El razonamiento lógico


El razonamiento o raciocinio psicológico es la última estructura del pensamiento de acuerdo con la lógica clásica. El razonamiento es, pues, el acto por medio del cual la mente obtiene un nuevo conocimiento a partir de conocimientos previos. Dicho de otra manera, es un movimiento mental por el que se pasa de varios juicios relacionados a la elaboración de un nuevo juicio, que necesariamente surge a partir de los anteriores. Y al contenido de ese acto se le llama raciocinio lógico.
El vínculo entre el raciocino psicológico (razonamiento) y el lógico es similar a la relación que existe entre el modo de hacer un pastel y el pastel mismo. El modo, se refiere a los pasos dados para hacer ese postre: primero se mezclan los ingredientes, luego se meten al horno. Pero la leche, la harina, los huevos, el saborizante, etcétera, son el contenido de ese postre. 
Razonar es hacer uso de la razón. Cuando se razona, se reflexiona. Cuando se reflexiona se hacen  inferencias o ilaciones y éstas se definen como el paso que da el entendimiento del individuo para sacar consecuencias,  a partir de una o más proposiciones. El vínculo entre la inferencia y el razonamiento es sumamente estrecho. El proceso de dar un paso y el paso dado son inseparables en la práctica. Por eso es que se suelen manejar como sinónimos a ambos términos. 
Las inferencias pueden ser inmediatas y mediatas. [1] Las inferencias inmediatas son aquellas  en las cuales el razonamiento saca una conclusión a partir de un solo juicio. Por ejemplo: “Todos los rascacielos tienen muchos pisos”, por lo tanto, “La torre Latinoamericana tiene muchos pisos”. Las  inferencias mediatas son aquellas que constan de dos o más enunciados, vínculados por un concepto que los relaciona. Por ejemplo: “Todos los pollos son aves”, “todas las aves son plumíferos”, por lo tanto, “todos los pollos son plumíferos”.
Las inferencias mediatas pueden ser progresivas o no progresivas.  Las primeras siguen un modelo, como el del ejemplo citado:
A es X
X es B

A es B
Pero las segundas siguen un modelo distinto:[2]
A es X
B es X
C es X

A  B y C son X
Las inferencias mediatas progresivas siguen un modelo donde hay una cadena que entrelaza sucesivamente a “A” con “X” y “C”, pero en la segunda no hay tal de “A” respecto a “X”, “B”  y “C”, sino  todos ellos tienen un mismo vínculo con “X”.
Cuando una serie de inferencias resulta eficiente y exitosa, al grado de ser compartida por muchos individuos como un vehículo reflexivo para alcanzar la verdad,  se convierte en un método.
El modelo central de la inferencia, desde luego, está en la inferencia mediata o raciocinio psicológico. Así pues, bajo este paradigma se puede pensar de tal manera que llegue a un nuevo conocimiento basado en los conocimientos previos, y, tanto unos como otros conforman el contenido del  raciocionio. Digámoslo con más precisión, los raciocinios están compuestos de dos elementos: antecedente y consecuente. A lo ya sabido, se le llama antecedente y a lo "descubierto", se le llama consecuente.[3]
Supongamos que Paquito, a sus cinco años, no sabe quién fue John Lenon, pero sí ha escuchado del grupo musical los “Beatles”, porque sus papás lo escuchan. Un día, escucha el nombre de tal artista y sus progenitores le explican que John Lenon fue un integrante de ese grupo. Entonces, ya tiene mayor idea de quién fue John Lenon. Ha obtenido un nuevo conocimiento. ¿Cómo? Paquito realizó el siguiente razonamiento:

         Raciocinio                                    elementos   expresión
 Los Beatles son músicos
John Lenon es un beatle                        antecedente - premisas
____________________

