¿Qué es la felicidad?

La felicidad es un tema muy humano. Parece que desde la antigüedad el hombre se ha preguntado por ella, la ha buscado, la ha cuestionado, se ha obsesionado con ella. Incluso los romanos la llegaron a hacer una divinidad a la que le edificaron un templo. La representaron como una reina en su trono o de pie con un cuerno de la abundancia en una mano. Si la felicidad era obtenida de manera belicosa, aparecía con una lanza.[1] Felicidad viene del latín “felicitas” y, etimológicamente, se refiere a una manera determinada de ser en la que la circunstancias de la vida son como un deseaba o bien porque se tiene un ánimo ocasionado por la posesión de un bien.
Se puede definir como “un estado de satisfacción debido a la propia situación del mundo”[2]. Más generalmente se puede definir como un estado de satisfacción humana.  La felicidad no se puede disociar ni del sentir ni de la valoración con la que se le relaciona.  Sin embargo, hay quienes llegan a asociar la felicidad no con la satisfacción, sino con la experiencia se sentido. Vaya, se puede sufrir, y ser feliz, porque se encuentra sentido pese a todo en la vida.
El filósofo antiguo Hegesias negó la existencia de la felicidad, pues los placeres que la ocasionan son tan cortos y raros, que ésta no puede existir. Para Hegel era un ideal de un estado, una condición inalcanzable (excepto si actuara un Dios de por medio).  Ambrose Bierce en su diccionario del Diablo dice que la felicidad es la sensación agradable que nace de contemplar la miseria ajena.[3]
En cambio para la gran mayoría de los pensadores antiguos y medievales la felicidad era algo propio de su cosmovisión. El universo y la naturaleza se encontraban ordenados, así que todo ser tendía a su perfeccionamiento, teniendo por fin natural el bien y la felicidad. La felicidad era entendida como una fuente de la moralidad. Aunque también hubo quien llegó a pensar que la felicidad y la moralidad podían ser cosas opuestas.  Quienes así creen optan por el inmoralismo: optan por la felicidad sin reparar en la virtud.  La primera tesis dominó entre los filósofos.
Aristóteles pensó que ella era el supremo bien. Al menos, así ha sido considerada por los traductores de este autor, quien la llamó “eudemonía”. Al parecer, en algunos contextos, ella es entendida como la adquisición de un bien. Éste puede ser la sabiduría,  la virtud, la filosofía.  También se puede asociar con el placer o con la prosperidad. Las mejores actividades son identificables con la felicidad. Incluso, como Boecio decía, la felicidad es el estado en el que todos los bienes se juntan. Este último filósofo distinguió entre varias felicidades: la bestial (que es eufórica, pero aparente), la eterna (que es propia de la vida contemplativa) y la felicidad final o última (que es propia de la beatitud). Otros personajes, como San Agustín y San Buenaventura, determinaron que la felicidad se encuentra en la posesión de Dios.  Incluso se llegó a creer que la felicidad sólo se obtiene después de la muerte, en la contemplación de Dios. Así que ella no sólo sería un esfuerzo, sino en parte también un don dado por Dios y que sólo se consigue por la mediación de éste. Sin embargo, Nicola Abbagnano considera que la felicidad es un concepto mundano que no se puede identificar con la beatitud.
 Otros consideran que la felicidad no es algo que se encuentra en el futuro, sino en el presente. Aristóteles pensaba que la felicidad se puede juzgar solamente en retrospectiva, después de la muerte, se puede decir si alguien fue feliz o no.
 Por otro lado, sin ponerse tan místicos, la felicidad es un bien. Puede ser obtenido con trabajo y buscándolo o puede ser algo encontrado en el sentido de un suceso fortuito favorable; es decir, se es feliz porque se tiene suerte o se es feliz porque se busca la felicidad a través de una serie de acciones o un cálculo, que en su conjunto dan la felicidad.  
Este suceso puede estar ligado a la vida cotidiana o al arte. La felicidad se puede encontrar en la vida normal, o en la vida artística. Puede encontrarse gracias al trabajo constante del artista o cuando se obtiene un gran logro de una manera azarosa aparentemente en el ámbito de la inspiración artística.
También se puede vincular la felicidad con la vida sabia. El sabio es el único que haya la felicidad en sí mismo. Hay quienes pues, entienden la felicidad como algo independiente a las cosas externas. Hay quienes la entienden como ligada a ellas. Plotino consideró que la felicidad consistía en la vida misma y que pertenecía en el grado más alto al que cultivaba la inteligencia pura, aquel que paradójicamente buscaba las cosas necesarias para vivir, sin ningún extra. La felicidad del sabio no podía ser destruida ni por el fracaso, ni por las enfermedades o las circunstancias desfavorables. Sólo las circunstancias favorables la fortalecerían. La felicidad, por lo tanto, es individual.
