¿Qué es un género literario?
El asunto de los
géneros literarios ha sido un tema muy antiguo. Desde la Antigüedad se ha
discutido su definición, su número y las relaciones entre ellos. Para algunos,
un género es simplemente una etiqueta, un nombre bajo el cual agrupamos
intuitivamente o por tradición ciertas obras; para otros, como los formalistas
rusos, un género debe de tener características estructurales específicas, es decir, es un
tipo de narración con una estructura concreta; para Ortega y Gasset el
género es una categoría estética que se
refiere a temas radicales: cantares de gestas, romances, etcétera. Para Corti el género es un espacio en el cual
una obra se sitúa en relación con otras obras debido a características sígnicas
y estilísticas comunes. Para Matilde
Moreno un género es un apartado en el cual se puede clasificar las obras
literarias. El apartado es un modelo respecto al tipo de realidad a la que se
refiere (objetiva o subjetivamente) y a la forma en que se transmite. Para
Helena Beristain el género es una clase o tipo de discurso literario que se determina por la organización de sus
elementos en estructuras a las cuales pertenece una obra. Para Benedicto Croce
cada obra es única, ella en sí misma es un género, así que no debería de
existir una división tal. Esa misma
tesis es apoyada por Maurice Blanchot que dice que una obra no pertenece a un
género, sino a la literatura. No obstante, para Beristain el concepto de género
es necesario pues es una noción que actúa tanto en los autores, como en los
lectores cuando realizan ambos sus actividades, siendo así una fuerza de control,
una orientación intencional, una fuente de creación de lenguajes.
Abundan muchísimos géneros. “Fuera de la rigidez retórica, los géneros
literarios fueron múltiples en cada época y en cada país; y aun siempre han
existido los géneros literarios propios
de una época y de un país, o al menos, que únicamente se cultivaron con éxito
durante una época”,[1]
como sucedió con el género pastoril en el siglo XVI. Lo anterior señala el carácter histórico de
los géneros literarios. Eso hace plantear a TzetanTodorov y a Oswald Ducrot que
hay dos criterios de análisis de los géneros: el inductivo y el deductivo. El
primero asume que los géneros son contingentes y un producto histórico,
mientras que el segundo presenta al género como una estructura relativamente
estable a partir de características literarias ideales (teoría de la
literatura). Así que, sugieren que al primero se puede asociar con la noción de
género literario y al segundo con el de tipo literario. Sin embargo no géneros
no son absolutamente estáticos, inmutables. Dice Todorov que una obra sólo puede
pertenecer a la historia de la literatura influye sobre la institución de
nuestra visión de lo que es la literatura y del género a que pertenece. Por
consiguiente, y siguiendo a Bajtin, el
género combina lo nuevo con lo arcaico, es el mismo y, a la vez, se transforma. En
consecuencia los géneros son redefinibles conforme a la situación histórica, al
sistema al que se incorporan.
Pues bien, Aristóteles en su Poética, estableció la clasificación antigua
de tres géneros literarios: épica, lírica y dramática. Esta clasificación es
vigente en la actualidad, salvo por el asunto de que las formas de narración
contemporánea. En la épica hay un relato de un hecho ajeno al autor. En la lírica,
en cambio, el autor explica eventos íntimos, propios de sus sentimientos. En la
dramática, se expresa un diálogo entre personajes creados por el autor para su
representación teatral.
Hay quienes hablan entonces de épica, lírica y dramática, o bien, prefieren
hablar de género lírico, género dramático y género narrativo, incorporando con
más justicia en este último tanto a la novela, como a la producción épica de la Antigüedad.
Para Aristóteles la mímesis o imitación de la realidad era el criterio que regía
en su clasificación. De ahí que la objetividad o la subjetividad son los dos
polos de esa imitación.
Pero existe también un cuarto
género de importancia –al menos para algunos estudiosos- cuya acuñación fue posterior, en el
Renacimiento, que es el género didáctico, el cual se caracteriza por la intención de transmitir una
enseñanza o tesis. La obra por excelencia de este género es el Ensayo.
Por supuesto que esta división en tres o cuatro géneros no es tan
precisa, pues: puede sentir el narrador como íntimo su relato, el poeta
hacer descripciones objetivas acompañando a sus sentimientos, el
dramaturgo revelar su subjetividad o narrar hechos objetivos en una representación.
