Análisis de argumentos
El análisis argumentativo de un texto, pues, dependerá de la detección de
los argumentos que ahí se expresen y de la categorización de éstos como válidos
o inválidos, de acuerdo a las reglas de Lógica.
Para ello se sugiere una exploración del texto que mostrará su estructura.
Luego una lectura crítica, que permitirá la comprensión de un texto.
Exploración.
Primero que nada hay que tener
claro que una lectura académica responde a objetivos muy concretos. El
lector debe tener claros esos objetivos o, si no, preguntarse para qué leo o
qué información estoy buscando. Luego siguen dos estrategias: hojear y examinar
el texto.
Al examinarse un texto extenso se deben de buscar los siguientes datos:
título del texto, nombre del autor,
fecha de la publicación, la bibliografía, índices (general, onomástico,
analítico), títulos y subtítulos de los capítulos, tablas y cuadros y glosario.
Si se revisa un texto corto se
deben de detectar los siguientes elementos: título, primer párrafo completo,
primera oración de cada párrafo intermedio, último párrafo completo, letras
cursivas en negritas, etcétera.
Lectura crítica
El segundo paso que hay que dar es el de una lectura crítica. El lector debe de considerar los siguientes
tipos: 1) la evaluación del texto como fuente de información válida, 2) la
manera de presentar la información como hechos (sucesos,
acontecimientos), opiniones (juicios de valor) o inferencias (deducciones
lógicas), 3) el propósito del autor, 4)
el tono que usa (emoción que refleja: solemne, alegre, sarcástica,
neutra), 5) el tipo de lenguaje que usa (coloquial, rebuscado, técnico); 6) la
tesis o hipótesis que sostiene el autor (es el asunto del texto, la idea
central que le da unidad), 7) La coherencia de la argumentación, 8) la
influencia que ejerce el texto en el lector, 9) la posición que tiene el lector
ante el texto (la actitud inicial con la que se enfrenta a lo que lee, los
juicios y prejuicios con los lee el lector).
El tema y la tesis están en
estrecha relación. Si en tema es el asunto, la tesis es lo que se quiere
demostrar del tema. En ocasiones el
tema es una tesis, otras veces son diferenciables. La diferencia entre la tesis y la hipótesis
no es mucha. Una tesis es una conclusión
o proposición que se sustenta con razonamientos.[1]
Una hipótesis es una tesis que no ha sido verificada y que se da regularmente
en un contexto teórico-científico. En los textos hay una tesis central y hay
otras secundarias, subordinadas a la primera.
Un texto coherente lógicamente es aquel en el que hay una armonía entre
su tesis central y las tesis secundarias, entre las tesis y los
argumentos. La argumentación puede ser
débil o sólida. La primera carece de
claridad y completitud porque faltan explicaciones, ejemplos, presenta ambigüedades,
sobregeneralizaciones, estereotipos, sofismas, etcétera. La segunda, posee los
elementos para realizar una demostración contundente.
Ahora bien, los argumentos que se pueden encontrar en los textos son
teóricos, prácticos o valorativos. En otras palabras, los argumentos teóricos son
razones que proponen adquirir una creencia sobre hechos; los argumentos
prácticos tratan de persuadir de adquirir una actitud o intención respecto al
hacer; los argumentos son valorativos cuando buscan convencer de apreciar algo
ética, estética o axiológicamente (bueno-malo, feo-bello, barato-caro).
Detección de argumentos
A veces no es fácil la localización de un argumento en un texto. Un
argumento es aquello que pretende demostrar la validez de una tesis. Esto se
puede hacer con la detección de los enunciados fundamentales, la observación de
los signos de puntuación, el uso de conectores argumentativos.
Al leer el texto se deben de extraer las ideas principales. Se puede
hacer un resumen, una síntesis o un cuadro sinóptico para lograr dicho
objetivo.
Para detectar las ideas fundamentales se pueden buscar los enunciados de
apoyo en el texto, es decir, frases u oraciones que ayudan a comprender el
punto principal de un texto. Los
enunciados de apoyo muestran hechos, inferencias u opiniones que pretenden
demostrar las ideas principales. En consecuencia usan ciertos patrones de organización
textual que ofrecen explicaciones, ejemplos, una ordenación cronológica,
listados, preguntas-respuestas, comparaciones-contrastes, analogías. Al detectar esos patrones con sus respectivos
enunciados, uno puede preguntarse: ¿a dónde me lleva? ¿Qué se quiere demostrar
o concluir? Entonces se detectarán los puntos principales.
También ayuda la detección de los conectores argumentativos que son
palabras o expresiones que sirven para expresar relaciones de argumentación
entre dos o más enunciados. Es decir, son enlaces que articulan informaciones y
argumentos. Ejemplos de conectores son los siguientes: ahora bien, a pesar de, aun cuando, aunque, así, cuando, como, decididamente,
de facto, de hecho, dicho de otro modo, de todos modos, efectivamente, encima, en
cambio, en efecto, en otras palabras, en resumen, en síntesis, en suma, en todo
caso, es decir, la realidad es que, lo cierto es que, no obstante, pero, porque, por lo tanto, por
otra parte, precisamente, pues, puesto que, realmente, sin embargo, si bien, ya que, etc. También hay verbos que
fungen como conectores, por ejemplo: prueba qué, demuestra, corrobora, conduce, permite concluir, etc. Gramaticalmente
los conectores están constituidos por algunos verbos, preposiciones, conjunciones
de coordinación, conjunciones y locuciones de subordinación y por adverbios
conjuntivos y locuciones adverbiales conjuntivas. Estas
expresiones, sin embargo, no siempre tienen una función argumentativa.
