El plan de vida (proyecto de vida).
Tal vez hablar
de un plan de vida pareciera no ser el interés de muchos, pero si lo traducimos
a: ¿qué pienso de mi vida?, ¿estoy a gusto con ella?, ¿qué me gustaría
mejorar?, ¿qué quiero cambiar?, ¿qué tan feliz me siento?, ¿qué tan dueño soy
de mi vida y qué tanto la rigen fuerzas externas?, entonces ya estamos entrando
a un tema de interés seguramente universal.
Un plan de vida puede hacerse, modificarse y seguirse a cualquier edad.
No importa la etapa de la vida, lo que importa es que busques cumplir la misión que le encuentras a ella. Bien dice
esta motivadora: si no te dedicas a ti, nadie lo hará.[1]
Y acaso cabría preguntarnos hasta qué punto tiene razón el escritor de
desarrollo humano David Valois al decir que quien no planea, planea su fracaso.[2]
Finalidad del plan de vida
Luis Castañeda afirma que no
existe el destino como tal, sino que son nuestros actos los que lo forjan. Son
la voluntad, la libertad las que determinan el curso de lo que uno quiere ser
echando mano de los talentos y potencialidades propios. El destino está
contenido en buena medida en lo que uno pueda imaginar y realizar con la
voluntad, es decir, en lo que puedas planear. Un plan de vida conduce al éxito,
el cual, consiste en tener paz interior.[3]
Otros consideran que la felicidad es el resultado de un proyecto de vida. Alberto Zuazua señala que la finalidad de un
proyecto de vida es la autorrealización, la cual, no debe ser entendida sólo
como un proyecto individual, sino uno colectivo como humanidad. Para Jorge
Bucay el objetivo sería la autodependencia, que es una forma de ser dueño de su
propia vida, de ser el protagonista entre varios actores en un mundo en el que
la independencia es una utopía (porque todos necesitamos del resto), pero en el
que la interdependencia es una realidad al mismo tiempo que la codependencia y
la dependencia son una pesadilla.[4]
La autodependencia –según este autor argentino- implica contestar tres
preguntas existenciales: ¿quién soy?, ¿a dónde voy?, ¿con quién? Ella sería una
forma de salud mental que implica
pensarse a sí mismo como el centro de las cosas que le pasan a uno. Para otros,
el objetivo de un plan de vida es el de realizar el desarrollo de la vitalidad.
Ésta se entiende como la energía y motivación que nos mantiene vivos, en
crecimiento, desarrollo y en la actualización de nuestras potencialidades. La vitalidad se puede definir a través de la
capacidad de cambio y de aprendizaje. Un plan de vida prepara para el cambio y
nos demanda aprender.
El coach Jesús de Hoyos
considera que un plan de vida conduce al éxito, pero lo define así: “encontrar
tu propósito en la vida, plantearte metas y objetivos claros para crecer,
alcanzarlos y construir cada día la mejor versión de ti, al mismo tiempo que
ayudas a los demás a encontrar su propio camino al éxito”.[5]
No hay mucha lejanía entre “paz interior”, “felicidad”, “autorealización”,
“vitalidad” y “éxito”. Semánticamente apuntan a lo mismo.
Claudia García Casas de Garvey dice que un proyecto de vida exitoso
conduce a la felicidad cuando este es real, alcanzable, con objetivos valiosos,
satisfactorio, lleno de sentido para la persona. Por ende, el fin último, pues de un proyecto
de vida tiene en la mira la felicidad o cualquiera de sus equivalentes.
Definición e importancia
Un plan es el “conjunto de los
propósitos que tiene alguien y de la forma en que piensa llevarlos a cabo”.[6] El plan se puede expresar en un programa de
objetivos, acciones y procedimientos. De hecho, este es otro de los
significados de dicho término.[7] Hay planes de muchos tipos. Plan vacacional, plan financiero, plan de vida. Ahora bien, si en vez de hablar de
plan, decimos “proyecto”, estamos más o menos en la misma sintonía. Un proyecto
es la idea de algo que se quiere hacer o cómo realizarlo, es una elaboración
provisional o preliminar de algo que habrá que darle su carácter definitivo.[8]
La gran diferencia entre el plan y el proyecto es que el primero parece ser más
claro y definitivo, mientras que el segundo es tentativo y pasajero.