Así que la separación entre lo objetivo y subjetivo es más formal que real. El Género Didáctico, por su cuenta, es un
claro reflejo de combinación entre lo subjetivo y objetivo, por su expresión
personal del manejo de información o argumentos.
Aparte de esta dificultad definitoria, se puede trazar un desdibujamiento
de las fronteras, ya que hay una mezcla de géneros en algunas obras en las que
se combinan dos o más de éstos, o bien, se puede hablar de transgresiones del
género cuando se realizan cosas en contra de los cánones establecidos. La
mezcla, obviamente, ya es una transgresión. No obstante, lo anterior no es malo,
ya que el género, hoy en día, no se reconoce como una función normativa de la
creación literaria, como lo fue en la Época Clásica.
Antiguamente la disciplina encargada del estudio de los géneros era la Poética.
Cuando se perdió el corpus aristotélico en la Edad Media, fue la Retórica la
encargada de dicho estudio. En la actualidad se llama Genología a la disciplina
encargada del estudio tipológico de los géneros.
Por otro lado, también se habla de otros tres géneros que, como el
didáctico, se alejan del carácter fundamentalmente artístico de la triada
aristotélica. A saber: la oratoria, el periodismo y la historia. Incluso, se
llega a hablar de géneros orales para referirse a formas de comunicación
embelicidas: la conversación, la
exposición, el coloquio, la conferencia, el debate, la tertulia. Sin embargo, estos
géneros distan mucho de tener como prioridad una intención estética. Así que
muchos de los críticos contemporáneos no los reconocen como géneros literarios.
Igualmente se habla de ciertos subgéneros dentro de los géneros a los que
también se les denomina burdamente como “géneros”. Tal uso genera una confusión. Se habla de la
tragedia o del cuento como géneros. Entonces, los debemos de diferenciar como subgéneros
de los géneros clásicos (narrativo, dramático, lírico), o bien, debemos de hablar
de géneros mayores y menores. Los
primeros se refieren a las grandes obras y de mayor extensión; los segundos se refieren
a las obras menos importantes y menos difundidas.
Consecuentemente, dentro de los
géneros literarios clásicos, habría géneros mayores y menores. Dentro del
género narrativo tendríamos como mayores a la novela y la epopeya, mientras que
el cuento, la leyenda, la crónica y
otros tipos serían menores. En el género lírico serían mayores la oda, la
elegía, la epístola, la sátira, la canción, la égloga, mientras que menores
serían el madrigal, el epigrama, el haikú, etc. Dentro de la dramática habría como géneros
mayores la tragedia, la comedia y el drama, mientras como menores estarían el
sainete, la farsa o el auto sacramental serían menores.
En consecuencia, se tiene un maremágnum de categorías y enfoques para
referirse a los géneros, se mezclan reglas y transgresiones, persistiendo siempre
la existencia de la noción de género. Es
evidente la dificultad clasificatoria de claridad y objetividad absolutas para
un fenómeno que es subjetivo, o mejor aún, intersubjetivo y por ende social e
histórico, pero que no deja de producir estructuras referenciales para la
creación literaria y la lectura. Un
género es una categoría ambigua, re-elaborable, pero necesaria.
Bibliografía.
Angelo Marchese y Joaquín Forradellas, Diccionario de Retórica, Crítica y Terminología Literaria, edit.
Ariel, Barcelona, 2013.
Federico Carlos Sainz de Robles, Diccionario de la Literatura, t. 1, Edit. Aguilar, Madrid, 1982.
Helena Beristáin, Diccionario
de Retórica y Poética, Editorial Porrúa, 9ª
ed., México, 2006.
Matilde Moreno Martínez, Diccionario
Lingüístico Literario, Edit. Castalia, Madrid, 2005.
Oswald Ducrot y Tzetan Todorov, Diccionario Enciclopédico de las Ciencias del Lenguaje, edit. Siglo
XXI, México, 2009.
[1] Federico
Carlos Sainz de Robles, Diccionario de la
Literatura, t. I, edit. Aguilar, Madrid, 1982, entrada: géneros literarios.
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