¿Qué es la publicidad?

El presente artículo define el concepto de “publicidad” y esboza las principales características del discurso publicitario.
Dice Roger Guerin que “el aire que respiramos está compuesto de oxígeno, nitrógeno y publicidad”.[1]   Hoy en día, si observamos. El espacio público se ha convertido en un espacio publicitario.  Pero también han invadido el espacio privado.  Los textos publicitarios nos acompañan a todas horas en cualquier situación cotidiana. Tú no los eliges, sino ellos te eligen. Estés donde estés, están y tratan de seducirte.  Ellos tratan de hacerte pensar en otro mundo posible aparte del real. A ese mundo rodeado de publicidad le podemos llamar iconósfera publicitaria. La publicidad antes nos mostraba la realidad del producto. Era verdad vestida de persuasión, como decía David Ogilvy en los años sesenta.[2] Antes la publicidad daba un mensaje-producto (mostraba el producto, su presencia y estética) o se daba un mensaje-resultado (demostración de la funcionalidad del producto). Hoy simplemente es seducción autónoma. No compramos lo que necesitamos, sino lo que deseamos y valoramos. No compramos el valor competitivo del producto, sino el valor percibido, aquello que estamos dispuestos a pagar. Se da un mensaje-universo (construcción de un estilo de vida en torno a una marca).  La publicidad es un lenguaje en sí misma, es la cultura de la sociedad de consumo; es una especie de sistema filosófico que explica todo en sus propios términos e interpreta al mundo.[3] Ella es subjetiva, siempre contendrá datos parciales y una valoración hiperbólica que dote al producto de una personalidad, un valor diferencial y un prestigio cultural.[4]

Definición de la publicidad


La palabra publicidad en su nombre implica su significado: hacer algo del conocimiento público.  Es un conjunto de acciones, es una circunstancia en torno a un objeto que conlleva procesos propagandísticos,  medios, anuncios.[5]  Juan Antonio González Martín, en su Teoría General de la Publicidad, la define como una “actividad comunicativa mediadora entre el mundo material de la producción y el universo simbólico del consumo, que permite que los anunciantes, merced al desarrollo de un lenguaje específico, creen demanda para sus productos, pudiendo no sólo controlar los mercados, sino prescindir de ellos”.[6]  El término “publicidad” a veces se identifica con el material publicitario (un spot, un cartel, etcétera) o con los medios que se emplean para hacer publicidad; o bien, alude a la ciencia y técnica de hacer publicidad.  Wikipedia define a la publicidad como: “una forma de comunicación comercial que intenta incrementar el consumo de un producto o servicio a través de los medios de comunicación y de técnicas de propaganda”.[7] La RAE la identifica con una actividad: la “divulgación de anuncios de carácter comercial para atraer posibles compradores, espectadores, usuarios, etc.”[8] Una definición de la publicidad  más contemporánea puede ser la que ofrece Miguel Ángel Arconada:
La publicidad es un producto profesional y pagado del sector servicios, que genera una acción de comunicación (impersonal) en un medio de masas, integrando  todas las tecnologías y códifos expresivos posibles, destinada a generar en las personas una predisposición positiva (o negativa) hacia un producto, servicio, organización o idea, en cumplimiento de determinados objetivos del marketing o de la estrategia de comunicación del anunciante, tanto si se trata de una empresa con ánimo de lujo como cualquier institución o agente social.[9]

