarrollarse hace 100 000 y 50 000 años.

Ahora bien, la revolución genética que permitió generar el lenguaje debió estar acompañada de una revolución social que motivara la invención del lenguaje.  Algunos creen que esta revolución social coincidió con el origen del arte figurativo en el 40 mil a.C. Pero, citando a Adam, es justo señalar: “Sin importar lo mucho que nos gustaría haber podido escuchar las palabras de nuestros antecesores, nunca sabremos el origen del lenguaje con alguna certidumbre”.[21] Realmente nos consta la existencia del lenguaje a partir del 5000 a.C., con el registro histórico de éste.

La primera explicación sobre el origen del lenguaje fue la que consideró que era don otorgado por un dios o dioses a los seres humanos (teoría teológica).  Posteriormente, se especuló que tal vez que el hombre haya aprendido hablar imitando a los sonidos de su alrededor en la Naturaleza (teoría onomatopéyica), otros creen que surgió por la necesidad de expresar las sensaciones internas que experimentaba en su contacto con el mundo, como angustia, afecto, miedo, etcétera (teoría de la expresiones afectivas).  Claude Levi-Strauss, opinaba que el lenguaje no surgió de un proceso largo evolutivo, sino que apareció intempestivamente entre los hombres. Conesa y Nubiola proponen que las teorías en torno al surgimiento del lenguaje se pueden dividir en naturalistas (si suponen una relación natural entre símbolos y objetos) o convencionalistas (si suponen una relación arbitraria entre ellos), o bien pueden ser empíricas (si relacionan el origen del lenguaje a la relación con el ambiente) o bien racionalistas (si creen que hay una estructura de universales del lenguaje con los que ya existe el sujeto).

Algunas de las teorías concretas que se han dado del origen del lenguaje están ligadas a ciertas hipótesis: la del origen divino, la de los sonidos naturales, la de la adaptación física, la del aparato fonador, la del cerebro humano y la del origen genético.  Es interesante que las religiones suelen mayoritariamente creer que el lenguaje ha sido creado por un ser divino. Incluso se llegaron a hacer experimentos para demostrar el lenguaje original dado a los hombres. Así lo hizo el faraón Psamético en 2500 a.C.,[22]  Federico II (siglo XIII) del Sacro Imperio Romano Germánico,[23] Jacobo IV de escocia en 1500 d.C.[24] La hipótesis de los sonidos naturales, en cambio, sostiene que el lenguaje surgió de la imitación de los sonidos del ambiente en el que estaba inserto el ser humano. Esta teoría evolucionó a que el lenguaje surgió de los gritos humanos, e incluso se postuló de que surgió de los ruidos generados por los esfuerzos físicos (hipótesis del ye-he-ho). La hipótesis de la adaptación física señala que el lenguaje surgió de los cambios anatómicos que sufrió el género homo dentro del grupo de los primates.  La hipótesis del aparato fonador señala que los dientes tienen una posición recta que es beneficiosa para generar sonidos, y que en conjunto con la estructura de los labios, lengua, boca y la laringe, el ser humano tuvo un instrumento capaz de generar una multitud de sonidos.  La hipótesis del cerebro apuesta a que el ser humano tuvo un desarrollo cerebral que  se especializara en funciones, y que cuando, el humano empezó a manipular objetos, generó también el lenguaje.  Por último, la hipótesis del origen genético sostiene que los seres humanos tendemos a buscar aprender el lenguaje por nuestra propia naturaleza genética.

Concepciones filosóficas del lenguaje

 

Desde una perspectiva filosófica existen algunos modelos que explican al lenguaje a partir de la relación que éste puede tener con el pensamiento o con la realidad.  Juan José Acero comenta que hay cuatro grandes modelos. El primero supone que el lenguaje es un código que expresa al pensamiento (que denota la relación entre la mente y el mundo) y, en consecuencia, es una representación del mundo.  Una segunda postura es que el lenguaje expresa una realidad independiente y previa al mundo (en la mente del hombre) y que es el vehículo formador del pensamiento (acá el énfasis es entre la relación lenguaje y realidad). El tercer modelo le interesa en su centro la relación pensamiento-lenguaje, así que va considerarlo en términos de la referencia y la verdad, es decir cómo se crean los significados en la mente, a que refieren y qué dicen del mundo.  El cuarto modelo considera al lenguaje como una herramienta, en el sentido de que es parte de una actividad y forma de vida; en síntesis, el lenguaje es una forma de conducta.[25]  En conclusión podemos decir que todas tienen algo de verdad: que el lenguaje es código que representa al pensamiento, que es una realidad independiente al mundo que conforma al pensamiento, que expresa verdades y también conductas.

