El bien común


El  hombre, a diferencia de los animales, no sólo satisface sus necesidades naturales, también satisface las culturales. Su primera necesidad: es querer. Regularmente no sabe lo que quiere. Al querer, inventó la propiedad, tanto la privada como la colectiva o la mixta. Para obtener propiedades inventamos el dinero y el trabajo. Unos se hicieron empresarios, otros trabajadores, así que no sólo hay personas con más dinero, también hay países así. Eso se debe a que algunos aplicaron el colonialismo y el imperialismo…
El bien común es el problema del bien llevado de la ética a una ética política.  Claro que el bien puede ser entendido como una finalidad de la persona que valora la moral. Pero un bien también puede ser un objeto, una posesión. Por ejemplo, una persona se puede portar bien, de acuerdo al primer sentido, o bien, alguien puede perder todos sus bienes en un incendio, si atendemos al segundo sentido. No es gratuito que las propiedades y la bondad se identifiquen con un mismo término, pareciera que las posesiones son buenas. La idea del bien común, de alguna manera mezcla estos dos sentidos. Cuando un Estado tiene que proporcionar bienes para su subsistencia, bienestar y  felicidad, estamos ante el asunto del bien común. 
Esta discusión tiene su antecedente en los griegos. Aparece en las discusiones de los sofistas y Platón acerca del bien del Estado y los bienes particulares. Para Platón el bien superior del Estado está encima al de los individuos. Aristóteles da un pequeño giro  y señala que el Estado le debe de proporcionar a cada uno de sus miembros lo necesario para su bienestar y felicidad. Esto plantea realmente el problema del bien común. Es decir, el bien común es aquello que es compartido por y para beneficio de todos los miembros de una comunidad.[1] Como tal, el problema del bien común, fue desarrollado por los filósofos medievales, especialmente por Santo Tomás de Aquino, Egidio Romano, Francisco Suárez. Esta  preocupación sigue a la fecha en los filósofos y teólogos cristianos de hoy, como el filósofo Jacques Maritain y la encíclica Rerum Novarum. En latín se dice bonum commune.  En estos pensadores el bien común es considerado como algo objetivo que se desprende de la naturaleza humana, como efecto beneficia a todos los hombres de cualquier condición social en todos los aspectos físicos y espirituales.
El bien común no es la suma de los bienes individuales, es indivisible, comunitario y sólo puede ser alcanzado con la cooperación de todos, en especial de los que ejercen la autoridad. De acuerdo con Maritain, el bien común es la finalidad de una sociedad política. Por ende el  Estado debe subordinarse a él. En consecuencia, éste (el Estado) debe de  proveer tres elementos: 1) ayuda al desarrollo personal, 2) autoridad, 3) moralidad.
Aunque la propuesta del bien común suena muy utópica, como observó Karl Popper, pues consideró que se necesita para su realización una noción única de fin de la sociedad y una autoridad central que conduciría a una dictadura en la práctica.  A pesar de esto, el discurso del “bien común”  ha tenido eco fuera del puro ámbito filosófico.  Renat Manytz señala que a todas las ciencias les interesan todas las precondiciones necesarias para obtener un fin social deseable.  Por ejemplo, a la Economía le interesa una riqueza común  (commonwealth) y a la Ciencia Política el bienestar público.
Paradójicamente, hoy en día, el bien común se encuentra secuestrado según el documental The Corporation por las empresas transnacionales, las cuales se han asociado con los gobiernos, los han subordinado a sus intereses y están privatizando todos los bienes que son propios de la naturaleza y  la humanidad. Eso incluye actos extremos y espeluznantes, como privatizar el agua, incluyendo la de la lluvia (como sucedió en Cochabamba, Bolivia), crear semillas de plantas que no puedan generar una segunda generación de vegetales (para tener un monopolio en la venta de semillas, como intentó Montsanto). Vaya, las transnacionales han ejecutado acciones de gran calibre, como patentar los genes de los seres vivos para convertirlos en un producto sometido a la oferta y la demanda, o como el apropiarse paulatina y discretamente de los derechos humanos, manipulando las conciencias de los hombres para que sean criaturas consumistas, individualistas y caprichosas cuyas relaciones estén mediadas en su totalidad por el mercado. También han condicionando, sutilmente  -pero  con severidad- el derecho a la vida, a la libertad de expresión,  etcétera.   A  los seres humanos, poco a poco, nos ha parecido natural y deseable la existencia de la propiedad privada sobre los bienes universales del planeta y los servicios que deberían ser públicos solamente, como la salud, la educación, la seguridad. E igualmente, nos hemos vuelto indiferentes a la devastación del planeta mediante un desarrollo tecnológico no sustentable para privilegiar la creación y crecimiento del capital de las empresas sin  importar el coste ecológico, el cual, está orillando a la humanidad a su propio suicidio. Esto ofrece un escenario donde la contaminación es terrible y generalizada, la extinción masiva de especies animales y vegetales  es un suceso cotidiano, el crecimiento desproporcionado del cáncer en la humanidad  se ha tornado en una pandemia abominable, la explotación de niños y adultos en condiciones de cuasi-esclavitud en varias naciones es una realidad cotidiana, la censura a los periodistas para resguardar intereses económicos es una práctica común, etcétera. En consecuencia, la Economía posicionada encima de la vida humana y no humana es el pan nuestro de cada día. Así, el Estado y los Organismos Internacionales, sirven para salvaguardar los intereses de las compañías multinacionales y no los de las sociedades que los eligieron. El bien común se ha privatizado, lo que era una realidad, hoy es una fantasía.

Tarea


Investigar el caso de la privatización del agua de Cochabamba, señalar cómo se afectó el bien común en relación con la economía, el bienestar público, la dignidad de la persona y los derechos humanos.

Fuentes:


Fernando Savater, Política para Amador, edit. Ariel, México, 1995, capítulo 6.
José Ferrater Mora, Diccionario de Filosofía, t. 1, edit. Ariel, Barcelona 2001, entrada: bien común.




[1] http://es.wikipedia.org/wiki/Bien_com%C3%BAn_(filosof%C3%ADa)  (consultado el 18 de julio del 2014). 

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