Las operaciones conceptuadoras
Las operaciones conceptuadoras son
actos que realiza la mente del hombre
con los conceptos para diferenciarlos y relacionarlos entre sí. Dichas operaciones son: la definición, la
ordenación de los conceptos (la clasificación, la división) y la inordinación.
Ahora bien, la acción que realiza dichos actos se llama conceptuación.
Y, según cuentan los lógicos, jamás será
eficaz, si no se definen y dividen (o clasifican) los conceptos que se piensa
estudiar.
La definición
Es la operación que pone de relieve
los rasgos básicos de un concepto. Indica las propiedades que comparte con
otros conceptos o igualmente puede mostrar las cualidades que le son propias, permitiendo
así notar lo que lo distingue. En otras palabras, tras haber realizado la mente
una síntesis,[1]
la definición expone brevemente la comprehensión de una idea, transformándola así en una idea distinta. Así
pues, sería útil definir qué es un círculo para distinguirlo de una
circunferencia. La circunferencia es la línea curva equidistante a un centro.
El círculo es el plano contenido dentro de una circunferencia. Gracias a la
definición de ambos conceptos es que nosotros podemos entenderlos. En otras palabras, las definiciones son una
prolongación, un desenvolvimiento de lo que ya estaba contenido en los
conceptos -como decía Cicerón- y consiste en dar nociones completas de los
objetos mediante términos precisos y relativamente breves, como pensaba Santo
Tomás.
Etimológicamente “definición”
significa poner límites y eso es justamente lo que hace esta operación, ya que
así indica qué rayos es una cosa. El mecanismo por el que se elabora una
definición implica: la observación, identificando semejanzas y
diferencias, a través de un análisis y/o una síntesis, según se
separe a través de la observación el género próximo de la diferencia específica
o bien, se junten el uno con la otra. Dicho de manera sencilla, se observa
descomponiendo y comparando para llegar a una abstracción. En conclusión, toda
definición observa, analiza, sintetiza y abstrae.
Toda definición consta de dos partes:
el definiendum y el definiens. El definiendum,
o concepto determinado, es el término cuya idea se va a definir y el definiens, o concepto, determinante es
la idea o serie de ideas (término complejo) que ponen de manifiesto el
contenido de una definición. Ej.
Definiendum definiens
Hay dos tipos de definición: la
nominal y la definición real.[2] La definición nominal
aclara el significado de un concepto haciendo uso de palabras relacionadas con
éste, mientras que la definición real
busca desarrollar una explicación mediante la observación del objeto que va a
definir y que está representado en su respectivo concepto.[3]
La definición nominal se divide en dos clases:[4] definición por sinonimia y
definición etimológica. La definición
real se divide en descriptiva y esencial.
1) Definición nominal por sinonimia: hace uso de los sinónimos para definir un concepto. Es
decir, busca una palabra conocida que significa lo mismo frente a un término
desconocido. Ej. Susana desconoce el sentido de la palabra “heteróclito”, sin
embargo, al preguntarle a su papá qué
significa, él le responde: “irregular”. Ésta si es una palabra familiar para
ella.
2) Definición nominal etimológica: apela a las raíces de las palabras. ¿Qué son dichas
raíces? Son otras palabras más antiguas
que dieron origen a una nueva, dándole cierta significación. La palabra
“biología” viene de dos raíces griegas: “bios” que significaba vida y “logos”
que significaba pensamiento, ciencia, etc.
De este modo biología etimológicamente se define como “la ciencia de la
vida”.[5]
3) Definición real descriptiva (o accidental):
se forma haciendo la enumeración detallada de las características generales e
individuales de la cosa que representa el concepto en cuestión.[6] Obviamente que una
descripción jamás será absolutamente completa, sin embargo, uno debe realizar
una selección de las características
más distintivas del objeto definido, así como una ubicación de dicho objeto en relación con otros objetos cercanos a
él y que lo delimitan, de tal manera que, resulten en una convergencia. Ej.
Diccionario: libro en que por orden
comúnmente alfabético se contienen y explican todas las voces de uno o más
idiomas, o las de una ciencia, facultad o materia determinada.
Todo diccionario es un libro (sea
impreso o electrónico). Pensamos en algo distintivo, pero también mostramos lo
que lo hace distinto de otros objetos que lo ubican: las enciclopedias, las
novelas, etc. Un diccionario está en orden alfabético y no pretende englobar
todo el conocimiento con ensayos, como lo hacen las enciclopedias.