El aprendizaje del lenguaje

 

Sea cual sea el origen lingüístico, hay un motor importante en la detonación del habla: el instinto del juego. Éste –y a pesar de que otros animales jueguen- dio origen al mundo simbólico de la cultura mediante la búsqueda del placer que provoca el propio jugar y con el efecto de generar un aprendizaje. El juego crea un mundo ajeno al real con sus propias reglas que permiten acceder y prepararse para el mundo real. Además, gracias a la dinámica lúdica, el hombre puede controlar cognitivamente las señales que genera. En consecuencia, puede transmitir, por ejemplo, un mensaje de “felicidad” para ocultar una tristeza. Muchos animales no pueden mentir o crear ficciones con su lenguaje corporal-natural; el hombre sí. Aunque Benédicte de Boysson-Bardies cuenta que los gallos pueden mentir, engañando a una gallina que le atraiga mucho con el cacareo que significa “comida”, aunque no la haya.[26] Así que el control cognitivo del lenguaje no es exclusivo del hombre, pero en este último es más versátil.  El lenguaje, en el humano, sólo es aprendido por el hombre con la vida social, y en primera instancia con el juego. Los niños ferales por eso no adquieren u olvidan el lenguaje. 

Pero en una situación de normalidad, los bebés reaccionan a la voz humana desde que están en el vientre materno, prefieren ese sonido a otros del entorno, incluso reaccionan mejor a la familiaridad de una lengua materna que a voces en lenguas ajenas. Más tarde, las expresiones faciales entran en el proceso comunicativo entre los bebés y sus progenitores. El lenguaje no verbal se incorpora a su sistema de signos. Los neonatos aprenden a identificar los sonidos de su idioma mediante el “habla infantil” que los progenitores utilizan con sus críos cuando interactúa con ellos, asocian sonidos con palabras, las palabras con significados; también aprenden asociar el lenguaje corporal con el verbal. Tan es así que cuando crezca, sólo el 7% de la comunicación será verbal, y el resto no verbal: tono de voz, postura del cuerpo, movimiento corporal, gestos de la cara, vestimenta.

De cualquier forma, la imitación es un mecanismo muy importante en el aprendizaje de la lengua. Paulatinamente los bebés van aprendiendo más palabras hasta que, de repente, se da una “explosión del lenguaje” que los lleva a aprender muchas más palabras, a pronunciarlas, a articular frases cortas de dicción defectuosa, hasta que con el transcurrir de la niñez van perfeccionando su dominio del habla.

Sin embargo, a pesar del cobijo de la crianza, la vida social es conflictiva. El aspecto más difícil de regular del comportamiento intersubjetivo es el instinto sexual permanente. Por lo tanto, el lenguaje permite establecer reglas, crear consensos, resolver problemas generados por el instinto sexual, por los otros instintos, por los conflictos generados por nuestras instituciones, por los roces de la diaria convivencia. El lenguaje es una herramienta para la supervivencia. La cultura es otro producto humano para la supervivencia y el lenguaje permite su transmisión, su crecimiento. La cultura es información transmitida entre cerebros. Aprender el lenguaje es heredar una cosmovisión, una cultura. El lenguaje ayuda a adquirir conocimientos, habilidades y actitudes. Por eso es que Francisco Mora lo define como un “sistema cognitivo que permite al hombre clasificar las cosas de este mundo, ponerles un orden, y por ende, hacerlo más manejable”.[27]

El lenguaje y el conocimiento

 

Otro punto de vista para estudiar el lenguaje lo encontramos en la lingüística cognitiva. Parte de tres premisas: 1) que el lenguaje no constituye una facultad cognitiva independiente desligada del cerebro, 2) la gramática implica siempre formación de conceptos (conceptualización), 3) el conocimiento acerca del lenguaje surge de su propio uso.[28]  Los lingüistas debaten, a partir de esos supuestos, en torno a dos teorías:  la gramática generativa y la semántica veritativo-condicional (lógica). La primera considera que el lenguaje es una facultad cognitiva autónoma e innata; la segunda propone que hay un metalenguaje semántico que se valora en función de una relación veritativa (verdadero-falso) de nuestro modelo mental del mundo con el mundo real. Por ende, el lenguaje no sería una facultad cognitiva autónoma e independiente de otras tareas cognitivas como la percepción, el razonamiento o la actividad motora.[29]  En ese sentido, respecto a la autonomía, ambas teorías son opuestas. Respecto al innatismo, no. Es decir, la teoría semántica veritativo-condicional no está peleada con la idea de que el lenguaje sea una capacidad innata  de la especie humana.