Lamentablemente no existe un método preciso y automático para segmentar
los fragmentos del texto que vinculan los conectores. Se sabe que hay un
contexto a la izquierda y otro contexto a la derecha del conector, que generan
los siguientes esquemas: 1) contexto
izquierdo-conector-contexto derecho; 2) sujeto (argumento)- verbo conector-
predicado (conclusión).
El mapeo de argumentos.
Dice Tim van Gelder
La manera en que manejamos argumentos tiene un rasgo
tan automático y omnipresente que casi es invisible: los argumentos se presentan
o expresan en secuencias de palabras, sean orales o escritas […] Nada podría
ser más natural, parece, que expresar el argumento en una secuencia verbal
lineal. De hecho, la mayoría de las personas ni se imaginan que haya alguna
alternativa. Sin embargo, hay una alternativa, una que es bastante obvia a poco
que se reflexione. Si la evidencia forma estructuras jerárquicas complejas,
entonces éstas pueden diagramarse. Puesto de otra manera, podemos trazar mapas
que hagan completamente explícita la estructura lógica del argumento.[2]
Van Gelder da un ejemplo. Comparte un párrafo con un argumento implícito
y luego lo mapea. Veamos el breve texto: “¿Qué valor tiene para usted su vida?
A primera vista, parece esta una pregunta estúpida. Ninguna cantidad de dinero
podría compensar la pérdida de la vida, por la sencilla razón de que el dinero
ya no te serviría de nada estando muerto.”[3]
Esto lo
esquematizó así:
Según Van Gelder, los mapas argumentales ofrecen las siguientes ventajas:
1) facilitan la comprensión del razonamiento; 2) permiten la identificación de problemas
importantes; 3) fomentan el desarrollo del pensamiento crítico; 4) expresan gráficamente el pensamiento del alumno.
El mapeo argumental es una técnica reciente. Richard Whately, en 1859, en su libro Elements of Logic, al parecer, fue el
primero o uno de los primeros en hacer un mapa argumental.
Antes de la tecnología informática resultaba bastante engorroso diseñar
mapas argumentales, los cuales, además, se modifican conforme mejora nuestro
conocimiento del texto, el contexto y la intertextualidad de lo que mapeamos.
Por lo que la re-elaboración del mapa se volvía dificultosa.
Programas de software para hacer mapas argumentales hay muchos. Basta con
encontrarlos en un buscador de internet. No obstante, recomiendo algunos. De
paga, conviene Inspiration. De las opciones gratuitas sugiero una aplicación para
Windows 8 muy sencilla: M8.
El mapeo de argumentos es compatible con el modelo de van Dijk de
macrorreglas para detectar el tema o la macroestructura de un discurso. Cada
argumento se extrae de una secuencia; luego, se puede reducir a un concepto que
permitirá extraer el tema o tesis central del discurso. Ahora bien, el mapeo de
argumentos permite someter a un juicio crítico dicho tema a partir de las razones
mismas ofrecidas en el texto. Un método no se anula al otro, pero entre ambos
enriquecen el análisis discursivo.
El mapeo de argumentos es un método que divide los argumentos en sus
partes usando líneas, colores y recuadros de una forma organizada en la que la
conclusión del discurso aparece hasta arriba y abajo se distribuyen según sus
conexiones los argumentos relacionados con dicha conclusión. Por conclusión se entiende el punto principal
que se quiere defender en un discurso, luego se establecerán razones para
demostrar ese punto. A las razones que
se ligan estrechamente a otras se les llama copremisas. Cada razón tiene al menos dos copremisas. También hay razones contrarias a las
conclusiones, se les llamará a éstas objeciones. Y las objeciones que se hacen en contra de las
objeciones, se les llama refutaciones. Así que encontramos tres tipos de
argumentos en un mapa: razones, objeciones y refutaciones.
Cada copremisa debe estar compuesta de un enunciado declarativo completo
pero simple. No hay cabida para
enunciados compuestos del carácter de coordinados o subordinados, ni a lo que
en lógica se llama proposiciones moleculares.
Ese enunciado de responder a la pregunta, ¿cómo sé qué…? En cada
recuadro se escribe solamente una copremisa, es decir, un solo enunciado
declarativo. Las copremisas se relacionan con flechas y con colores.
Bibliografía
Christian Plantin y Nora Isabel Muñoz, El hacer argumentativo, edit. Biblos, Buenos Aires, 2011.
Huberto Marraud, ¿Es
Lógica? Análisis y evaluación de argumentos, 2ª ed., edit. Cátedra, Madrid,
2015.
Tim van Gelder, “Enseñar a pensar críticamente. Algunas
lecciones de la ciencia cognitiva” en Varios, Introducción a la teoría de la argumentación, Editorial
Universitaria, México 2010.
-
Tim van Gelder y
Paul Monk, “Cómo aumentar nuestra comprensión de los argumentos
complejos” en Varios, Introducción a la teoría de la argumentación,
Editorial Universitaria, México 2010.
Yolanda Argudín y María Luna, Aprender a pensar leyendo bien, edit. Paidós, México, 2012.
http://www.jostwald.com/ArgumentMapping/ARGUMENT%20MAPPING.pdf (consultado el 29 de julio del 2015).
https://www.youtube.com/watch?v=03pGyhGuaSA
(consultado el 29 de julio del 2015).
https://www.youtube.com/watch?v=_JuDJUx7drU
(consultado el 29 de julio del 2015).
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