Según los filósofos tomistas, las definiciones
descriptivas pueden ser de dos tipos: causales o genéticas[7].
La definición causal es aquella que dice qué es una cosa mostrando los factores
(causas) que la generaron. Responde a las preguntas: ¿de qué está hecho? (causa
material)[8], ¿quién lo creó? (causa
eficiente), ¿para qué sirve? (causa
final)[9] ¿de acuerdo con qué modelo
está hecho? (causa ejemplar). Ejemplo:
Una plancha es
un instrumento que sirve para desarrugar la ropa.
Esta definición es causal ya que, gracias a la
finalidad de alisar las prendas es que existen las planchas.
La definición genética (o dinámica),
en cambio, indica el modo como se produce una cosa. Cierto que involucra a las
causas, pero más bien describe el proceso de gestación o fabricación del objeto
que se está definiendo. Si yo quiero explicar qué es el vino genéticamente,
tengo que narrar la forma en que se obtiene: contar que se produce por la
fermentación de la uva en contenedores y la posterior destilación de tan
embriagante líquido.
4) Definición real esencial:[10]
refleja las propiedades inherentes a un objeto que perduran a través de los
cambios, es decir la esencia de las cosas. La definición real esencial puede
ser de dos tipos: física o metafísica. La primera expresa los principios de una
cosa en el plano de la realidad física y está apoyada en la observación,
supuestamente. En otras palabras, se identificaría con la definición causal
material; por eso es que hablamos de una definición real física en vez de una
causal material. Decir que el hombre es un compuesto de alma y cuerpo, en
realidad, significa enunciar de qué está hecho, significa concentrarse en la
cosa en sí misma y, por lo tanto, constituye una definición real esencial
física.[11] La segunda, expresa los principios
“metafísicos” (más allá de lo que físicamente se ve, pues está apoyada en la
abstracción) que conforman una cosa y utiliza a los predicables esenciales para
delimitar una idea, ya que no sólo le interesa la cosa en sí misma, sino
también nuestro modo de concebirla.[12] Como recordaremos, los
predicables esenciales son conceptos que abarcan a varios objetos ya sean de un
mismo tipo (la especie) o de varios tipos que guardan cierta relación (género)
y una diferencia (aquello que distingue a la especie del género o bien a un
género de otro). Ej. Cuadrado: figura de cuatro lados iguales.
El género es “figura” y abarca a los cuadrados, los rectángulos, los
triángulos, los pentágonos, etc. La diferencia es “cuatro lados iguales”, pues
eso diferencia al cuadrado del resto de las figuras.
La definición real esencial perfecta
sería aquella que justamente recurre al género próximo y a la diferencia
específica.
Las reglas de la definición
No todos nuestros intentos por
definir algo son exitosos. A veces podemos cantinflear en el intento o hacerlo
de manera incompleta. Para evitar eso,
han sido sugeridas varias reglas. Nosotros presentamos cinco que consideramos
convenientes, pero no indispensables (en contra de la ortodoxia de la lógica),
para elaborar una definición:[13]
1. La
definición debe ser breve pero completa. La regla habla por sí sola y con claridad, me
parece. Una definición debe ser corta, sin embargo, cuando es incompleta, salta
a la vista su deficiencia. Obviamente, el poder de una definición no agota el
sentido, ni la comprensión de lo definido, pero didácticamente es una primera
aproximación. Sería iluso querer entender a plenitud qué es la “vida” en una
definición, pero ésta (la definición) nos sirve de punto de partida para
profundizar en el tema.
2. El
definiens (la definición) debe ser más claro que el definiendum (lo definido).
En cristiano quiere decir que lo que se dice para explicar lo definido debe ser
mucho más comprensible e iluminador. Si la definición no es clara, es que algo
está fallando.
3. El
definiendum (lo definido) no debe incluirse dentro de la definición. La definición no debe ser circular.
Una persona no puede enseñar a otra qué es una cosa desconocida aludiendo al
nombre de esa cosa. Nunca falta algún admirador de Ponchito o de Mario Moreno
Cantinflas que defina el amor afirmando que es aquello que nos hace sentir
amor.