Filosóficamente el concepto de proyecto ha cobrado importancia. Tiene un
sentido y un valor ontológico (del ser). De manera general, es una
anticipación de las posibilidades, a su
vez que es el modo de ser u obrar de quien
recurre a las posibilidades.[9]
La idea de “proyecto” es cautivadora por
muchas razones por inédita, por creativa, porque a través de los proyectos damos sentido a
nuestras vidas. El proyecto simboliza una realidad que pareciera preexistir y
que nos atrae, es capacidad de cambiar.
Pero, en otro sentido, la idea de planeación puede resultar problemática
a mucha gente porque los planes implican mucho tiempo para hacerlos, porque son
tediosos, porque consideramos que la vida es tan cambiante que de nada sirven.
Para las filosofías de corte existencial el proyecto es el modo de ser
constitutivo del hombre. Su máxima es: “llega a ser lo que eres”. Por eso antropológicamente el hombre es un
animal proyectivo. Tiene tres polos según Alberto Zuazua: uno biológico, uno
existencial y otro pragmático. Desde la perspectiva del biológico, el ser
humano tiene una necesidad de creación como parte de su estrategia adaptativa
para la supervivencia. Desde el punto de vista del polo existencial, el hombre
es un portador de sentido que elabora relatos en su significación. Desde una
perspectiva pragmática, el hombre tiende a la acción y a la anticipación.[10]
Martin Heidegger entiende que el hombre se proyecta, se planea a sí mismo
al existir. El proyecto, por ende, es una anticipación de sí mismo a través de
la comprensión. La comprensión entiende al ser como posibilidad. Ella es un
poder ser. No es elegir entre lo ya dado, sino generar la posibilidad de algo
proyectándose.[11] Ahora bien, siguiendo a Jean Paul Sartre, el
proyecto no es algo estático, pues es un proyecto inicial que está abierto a la
modificación, nunca puede ser definitivo porque éste es conciencia de la
libertad absoluta.[12] Una consecuencia de este contínuo modificarse
que Heidegger y Sartre asumen del proyecto, tiene como efecto colateral la
angustia.
Ortega y Gasset dice que la vida es un programa vital. Ella es el
problema de sí misma. La vida se decide a cada instante. La vida consiste en decidir lo que se va a
ser. Pero la vida se decide desde lo tangible. El proyecto es lo que hay que
hacer y está condicionado por las circunstancias. Hay muchas cosas que se
pueden hacer, pero de todas ellas importa hacer lo que hay que hacer, lo que
creemos que se debe hacer.[13]
Esto psicológicamente tiene un efecto, pues es una actividad básica de la
personalización.[14]
Al ser el hombre un animal de proyectos, un ser proyectante, como diría
Zubiri. Tiene muchos proyectos que debe de cumplir en la sociedad, pero también
tiene proyectos personales. Un proyecto
personal en la psicología de la acción es definido como un conjunto de acciones
extenso que es relevante para la persona. La persona puede entrar en
desequilibrio cuando hace actividades muchas que no le son significativas o le
resultan negativas y no realiza otras que le resulten significativas,
positivas. Por eso entre los muchos proyectos concretos que puede haber,
conviene elaborar uno más grande e importante: el proyecto de vida.
Entre los proyectos que realiza uno se encuentran las actividades de la
vida cotidiana, de la vida corriente (current life tasks), tareas normativas,
que son en relación a normas y patrones de actividad (normative life tasks), y
tareas de desarrollo (developmental tasks).
Algunas de nuestras metas esperadas no las realizamos porque nos
instalamos en una zona de confort.
Este concepto, dentro de la formación humana, fue acuñado por Stephen R. Covey.