Pero también la felicidad fue entendida como algo social. Hume entendió que ella era un placer que se puede difundir, el placer del mayor número de personas. Para Betrand Russell la felicidad se halla eliminando el egoísmo, el enclaustramiento en sí mismo y en las propias pasiones. Sin embargo para Henry Sidwick la felicidad es algo que cada ser humano debe de buscar independientemente de los demás. No encuentra vínculo entre el altruismo y el deseo de la felicidad del otro.  Este planteamiento se pude llevar al grado de pensar que puede haber individuos que sean felices haciendo el mal  a los otros. Y solamente su felicidad puede ser cuestionada por alguien externo a él, pero no por él mismo.  
En las morales eudemonistas, la felicidad es entendida como el fin último del hombre. La manera de llegar a él puede variar. Una finalidad propia del desarrollo humano o de la formación humana sería el placer. La idea de felicidad se asocia con la de proyecto de vida. En éste se renuncia a unos bienes por optar otros.   En ese proyecto puede existir una vocación –que te hace feliz- o puedes inventar tu propia felicidad.  Ahora bien, al parecer en las morales eudemonistas la felicidad no sólo es un fin sino también en algún grado es algo objetivo, que no radica en cosas materiales, sino también en aspectos subjetivos que todo mundo desea.
La felicidad también se puede contextualizar en un mundo – como hace la Modernidad- que pone en duda las finalidades prestablecidas, el orden práctico del cosmos y la objetividad.
Otros pensadores entienden que la felicidad no es la posesión de un bien, sino un estado de ánimo.  Este estado de ánimo es delicioso y tranquilo.[4] Para Kant no es ningún bien en particular, sino lo que en el entendimiento acompaña a toda satisfacción.  No es un concepto claro, sino más bien es el ideal de la imaginación.[5] Los imperativos que la razón daría a través de la moral para conseguirlos, no serían rigurosos, sino consejos de la razón.
La satisfacción que ocasionaría la felicidad sería la más intensa y duradera.[6] Para los filósofos hedonistas la felicidad se conseguía a través del placer. Los epicúreos entendían que no cualquier placer, sino sólo aquellos seleccionados intelectualmente conducían a ella. El estoicismo consideraba que ella llegaba a través del dominio del dolor y las pasiones. El agente que produce la felicidad puede ser un acto u operación llevada por una virtud intelectual (Santo Tomás) o bien puede ser el producto de la voluntad y el amor (San Agustín). Para Nietzsche la felicidad se asocia con el ejercicio de la voluntad de poder y la creatividad. Para Max la felicidad es se asocia al trabajo productivo y a la cooperación social. La felicidad también era entendida como un perfeccionamiento de cualquier tipo (metafísico o no). Incluso en los filósofos del siglo XVIII la felicidad era una forma de perfeccionamiento.
A partir de la Ilustración, la felicidad se convirtió en un tema secundario de la filosofía. Más bien pasó a ser un tema de la psicología y las ciencias sociales. Como no podía ser ya usado –debido a sus críticas- como fundamento de una vida moral, abandonaron su estudio. Recientemente en la filosofía analítica se reactivó el interés por la felicidad. En este contexto la felicidad tiene un sentido débil y uno fuerte. El primero se refiere a la satisfacción parcial de necesidades humanas consideradas como  centrales en cierto momento. El segundo, se refiere a un estado de satisfacción total.
Sergio Sánchez Migallón dice que la tarea de vivir de manera feliz no es sencilla, pero que la tarea de intentarlo personalmente, pese a los riesgos y dificultades, es lo que hace a la vida humana una aventura meritoria y digna de ser vivida.[7]
La definición de la felicidad es muy variada. Se puede entender como un fin que la persona busca o como un golpe de suerte. Se puede asociar con la posesión de un bien o con un estado de ánimo provocado por el placer, la virtud, la moral, con el sentido de vida,  el conocimiento, la contemplación de Dios, etc. Puede ser considerada como un estado  temporal y de poca duración o como un estado trascendente de plenitud. Se puede considerar como algo que se valora en el presente, en el futuro o en el pasado. La felicidad puede ser concebida como algo individual o bien como algo comunitario. Puede ser asociado con lo humano o lo divino. Como algo objetivo o subjetivo. Como algo que va con la ética o que no es compatible con ella.  Puede ser entendida como algo alcanzable o inalcanzable. Efectivamente no es una idea clara, pero es poderosa en el comportamiento humano.