4. La
definición no debe ser negativa, siempre y cuando sea posible. Esta regla sugiere que una
buena definición es aquella que te dice qué es un objeto, en vez de decirte lo
que no es. Si le pide Martín a la chica
de sus sueños que defina qué tipo de hombre se le hace guapo, él seguramente no
estará satisfecho con la respuesta “aquellos que no son feos”. Ella debe de
enunciar las cualidades desde su perspectiva del concepto “guapo”.
5. La
definición debe ser convertible con el definido. Esto significa que si borrara la palabra definida y
la sustituyera por la definición, ésta bastaría para suplantar al definiendum
sin ningún problema. Finalmente este sería el resultado de la claridad. A esto se refiere cuando afirma que la
definición debe convenir a todo y sólo lo definido.
Ejercicio
Palabra
|
Definición etimológica
|
Definición descriptiva
|
Definición esencial
|
Amor
|
|||
Felino
|
|||
Chocolate
|
|||
Patria
|
|||
Petróleo
|
Se ha sugerido que hay conceptos indefinibles porque
ya no están dentro de la extensión de otros o bien no contienen a otros dentro
de sí. Cinco clases de
"indefinibles" existen:
1) Los géneros supremos
2) Los trascendentales
3) Los conceptos relativos a los estados
de conciencia en sí mismos.
4) Los individuos.
5) Nociones muy claras que si las
intentáramos definir, se obscurecerían.
¿En verdad es posible esto? ¿Tiene razón? ¿Por qué?
Clasificación y división
Ambas son un ordenamiento jerárquico
de conceptos de acuerdo a determinado criterio (característica o punto de
vista). Así pues, gracias a estas operaciones lógicas, distribuimos un género
en sus especies, distinguiendo tres
elementos: un todo (que es un concepto y no la cosa en sí misma),[14] sus partes y el fundamento
(el criterio bajo el cual se divide o clasifica). Vistas desde la perspectiva
de sus componentes, la clasificación y la división son la distribución del todo
en sus partes. O dicho de otra manera, a través de ellas se reconocen los diferentes conceptos subordinados a un
género que los contiene. Es como si tuviéramos en nuestras manos el organigrama
de una empresa y viéramos cuáles son los departamentos, puestos y funciones que
se realizan ahí. Entonces, podríamos distinguir los rangos y las relaciones que
hay entre ellos. Lo que hay de común y de distinto entre los miembros de esa
agrupación. Por eso, también se llega a hablar de la ordenación de los seres
según sus diferencias y semejanzas, en grupos metódicamente formados.
Seguramente tú ya has visto algunas clasificaciones y divisiones, como la de
los seres vivos o las de las figuras geométricas.
La clasificación y la división son
prácticamente la misma cosa, incluso hay lógicos, como el filósofo español Juan
José Sanguineti, que dicen que a la división dentro de las ciencias se le suele
llamar clasificación y que en realidad no hay mayor distinción. En cambio, para
otros lógicos, como Misael Mateos, la diferencia entre una y otra, está en el
punto de partida que tomemos y el grado de profundidad que tienen una y otra.
De hecho ambas son las dos caras de una operación llamada ordenación de los conceptos.
La división va de lo general a lo
particular (del todo a las partes) y la
clasificación va de lo particular a lo general (de las partes al todo).
Imagínate que quieres hacer una división de las partes del cuerpo humano.
Primero tienes que observar el cuerpo de conjunto; luego, te darás cuenta que
existen unas partes claramente diferenciables de esa unidad: cabeza, tronco y
extremidades. Si te concentras en la cabeza, notarás que ésta tiene otras
partes: ojos, nariz, boca, orejas,
cabello, etc. Este procedimiento va de
lo general a lo particular. En cambio, la clasificación opera al revés.
Empezarías viendo que una uña está en un
dedo, que al lado de ese dedo hay otros y, que éstos, a su vez, están en una
mano que es parte de una extremidad, la cual finalmente, es parte de un cuerpo.[15] Otro ejemplo de clasificación, sería la de los seres vivos de
Carlos Linneo, plasmada en sus libros Species Plantarum (donde catalogó
a las plantas) y Systema Naturae (donde catalogó a los animales) a
mediados del siglo XVIII.
