¿Qué es un objetivo de aprendizaje?
Un objetivo es el resultado final esperado que
orienta un trabajo o actividad.[1] Hay objetivos que son imposibles. No tienen
sentido estudiarlos, al menos, en este contexto. No me refiero a los objetivos ambiciosos que se ignora si son alcanzables o no. Eso ya
es otro tema. La ambición del hombre por volar o salir del espacio está en este
rubro. Un objetivo imposible sería algo mucho más sencillo: como querer ser un
gran médico estudiar para ello. Por otro lado hay otros objetivos que se saben
posibles. El objetivo es una aspiración. También implica un cambio en la vida
de la persona cuando se alcanza. En
consecuencia diremos que las características de los objetivos es que son
posibles, deseables y progresivos.
Tipos de objetivos
Los objetivos son de tres
tipos en función del tipo de cambio que generan en el sujeto: actitudinales, conceptuales y procedimentales.
Se refieren a al desarrollo de una actitud, un concepto o una habilidad
respectivamente. Desde la amplitud del
contenido del objetivo pueden ser: generales
(si se refieren a un proceso integral) o específicos
(proceso específico subordinado al
general). También se suele clasificar a
los objetivos en función del tipo de actividad: educativos, terapéuticos, etc.
Algunas clasificaciones de objetivos están hechas en función de ellos. Famosas son las taxonomías de Bloom (objetivos
cognoscitivos) y de Dave (afectivos).
Dichas taxonomías apuntan a
desarrollar ciertas cualidades que tienen una correlación y grados de
complejidad. Por ejemplo, en el ámbito cognitivo se buscan los siguientes
niveles: el recuerdo, la comprensión, la aplicación, el análisis, la evaluación
y la creación. En el dominio afectivo se
buscan: la recepción, la respuesta, la valoración y la organización. En el
dominio psicomotor: la imitación, el control y la automatización. Esos dominios (cognitivo, afectivo y
psicomotor) son los tres ámbitos del ser
humano sobre los que la educación intencionada busca actuar.
Los objetivos de aprendizaje
Ya en el ámbito educativo un objetivo de aprendizaje
identifica lo que los estudiantes deberían saber o ser capaces de hacer al
término de una unidad instruccional. Las
utilidades de los objetivos de aprendizaje son varias: comunican la intención
pedagógica del docente, proveen un marco de seleccionar y organizar el
contenido del curso, guían para tomar decisiones sobre los métodos de asesoría
y evaluación, proveen el marco para elegir actividades de enseñanza y de
aprendizaje, dan información al alumno para dirigir sus esfuerzos de
aprendizaje y monitorear su propio progreso.[2]
En la literatura anglosajona
no es lo mismo un objetivo de aprendizaje que una meta. La meta es un propósito
general de un curso (objetivos generales), mientras que los objetivos son
específicos respecto a contenidos de aprendizaje respecto a un módulo o unidad
del curso (objetivos específicos). Las
metas son a largo plazo, los objetivos a corto plazo; las metas en su extensión
y panorama son amplias, los objetivos
son cortos o medianos; las metas son incomensurables, los objetivos son
observables y/o medibles.
El diseño de objetivos de aprendizaje
Aunque pareciera que diseñar
un objetivo es cosa fácil, en realidad no lo es tanto. Es una actividad que
requiere tiempo para hacerlo. Es un proceso iterativo que requiere la revisión
del objetivo redactado periódicamente, especialmente porque funda el diseño del
curso. Es un proceso flexible que
permite la variación.
El correcto diseño de
objetivos de aprendizaje, según Edmun Bilon, debe de considerar los siguientes
aspectos: audiencia, comportamiento, condición y el grado. La audiencia
es el alumnado que se enfrentará al proceso de aprendizaje, el comportamiento
se refiere al cambio conductual que se pretende provocar, la condición se refiere a los medios y
mecanismos a través de los cuales se pretende que el alumno muestre lo
aprendido y el grado a los criterios de aceptabilidad del desempeño del
aprendizaje (cuando esto sea posible). No todo objetivo necesariamente implica
una condición o un grado de desempeño. Siempre
van a implicar un auditorio y un comportamiento.
Estos elementos se deben de plasmar en la
propia redacción del objetivo sin orden particular. Ejemplo: “el alumno identificará las
principales ramas de la filosofía a través de una definición clara y coherente
con sus propias palabras”. Se señalan la
audiencia (el alumno), el comportamiento (identificar las principales ramas de
la filosofía), la condición (una
definición) y el grado (coherencia y claridad con sus palabras).
Por el otro lado, Thorndike y
Hagen en 1989 propusieron 8
características que debe de tener todo objetivo de aprendizaje: enunciarse el
términos de la conducta del estudiante en vez de en términos de los propósitos
del profesor, empezar con un verbo activo que indique la conducta que el
estudiante debe desarrollar, además de que dicha conducta debe ser
observable, enunciarse con toda
precisión y un significado uniforme, cada enunciado debe relacionarse con un
solo proceso, se debe de enunciar en el nivel adecuado de generalidad, debe
representar los resultados directos deseados y ser realista.[3]
No existe un modelo único para
diseñar los objetivos. Quizá lo más práctico es adoptar el que se facilite
mejor al docente y desde ahí haga su mejor esfuerzo educativo.