Historia de la publicidad


La publicidad es una práctica muy antigua, pero es moderna como disciplina. En la Antigüedad y la Edad Media la oralidad fue el soporte de la publicidad. El grito era la herramienta principal de los vendedores ambulantes que recorrían las calles. Los artesanos también gritaban desde sus talleres para vender sus productos. También el cartel fue una herramienta publicitaria en aquella época. Se hacía de madera o papiro en los mercados o en puestos establecidos.  En algunos casos la publicidad comercial y la transmisión de noticias se mezclaban, como sucedió con los pregoneros  y los heraldos en la antigua Grecia. Con la invención de la imprenta surgió la posibilidad de hacer publicidad gráfica que llegara a mucha gente. En 1477 se hizo el primer anuncio publicitario impreso en Inglaterra. Se le llama siquis, expresión latina para referirse a “si alguien quiere”. Ya en 1630 aparecieron los primeros mensajes publicitarios en los periódicos europeos.
No obstante, si la entendemos como una actividad, la publicidad se puede entender en un sentido político y en uno comercial.  El primero se refiere a hacer del conocimiento público los actos de gobierno, equivale a transparencia en el manejo de los asuntos del Estado.  Este tipo de práctica en la política, existe a partir de la Revolución Francesa en los sistemas políticos. Data, pues, del siglo XVIII.  Según Emanuel Kant, en La Paz Perpetua,  la publicidad era el criterio para determinar qué tan legítima de una acción jurídica pública, ya que aquellas acciones que no son susceptibles de hacerse públicas –y añado: sin manipulación- son ciertamente injustas.[10]  Este criterio, considero, se podría ampliar al ámbito del derecho privado y de cualquier acción moral humana. El segundo sentido, el de la publicidad comercial, en cambio, trata de la promoción de bienes y servicios en una sociedad consumidora. 
La publicidad comercial moderna surgió en el siglo XVIII también. La Revolución Industrial fue un factor clave para su desarrollo.  Pero si la publicidad política contemporánea nació en Francia, la comercial tuvo su origen en Gran Bretaña y Estados Unidos.  En el siglo XIX se hicieron las primeras agencias de publicidad. El primer agente famoso fue Volney B. Palmer en Filadelfia.   Ellos no sólo insertaban la publicidad en los espacios publicitarios, también la diseñaba. Se fusionaron la actividad artística y el capitalismo. Uno de los primeros artistas en hacer eso fue Toulouse-Latrec. Eso generó una tendencia.  Al aparecer la radio en 1922 la música se incorporó a la comunicación publicitaria.  En los años cuarenta se incorporó el comercial en la televisión. Y en los años 90 incursionó en el internet. -
Actualmente la publicidad comercial satura las comunidades principalmente urbanas y los medios de comunicación: prensa, radio, televisión, internet.
La publicidad hace publicidad de la publicidad (hiperpublicidad), crea y aniquila modas,  explota complejos, gustos, inseguridades, necesidades, la búsqueda de reconocimiento de las personas. Ella promueve cosas buenas y malas.  Es reflejo de una sociedad, pero también influye en su devenir. Genera, resignifica intenciones. Estandariza hábitos. Establece sistemas de valores.  Trata de generar un perfil psicológico de gente insegura, superficial, dependiente, manejable y supersticiosa que sea acrítica ante el mensaje publicitario. Aunque también hay una línea publicitaria que fomenta lo contrario, pero es minoritaria.
                A pesar de lo anterior, es entendida como una forma socialmente legítima de fomentar la economía en una sociedad libre. Obviamente ha contado con muchos críticos.

El discurso publicitario


El texto publicitario tiene sus propias características. Por lo general es un texto no convocado, así que su presencia no deseada tiene que ser justificada. Eso derivará en otras características, como que sea un texto impactante, breve, memorable, repetible,  adaptable a la mayoría de los soportes de la comunicación y que esté firmado por el producto o marca que promueve. Es un texto cuya modalidad de comunicación está en modo imperativo, nos ordena de manera persuasiva a hacer cosas.
El discurso publicitario es un discurso altamente persuasivo que pretende realizar una comunicación en un sentido doble: informativa y expresiva. En otras palabras, busca dar una referencia del objeto que está publicitando, pero también implicar emocionalmente al sujeto receptor de ese mensaje.  La función expresiva subordina a la informativa. Crea algo artificial como referencias mínimas. El efecto de esto es proporcionar una identidad diferenciadora de un producto o servicio. Crea una marca, que no sólo es un signo distintivo, sino es un emblema mítico.[11]    La marca identifica al producto o servicio, orilla al consumidor a comprarlo y a habituarse a hacerlo,  da una garantía de un compromiso de calidad,  genera un grupo social en torno a lo consumido, explota el placer de la compra. La marca posiciona en el mercado, da una imagen al consumidor.  Apela a la individualidad, a la diferencia, pero, en realidad, gesta una homogenización.

Tipos de texto publicitarios


Según Miguel Ángel Arconada, los textos publicitarios pueden ser de cuatro tipos: argumentativos, descriptivos, emocionales y proactivos.
Los anuncios argumentativos ofrecen información clara sobre la funcionalidad de un producto; las fórmulas que usan regularmente son la de problema- solución (problema que tiene el consumidor, solución que brinda el producto), demostración de las ventajas de su producto, comparación de ese producto con otros productos de la competencia, constan de un presentador con aire de credibilidad para explicar el producto y ofrece testimonios de consumidores.  
Los anuncios descriptivos son aquello en los que se muestra el producto de forma que el consumidor se interese por él a partir de sus características estéticas, por el origen del producto, y su historia.
Los anuncios emocionales son aquellos que estimulan sentimentalmente al receptor, mediante la exposición o sugerencia de situaciones emocionales o estilos de vida con los que el espectador pueda identificarse.  Se suele a apelar a elementos que se catalogan como prerracionales y preverbales: las emociones, el humor, la simpatía, la ternura o el erotismo.
Los anuncios proactivos son aquellos que retan directamente la inteligencia y complicidad del espectador. Derivan en una proeza, en una sorpresa o un reto.  Juegan con los cambios de roles, la exageración, las analogías, símbolos visuales y paradojas entre el texto y la imagen.