Ahora bien, la otra diferencia entre
las clasificaciones y las divisiones, que algunos lógicos establecen, consiste
en lo siguiente: la clasificación se convierte en operación más puntual y
precisa que la división, ya que en esta última se ordenan los seres de acuerdo con sus
características más generales; mientras que en la primera se llega hasta los
más ínfimos detalles aspectos. Digámoslo así, una clasificación es una serie de
divisiones y subdivisiones de seres distintos, pero relacionados entre sí en
función de un concepto. Entonces, no es lo mismo hablar de la división de los
seres vivos de San Agustín, la cual
sencillamente dividía a los animales en útiles, dañinos y superfluos, que
hablar de la clasificación de los vivientes en la taxonomía actual donde se dividen
en 5 reinos y un montón de filos, clases, órdenes, familias, géneros y especies.[16]
En mi opinión, Sanguineti tiene razón,
ya que cuando clasificamos o dividimos algo, difícilmente vamos nada más de lo
particular a lo general o viceversa. Más bien hacemos ambas cosas, ya que
análisis y síntesis son procesos mentales propios del pensar. Sin embargo, es cierto que el grado de
precisión y extensión de la ordenación de los conceptos (sean clasificaciones
o divisiones) resulta mayor o menor dependiendo del conocimiento e intereses de
la persona que la realiza, pero no depende de los nombres “clasificación” o
“división”, pues los científicos por ejemplo han elaborado clasificaciones no
sólo grandes, como la de Linneo, sino también pequeñas, como la de los planetas
del sistema solar (que se dividen en
sólidos, gaseosos y enanos). Así que usaré indistintamente aquí estos
dos términos.
Más allá de los nombres, el criterio
para hacer una clasificación de los conceptos puede basarse en: la
esencia, alguno de los accidentes o bien,
haciendo analogías a partir del grado de participación en las cualidades
(perfección) del género al que pertenecen los conceptos clasificados.
Ciertamente que la mencionada perfección de un género (el conjunto de
cualidades que sus integrantes deben reunir) frecuentemente -por no decir
siempre- resulta ser ideal, construida por la mente del clasificador a partir
de muchas abstracciones. ¿Acaso una piedra dura es más perfecta que otra blanda
simplemente por ser más dura? Es nuestro criterio el que ha elaborado la idea
de que entre más dura es una piedra, es más piedra. Podríamos decir que ambos
tipos de piedras son perfectos tal como son.
Tipos de divisiones
Básicamente las divisiones son de dos tipos: propias e
impropias, dependiendo de criterio que toman para clasificar. Si la
clasificación se basa en las propiedades fundamentales de un objeto, ésta es propia[17] o per se. Alguien que clasifica un organismo a partir de sus
estructuras, por ejemplo, está ante una ordenación de este tipo. En cambio,
alguien puede tomar como criterio una característica secundaria, en el sentido
de que corresponde más a los intereses o manera de organizar el mundo del
clasificador, que a las propiedades fundamentales de la cosa. Consideremos
pues una otra persona que clasifica la
vida a partir del tamaño de cada ser viviente, o bien, del ecosistema al que pertenecen. Entonces tenemos una división impropia
(o per accidens).[18]
Reglas de la clasificación o la división
La clasificación y la división,[19] para ser correctas, deben
seguir las siguientes reglas:
1. Deben de ser completas. Si faltara
algún elemento que constituye una división o una clasificación, nuestro
“concepto” sería incompleto. Equivale a hacer una clasificación del cuerpo,
olvidándonos de la cabeza.
2. Las partes del "todo" deben
excluirse entre sí. Si creamos una
clasificación o división, debemos considerar que hay aspectos que son abarcados
dentro de un género, pero, que al ser sus especies, éstas se excluyen unas de
otras. No podemos identificar a los brazos con las piernas, aunque ambos sean
especies del género extremidades.
3. Deben ser ordenadas y graduales. Esto
quiere decir que debemos ir de lo más simple a lo más complejo, tomando en
cuenta el criterio establecido para hacer una clasificación o una división. Es
como un cajón o baúl de los recuerdos. Para explicarle a otra persona todo lo
que hay ahí, debemos seguir un orden que resulte sencillo para un amigo a quien
se lo queramos mostrar y, así, vayamos llevándolo de la mano hasta que entienda
lo más complicado que hay en él.
4. Deben ser breves.[20] Está claro que en las
clasificaciones esto no es siempre posible, ni recomendable. Pídele a un
biólogo que clasifique a los seres vivos en unas cuantas categorías, cuando ya
los reinos animal y vegetal son insuficientes para representar la diversidad de
seres vivos que abundan. Sería absurdo. Pero es muy útil hacer una división sencilla
de los seres vivos para enseñar biología a los niños de primaria.
