¿Qué es un ensayo?

Un ensayo es la representación literaria  -con intención estética- de un ejercicio intelectual explicativo de absoluta libertad temática y composición libre que refleja la visión del mundo del ensayista.  Cualquier tema es objeto del ensayo, mientras éste (el tema) sea de actualidad, es decir relevante para los lectores.[1] El ensayo ofrece una perspectiva de interpretación de la realidad. Esta interpretación es individual, personal. El postulado renacentista que toma como piedra angular de la actividad ensayística es el siguiente: “el que piensa escribe”.[2] La extensión del ensayo es muy relativa. Puede ser de unas cuántas páginas o constituir un libro entero.   Estos textos no son anónimos, llevan la firma, la buena fe y la responsabilidad del escritor. En el peor de los casos el autor se escuda en un pseudónimo. El autor está implícito en el texto. En el Diccionario del Español de México del Colegio de México el ensayo es definido como un “escrito, a veces breve, en el que se trata algún tema filosófico, científico, artístico, etc, sin los requisitos de erudición, aparato bibliográfico y sistematicidad que requieren los tratados sobre la materia: un ensayo literario, ensayo sobre la física moderna, ensayo sobre la libertad”.[3] Un concepto similar muestra la RAE al decir que el ensayo es un escrito en el que un autor desarrolla una idea sin un aparato erudito.[4]  Hasta Wikipedia está de acuerdo.[5]  Es un texto que desarrolla una idea de manera no conclusiva, ni exhaustiva.
No obstante, José Luís Gómez Martínez señala que hay una dificultad en la definición de qué es un ensayo.[6] Pues otras voces lo han entendido como el conjunto de la voz con el discurso sin tener un carácter artístico (Tesoro de la Lengua Española del siglo XVII), mientras que para otros es claramente una composición literaria. Para unos es una reflexión superficial, un ensaye de una reflexión (Mir y Noguera), mientras que para Weinberg es un reflexivamente profundo.
El género ensayístico surgió tardíamente en el siglo XVI. Para algunos es un subgénero periodístico o literario. Para Matilde Moreno es un subgénero  narrativo-didáctico de tema variado intermedio entre la literatura y la ciencia.[7] Para otros es una forma discursiva que con constituye un género debido a su pluralidad de formas, su heterogeneidad. El ensayo no tiene una estructura rígida, como las monografías académicas. Procede con asociaciones, disgresiones,  intuiciones, no busca la objetividad, sino la subjetividad del intérprete, su propia axiología. No intenta probar nada, sino sugerir, inducir.
A pesar de su forma libre, ha habido quienes han tratado de clasificar a los ensayos. Ángel del Río y José Benardete han propuesto tres tipos de ensayos: el puro, el poético-descriptivo y el científico-erudito.  Para José Luís Gómez-Martínez esta tipología es inadecuada, pues en realidad rebasa el ámbito del ensayo para abordar otras formas de prosa no ficcional: la prosa poética (ensayo poético-descriptivo) y las prosas didácticas, extensas, producidas por investigadores, como tratados o monografías (ensayo crítico-erudito). Para Gómez Martínez, como para Weinberg el ensayo puro es la única modalidad real del ensayo.   Así pues el ensayo puede compartir fronteras con ciertas novelas,  con la carta, las autobiografías, los diarios personales, los artículos de crítica, las prosas didácticas y los tratados. Sin embargo, se distinguen de ellos.
Michel de Montaigne fue el iniciador del ensayo en 1580 con la publicación de sus Ensayos.  Inmediatamente hizo algo semejante Francis Bacon en sus Ensayos sobre moral y política de 1597. No obstante, en los siglos XVI y XVII fue un género prematuro, con pocos representantes y obras. Fue hasta el siglo XVIII, con el surgimiento de las revistas, que el ensayo cobró importancia para establecer contacto con los lectores.  Destacaron en esa época Fray Benito Jerónimo Feijoo y José Cadalso como ensayistas en lengua española. El estilo de estos ensayos era acartonado, neoclásico. Luego, en el siglo XIX cambió a una escritura romántica. En Latinoamérica cobró mucha importancia este género entre los intelectuales independentistas y en España en la Generación del 98.[8] Hacia los años cuarenta del siglo XX el ensayo se convirtió en una práctica normal, fomentada por las editoriales, las revistas, la prensa, las empresas culturales. Se extendió, incluso, a los terrenos de la cátedra y la conferencia.
 Es una literatura de ideas. Es prosa no ficcional. Sin embargo, hay ensayos que rozan los límites de la prosa poética y la ficción. A diferencia de otras formas de prosa artística tiene densidad significativa, emisión de juicios y una organización discursiva-cognoscitiva con un lenguaje que se transforma en una poética de la interpretación, echando mano de símbolos, metáforas, polisemia. Es trabajo artístico sobre el pensar. Aunque es una obra personal que refleja la experiencia del autor, también es una obra documentada que dialoga con otras perspectivas, con otros textos. Su estilo es conversacional tanto dirigido hacia el lector, como a los otros textos con los que platica. El ensayo genera debate y, obviamente, el ensayista es un hombre culto por necesidad.   A diferencia del especialista, el ensayista interpreta,  no se dedica a investigar.[9] Su valor están más en las intuiciones que refleja que en los datos que proyecta. Su lenguaje es accesible, evita los tecnicismos de la especialidad. Rara vez usa las notas a pie, hay imprecisión en las citas textuales. Los  títulos de los ensayos no tienen un valor informativo, sino literario.
 En muchas ocasiones el ensayo no solamente hace interpretación, también hace crítica. Refleja el horizonte de sentido en el que se inscribe. Quiere compartir una experiencia del mundo con el lector. También expone la vivencia sentimental de una experiencia intelectual.
Es un género que fue iniciado por los filósofos. Cuando surgió, se rebeló contra el latín y la retórica como modelos expositivos de ideas desde la Edad Media. El ensayo escribía en las lenguas vernáculas con una prosa y estilo coloquial. Surgió con un halo de escepticismo frente a las ideas escolásticas y la recuperación de la tradición greco-latina. Ha tenido representantes importantes en ese ámbito, como  Rousseau, Voltaire, José Ortega y Gasset, Walter Benjamin,  Theodor Adorno, Alberto Camus, pero no es exclusivo de ellos. Grandes literatos como Alfonso Reyes, Octavio Paz y Jorge Luis Borges han sido grandes ensayistas.  El siglo XX se caracterizó por tener grandes ensayistas, al grado de que algunos lo identifican con el siglo del ensayo.