Se refiere no tanto a que uno esté cómodo realmente, sino que es una metáfora
para referirse a la evasión de la incomodidad y miedo que produce hacer un
cambio de lo cotidiano, para alcanzar metas vitales que implican romper con los
hábitos ya conocidos para crear nuevos.
Es una forma de defensa. Es un espacio mental que determina lo que se
sabe y lo que no se sabe, lo que se hace y no se hace. Salir o no salir de la
zona de confort no es ni bueno, ni malo. Esa decisión depende de cada sujeto.
El plan de vida obliga a observar cuál es nuestra zona de confort, reflexionarla y vislumbrarla desde nuestras
metas.
Las personas realizan sus esfuerzos en alcanzar algunas metas en ese
abanico de actividades. El estilo de
vida es una adaptación de la persona al mundo social, es decir, es un
sistema de relación personal con el entorno.
Este estilo puede ser fuertemente afectado por el exterior o bien por el
propio interior del sujeto.
Por otro lado también se habla de calidad
de vida. Ésta es una seria de criterios objetivos de indicadores materiales
(como ingresos, condiciones de trabajo, vivienda, transporte, salud,
relaciones, participación social) de los miembros de una comunidad que se
traducen en una situación de bienestar.
El proyecto de vida se convierte entonces en un mecanismo para facilitar
que la persona logre el estilo de vida que desee y viva con una buena
calidad. Decía José Luis Sampedro que
“el arte de vivir es hacerse quien uno es”.
En consecuencia, un plan o proyecto de vida es una acción
abierta en constante renovación que permite superar el presente, hacer camino
al futuro y conquistarse a sí mismo y al mundo que nos rodea.[15]
Se construye en el espacio y el tiempo. Implica saber quién soy yo, qué puedo y
quiero ser. Contiene un estilo de vida
que se quiere lograr, un modelo de actividad futura o de empleo, es un algo que
está relacionado directamente con nuestras intenciones e intereses.
Casares y Siliceo hablan de la planeación
de la vida y la carrera. La definen como “la actitud, arte y disciplina de
conocerse a sí mismo, de detectar las fuerzas y debilidades y proyectar autodirigiendo
el propio destino hacia el funcionamiento pleno de las capacidades,
motivaciones y objetivos de la vida personal, familiar, social y de trabajo”.[16]
Componentes psíquicos del proyecto de vida
En los planes de vida intervienen la cognición y los sentimientos. La cognición coopera mediante el conocimiento
de sí la suposición de escenarios futuros y la planeación. Pero también
participan los sentimientos. Ellos
participan de la experiencia y anhelo de situaciones vitales significativas,
irrumpen en relación con eventos que pueden afectar a nuestro futuro y con la
valoración de nuestro bienestar. Sentimientos vinculados con el futuro son la
esperanza, el optimismo, la desesperanza, el miedo, satisfacción, fracaso, etc.
Un punto en el que convergen cogniciones y sentimientos es en los motivos. Así que los motivos son un
tercer elemento estructural que participará de los proyectos. Necesidades fisiológicas, necesidades de
seguridad, necesidades de pertenencia constituyen motivos. Otro elemento que combina la cognición y el
sentimiento son los valores. Ellos
también motivan nuestro proyecto de vida. Ellos además, más adelante se
convertirán en un elemento importante de clarificación en su planeación.
Otro componente que puede sintetizar a todos los anteriores –y que
participa psicológicamente del proyecto de vida- es el binomio
autoestima-autoconcepto. Las expectativas que tenemos de nosotros mismos
influyen en la eficacia misma de nuestras acciones.
Dimensiones del plan de vida.
Hay quien señala que todo proyecto de vida tiene tres dimensiones: la
afectiva, la profesional y la social. La primera es amorosa; se da en el ámbito
familiar y de las amistades. La segunda está ligada al trabajo y la vocación de
la persona. Se da en el ámbito laboral. La tercera implica muchos elementos del
ámbito sociocultural: aficiones, civismo, solidaridad con la comunidad,
reconocimiento, etc.