Las palabras también son conceptos. No están aisladas unas de otras en la mente. Están relacionadas entre sí.  Un concepto se asocia a una gran cantidad de conceptos.

El lenguaje y la comunicación

 

Desde la perspectiva de la comunicación, los elementos que participan del lenguaje son: 1) el emisor, 2) el receptor, 3) el mensaje, 4) el código, 5) el canal, 6) el contexto. Es decir: quien lo envía, quien lo recibe, lo que se transmite, la forma en que se organiza la información, el vehículo a través del cual se transmite y las circunstancias en que es transmitido.  El lenguaje, en tanto que sistema de comunicación, posee dichos factores.

 Si el lenguaje comunica, en término generales, comunica la cultura. Pero también el lenguaje se ve enriquecido por la propia cultura. Los avances tecnológicos que el ser humano ha creado, se han aplicado al propio lenguaje, de tal manera que se gestan tecnologías que le permiten tener un mayor alcance a la comunicación (y ejercerla incluso de manera asincrónica). Así pues, se han inventado la escritura y los medios de comunicación (radio, teléfono, televisión, internet).  Las redes sociales hoy en día han modificado nuestras formas de vincularnos, de usar el lenguaje.

Si pensamos que el lenguaje ejerce la comunicación, éste tiene varias funciones. Al menos, podemos encontrar dos: una emotiva y otra apofántica; la primera expresa el mundo subjetivo del hombre, la segunda su mundo objetivo.  Con más detalle, Karl Popper trató de señalar que el lenguaje tiene cuatro funciones principales: 1) expresiva, 2) estimulativa, 3) descriptiva, y la 4) argumentativa. La uno muestra los pensamientos y estado de ánimo del emisor; la dos busca generar una reacción de parte del receptor; la tres da cuenta de un estado de cosas; las cuatro permiten presentar problemas y comparar las explicaciones de éstos. Claro que existen para él muchas otras funciones, pero que la argumentativa es la más elevada y la más tardía evolutivamente.[30] Parece que las intenciones que surgen en el circuito de la comunicación y los referentes a los que se aplican determinarán una multitud de funciones que puede tener.

¿Qué es el lenguaje?  Vuelvo a pensarlo. Sólo puedo concluir que es un instrumento complejo del ser humano, que una vez adquirido, se vuelve mucho más íntimo a su existencia que la respiración.

Bibliografía

https://www.youtube.com/watch?v=vGHYduoHtuM

https://www.youtube.com/watch?v=AWsaKZS_ZKY

https://www.youtube.com/watch?v=Q-B_ONJIEcE

Adriana Oliver y Francesc Gascó, La Paleontología en 100 preguntas, edit. Ediciones Nautilus, Madrid, 2018, edición Kindle.

Adam Zeman, La consciencia. Un manual de uso, edit. FCE, México 2009.

Bénédicte de Boysson-Bardies, ¿Qué es el lenguaje?, FCE, México, 2009.

Carlos Prieto, Cinco mil años de palabras: comentarios sobre el origen, evolución, muerte y resurrección de algunas lenguas, edición Kindle.

Christian Plantin, La Argumentación. Historia, teorías, perspectivas, Edit. Biblos, Argentina, 2012.

Francisco Conesa y Jaime Nubiola, Filosofía del Lenguaje, edit. Herder, España, 2012.

Francisco Mora, Cómo funciona el cerebro, edit. Alianza, Madrid 2011.

Franz de Waal, ¿Tenemos suficiente inteligencia para entender la inteligencia de los animales? Edit. Tusquets, México, 2016.

George Yule, El lenguaje, edit. Akal, tercera ed., Madrid, 2008.

Javier Sampedro, Deconstruyendo a Darwin. Los enigmas de la evolución a la luz de la nueva genética, edit. Booket, México, 2019.

Juan José Acero, Filosofía del lenguaje I. Semántica, edit. Trotta, Madrid, 2007.

Rodolfo Llinás, El cerebro y el mito del yo, edit., Norma, Colombia, 2003.

Steven Roger Fischer, Breve historia del lenguaje, edit. Alianza, Madrid, 2003.

Varios, Introducción a la lingüística hispánica, edit. Cambridge, 3ª ed., Reino Unido, 2023.

William Croft y Alan Cruse, Lingüística cognitiva, edit. Akal, México, 2008.



