Calendariofilia

La calendariofilia etimológicamente puede definirse como el amor a los calendarios. En la Edad Media los calendarios eran libros de cuentas de los prestamistas (kalendarium), porque el interés mensual se debía pagar en la calenda, es decir, el primer día de cada mes. Sin embargo esos calendarios, estaban basados en una cuenta sistematizada del paso del tiempo que, en la actualidad, se le define como un calendario. En consecuencia, ¿qué es un calendario? Es un sistema de medición del tiempo en periodos regulares (años, meses, semanas y días) a partir de criterios astronómicos (ciclos lunares, ciclos solares o siderales) o de actividades humanas (calendarios escolares, fiscales, eclesiásticos).  Un tercer sentido del término calendario se refiere al registro gráfico (impreso) de  los días del año distribuidos de manera numérica.[1] Éste es el que concierne a la calendariofilia, que es la afición que consiste en coleccionar dichos registros gráficos.
Seguramente el surgimiento de los calendarios estuvo ligado a la agricultura. Ya que los campesinos observaron las fechas propicias para sembrar según las temporadas del año, contando los días que sucedían entre sí para programar una siembra y otra. El calendario más antiguo que se conoce, al parecer, tiene una antigüedad de ocho mil años. Se encuentra en Aberdeenshire, Escocia. No se sabe mucho de él. Otro calendario históricamente importante, fue el calendario egipcio. Fue el primero de tipo solar en la humanidad y uno de los más precisos. Data del 3000 a.C., aunque se puede remontar al 4000 a.C. Ahí se observó la aparición de la luna 12 veces al año. Así que cada luna constituyó un mes calendárico. Estaba en relación a la crecida del río Nilo. Los caldeos, en cambio, fueron los primeros en establecer un sólido calendario lunar de  354 días. Dicho calendario influyó a muchos otros pueblos.
Sin embargo, en Occidente, el calendario que más importancia políticamente tuvo, fue el calendario romano. Este tenía 10 meses, empezando el año en marzo. A cada mes se le asignaban 30 o 31 días, sumando 304 jornadas en total. Ya luego, hacia el año 700 a.C. se reconfiguró en un periodo de 12 meses y 360 días. Eso sucedió durante el gobierno del rey Numa Pompilio.  En el año 45, el astrónomo Sosígenes, corrigió el calendario, determinando que estaba dividido en 365 días con seis horas. Esto determinó el surgimiento de los años bisiestos. Sin embargo, estos surgieron hasta Ptolomeo III 238 a.C. Cada cuatro años se añadía un día extra al año.  Como esta adecuación del calendario fue ordenada por Julio César, se le asignó el nombre de calendario juliano. Julio César, además, determinó que el año empezara el primero de enero, porque era la fecha en la que los funcionarios romanos asumían sus cargos.
Luego, la tradición cristiana lo asoció con sus necesidades. En este periodo surgió el concepto de semana, ya que se disponía de un día para descansar cada siete días.  No estaba basada en razones astronómicas, sino en motivaciones religiosas ligadas al trabajo. En el siglo XVI reformó dicho calendario en función de la Pascua, para que esta siempre cayera en la época que le correspondía en cada estación. Se buscaba que el equinoccio de primavera coincidiera con el 21 de marzo. Esto fue ordenado por el Papa Gregorio XIII. Así que al año de 1582 se le suprimieron 10 días. Al nuevo sistema se le llamó calendario gregoriano. También se consideró como punto de partida el nacimiento de Cristo. La fecha de su nacimiento fue determinada como el 25 de diciembre del año 1 a.C.  Tal sistema fue adoptado inmediatamente por los países católicos. Posteriormente fue adoptado por los países protestantes de manera paulatina. Hoy en día se sabe, que el nacimiento de Cristo, no estuvo fechado correctamente. Sucedió en el año 4 a.C. 
 En fin, este calendario rige a la mayor parte de la humanidad actual, aunque coexiste con otro tipo de calendarios, como el hebreo o el chino. También existen promotores de una reforma del calendario gregoriano. Ellos sugieren la división del año en 13 meses de 28 días. Existe, pues, un calendario mundial con trimestres de 91 días y un año de 364, que dejaría un día de descanso cada año bisiesto.
El coleccionismo de los calendarios como registros impresos con un diseño gráfico variante es una actividad reciente que obviamente está ligada a la invención de la imprenta. Algunos de estos son calendarios de pared, de buró, de bolsillo, magnéticos. Hay coleccionistas de todas esas cosas, pero supuestamente la calendariofilia es el coleccionismo exclusivamente de calendarios de bolsillo. Aunque en la era digital los calendarios electrónicos están predominando, se siguen imprimiendo calendarios de estos tipos. La razón no sólo es práctica, sino también publicitaria. Hay empresas o marcas que publican calendarios para posicionarse entre los consumidores. Esta parece ser una práctica muy típica del siglo XX. No obstante, se encuentran registros de calendarios impresos como libretas con agendas temáticas variadas desde el siglo XIX. Son llamados almanaques. Éstos datan del siglo XVI en sus versiones gráficas. En América el más antiguo publicado era el de Bristol publicado en Nueva Jersey en 1832. En México, uno de los más vetustos era el Calendario Galván.

Fuentes:


Varios, Enciclopedia Barsa, t. 4, edit. Encyclopaedia Barsa de México, México, 1981, entrada: calendario.
Guido Gómez de Silva, Breve Diccionario Etimológico de la Lengua Española, edit. FCE, 2ª ed., México, 2009, entrada: calendario.
https://es.wikipedia.org/wiki/Calendario (consultado el 17 de julio del 2016).
https://es.wikipedia.org/wiki/Almanaque (consultado el 17 de julio del 2016).
"Calendario." Microsoft® Encarta® 2006 [DVD]. Microsoft Corporation, 2005.



[1] Varios, Diccionario del Español de  México, t. I, El Colegio de México, México, 2011, entrada: calendario. 

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