El inicio
Qué cosa más
absurda y a la vez más maravillosa es la vida. Apenas llegas a ella, no quieres
abandonarla. Sin embargo, cuando arribas, lo haces con un llanto, sintiendo
frío, envuelto en sangre. Su primer signo es el dolor. Luego todo se transforma
en una extraña belleza. El mundo es una explosión perceptiva de sorpresas, te
descubres en el centro de todo, cuando en realidad eres una tangencial anomalía
que será solo un chispazo breve, efímero y fugaz en la enorme cadena de eventos
de un universo estúpidamente grande y viejo. A él no le importa que hayas
nacido, tampoco le importa que te extingas. Él seguirá siendo. No obstante, en
su ignorancia, la vida sigue pareciendo maravillosa a los bebés... Mucha gente
se cree especial por autodefinirse como el espermatozoide triunfador que venció
al resto. Se ven como ganadores de una carrera justa. Lo que no saben es que
surgieron gracias a una ínfima posibilidad. Nuestros progenitores se toparon no
porque una fuerza cósmica los uniera. La casualidad y el instinto sexual los
vincularon. Podrían no haberse conocido nunca, podrían haber decidido no
acostarse en esa ocasión. Con una vez
basta para nunca haber existido. Somos afortunados de no haber sido extintos en
una puñeta o en un condón, fuimos inyectados antes que el resto por un golpe de
suerte en el que el caos y el desorden nos permitieron ingresar primero a ese
óvulo. No fue la célula más rápida, ni la que tenía mejor carga genética, fue
la que se encontraba en el lugar adecuado en el momento oportuno debido al azar.
Entre tantas paradojas, mi existencia es una más. Yo no estaba destinado a
existir. Mi padre insistía en abortarme, mi madre tenía muchas complicaciones
médicas para lograrme. La posibilidad de finalizar su embarazo era remota,
riesgosa. A pesar de eso, heme aquí. El primer afecto de mi padre fue el deseo
de muerte de un hombre irresponsable y egoísta. La necedad de mi madre fue el
acto de amor que me gestó. Su agradecimiento con su ginecólogo fue tal, que
heredé su nombre, un nombre de origen germánico que portaba un judío, un nombre
que apela a un rey poderoso, fuerte. Así inicié en mi trono. El problema es que
nadie mi dijo que reinaría en un Estado fallido... Sin embargo, no me he
rendido. La necedad me trajo a la vida. Ella misma me ha hecho permanecer en
ella. Día a día lucho por conquistar mi reino, por reinar mi vida. Busco
arrancarle sentido al absurdo, golpearlo con significado, suavizarlo con la
risa. Primera derrota a la nada. ¡El show ha comenzado!
Buenas tardes. ¡Una gran entrada! La casualidad entre las casualidades permite con tanto gusto saber que existimos.
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