Fuentes:


Ambrose Bierce, Diccionario del Diablo, edit. EDIMAT, Madrid, 2007, entrada: “felicidad”.
Ángel Luis González, Diccionario de Filosofía, edit. EUNSA, Pamplona, 2010, entrada: “felicidad”.
Etienne Souriau, Diccionario Akal de Estética, edit. Akal, Madrid, 2010, entrada: “felididad”.
Federico Revilla, Diccionario de Iconografía y Simbología, edit. Cátedra,5ª ed., Madrid, 2007, entrada: “felicidad”.
José Ferrater Mora, Diccionario de Filosofía, t. II, edit. Ariel, Barcelona, 2001, entrada: “felicidad”.
Monique Canto-Sperber, Diccionario de Ética y Filosofía Moral, edit. FCE, México, 2001, entrada: “felicidad”.
Nicola Abbagnano, Diccionario de Filosofía, edit. FCE, México, 4ª ed., México, 2012, entrada: “felicidad”.
Rafael Gil Colomer, Filosofía de la Educación Hoy. Diccionario filosófico-pedagógico, edit. Dykinson, Madrid, 1997, entrada: “felicidad”.
Walter Brugger y zrald Schöndorf, Diccionario de Filosofía, edit. Herder, 2ª ed., Esapaña, 2014, entrada: “felicidad”.



[1] Federico Revilla, Diccionario de Iconografía y Simbología, edit. Cátedra,5ª ed., Madrid, 2007, entrada: “felicidad”.
[2] Nicola Abbagnano, Diccionario de Filosofía, edit. FCE, México, 4ª ed., México, 2012, entrada: “felicidad”.
[3] Ambrose Bierce, Diccionario del Diablo, edit. EDIMAT, Madrid, 2007, entrada: “felicidad”.
[4] Etienne Souriau, Diccionario Akal de Estética, edit. Akal, Madrid, 2010, entrada: “felididad”.
[5] Walter Brugger y zrald Schöndorf, Diccionario de Filosofía, edit. Herder, 2ª ed., Esapaña, 2014, entrada: “felicidad”.
[6] Rafael Gil Colomer, Filosofía de la Educación Hoy. Diccionario filosófico-pedagógico, edit. Dykinson, Madrid, 1997, entrada: “felicidad”.
[7] Ángel Luis González, Diccionario de Filosofía, edit. EUNSA, Pamplona, 2010, entrada: “felicidad”. 

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