David Casares y Alfonso Siliceo en vez de dimensiones, hablan de áreas
del plan de vida. Proponen que debe de haber una planeación consigo mismo, con la familia, con el trabajo y con el mundo
(entiéndase con la naturaleza y sus manifestaciones sensibles). Estas cuatro áreas deben de desarrollarse
para ser pleno. Pero, luego, ellos
reconfiguran esas cuatro áreas en función de la planeación y hablan de 6 áreas
de la planeación vital: 1) la física o material, 2) la afectiva o de relación
íntima, 3) la social o de relación, d) la espiritual, e) la profesional y g) la
política.
Tipos de planes de vida
Ahora bien, imaginar su plan o proyecto de vida tiene su complejidad. Kelly Williams Brown habla de planes válidos a largo plazo (PVLP) y planes inválidos a largo plazo (PILP). No todo lo que imaginamos es válido, pues
unos son realizables y los otros no. A veces no queda tan claro si un objetivo
es alcanzable o no, pero en otras ocasiones sí.
Por ejemplo, se puede tener una pareja a la que se ama, pero con la que
no quieres pasar tu vida es un PILP, otros casos comunes de PILP son: querer
vivir mucho y ser adicto al tabaco o al alcohol, o bien, querer vivir
satisfactoriamente y estar en trabajos un nulas o muy pocas posibilidades de
crecimiento.[17]
Vaya, cuando un plan es absurdo o kamikaze entonces podemos catalogarlo
como PILP.
El potencial de nuestros planes
Tenemos un potencial para alcanzar nuestros objetivos. Según Luis
Castañeda este arranca con el nacimiento y es igual en todos. Lo que marca la
diferencia entre quienes alcanzan y no sus metas es el deseo con que luchan por
ellas y los talentos que posee.[18]
Esto es parcialmente cierto –y Castañeda lo sabe-, no todos tenemos el mismo potencial, un niño con
retraso mental tiene un rezago genético que lamentablemente no podrá superar.
No podrá ser ingeniero físico. Su voluntad no es suficiente. Aun así podrá ser
lo que sus posibilidades le permitan. También la cuna marca mucho el destino de
las personas, pues alguien que nace en una comunidad asolada por la pobreza
extrema y la explotación reduce ampliamente sus expectativas de vida y tendrá
que luchar tremendamente si quiere vencer esa condición. Claro que hay casos de
superación personal increíbles, como es el de Xóchitl Gálvez. Pero veámoslo así: si una persona pobre y una
rica se proponen ambas ser el hombre más rico del mundo, seguramente tiene
muchas más posibilidades la segunda que la primera. Las personas con mayor autoestima tienen
ventaja sobre las que no. Sin embargo, si quieres progresar en tu vida y tienes
la autoestima baja, la solución está en encontrar una fuente de amor verdadero,
construir la capacidad de ser feliz. Hay gente que tiene las circunstancias en
contra y otras a su favor, para ser feliz unos tendrán que cambiar sus
circunstancias, los otros aprovecharlas.
La toma de decisiones
Ahora bien, algunos estudiosos proponen la aplicación del método de
contracción y expansión de ideas a la planeación de nuestra vida. Para tomar
una decisión se debe de tener claro el objetivo que se persigue con la propia
toma de la decisión, también tener
claros los pensamientos positivos y negativos que detona, los pros y los
contras que ofrece, considerar las variables relacionadas con la situación
sobre la cual voy a tomar una decisión. Las variables son elementos
categoriales cambiantes que uno considera al tomar una decisión, por ejemplo si
me mudo, variables son: la calidad de vida, la seguridad, el clima, etc. Cada
alternativa ante una variable ofrece una característica distinta. Se debe de
hacer un listado de las alternativas de solución que se tienen, vinculándolas
con las ventajas y desventajas que ofrecen y las consecuencias que generarían
tanto moderadas como extremas, a corto, a
largo plazo. También conviene atender a otros puntos de vista ajenos al mío,
valorándolos en función de mis propias necesidades y contexto, así como considerar cuales son mis
prioridades a la hora de elegir entre las variables y las alternativas. Por
último, realizar finalmente una planificación, generando un patrón de
pensamiento que me lleve a la consecución de mi fin (elaborar los pasos que se
deben de realizar, conseguir los recursos que se necesitan y hacer la logística
necesaria para cumplir el plan).[19]
Cómo elaborar un plan de vida
Su elaboración
funciona como una escalera. Se establece una meta y se van construyendo los
peldaños por ir subiendo por ella hasta llegar al final. Esta metáfora está
ligada al maduración de la persona y sus proyectos.
