El razonamiento deductivo


Inferencias mediatas


Son las deducciones que se obtienen a través de dos o más premisas. También son llamadas silogismos (pues en griego, se deriva de un verbo que significa recoger). Pueden ser de dos tipos: simples y especiales.
Los silogismos simples, también conocidos como silogismos típicos o categóricos, constan de un antecedente, es decir,  dos proposiciones simples  vinculadas por  un nexo y dispuestas de tal manera que conducen a una tercera enunciación, es decir, la conclusión, la cual, a su vez, conforma el consecuente del silogismo. Ejemplo:

Todos los carros contaminan       1ª proposición simple
El Golf es un carro (nexo)          2ª proposición simple   antecedente 
_________________________                                                                  silogismo
El Golf contamina                      3ª  proposición simple - consecuente


Los silogismos especiales son aquellas deducciones que: 1) constan de dos proposiciones compuestas (con más de un sujeto y/o predicado), 2) están integradas por varios silogismos simples; 3) son variantes del silogismo simple debido a una modificación de otro tipo.  

Ejercicio


Que el profesor acuerde con los alumnos  realizar un debate, o bien, un ensayo por parejas sobre la posibilidad de obtener un razonamiento a partir de una sola premisa, es decir, si en realidad son posibles las inferencias inmediatas. 

 El razonamiento deductivo


Esta  peculiar manera de discurrir funciona mediante dos principios: el de identidad o afirmación y el de discrepancia o negación.  El primero (el de identidad) dice que si dos ideas que convienen con una tercera,  éstas también convienen entre sí. En otras palabras y de manera muy simple: si A = B y B = C, entonces A = C. Ahora bien, el principio de discrepancia dice que si  al tener dos ideas, que en relación a una tercera, una le sea conveniente y la otra no, tenemos que ambas tampoco convienen entre sí.  Es decir: A = B y B ≠ C, entonces  A ≠ C.
Cuando se habla de identidad, nos referimos a una correspondencia en primer término entre una idea y otra y, en segundo término, entre los objetos representados por esas ideas. El jucio "todas las pulgas son parásitos" establece una correspondencia entre "pulga" y "parásito". En sentido amplio, predica una identidad, la cual, puede ser material o formal.  La identidad material se da entre conceptos que tienen distinta extensión y comprehensión. Ej. "Los gusanos son invertebrados".  Se dice que es material, porque "gusano" e "invertebrado"  coinciden en una misma materia: los gusanos de la realidad; pero no todos los invertebrados son gusanos. En cambio,  la identidad formal se da entre conceptos que poseen la misma comprehensión y extensión.  Ej. "Todos los hombres son animales racionales" predica una identidad formal, ya que "hombre" y "animal racional", además de coincidir en la misma materia, aluden a lo mismo, a una forma común.
Debemos recordar que los razonamientos deductivos van de lo general a lo particular y que pueden basarse en una, dos o más enunciaciones. Y ellos, al predicar una identidad, lo hacen conectando juicios entre sí. No obstante, no todas las deducciones que hacemos son válidas.  Consecuentemente, para garantizar la verdad de este tipo de razonamiento, se han sugerido las siguientes reglas:
1.       De lo verdadero, sólo se sigue lo verdadero. De lo falso, se puede seguir lo verdadero o lo falso.
Si el conocimiento previo o antecedente de un  razonamiento es verdadero, es de esperarse que se concluya una verdad en el consecuente.[1] 2+2= 4. Esta verdad permite corroborar otra sencilla verdad, que: 4+4= (2+2) + (2+2). Ahora bien, lo mismo podríamos decir de la falsedad: que un pensamiento falso conduce a una conclusión falsa, pero no siempre es así. A veces, un pensamiento falso nos lleva a una conclusión verdadera.  Supongamos que Pepe no entiende la raíz cuadrada, pero que Miguel lo ha deducido de pensar que Pepe es una criatura irracional y seguramente víctima de la lobotomía.  La verdad es que Pepe no entiende esa operación matemática, aunque la causa sea que le fue explicada mal. 
2.       Todo lo que conviene al antecedente, conviene al consecuente, pero no viceversa. Todo lo que repugna al consecuente, repugna al antecedente, pero no viceversa.
Esta regla asegura que los conocimientos previos (el antecedente) estén contenidos en el consecuente, en el conocimiento nuevo. Sin embargo, los atributos  o cualidades que tiene la conclusión obtenida pueden ser ajenos al antecedente. Ej.
Nostradamus es un profeta
Los profetas son populares
______________________
Nostradamus es popular
La popularidad de un profeta en su época era indiscutible. Le compete al antecedente y le compete al consecuente.
Ahora bien, que la falsedad de conocimiento nuevo sea producto de una falsedad en el conocimiento previo es algo entendible, aunque a veces con conocimientos falsos se pueden llegar a verdades, como vimos arriba en el ejemplo de Pepe y Miguel.
Por otro lado, también algunos filósofos han llegado a pensar que el pensamiento deductivo versa exclusivamente sobre obviedades y que, en realidad, las conclusiones que se derivan de sus premisas son evidentes y muchas veces ya sabidas de antemano. Por lo tanto, el filósofo británico John Stuart Mill (1806-1873) señaló que el poder que tienen para conocer las deducciones es nulo.  Por ejemplo, al postular las premisas “Todos los hombres son mortales” y “Sócrates es hombre”, ya sabíamos antes de concluir que Sócrates es -o mejor dicho, era- mortal.   No obstante, como apuntó Stephen Barker, a veces, aunque tenemos conocimiento de la verdad y validez de nuestras premisas, no hemos hecho conciencia de la conclusión a la que conducen; y expone el caso de un individuo que vive en los suburbios, pero trabaja en el centro de una ciudad. Esta persona viaja diario a su trabajo. Sabe que tarda 10 minutos en llegar de su casa a la estación de tren, que de ahí, hace 30 minutos a la ciudad, ahí toma el metro y hace 10 minutos hasta la estación en la que debe salir y finalmente camina 5 minutos más para llegar a su trabajo. El mismo tiempo hace en el trayecto de regreso. Y él lo sabe. Entonces, alguien le dice que pierde dos horas de su vida en el traslado a su trabajo y entonces el hombre se desconcierta, pues nunca había hecho conciencia de la conclusión, a pesar de tener la verdad de las premisas. He aquí que sí es útil la deducción.[2]





[1]  Que se tenga  pensamientos verdaderos tal vez tampoco garantice la validez de una conclusión.  Imaginemos el sig. razonamiento: "Algunos medicamentosproducen dolor de cabeza"
                                                         "Las aspirinas son medicamentos"
                                                        ________________________________________
                                                     Las aspirinas producen dolor de cabeza
Ambas premisas son verdaderas, pero de una verdad no se deduce otra, no al menos automáticamente.
[2] Stephen F. Barker, Elementos de lógica, 5ª ed., Mc Graw Hill, México, 1990, p. 267.

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