Ejercicio
Haz una clasificación de los géneros musicales, respetando sus reglas y
tomando en cuenta los siguientes elementos:
Clásica
Tropical
Rock
Folklórica
Pop
Jazz
La inordinación
La inordinación es una operación que ordena
un concepto dentro de una gradación, que va de lo menos a lo más. La
inordinación puede ser por extensión o genética. En la primera, ya hay un orden
y gradación dados y se incorpora un concepto nuevo a una clasificación.
Digamos que tengo un rompecabezas a medio armar y, de repente, encuentro una
pieza que embona exclusivamente en un lugar único del conjunto. Precisamente,
si un botánico descubre en la selva de Chiapas una nueva especie de planta,
tendrá que insertar esta categoría dentro de la clasificación ya establecida de
los vegetales. En la segunda (la inordinación genética), se ordena
evolutivamente a los conceptos y establece la gradación propiamente. Si se quiere hacer una lista de los
delanteros de la primera división de futbol del más goleador al menos, se
realiza una inordinación genética.
Ejercicio
[1] Esto lo dice José María de Alejandro y, en contraposición, asevera que
la división (la cual no la distingue de la clasificación) es analítica.
[2] Hay otros tipos de definición que no son considerados por la
clasificación tomista de la definición. Sin embargo, también deben ser conocidos. Éstos son: 1) la definición común o usual, que es aquella que explica el significado
cotidiano de una palabra; 2) la definición
técnica, que es aquella que se basa en el significado de un término en una
disciplina artística, científica o técnica; 3) la definición arbitraria o convencional, es aquella que es adoptada
por un grupo para usarla en su contexto; 4) definición simbólica, es la que se usa para explicar el significado
de un símbolo matemático.
[3] Si la definición se centra en la comprensión del concepto, ésta es
connotativa, pero si se interesa en la extensión del concepto, entonces es
denotativa. De esta manera sólo definiendo y dividiendo podemos entender bien
los conceptos.
[4] De acuerdo con Pedro Chávez la definición nominal es más compleja.
Puede ser: semántica (si va hacia la significación de un término) o sintáctica (si apunta al manejo o
sustitución de una palabra). Las definiciones semánticas abarcan a la
etimológica y por sinonimia, pero además incluyen a las definiciones condicionales,
es decir, aquellas establecidas a partir de una condición (Si 2+2 =4, entonces
4 = 2+2); las teóricas o primitivas, que fundamentan los conceptos base
de una teoría (El ser vivo es aquel que tiende a la autoreproducción de su
especie); y las definiciones convencionales o por identidad, que aclaran
el sentido de los conceptos primitivos (autorreproducción: que un ser produce a
otro de las mismas características, sin recurrir a factores externos). Luego, las definiciones sintácticas las
divide en estructurales, recursivas y axiomáticas. Las estructurales
muestran la manera de funcionar de un símbolo, las recursivas postulan
una cadena de enunciados interrelacionados para definir algo y las axiomáticas
omite definirlas. Por otro lado, Chávez habla de otras definiciones que no son
nominales, como: las operacionales (indican cuantitativamente la relación entre
los fenómenos), como E=mc2; las negativas que definen algo diciendo qué
no es; y las analógicas o metafóricas (recurren a imágenes poéticas o
expresiones en sentido figurado, como los árboles son los pulmones del planeta).
[5] Hay quienes hablan de un tercer tipo de definición nominal, sería el
aludir al término latino o griego equivalente al de la palabra que se quiere
definir. Esta forma de definición nominal,
a diferencia de la definición etimológica, no explica la raíz de la
palabra citada (Cfr. Daniel Márquez Muro,
Lógica dialéctica por objetivos,
E.C.L.A.L.S.A., 10ª ed., México, 1977, p.
90).
[6] Algunos filósofos
dividen la definición descriptiva en dos tipos: propia e impropia. La primera expresa propiedades peculiares de
la esencia de las cosas. Por ejemplo: el hombre es un animal político. La
definición descriptiva impropia expresa
características comunes también a otros seres. Por ejemplo: el hombre es un
mamífero. También cabe mencionar que la
descripción es considerada por José Manuel Villalpando como una operación
conceptuadota, distinta de la definición, pues ésa última se identifica con la
real esencial (que él llama definición tradicional) o bien, con la definición
científica (que sería una que explica el
génesis de lo definido, pero no a un
nivel de experiencia sensible, sino de postulados teóricos).
