Las disciplinas filosóficas

La filosofía, como muchas otras disciplinas, tiene ramas según los objetos de estudio de cada una de sus disciplinas. La biología, por ejemplo, estudia la vida. Si estudia a los animales tiene una especialidad que se llama zoología; si estudia las plantas, botánica; si estudia a el medio ambiente, ecología, etcétera. Pues bien, la filosofía que, potencialmente puede estudiar cualquier cosa (al menos eso pensaban los filósofos medievales), se dividió en, al menos, ocho tratados tradicionales. Luego, surgieron  una abrumadora cantidad de nuevas disciplinas.
            Cabe mencionar que no todos los sistemas filosóficos se han dividido en disciplinas. En la Antigüedad esta división era clara en Aristóteles, pero no en los filósofos presocráticos, por ejemplo. Realmente, la división de la filosofía en disciplinas se volvió algo común en la Edad Moderna, específicamente en el siglo XVII,  cuando pulularon diversas clasificaciones de la filosofía. No obstante, fue hasta el siglo XVIII que Christian Wolff adoptó y popularizó una clasificación que a la fecha sigue vigente y que la tradición neoescolástica, con gusto tomó y modificó ligeramente. Esa clasificación es la que presento. Los neoescolásticos creen en una “Filosofía Perenne”, es decir, en una serie de verdades que permanecen iguales a lo largo de la historia de la filosofía, y que son estudiadas por ciertas disciplinas. Por eso les interesó la clasificación de Wolff.  Por cierto, la idea de la Filosofía Perenne se desprendió del título de un libro publicado por Agostino Steuco de Gubbio en 1540, el cual, justamente estaba titulado con ese nombre: Filosofía Perenne.
            Veamos dicha clasificación. La filosofía se dividió en dos grandes áreas: la práctica y la especulativa. La  primera tenía reglas de aplicación para juzgar sus objetos de estudio, mientras que la segunda simplemente se dedicaba a reflexionar sobre sus temáticas.  La filosofía práctica engloba tres áreas: la lógica, la ética y la estética. La lógica estudia las leyes del pensamiento y da reglas para pensar correctamente. La ética estudia el comportamiento del hombre en relación al bien y el mal. En la Edad Media daba además reglas para saber comportarse moralmente. La estética estudia el tema de la belleza en el arte. Daba reglas para apreciar adecuadamente a las obras. Por el otro lado, la  filosofía especulativa,  tiene dos grandes áreas: la metafísica y la filosofía de la naturaleza. La primera estudia lo invisible, mientras la segunda estudia lo visible del mundo; es decir, una  reflexiona lo que está más allá de lo natural y la otra lo que está en el plano del mundo material. La metafísica está compuesta de tres disciplinas: ontología, epistemología y teodicea. La ontología estudia el ser de las cosas; la epistemología, el  conocimiento y la  teodicea a Dios desde la pura razón.  Ahora bien, la filosofía de la naturaleza está compuesta por la cosmología y la psicología racional. La cosmología estudia al universo, mientras que la psicología racional estudia al alma de hombre.
Clasificación de las ramas de la Filosofía de Christian Wolff
Otra forma tradicional de clasificar a las disciplinas filosóficas es la de considerar que hay seis ramas sistemáticas y muchas complementarias. Las seis sistemáticas serían: la ontología, la lógica, la ética, la cosmología, la teodicea y la antropología filosófica.  Esta última es la rama de la filosofía que estudia al ser humano. Las disciplinas filosóficas complementarias están constituidas por una cantidad enorme. Algunas serían: la historia de la filosofía, la filosofía del derecho, filosofía social, filosofía del progreso, etcétera.
Por supuesto que estas clasificaciones estaban en función de una cosmovisión cristiana. Hoy en día, fuera del ámbito de la filosofía cristiana, algunas de ellas ya no son cultivadas, como la teodicea o la psicología racional. A pesar de esto, las preguntas sobre si existe un Dios y el alma en el hombre siguen vigentes y hay  disciplinas  nuevas que surgieron en los siglos XIX y XX, que estudian estos temas con un enfoque menos religioso, como la fenomenología de la religión y la filosofía de la mente respectivamente.
Ciertamente han surgido otras ramas filosóficas  importantes en épocas recientes, como la axiología, que estudia los valores; la bioética, que estudia los problemas morales de la medicina y la biología; la biofilosofía, que estudia los problemas epistemológicos de la ciencia suscitados en la biología, así como el estudio de los problemas que se transmiten de la biología a otras disciplinas;[1] también está la neurofilosofía que aborda los problemas que la neurología aporta a la filosofía y a otras ciencias, y por último están las “filosofías de” que, según José Ferrater Mora, conforman una etiqueta cómoda para designar diversas disciplinas filosóficas en cuyo nombre llevan su objeto de estudio, como: la filosofía del lenguaje, filosofía de la ciencia, filosofía de la educación, etcétera. Estas nuevas ramas, pues, fácilmente las podemos identificar con las disciplinas complementarias de la filosofía. Sin embargo, responden a otra visión más actual de la Filosofía que no pretende esbozar una clasificación propiamente.

Ejercicio


Realizar un cuadro sinóptico de la división de la Filosofía en sus ramas.

Bibliografía


Héctor Rogel, Diccionario de Términos Filosóficos, edit. Seminario Conciliar de México, México, 2004, entrada: Filosofía.
José Ferrater Mora, Diccionario de Filosofía, t. II, Edit.  Ariel, Barcelona,  2001, entrada: Filosofía.
Robert Audi (comp.) The Cambridge Dictionary of Philosophy, Edit. Camdridge University Press, E.U.A., 1995, entrada: Philosophia Perennis. 




[1] Andrés Moya, Evolución, Universidad Pública de Navarra, Navarra, 2010, p. 26.



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