¿Qué es la dialéctica?

La dialéctica es uno de esos conceptos escurridizos y difíciles en la Filosofía. Puede tener muchos significados. No suele designar nada preciso. Los ha tenido a lo largo de la Historia de la Filosofía. Éstos no se pueden reducir unos a otros, sin embargo, parecen estar emparentados.
 En un sentido muy general como una relación de oposición de cualquier tipo. También puede referirse a un método y teoría del conocimiento que expone y analiza argumentos contrapuestos, generalmente, con el fin de reconciliarlos.[1] En este sentido dice Raymond Ruyer que la dialéctica es “un modo de dar razón del devenir escapando a los dilemas planteados por la razón no dialéctica cuando ésta se  propone entender el devenir, y en particular el devenir histórico”.[2]
Nicola Abbagnano señala que hay cuatro grupos de conceptos en torno a la dialéctica: 1) aquellos que la entienden como un método de división de ideas  en géneros, 2) aquellos que la entienden como un método de lógica de lo probable; 3) aquellos que la identifican con la Lógica; 4) aquellos que la entienden como síntesis de los opuestos.[3] Para Juan José Padial,  la dialéctica es un término equívoco, que se usa lo mismo en Lógica, que en Metafísica, o en Filosofía de la Historia.[4]
Dicha palabra proviene del término griego dialégesthai, que significa conversar; etimológicamente la dialéctica es el arte de conversar. Para  Platón era una forma de razonamiento que mediante preguntas y respuestas que requería de la colaboración de dos o más personas; también es un camino de ascenso de la percepción sensible al mundo de las ideas, permite deducir las formas de las cosas, pasar de la multiplicidad a la unidad. Dicho método no es fácil de distinguir del método mayéutico de su maestro Sócrates. En el Neoplatonismo, la dialéctica fue una forma de ascender a realidades superiores.
 Posteriormente en la Edad Media ese  término se utilizó como sinónimo de la Lógica (disciplina del pensamiento correcto, o bien, ciencia de la demostración). Esta concepción de la Lógica con una ciencia demostrativa bajo el nombre de Dialéctica había sido generada por los estoicos, aunque el estoicismo no hizo énfasis en el silogismo sino en el razonamiento hipotético (si A entonces B). No obstante tal distinción, la dialéctica fue concebida como la Lógica General, como disciplina de disciplinas que enseña a enseñar y enseña a aprender. La dialéctica formó parte del trívium junto con la gramática y la retórica.  Así fue entendida como un arte relativa al método y no a la realidad. El entusiasmo exacerbado de varios disputadores medievales, generó un movimiento antidialéctico, pues pensadores, como Pedro Damián consideraron que la dialéctica podía hacer dudar de la fe y la omnipotencia divina. Fue hasta el siglo XVII cuando el término “Lógica” en vez del de “Dialéctica” volvió a imperar para referirse a dicha disciplina filosófica.
Aunque no perdió del todo el carácter de oposición que implica dicho concepto, pues en el Sic et Non de Pedro Abelardo, se le designa dialéctica al arte de discutir que echa mano de afirmar o negar diferenciadamente la posición contraria. En la Modernidad con Kant, ya cobró este matiz de contradicción entre argumentos relativos a los principios de la ciencia. Esto deriva en las  antinomias, es decir, falsas conclusiones. La dialéctica, por lo tanto, una forma impura de razonamiento que traslada los principios del de pensar a las cosas  de manera  inadecuada. A esta ilusión le llama dialéctica trascendental. Para Hegel, no sólo la Lógica, sino también la realidad seguía un camino dialéctico, en el que las contradicciones eran superadas, generando sucesivamente nuevas contradicciones por superar (tesis-antítesis-síntesis). La conciencia y la realidad tienen un proceso dialéctico de interacción. Pero, además, la dialéctica es la naturaleza misma del pensamiento. Marx retomó esa idea, y la proyectó como una característica propia del mundo material.[5] Ese tránsito hace descender a la dialéctica de la mera “abstracción” a la realidad, pues según Marx, Hegel entiende que la dialéctica está en el pensamiento y ya. Su discípulo Engels afirmó que la dialéctica es la síntesis de las oposiciones que la naturaleza realiza en su devenir. Para otros neomarxistas, la dialéctica fue un método alternativo al de las ciencias positivas, pues, considera los nexos históricos entre los hechos. Su objeto y resultado, según Lúkács era la totalidad concreta. La escuela de Frankfurt con Horkheimer y Adorno,  señalan que este método  no es un resultado positivo de la realidad material, sino es más bien un método crítico de pensamiento que niega la ideología establecida, el pensamiento impuesto y unidimensional, para superarlo. Por eso hablan de una dialéctica negativa.
Curiosamente a partir de la muerte de Stalin (1953) la Unión Soviética fomentó el estudio y divulgación de la dialéctica entre los países del bloque comunista. Esto permeó en algunos intelectuales occidentales, quienes además, ya tenían una clara influencia hegeliana.
De acuerdo con Hegel, el primer pensador dialéctico, fue Heráclito, trasladando a esta forma de pensar, de la esfera subjetiva del pensar a la esfera objetiva del ser.  Luego, los sofistas practicaron y divulgaron el pensamiento dialéctico a través de su retórica, pero lo convirtieron –según la interpretación tradicional- en una práctica mercenaria, contraria a la comprometida y gratuita dialéctica platónica. La dialéctica se identificó llanamente con el arte de la disputa. Para Aristóteles la dialéctica no es una forma de conocimiento (episteme), sino de opinión (doxa), pues utiliza premisas probables, en vez de verdaderas. Además de que carece de la capacidad deductiva del silogismo. Dicho de otra manera es un procedimiento racional no demostrativo. La dialéctica más bien es inductiva, disputativa y probabilística.  Para Aristóteles, el creador de la dialéctica no fue Heráclito, sino Zenón de Elea, quien impugnó el movimiento a partir de sus paradojas (ya antes que Zenón, Parménides posiblemente había echado mano de ella para negar el movimiento). En esa línea de Aristóteles, Juan de Salisbury  entendió a la dialéctica como la ciencia de las  cosas probables. Pero a Salisbury, no le pareció una disciplina inútil, ya que combinada con las ciencias, podría ser benéfica. La misma línea siguió Kant. Sin embargo, el idealismo posterior dio un giro muy importante. Fichte y Schelling fueron precursores de la dialéctica hegeliana, uno habló del yo, no-yo y del yo y no yo divisibles (determinación del no-yo en el yo); el otro incorpora la naturaleza a ese proceso. El idealismo alemán cuando hace dialéctica, opone el espíritu y la materia, al objeto y al sujeto.  Existencialmente, Kierkegaard entendió que la dialéctica derivaba en tensión cuando ésta es una oposición no conciliada, esto implica una herida en la separación de su sí mismo que tiene la “finitud de la finitud”. En Merleau-Ponty y Sartre la dialéctica conduce a una efectividad de la existencia, hacia el mundo de la vida.
A pesar de que el pensamiento dialéctico idealista inundó la filosofía Moderna y Contemporánea, ha habido algunas reacciones antidialécticas, como la de Karl Popper, quien señala que la dialéctica es irrelevante y a la vez omnipotente, una vez que se acepta la contradicción; carece de una aplicación científica real y sólo es útil como un ejercicio académico. Por otro lado Gilles Deleuze señala que la dialéctica ignora y somete a las diferencias por hacer énfasis en las formas de representación que conducen a la identidad, a una homogenización del pensamiento. A partir de Dilthey también se puede decir que en la dialéctica realmente la razón y la historia no son ajustables, pues aunque la razón es totalizadora y englobante, las variaciones históricas y las culturas no son totalizaciones pensables.    Igualmente, la dialéctica ignora en sus totalizaciones los contextos reales de los sujetos. Su todo veritativo no corresponde a los contextos. La dialéctica desaparece erróneamente al yo cognoscente (Gadamer y Ricouer).