Los signos publicitarios


El discurso publicitario se expresa en signos. Estos son llamados signos publicitarios. Fundamentalmente son eslóganes y pictogramas.  Estos signos pueden ser verbales o no visuales. Los primeros responden al esquema lingüístico de significado-significante; los segundo al esquema semiótico de la triada: signo o representamen (significante lingüístico o no lingüístico), referente (el objeto representado) e interpretamen (significado en un sujeto interpretante).  El esquema semiótico permite hacer un juego entre la denotación y la connotación, entre el significado objetivo y el significado subjetivo. Igualmente permite entender como signo otras cosas distintas de las palabras. Algunos signos son índices, otros son íconos y otros son símbolos. Los primeros son representativos de cosas a las que aluden directamente por una relación causal, (el cielo nublado, signo de lluvia); los segundos señalan conceptos relativos directamente a un objeto por semejanza, son los símbolos ideográficos y las onomatopeyas (el dibujo de una montaña para representarla a ella); los terceros son arbitrarios plenamente, tienen una relación indirecta por convención, la mayoría de las palabras y las representaciones simbólicas abstractas (la cruz con la salvación).  En los pictogramas publicitarios habrá índices, íconos y símbolos.
Un conjunto articulado de signos publicitarios conforma un texto. Los textos publicitarios son difíciles de interpretar debido a los distintos contextos en los que se dan. Unos íconos funcionan en unas culturas, pero no en otras. Lo mismo sucede con los símbolos. Además hay interpretaciones muy personales del mensaje publicitario debido a la intertextualidad de cada intérprete.
Para hacer un análisis publicitario se debe recurrir a un análisis doble: objetivo y subjetivo. El objetivo señalaría los aspectos explícitos del mensaje publicitario (comunicación verbal, índices e íconos), el subjetivo apelaría a lo no revelado, a aspectos psicológicos, subjetivos, a la  interpretación simbólica del mensaje.  

Bibliografía


https://es.wikipedia.org/wiki/Publicidad (consultado el 12 de agosto del 2015).
Juan Antonio González Martín, Teoría General de la Publicidad, FCE, Madrid, 1996.
Miguel Ángel Arconada Melero, Cómo trabajar la publicidad en el aula, edit. Grao, Barcelona, 2006.
Nicola Abbagnano, Diccionario de Filosofía, 4ª ed.,  edit. FCE, México, 2012, entrada: publicidad.
Rodrigo Borja, Enciclopedia de la Política,  tomo II, 3ª ed., edit. FCE, México, 2003, entrada: publicidad.
Varios, Diccionario del Español de México, vol. 2, edit. El Colegio de México, México, 2012, entrada: publicidad.



[1] Miguel Ángel Arconada Melero, Cómo trabajar la publicidad en el aula, edit. Grao, Barcelona, 2006, p. 9.
[2] Miguel Ángel Arconada Melero, Cómo trabajar la publicidad en el aula, edit. Grao, Barcelona, 2006, p.25.
[3] Miguel Ángel Arconada Melero, Cómo trabajar la publicidad en el aula, edit. Grao, Barcelona, 2006, p.53.
[4] Miguel Ángel Arconada Melero, Cómo trabajar la publicidad en el aula, edit. Grao, Barcelona, 2006, p.54.
[5] Varios, Diccionario del Español de México, vol. 2, edit. El Colegio de México, México, 2012, entrada: publicidad.
[6] Juan Antonio González Martín, Teoría General de la Publicidad, FCE, Madrid, 1996, p. 5.
[7] https://es.wikipedia.org/wiki/Publicidad (consultado el 12 de agosto del 2015).
[9] Miguel Ángel Arconada Melero, Cómo trabajar la publicidad en el aula, edit. Grao, Barcelona, 2006, p. 24.
[10] Nicola Abbagnano, Diccionario de Filosofía, 4ª ed.,  edit. FCE, México, 2012, entrada: publicidad.
[11] Juan Antonio González Martín, Teoría General de la Publicidad, FCE, Madrid, 1996, p. 191.

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