¿Qué es el trabajo?
Hablar del
trabajo en las sociedades modernas es hablar de una de las principales tareas o
actividades humanas, al menos, en el mundo Occidental. El trabajo es una
actividad socioeconómica, es la ejecución de tareas que conllevan esfuerzo
físico o mental para la producción de bienes o servicios que satisfagan las
necesidades humanas.[1]
La sociología clásica lo entiende como la energía gastada en la
consecución de un fin reconocido. Considera que el trabajo genera riqueza, y de
ellas participan factores tales como la
tierra, el capital, la organización, la propiedad.[2]
El trabajo puede tener por objeto un fin pasajero o uno inmanente, puede tener
por objeto producir una realidad o enriquecer al que propio sujeto que la
realiza.[3]
Etimológicamente viene del latín vulgar tripaliare,
que significa torturar. El tripalium
era un instrumento de tortura hecho de tres palos, y de ahí deriva el origen de esta palabra.[4]
Mucha gente estará de acuerdo con lo atinada que puede ser esta raíz para
describir la acción de trabajar. SI Adán y Eva eran felices en su ocio en el
Paraíso, el trabajo fue un resultado infeliz que tuvieron que hacer, para poder
sobrevivir. Hércules realizo ciertos trabajos (tareas) con el fin de alcanzar
la inmortalidad. En consecuencia, la civilización puede ser entendida como el resultado
del trabajo humano, si este es concebido como la transformación del mundo
natural que el hombre realiza justamente para humanizarlo. Esto también
posibilita la cultura.
Tres elementos, por lo tanto, aparecen en la noción de trabajo: 1) la
dependencia del hombre de la naturaleza, 2) la reacción que el hombre tiene
ante esta dependencia de una forma activa, 3) el grado de alto esfuerzo que
requiere el trabajo humano.[5]
En la Antigüedad Greco-Romana el trabajo era concebido como una actividad
degradante que era necesaria, pero que la realizaban los esclavos. Tal visión
no se modificó mucho en la Edad Media, a pesar de que los monjes trabajaban en
los monasterios. Fue en la Modernidad cuando se transformó radicalmente. Las
utopías de Moro y Campanella ya propusieron que el trabajo debía de ser una
actividad compartida por todos los miembros de una ciudad. Se dignificó el
sentido de esta actividad. Las excelencias de cada persona trabajadora
participan de esta actividad. El egoísmo
subjetivo se convierte en una actividad que genera beneficios para los demás. El
trabajo se vuelve una actividad personal, que en el contexto de las relaciones
interpersonales, se vuelve un servicio social. El hombre civilizado es
concebido como culto y ocupado, mientras que el bárbaro es lo contrario. Se
invierte en sentido negativo del trabajo. El trabajo es un privilegio, un
empeño creador. Con la participación del juego y el ocio, en la vida del
trabajador, éste no se vuelve tedioso. Al ser una actividad humana hecha por
humanos para humanos, las actividades que realizan los animales y las máquinas
en el contexto laboral, sólo vuelve a estos elementos instrumentos mismos del
trabajo, no trabajadores.[6]
Con la revolución tecnológica además, el trabajo se profesionalizó,
generando grandes beneficios. Bacon y Locke estuvieron a favor de la
incorporación de la ciencia al trabajo. Esto derivó en la división del trabajo
en los siguientes tipos: cualificado, semi-cualificado y no cualificado. También
se puede dividir en trabajo manual e intelectual, según su tipo; en enajenado y
libre, según si se trata al propio como una mercancía o no, según sí la persona
se realiza en el trabajo o se esclaviza
y se pierde a sí mismo.
Se puede entender con Ortega y
Gasset que la técnica prepara en el planeta un hogar confortable para el hombre,
aunque también se puede entender –siguiendo a Heidegger- como una vía que puede
producir malestar, deshumanización, de tal manera que no sólo se
instrumentalice a las cosas, sino también a los seres humanos. Irónicamente, por eso, el Diccionario del
Diablo define al trabajo como uno de los procesos por medio de los cuales A
adquiere bienes para B.[7]
Sin embargo, la exacerbación y centralización del trabajo resulta
sospechosa para algunos pensadores.
Hannah Arendt entiende que el valor del trabajo está centrado en el oikos, no en la polis, es decir, hay que
liberarse del trabajo y saber usar la libertad. El trabajo debe estar en la
esfera privada, no en la pública.[8] La
economía no puede ser el centro de la política.
[2]
Hery Pratt Fairchild, Diccionario de Sociología, 2ª ed., edit. FCE, México,
2012, entrada: trabajo.
[3]
Rafael Gil Colomer, Filosofía de la Educación Hoy, Diccionario
filosófico-pedagógico, edit. Dykinson, Madrid, 1997, entrada: trabajo.
[4]
Guido Gómez de Silva, Breve Diccionario Etimológico de la Lengua Española,
edit. FCE, México, 2009, entrada: trabajar.
[5]
Nicola Abbagnano, Diccionario de Filosofía, 4ª ed., edit. FCE, México, 2012,
entrada: trabajo.
[6] Walter
Brugger y HArald Schöndorf, Diccionario de Filosofía, 2ª ed., edit. Herder, España,
2014, entrada: trabajo.
[7]
Ambrose Bierce, El Diccionario del Diablo, edit. Edimat, Madrid, 2007, entrada:
trabajo.
[8]
Monique Canto-Sperber, Diccionario de
Ética y Filosofía Moral, t. 2, edit. FCE, México, 2001, entrada: trabajo.
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