El cuerpo humano

El cuerpo humano es la estructura física y material de un ser humano. Consta de cabeza, tronco y extremidades. Está hecho de carbono, hidrógeno, oxígeno y nitrógeno fundamentalmente a nivel atómico. En un 96% nuestros cuerpos están conformados por  estos elementos químicos. El resto, lo constituyen otros elementos también importantes para la vida y metabolismo humanos: el calcio, el fósforo, el potasio, el azufre, el sodio, el cloro, el magnesio y el hierro.[1]  También hay trazas ínfimas de más substancias en dosis mínimas, como el arsénico, el flúor, yodo, cobalto, etcétera.
Desde una perspectiva química, el cuerpo humano en un 75% está hecho de agua, y el resto está formado por compuestos orgánicos de azúcares, grasas, proteínas. El estado de la materia que tiene el cuerpo humano no es ni líquido, ni sólido, sino coloidal (que es el cuarto estado de la materia).   Este tipo de estructura se constituye en billones de células. Una célula es la porción mínima de que está constituido un organismo. Tiene funciones básicas de nutrición, reproducción y relación. Puede ser de forma esférica, prismática o irregular con prolongaciones o sin ellas. Nadie sabe exactamente cuántas células tiene el cuerpo humano. Los cálculos oscilan entre 5 mil y 200 mil millones.[2] Todas ellas se van regenerando a lo largo de los años a distintas velocidades. Corre el mito de que cada 7 años el cuerpo se ha regenerado completamente.[3] No obstante, algunas células tardan más en renovarse y una minoría nunca se renuevan.[4] Esta capacidad de renovación es la que permite la reparación y cicatrización de las heridas, accidentales o quirúrgicas. Además, somos portadores de posiblemente 100 mil millones de microbios en nuestro interior, algunos de ellos en simbiosis con nosotros, otros como parásitos, a los cuales mantenemos a raya mediante el sistema inmunológico.
También se calcula que generamos una electricidad de entre 10 y 100 milivoltios, y al mismo tiempo genera 10 mili amperes, que es la energía que usan dichas células para comunicarse entre sí.[5]
Intuitivamente podemos dividir al cuerpo en cabeza, tronco y extremidades (superiores e inferiores). La cabeza se divide en cráneo y cara. El tronco se divide en tórax y abdomen. Las extremidades superiores se dividen en antebrazos, brazos y manos, mientras que las inferiores en piernas, muslos y pies.
Nuestro organismo es  una máquina, una maravillosa unidad anatómica funcional organizada en torno a la columna vertebral y el sistema óseo de 206 huesos, los cuales sostienen a una serie de tejidos, órganos, sistemas y aparatos que rodean a nuestra osamenta, o bien, los protegen en sus cavidades interiores (cavidades craneal,  vertebral,  torácica y abdominopélvica). La cubierta externa del cuerpo es la piel, que es el órgano más grande que posee el ser humano. Un tejido es una agrupación de células relativamente semejantes. En el hombre: cuatro son las variedades de tejido: epitelial, conectivo, muscular y nervioso.  El tejido epitelial sirve para absorber o secretar sustancias y para revestir y proteger  un órgano o bien todo el cuerpo. La piel es un ejemplo de epitelio. Son tejidos de revestimiento o glándulas. Las sustancias secretadas por estos tejidos pueden variar; puede ser sudor, saliva u hormonas. En el cuerpo se cree que existen más de 100 tipos de secreciones que tienen una función fisiológica determinada. El tejido conectivo tiene como función sostener al cuerpo. Aquí encontramos una variedad de formas, como los huesos, cartílagos, los tendones, ligamentos y las acumulaciones de grasa. El tejido  muscular está constituido por fibras de células que pueden expandirse o contraerse y permiten realizar los movimientos voluntarios o involuntarios. Por último tenemos el tejido nervioso que tiene como función el control de todas las actividades corporales a través del cerebro, la espina dorsal, los nervios y la glia, que protege a las neuronas.