Lo primero que hay que hacer para planear una vida es imaginar lo que
queremos ser. Debemos de reflexionar
sobre nuestros aspectos y atributos personales, relacionándolos con lo que
hemos imaginado. Debemos de analizar nuestras fortalezas, debilidades,
oportunidades y las amenazas que nos rodean. Debemos plantearnos un objetivo
hacia el futuro y establecer un compromiso personal para realizar las acciones
necesarias para alcanzarlo.
De acuerdo con Ukleja y Lorber todo plan de vida debe de responder a
cuatro preguntas: 1) ¿Quién eres y qué quieres?, 2) ¿Dónde estás y por qué
estás ahí?, 3) ¿Qué harás y cómo lo harás?, 4) ¿Quiénes son tus aliados y cómo
pueden ayudarte?
Fases del plan de vida
Todo se puede ver más sencillamente. En otras palabras, siguiendo al psicólogo Alberto Zuazua, todo
plan de vida tiene dos fases artificiales (que se han separado para su
análisis): la fase de planeación (motivación) y la fase de ejecución del
proyecto (volición). En la primera fase
hay un comienzo. Se activa cognitivamente la mente para generar el proyecto, se
echa a andar la creatividad, la mente delibera consigo misma sobre el proyecto,
hasta que surgen ideas por un chispazo de inspiración, para que al final se decida
sobre la mejor posibilidad de todas. Por el otro lado la fase de realización es
la que da el paso de lo cognición a la acción, a la ejecución, la evaluación de
su avance y su culminación.
Jorge Bucay habla de esto con la metáfora de la teoría de los tres
tercios: preparar el terreno, crecimiento o expansión y la cosecha. El primer
momento sería en la infancia y adolescencia, el segundo en la juventud y
madurez; y el último en la madurez. Sin embargo, y en contra de lo que él cree,
estos tercios se pueden presentar en distintas facetas de la vida, una persona
puede ser precoz o lenta en sus procesos. Lo importante es realizar nuestras
metas no necesariamente en la época en la que algunos esperan.
La planeación
Concentrémonos ahora en la parte de la planeación.
Si tratamos de hacer esquemático y racional un proyecto de vida, debemos
de pensarlo a partir de ciertos componentes o aspectos para elaborar un plan.
Siguiendo el modelo de la planeación estratégica de la administración de
empresas varias personas proponen que se aplique la misma metodología a las
personas. Proponen que se establezcan: valores, misión, visión, metas,
estrategias.
Unas recomendaciones que da Cynthia Palazzo es que a la hora de pensar un
proyecto de vida busques inspiración en los que ya lograron lo mismo que tú
buscas, que te concentres en tus objetivos, que ignores a las personas que
quieren desalentarte, que te motives teniendo en mente la vida que anhelas, que
no pongas como excusa tu edad para no planear, que seas metódico y persistente,
que simplifiques la toma de decisiones para concentrarte en las importantes,
que creas en tu capacidad de alcanzar tus metas, que tengas claras tus
fortalezas y debilidades, que te re-eduques para reinventarte,
Valores
Si bien el tema de los valores filosóficamente es muy complejo, para
fines prácticos de un proyecto de vida se refieren a los principios que rigen
nuestra conducta a lo largo de la vida. Esos principios están estrechamente ligados
con nuestras creencias y la cultura.[20] Ellos se reflejan en nuestra interacción con
los demás.[21] Max
Scheler señaló que un proyecto parte de la tensión hacia un valor, es una
actitud espiritual que se hace
intención.[22] Los valores pues, son una parte esencial de
los proyectos. Ellos intervienen en la
visión, misión y metas que se establezca el sujeto. Los valores individualizan al proyecto cuando
se generan las acciones y las condiciones necesarias para su realización.