[7] Otros tipos de definición descriptiva que hay, son: la analógica, la
imaginativa y la literaria. La primera hace una analogía entre una cosa y otra
para definir una. Por ejemplo: explicar
la relación mente – cuerpo comparándola con la relación software- hardware. La
segunda hace uso de la imaginación para explicar algo. De hecho este elemento
es indispensable en las analogías y no se pueden deslindar fácilmente ni de las analógicas, ni de las literarias. Un ejemplo de este tipo, sería la platónica
definición del alma a través del mito del auriga. Por último, la definición
literaria, es aquella que recurre a palabras bellas para definir un concepto, como por ejemplo, el
alma a través de un cuento.
[8] Como veremos posteriormente no existe propiamente una definición causal
material debido a que ésta se identifica con la definición real esencial
física.
[9] Las definiciones basadas en la causa final de las cosas también son
llamadas definiciones funcionales.
[11] No
obstante, considero que la definición real esencial física y la definición
accidental no tienen ninguna diferencia. Están en el mismo plano. Para llegar a
la esencia de algo, hay que describirlo, de lo contrario limitarnos a los
predicables, puede rayar en lo ideológico y simplista. Tan necesaria es la
definición descriptiva y tan difícil de separar de la metafísica, cuando se
piensa en serio, que José María de Alejandro, a pesar de descalificar la
descriptiva, admite que en las ciencias y en la Lógica es indispensable su presencia.
[12] Una crítica a esta división podría ser que nosotros no nos podemos
desprender de nuestro modo de concebir las cosas nunca. Consecuentemente no nos
es fácil (tal vez imposible) distinguir definiciones entre reales esenciales
físicas y metafísicas.
[13] Generalmente los libros de lógica nos presentan seis reglas; es decir,
las cinco anteriores y una más. Para Daniel Márquez Muro, la definición debe
hacerse a partir del género próximo y diferencia específica. Para Misael
Mateos, dicha regla sería prescindir de los sinónimos. En cambio, Raúl
Gutiérrez Saénz, de una manera más atinada, plasma la sexta regla indicando que se deben hacer explícitos los
atributos esenciales del objeto representado. No obstante, es cierto que tanto
esta sexta regla de Márquez Muro y de Gutiérrez Saenz bien podrían ubicarse de
alguna manera en la primera regla que citamos.
[14] Es importante distinguir el todo real del lógico. Pues el real se puede
identificar con el ente en sí mismo (sea natural o sea artificial), el cual
física y extra-mentalmente existe y se compone de partes separables por sí
mismas, que se dividen en esenciales e integrales. En cambio, el todo lógico es
la representación en la mente del objeto. Los lógicos tradicionales afirman
que finalmente el todo lógico se
desprende del objeto en sí mismo, sólo que puede ser expresado con distintos
conceptos. Otras corrientes lógicas, verán que el todo lógico distanciado del
real, por los límites que tiene la capacidad de conocer el sujeto. De cualquier forma, el todo lógico se refiere
a las especies en que se divide un género y siempre va a ser artificial.
[15] Raúl Gutiérrez Sáenz explica que la división es una operación
conceptuadora y ella tiene varios tipos: la clasificación, la división física y
la división mental o lógica. La división
física desarticula las partes materiales que tiene un ente. La división mental,
desarticula las partes que abarca la comprehensión de un concepto, pues esos
aspectos son sólo separables en la mente y no en la realidad. Existen además otras clases de división propuestas por otros
filósofos, como Daniel Márquez Muro. Él nos dice que la división puede ser
propia o per se, e impropia o per
accidens. En la primera el todo se divide en función de sí mismo; en la segunda el todo se divide en función de
sus accidentes. Por otro lado José Manuel Villalpando entiende que una cosa es
la clasificación, que habla de modos de ser una cosa y luego está la
división, que parte una unidad en sus
partes.