Los tejidos forman órganos, como el estómago, y órganos diversos asociados a un mismo fin, forman aparatos (si los tejidos son distintos) y sistemas (si predomina un tejido).
Se cree que tenemos 21 órganos en nuestro cuerpo: el cerebro, la lengua, los oídos, los ojos, los pulmones, el corazón, el timo, el estómago, el hígado, los riñones, el páncreas, el bazo, el pene, el clítoris, los testículos, el útero, la próstata, la vejiga, los huesos, los músculos y la piel. Unos están dentro de la cabeza y cuello; otros en el tórax y el abdomen; otros en  la pelvis; y otros son ubicuos, están en todo el cuerpo.[6] Algunos de estos órganos son portentosos, por ejemplo, el corazón puede bombear 1.5 millones de barriles de sangre, nuestra lengua está en una cavidad que produce cerca de un litro de saliva diaria, el cerebro experimenta alrededor de 70 mil pensamientos diarios, los pulmones respiraran alrededor de 700 millones de veces en una vida promedio, los riñones regularán el nivel de agua en el cuerpo, el hígado hará más de 500 funciones, entre las que destacan el mantenimiento del calor del cuerpo y la eliminación de toxinas, etcétera.[7]
Tenemos un sistema músculoesquelético, un sistema nervioso, un sistema endocrino, un aparato digestivo, un aparato excretor, un aparato reproductor, un aparato circulatorio y un aparato respiratorio. Los sistemas nervioso, endócrino, óseo, muscular, la piel y el órgano delos sentidos, tienen por función relacionar al cuerpo con el mundo (nódulo de relación). Los  aparatos digestivo,  excretor, circulatorio y respiratorio tienen por función nutrir al cuerpo, proveerlo de energía (nódulo de nutrición). El aparato reproductor y el sistema endócrino tienen por función la reproducción del organismo (nódulo de reproducción).
El cuerpo humano, por todo lo anterior, es concebido también como un microcosmos, como un reflejo de la naturaleza que se le puede encontrar semejanzas,  incluso, con algunos accidentes orográficos, como el volcán Iztaccíhualt. La metáfora del microcosmos la encontramos entre los griegos, los hindúes, los budistas, filósofos como Leibniz y Spinoza.  Esto es porque el cuerpo es el ambiente, el terreno en el que existimos y representamos nuestra vida. Es nuestro ecosistema.[8] También lo hemos asociado con una especie de  máquina que sirve de sostén a la conciencia. Así lo entendió Descartes. Pero a la vez el cuerpo no es el dónde estamos o algo que poseemos, sino es lo que somos. Yo soy un cuerpo, mi cuerpo soy yo. Por eso, Wittgenstein creía que el cuerpo era la mejor imagen del alma humana.
El cuerpo, además, lo experimentamos como bello. Las esculturas de Policleto propusieron un modelo de proporción humana, el hombre de Vitruvio fue otro modelo que tuvo ecos en el Renacimiento en  los diseños de Leonardo da Vinci. Todos ellos construyen un modelo de belleza humana a partir de un cuerpo ideal. El modelo de delgadez como prototipo contemporáneo de la belleza surgió en  la época victoriana en las clases adineradas.[9] Otras concepciones, como la del arquitecto Le Corbusier (s. XX), critican a los modelos idílicos, y entienden la belleza humana como algo real y no ideal. Eso lo plasmó en su hombre de Le Modulor.

Bibliografía

https://es.wikipedia.org/wiki/Cuerpo_humano  (consultada el 11 de febrero del 2016).
Cuauhtémoc Pineda, Anatomía, Fisiología e Higiene, edición del autor, México, 1992.
Hugh Aldersey-Williams, Anatomías, El cuerpo humano, sus partes y las historias que cuentan, edit. Ariel, México, 2014.




[8] Hugh Aldersey-Williams, Anatomías, El cuerpo humano, sus partes y las historias que cuentan, edit. Ariel, México, 2014, p.  48 y ss.
[9] Ibíd., p. 80.

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