[1] Rodolfo Llinás, El cerebro y el mito del yo, edit., Norma, Colombia, 2003, p. 266

[3] Varios, Introducción a la lingüística hispánica, edit. Cambridge, 3ª ed., Reino Unido, 2023, p. 9.

[4] Steven Roger Fischer, Breve historia del lenguaje, edit. Alianza, Madrid, 2003, p. 11

[5] Rafael del Moral, Historia de las lenguas, edición electrónica, Kindle.

[6] La universalidad semántica es un principio lingüístico que asume que todas las lenguas pueden transmitir la noción de acción, estado o proceso. Cfr. universal semántico – Portal de Lingüística Hispánica (hispaniclinguistics.com)

[7] Ibíd., p.  264-265.

[8] Ibíd., p. 266.

[9] Carlos Prieto, Cinco mil años de palabras: Comentarios sobre el origen, evolución, muerte y resurrección de algunas lenguas, edición Kindle.

[10] Varios, Introducción a la lingüística hispánica, edit. Cambridge, 3ª ed., Reino Unido, 2023, p.14-15.

[11] Franz de Waal, ¿Tenemos suficiente inteligencia para entender la inteligencia de los animales? Edit. Tusquets, México, 2016, p. 127 y ss.

[12] Franz de Waal, ¿Tenemos suficiente inteligencia para entender la inteligencia de los animales? Edit. Tusquets, México, 2016, p. 127.

[13] Adam Zeman, La consciencia. Un manual de uso, edit. FCE, México 2009, p. 336.

[14] Roger Bartra,  Antropología del cerebro. La conciencia y los sistemas simbólicos, edit. FCE, México, 2009, p. 129.

[15] Facundo Manes y Mateo Niro, Usar el cerebro. Conocer nuestra mente para vivir mejor, edit. Paidós, México, 2014, p. 91.

[16] Adam Zeman, La consciencia. Un manual de uso, edit. FCE, México 2009, p. 336.

[17] Facundo Manes y Mateo Niro, Usar el cerebro. Conocer nuestra mente para vivir mejor, edit. Paidós, México, 2014, p. 91. Posiblemente, también la bipedestación permitió tener una  mejor memoria episódica (para recordar palabras) y   reforzó la capacidad para la comunicación gestual

[19] Adriana Oliver y Francesc Gascó, La Paleontología en 100 preguntas, edit. Ediciones Nautilus, Madrid, 2018, edición Kindle.

[20] Carlos Prieto, Cinco Mil Años de Palabras: Comentarios sobre el origen, evolución, muerte y resurrección de algunas lenguas, edición Kindle.

[21] Adam Zeman, La consciencia. Un manual de uso, edit. FCE, México 2009, p. 336.

[22] El faraón mandó aislar a dos niños recién nacidos que solo convivían con una pastora muda y un grupo de cabras. Tras dos años los niños empezaron a hablar espontáneamente, pero sus palabras sonaban al idioma frigio porque decían la palabra “bekos” que significaba pan. La conclusión del faraón fue que el frigio era el idioma original de los seres humanos.

[23] Éste mandó a aislar a 30 recién nacidos para descubrir la lengua adámica. Fueron cuidados por unas criadas que tenían prohibido hablarle a los niños. Ninguno sobrevivió, más allá de los dos años.

[24] Jacobo IV aisló a unos niños de una manera similar. Pero el concluyó que el idioma original era el hebreo. Esos niños fueron puestos en la isla de Inchkeit acompañados de una mujer sordomuda. Se carece de información detallada del experimento y de lo que sucedió con los niños (Cfr. Experimentos crueles: la privación del lenguaje de James IV - VIX, consultado el 2 de agosto de 2021).

[25] Juan José Acero, Filosofía del lenguaje I. Semántica, edit. Trotta, Madrid, 2007, capítulo­: “Introducción: Concepciones del lenguaje”.

[26] Bénédicte de Boysson-Bardies, ¿Qué es el lenguaje?, FCE, México,  2009, p. 188.

[27] Francisco Mora, Cómo funciona el cerebro, edit. Alianza, Madrid 2011, p.  139.

[28] William Croft y Alan Cruse, Lingüística cognitiva, edit. Akal, México, 2008, p. 17.

[29] William Croft y Alan Cruse, Lingüística cognitiva, edit. Akal, México, 2008, p. 18-19.

[30] Christian Plantin, La Argumentación. Historia, teorías, perspectivas, Edit. Biblos, Argentina, 2012, p. 14-15.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Proposiciones atómicas y proposiciones moleculares

¿Qué son las artes menores?

¿Qué es un instagrammer?