La argumentación probable: la hipótesis, la ficción científica y el argumento de analogía.


Algunos razonamientos no son evidentes y, sin embargo, son plausibles o razonables. A esos les llamamos argumentaciones probables, pues parten de premisas probables y llevan a conclusiones del mismo tipo. La probabilidad es de tres tipos: extrínseca, intrínseca y mixta, según dependa de un testimonio, de medios de pronóstico relacionados con la cosa probable o bien una mezcla de ambos.
Las fuentes de la argumentación probable  son: la hipótesis, la ficción científica, el argumento de analogía, el razonamiento estadístico y el cálculo de probabilidades. En el presente texto sólo abordaré los primeros tres, ya que los últimos dos se pueden circunscribir al argumento de analogía.

La Hipótesis


La hipótesis es una proposición o serie de proposiciones  entrelazadas, cuya verdad no se ha demostrado, pero que se supone verdadera, porque explica un determinado hecho (hipótesis particular) o bien una realidad u orden de fenómenos (teoría); en consecuencia, la teoría  es un mecanismo para explicar un sistema de hechos. Tanto las hipótesis, como las teorías, explican hechos no observables directamente o, en su defecto,  explican el funcionamiento y orden que responde al porqué de esos u otros fenómenos.  Como vemos, la hipótesis  y la teoría se parecen mucho y a veces no es tan fácil delimitar dónde acaba una y dónde empieza la otra, pero se piensa que la segunda abarca a la primera y la relaciona con leyes, es decir, enunciados observacionales que describen ciertos fenómenos y hasta con algunas categorías científicas (términos que designan ciertas entidades reales o ficticias que sirven para definir y explicar una realidad), conformando así un sistema, pues la teoría finalmente es un conjunto de enunciados interconectados mediante abstracciones y analogías.  Las teorías pueden ser naturales o sociales, según expliquen a algo desde el punto de vista de la naturaleza o desde el punto de vista del hombre; pero también pueden ser fenomenológicas, si describen un hecho observable tal cual es, o en su defecto representacionales, si construyen modelos para explicar fenómenos inobservables como el átomo.
A veces, por no decir frecuentemente, las teorías mezclan estos dos niveles y siempre son sujeto de interpretación.
Supuestamente, una hipótesis debe ajustarse a ciertas reglas: 1) que no contenga dentro de sí algo imposible y eso supone –aunque no siempre sucede- que no entre en contradicción con los conocimientos científicos vigentes; 2) que no se oponga a ningún hecho que la experiencia nos haya mostrado; 3) que parta de un hecho positivo (algo que suceda y haya sido observado), 4) dé una explicación inteligible y verdadera que, además, sea más satisfactoria que otras conjeturas; y 5) que sea experimentalmente comprobable.
En cierta manera, el eje de estas reglas está el principio de no-contradicción, el cual, a groso modo, es el método que sigue la ciencia al teorizar.  No obstante el avance del conocimiento (especialmente el científico) no procede dando pasos iguales, como ya lo ha demostrado Paul Feyerabend.
Por otro lado, cuando una hipótesis se demuestra, se convierte en una verdad; pero más aún, si la hipótesis es una teoría, además se convierte en ley (un enunciado de validez universal que explica una relación constante entre aspectos variables de un fenómeno o sistema).[1]  No es lo mismo confirmar la hipótesis de la existencia de otro planeta, que comprobar la teoría de la relatividad y formularla en la famosa ley de la conversión de la materia en energía: E = mc2.  El método de la ciencia demostrada y aceptada, pues, es la prueba o verificación.

Ficción científica


La ficción científica es una invención teórica que no corresponde a ningún objeto fuera de la mente, pero que explica la realidad. Pensemos en la geometría, ya que, aunque hay objetos con formas geométricas, como los copos de nieve o algunas formaciones rocosas, también es cierto, que las figuras geométricas exactas sólo se dan en la mente.  

Argumento de analogía


Los argumentos de analogía tratan de demostrar algo a partir de la semejanza entre un hecho específico y otro (vía del ejemplo) o bien, entre un conjunto de hechos (vía de la inducción), ya sea por la misma razón (a pari), con mayor razón (a fortiori) o por un motivo contrario (a contrario):

Por la misma razón
Con mayor razón
Por motivo contrario
Si el elefante africano come mucho, por la misma razón ha de comer mucho el asiático.
 Si un pony es caro de mantener con mayor razón lo es un caballo.
Si tomar mucho refresco causa gastritis por motivo contrario no beber mucho no ha de provocar gastritis.

Así pues, se parte del principio de que causas iguales generan efectos iguales; efectos iguales provienen de causas iguales y que seres semejantes tienen propiedades similares.
Finalmente, el razonamiento estadístico y el cálculo de probabilidades de alguna manera son analógicos; sin embargo, siguen un modelo matemático, que no está necesariamente presente en toda argumentación analógica. Así pues, una probabilidad es la frecuencia con que un suceso pueda repetirse, ya sea, a través de un cálculo ideal a partir de un número límite (probabilidad a priori) o  mediante la observación de cierto número de repeticiones (probabilidad empírica).  Pensémoslo así: la probabilidad de que una moneda de lados iguales, al ser echada a vuelo, caiga en águila o sol es de 1/2, es decir, de un solo volado hay 1 posibilidad de que caiga de un lado o del otro. Por tanto, la probabilidad es de .5 o, si  prefiere, del 50% de que caiga de una manera o de  otra.



[1] Las leyes científicas según  su grado de exactitud son universales o probabilísticas. En otras palabras, marcan criterios invariables, o bien marcan tendencias generales con algunas excepciones. Ahora bien según su término, las leyes pueden ser de bajo nivel, si son observacionales, es decir, si describen la homogeneidad de un fenómeno, como todos los cuerpos caen; o bien son de alto nivel, si son teóricas y abrstractamente describen un fenómeno.   Así pues, las leyes permiten explicar y predecir fenómenos. 

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