Cabe mencionar que bajo la filosofía administrativa de hoy los valores
humanos-sociales y los valores económicos-productivos son vistos como
interdependientes y complementarios. Se requiere tener buenas condiciones
laborales, se requiere de una remuneración digna para poder desarrollar la
plenitud de mis otros valores.
Visión
La visión es una imagen deseable del futuro, es la manera en que uno se
imagina en el futuro en un periodo determinado de años. Ese plazo, en la práctica siempre es a corto
plazo respecto a la etapa de la vida que estamos viviendo. Sin embargo, en un
plan de vida, tal vez conviene considerar el resto de etapas de la vida que
estamos por vivir. Conviene imaginar hasta la vejez. Por eso la visión en términos más abstractos
es una declaración categórica sobre cuál es nuestro propósito y a qué vamos a
dedicar nuestra vida.[23]
Las características de dicha declaración son las siguientes: que capte un sueño,
que sea concisa, flexible, inspiradora, alentadora, positiva, realista y
atractiva.[24]
La visión está en relación a la identidad, ya que al saber qué te gusta y
no te gusta de ti, puedes revertir o suavizar lo que no te gusta y fortalecer
lo que sí. La identidad está ligada a respuesta a la pregunta: “¿en qué te has
convertido?” La visión está ligada a la pregunta: “¿en qué me quiero
convertir?”. Para saber en qué me quiero convertir debo de saber qué es lo que
soy. Para Juan Pablo Aguilar Meza los factores que debo de considerar en mi
visión los elementos que se vinculan con
la identidad: es lo que más me gusta hacer y lo que no, lo que es más
importante para ti y lo menos importante, lo que te prohíbes a ti mismo, lo que
te gusta hacer en tu tiempo libre, y aquello que te da energía y aquello que te
la roba. También implica que te preguntes en relación con tu “yo mejorado” qué
es lo que te está pasando en este momento, qué conocimientos, qué habilidades
requieres para ser como quieres ser, qué estás dispuesto hacer para convertirte
en ello.
En consecuencia, la visión está ligada a los sueños, a los anhelos que
tenemos como personas. Desde nuestra
infancia hemos tenido sueños de vida. Ellos son motores que tenemos para la
acción. Los sueños que tenemos de niños son varios: profesionales (respecto a
lo que queremos ser de grandes en lo laboral), ficticios (respecto a los
cuentos, películas, historias religiosas, obras teatrales que escuchamos y nos
identificamos con un personaje y sus proezas), sueños respecto a la familia,
respecto al futuro en general. Algunos se logran, generando satisfacción; pero
otros se abandonan o fracasan, provocando frustración. ¿Qué hacer con estos en
nuestro proyecto vida? ¿Olvidarlos? ¿Recordarlos con tristeza? Muchos sueños no los alcanzamos por nuestros
errores o por situaciones que se escapan de nuestro control. Despedirnos de
aquellos sueños no realizados permite que nos abramos a nuevas posibilidades.
Se tiene el duelo de una vida no vivida. Pero lo que resuelve el problema es
vivir la vida de la mejor forma posible, ya que la vida siempre arroja más posibilidades
de las vislumbradas. Anselm Grün propone que despedirse de los sueños no
logrados no implica no recordarlos. Más bien sugiere una mecánica en la que
aquellos sueños que teníamos de niños veamos cómo actúan ahora en nosotros y
cómo nuestras vidas actuales pueden encajar como parte de ellos. Algunos sueños que teníamos eran producto del
desconocimiento de nuestra personalidad o de lo que ellos implicaban, otros
pueden reflejar nuestra propia esencia. No renunciar a la esencia viendo sus
nuevas posibilidades es lo que propone Grün.[25]
Detrás de nuestro sueño siempre hay una
realidad escondida que se puede alcanzar.