Bibliografía


 Ángel Luis  González (editor), Diccionario de Filosofía, edit. EUNSA, Navarra, 2010, entrada: dialéctica.
José Ferrater Mora, Diccionario de Filosofía, edit. Ariel, t. 1, Barcelona, 2001, entrada: dialéctica.
 Nicola Abbagnano, Diccionario de Filosofía, edit. FCE, 4ª ed., México, 2012, entrada: dialéctica.
Rafael Gil Colomer (editor), Diccionario de Filosofía, edit. Dykinson, Madrid, 1997, entrada: dialéctica.
Ted Honderich (editor), The Oxford Companion to Philosophy, Oxford University Press, 2ª ed., China, 2005, entrada: dialectic.
Walter Brugger y Harald Schöndorf, Diccionario de Filosofía, edit. Herder, España, 2014, entrada: dialéctica.
Varios, Diccionario del Español de México, vol. 1, El Colegio de México, México 2011, entrada: dialéctica.




[1] Varios, Diccionario del Español de México, vol. 1, El Colegio de México, México 2011, entrada: dialéctica.
[2] José Ferrater Mora, Diccionario de Filosofía, edit. Ariel, t. 1, Barcelona, 2001, entrada: dialéctica.
[3] Nicola Abbagnano, Diccionario de Filosofía, edit. FCE, 4ª ed., México, 2012, entrada: dialéctica.
[4] Ángel Luis  González, Diccionario de Filosofía, edit. EUNSA, Navarra, 2010, entrada: dialéctica.
[5] Ted Honderich (editor), The Oxford Companion to Philosophy, Oxford University Press, 2ª ed., China, 2005, entrada: dialectic. 

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