Respecto a la diferencia entre una
clasificación y una división no hay mucha claridad en su uso más allá de los
manuales de lógica. Y esto me parece que es el resultado de que nunca se
procede exclusivamente de manera inductiva o deductiva, ni deslindando
claramente lo objetivo de lo subjetivo. Así pues, si pensáramos que la
clasificación organiza subjetivamente los conceptos en géneros y especies ,
mientras que la división establece objetivamente categorías en función de las
partes propias del ente sometido a dicha operación conceptuadora, nos
decepcionaríamos, pues eso hace suponer que, desde esta perspectiva, la
división refleja la realidad, mientras que clasificación es un producto más de
una reflexión arbitraria. Por desgracia,
tampoco es fácil saber hasta qué punto las ideas sobre las cosas “distorsionan”
sus partes, su estructura o bien, tampoco es fácil saber hasta qué punto una
reflexión teórica, efectivamente, muestra la estructura real de una cosa.
[16] Una visión semejante respecto a la clasificación y la división ha sido
sostenida por Francisco Montes de Oca. No estoy descubriendo el hilo negro.
[17] Márquez Muro menciona que la división propia se puede dividir en
nominal y real. La primera se basa en
los varios significados que tiene el concepto en cuestión ( o incluso
equivale a veces a la definición etimológica, pues divide a la palabra en sus
raíces); mientras que la segunda se basa
en sus propiedades reales y , a su vez,
se divide en universal, integral y
potestativa. La división real universal
o de orden toma a un todo, cuyas partes son individuos perfectamente
separables. La división del concepto
enseres de cocina, por ejemplo. La división real integral se refiere a
un todo cuyas partes están constituyendo un compuesto, que si se separaran, el
todo dejaría de ser lo que es. Ej. La división del concepto de componentes
químicos del bronce. Por último tenemos la división potestativa,
virtual o potencial, que alude a las
funciones en las partes potenciales (desarrollables) de las partes. Así pues,
si hacemos una división de estudiantes en función del rendimiento
académico que pudieran presentar,
tenemos una división potestativa. Por último, cabe mencionar que a la
división real también se le llama partición. Pedro Chávez, dice que hay una
diferencia entre una y otra, ya que para él la división es una separación
lógica del todo en partes (que no
corresponden al objeto, sino a la extensión y comprensión de la idea) y la
partición descompone mentalmente al objeto en sus partes integrantes y cuando
se parte el objeto en ellas, se pierde el todo. En lo personal, considero que el
todo siempre se pierde cuando se divide, pues la parte jamás se identificará
con el todo. Además, no siempre es fácil
saber cuándo la parte es separable del objeto gracias al objeto que, o bien el
objeto así lo “compromete”, o bien, gracias al sujeto que así lo “obliga”. Por
ende, tal distinción entre división y partición no se puede sostener tan
fácilmente. Una última manera de abordar la división, la da
José María de Alejandro, quien ve que hay dos maneras de hacer divisiones: 1)
dicotómicamente, haciendo uso del principio de contradicción (donde un objeto
se divide en A y no A y dónde a su vez A se divide en B y no B y no A se divide
en C y no C); 2)según las propiedades positivas del objeto.
[18] La clasificación impropia puede ser de tres tipos, según sea lo que se
clasifica y cómo se clasifica: sujeto en accidentes, accidente en
sujetos y accidente en accidentes.
Cuando se clasifica una sustancia en virtud de algún accidente, estamos ante el primer tipo. Ej. Clasificar
las flores de acuerdo a su olor; Cuando
se clasifica un accidente en función de las sustancias que lo ostentan, estamos
ante el segundo tipo. Ej. Una
clasificación de los malos olores de acuerdo a los objetos que los encarnan:
axilas, basura, zorrillos, etc. Por
último, tenemos que si clasificamos un accidente tomando por criterio otros
accidentes, entonces estamos frente al
tercer tipo. Si clasificamos los olores
de acuerdo a su intensidad: suaves, fuertes, etc.
[19] Para la división Daniel Márquez Muro enuncia una regla más en relación
con la división: 1) que el todo debe ser mayor que cualquiera de sus
partes".
[20] Muchos filósofos sólo le atribuyen tres
reglas a la clasificación: 1) Que debe
ser completa; 2) que la clasificación debe hacerse a partir de notas positivas
y 3) que sus elementos deben asociarse por semejanzas y separarse por sus
diferencias. Sanabria matiza esta misma regla diciendo que la clasificación debe realizarse de tal
manera, que entre los miembros de la
misma especie haya mayores semejanzas que entre los de dicha especie y los de
otra distinta. Creo que esta tercera regla está implícita en la regla que exige
que los elementos se acomoden ordenada y gradualmente.
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