Bibliografía


José Luis Gómez-Martínez, Teoría del ensayo en: http://www.ensayistas.org/critica/ensayo/gomez/indice.htm  (consultado el 7 de agosto del 2015).
Liliana Einberg, Pensar el Ensayo, edit., siglo XXI, México, 2007.
Matilde Moreno Martínez, Diccionario Lingüístico-Literario, edit. Castalia, Madrid, 2005, entrada: ensayo.
Varios, Diccionario del Español de México, vol. I, edit. Colegio de México, México,  2001, entrada: ensayo.




[1] http://www.ensayistas.org/critica/ensayo/gomez/ensayo5.htm (consultado el 7 de agosto del 2015).
[2] Liliana Einberg, Pensar el Ensayo, edit., siglo XXI, México, 2007, p. 30
[3] Varios, Diccionario del Español de México, vol. I, edit. Colegio de México, México,  2001, entrada: ensayo.
[4] http://lema.rae.es/drae/?val=Ensayo (consultado el 6 de agosto del 2015).
[5] https://es.wikipedia.org/wiki/Ensayo (consultado el 6 de agosto del 2015).
[6] http://www.ensayistas.org/critica/ensayo/gomez/ensayo1.htm (consultado el 6 de agosto del 2015).
[7] Matilde Moreno Martínez, Diccionario Lingüístico-Literario, edit. Castalia, Madrid, 2005, entrada: ensayo.
[8] http://www.ensayistas.org/critica/ensayo/gomez/ensayo2.htm (consultado el 7 de agosto del 2015).
[9] http://www.ensayistas.org/critica/ensayo/gomez/ensayo7.htm (consultado el 7 de agosto del 2015). 

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