Otro aspecto a considerar es
la vinculación entre el conocimiento previo de los estudiantes con el objetivo
que se persigue alcanzar. Siempre se
debe de plantear el comportamiento esperado en términos de una conducta
observable y medible. Ahí es donde el
señor Benjamin Bloom con sus dominios. En ciertos contextos se privilegia el dominio
cognitivo. Por eso nos concentraremos en él. En términos generales, se habla de
tres tipos de conocimiento: fáctico (de
información, datos, términos), conceptual (categorías, principios,
generalizaciones, teorías, modelos, estructuras, clasificaciones),
procedimental (destrezas, técnicas y
métodos) o metacognitivo (conocimiento estratégico, conocimiento acerca del
proceso del conocimiento, con su contexto,
atributos, condiciones). Debemos
plasmar un objetivo respecto a un nivel de conocimiento: el recuerdo, la
comprensión, la aplicación, el análisis, la evaluación y la creación. Sin
embargo, se suele decir que la taxonomía de Bloom difícilmente llega a impactar
con realidad en la evaluación y creación como niveles cognitivos en la
implementación de objetivos. Así que han surgido otros modelos, como el de
Robert Marzano, para ofrecer un mejor enfoque a la planeación por objetivos. Marzano propone que hay tres sistemas o
niveles de procesamiento del conocimiento: el self, la metacognición y el
conocimiento. El primero consiste en la aparición de una nueva tarea para el educando, luego viene el
establecimiento de metas para aprender aquello (lo metacognitivo) y luego el
ejercicio de determinados procesos mentales para adquirir dicho conocimiento
(lo cognitivo). Esto lo lleva a concluir
que el alumno aprende tres dominios de pensamiento: información, procedimientos
mentales y procedimientos físicos. El primero tiene que ver con la adquisición
de un vocabulario, hechos, secuencias de tiempo, principios y generalizaciones.
El segundo está relacionado con reglas, algoritmos, tácticas, macroprocedimientos. El tercero con
movimientos fundamentales, de simple combinación y combinación compleja.
Los verbos –y con ellos las acciones- que
debemos utilizar para los comportamientos esperados en la educación deben ser
tangibles, observables, medibles. Ya sea
Bloom o se Marzano, una taxonomía sirve como un coadyuvante para la interpretación
de lob objetivos y toma de decisiones en el proceso de enseñanza aprendizaje.[4]
Lo que se persigue con las
metas educativas es promover la retención del conocimiento y su transferencia
(sintetizar la nueva información con la anterior) para que se aplique a nuevas
situaciones. Ese criterio debe de
permear en el objetivo.
Por último, se comunicarán las
siguientes recomendaciones del doctor Edmun Milon: el lenguaje usado debe ser
claro, los objetivos no deben ser genéricos, no deben llevar repeticiones, ni
deben traslaparse un objetivo con otro. La cantidad de objetivos de aprendizaje
debe de ser suficiente.
Conclusión
Un objetivo es un resultado
esperable que se pretende obtener. Los objetivos son posibles, deseables y
progresivos. Si se persigue aprender, el objetivo es de aprendizaje. No se debe
de confundir un objetivo con una meta en el ámbito de la educación. Uno es
específico, la otra es general. El aprendizaje se da en tres dominios:
cognitivo, actitudinal o procedimental. Hay varios tipos de objetivos según el
tipo de aprendizaje, pero también según su amplitud o la actividad que
realiza. Los objetivos educativos se dan
en el ámbito de la educación intencionada. Ellos tienen una metodología de
elaboración que debe de considerar al auditorio, el comportamiento, la
condición y el grado de desempeño.
También existen ciertos consejos para hacer esto de manera efectiva.
Bibliografía
Juan Antonio
Rubio, Diseño y formulación de objetivos,
edición Kindle.
Katherina Edith
Gallardo Córdova, Evaluación del
aprendizaje, edit. Digital, edición Kindle.
Edmun Bilon, Using Bloom’s Taxonomy to write effective learning
objectives. The ABCDs of Writting Learning Objectives: A Basic Guide, edición Kindle.
[1] Cfr. Juan Antonio Rubio, Diseño y formulación de objetivos,
edición Kindle.
[2] Edmun Bilon, Using Bloom’s Taxonomy to write
effective learning objectives. The ABCDs of Writting Learning Objectives:
A Basic Guide, edición Kindle.
[3] Katherina Edith Gallardo Córdova, Evaluación del aprendizaje, edit.
Digital, edición Kindle.
[4] Katherina Edith Gallardo Córdova, Evaluación del aprendizaje, edit.
Digital, edición Kindle.
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