    John Lenon es un músico                      consecuente - conclusión

No obstante, hay otra visión de la estructura de un razonamiento según el filósofo uruguayo –naturalizado mexicano-, Carlos Pereda. El razonamiento, en cuanto fenómeno que produce argumentos, implica los siguientes elementos estructurales: 1) alguien que propone un argumento y lo defiende (proponente); 2) alguien quien responde o ataca esa propuesta (oponente); 3) el problema que se va a disputar; 4) el tiempo de la disputa; 5) quien controla el debate y dicta un ganador (magíster).[4]  También considera Pereda que quienes argumentan deben poseer ciertas virtudes epistémicos, que son de carácter  morfológico (o sea, ciertos hábitos mentales que son parte de la forma de una argumentación): 1)  integridad epistémica (independencia intelectual y consistencia de las creencias); 2) rigor intelectual; 3) espíritu de rescate de los materiales intelectuales para argumentar (esto equivale a la obtención de la mayor información posible). Por  último, piensa que las argumentaciones poseen también las siguientes reglas procedimentales que le son propias: 1) contrastabilidad empírica (que se puedan comprobar con la experiencia sus enunciados); 2) poder prospectivo (que se puden proyectar a futuro las consecuencias del argumento, es decir, se refiere a su poder de predicción); 3) coherencia (relación de acomodo entre las creencias previas y las contrastadas); 4) poder explicativo respecto al  problema sobre el que se está argumentando; vaya, que dé el porqué de ese algo.

Ejercicio


I.  Señala con una J si la siguiente frase es un jucio y con una R si es un razonamiento.

Frase
Tipo de pensamiento
Comió galletas y se tardó una hora en el baño. Le hicieron daño.

Comió galletas y se tardó una hora en el baño porque le hicieron daño.

Todos los muppets son de peluche. Por lo tanto la rana René es de Peluche.

Si tocas el saxofón, entrarás al grupo.



 Expresión de los razonamientos


A cada estructura del pensamiento le corresponde un modo de expresión.  La argumentación o discurso es la expresión del raciocinio. Las ideas se expresan en palabras, los juicios en proposiciones y los raciocinios en argumentaciones. Los discursos son una serie de enunciados vinculados por un nexo.
Los enunciados dentro de un raciocinio pueden ser de dos tipos: premisas o conclusión. Las premisas corresponden al antecedente, es decir, a la expresión de los conocimientos previos; la conclusión corresponde al consecuente, o sea,  al conocimiento nuevo.
Un razonamiento tiene al menos una premisa, aunque puede  presentar muchas más. Sin embargo, siempre tiene una conclusión. Véase el cuadro de arriba.






[1] También es verdad que se ha hablado de inferencias deductivas e inductivas, como  otras dos formas de inferencia.
[2] Las inferencias mediatas no progresivas pueden serlo a partir del sujeto o a partir de predicado. Y ambas pueden ser de integración o de disociación. Ej.
Inferencias mediatas no progresivas a partir del sujeto de  integración:

A es X
B es X
C es X
Por lo tanto  A, B y C son X

El  azúcar es dulce,
La caña es dulce,
El durazno es dulce,
Por lo tanto el azúcar, la  caña y el durazno son dulces
Inferencias mediatas  no progresivas a partir del sujeto de disociación:

A, B y C son X
Por lo tanto A es X,
B es X,
 C es X

Benito, Demóstenes y Cucho son amigos de Don Gato
Por lo tanto Benito es amigo de Don Gato,
Demóstenes es amigo de Don Gato,
Cucho es amigo de Don Gato.

Inferencias mediatas no progresivas a partir del predicado de integración:

X es A
X es B
X es C
Por lo tanto X es A, B y C

El D.F. es la capital de México
El D.F. es hermoso
El D.F. es mágico
Por lo tanto el D.F. es la capital de México, hermoso y mágico.
Inferencias mediatas no progresivas a partir del predicado de disociación:

X es A, B y C
Por lo tanto X es A
X es B
X es C

El albatros es un ave, grande e inteligente.
Por lo tanto el albatros es ave,
El albatros es grande,
El albatros es inteligente





[3] Otro criterio de comprensión de los componentes de un razonamiento se halla en la división del raciocinio en materia y forma. Su materia son las ideas y juicios. Su forma es la disposición de esas ideas y juicios para llegar a un conocimiento nuevo.
[4] Carlos Pereda, Vértigos Argumentales. Una ética de la disputa, Anthropos/ Universidad Autónoma Metropolitana, Barcelona, 1994, p.  23. El elemento del tiempo para Pereda es contingente, ya que considera que no todo debate o discusióndebe tener un “horario”  limitado para entablarse, sin embargo, en estricto sentido, todo debate tiene un tiempo, pues nunca una discusión dura toda la vida, es decir, ontológicamente siempre tiene un tiempo delimitado, aunque no haya planificado su duración. En cambio, para el propio Pereda, la caracterísica del juez del debate es también inherente a la argumentación. No obstante, en las discusiones no hay siempre un tercero y, frecuentemente, son los propios proponente y oponente los que tienen que regular –muchas veces sin éxito- la discusión.  

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