Otra posibilidad de abordar nuestros sueños es soñar cosas nuevas. No
necesariamente es traicionarse soñar cosas distintas a las de la infancia. Cynthia Perazzo dice que soñemos con cosas no conocidas que rompan
nuestros límites y que nos entusiasmen.
El cómo me vea y lo que anhele está ligado al auto concepto, y por lo
tanto, a la auto estima. En una empresa la visión es el objeto y las aspiraciones
fundamentales de la organización. Así que en el individuo como en la empresa, es la representación de lo que se quiere para
el futuro. Se puede asociar a la pregunta: “¿a dónde quiero llegar?” En consecuencia, la imagen es la imagen
idealizada de lo que se proyecta ser en el futuro. De acuerdo con Casares y Siliceo, la visión es
producto de los siguientes elementos: la percepción del mundo interior y
exterior, los propios valores, el compromiso con uno mismo, el compromiso con
los demás y las ambiciones de un destino mejor.
Jesús de Hoyos propone que la visión del plan de vida se proyecte a un
periodo de cinco años en el futuro y se redacte en tiempo presente. Al parecer,
una visión en un tiempo abstracto, para este coach no es una estrategia del
todo funcional.
Misión
En la administración de empresas la misión es el objeto o razón de una
organización. En el caso de los individuos la misión es personal. De la visión
surge la misión. Ésta es una declaración explícita y escrita del cometido o
propósito de una vida a partir de lo que se quiere ser y hacer a partir de
ciertos valores. Según Casares y Siliceo la misión es la puesta en marcha de la
visión porque se inicia el camino
sabiéndose responsable de uno de alcanzar sus metas, porque se confía en sí y
en su voz interior. Desde otra óptica la misión, según Juan Pablo
Aguilar, es la declaración de la razón por la cual uno existe; dicho de otro
modo es la declaración de nuestro propósito de vida. Y aunque para Aguilar el propósito y la misión
no son exactamente lo mismo, se pueden en la práctica identificar. Según este
coach (Aguilar) la misión es la declaración del qué hago para alcanzar mi
propósito. Sin embargo, la diferencia conceptual que trata hacer entre
propósito y misión no es clara.[26]
En las empresas la misión se refiere al propósito de ser de ellas y el
campo de negocios a cubrir. En la persona también se refiere a su propósito de
ser y el campo de empresas vitales, se trata de acciones o realizaciones
vitales que piensa abarcar. Es un propósito o finalidad permanente o
semipermanente. No debemos de olvidar que, pese a lo anterior, la misión es flexible, puede ir cambiando en relación a
nuestras experiencias, retos y necesidades. Dicho de otra manera, la misión
responde fuertemente a la preguntas: “¿quién soy?”, ¿qué busco?”, “¿cómo le
hago?”, “¿a qué me dedico?”. Es un credo personal de los valores y el potencial
de la persona. La misión define una
finalidad relativamente permanente, una finalidad que persiste aunque se alcancen
uno o varios objetivos; una misión que no pierde de vista la visión que se
tiene.
Los valores, la visión y misión que se establece uno en la vida pueden
cambiar en algún o varios momentos. La misión está vinculada fuertemente a una vocación, y esta puede cambiar. Es un
compromiso consigo mismo.[27]
Tal vez por eso Cynthia Palazzo dice que el propósito que tiene una vida es
único e irrepetible, y nadie tiene exactamente el mismo.
Metas
Las metas son objetivos,
propósitos a realizar que están orientados realizar la finalidad de la misión. En administración
las metas son entendidas como los resultados a alcanzar en un tiempo
determinado e indican la dirección hacia la que hay que apuntar las acciones y
decisiones. Las metas son concretas, mientras que la misión es general. Las metas se alcanzan, la misión permanece. Las
metas son los medios para alcanzar nuestro fin existencial. Una meta debe de
plasmarse por escrito, debe ser específica,
medible (el grado de cumplimiento que lleva), realizable,
debe de explicarse cómo se va alcanzar, debe de tener una fecha de inicio y
terminación (fechas de cumplimiento) y debe ser congruente con los valores de
las personas. Tales metas deben de ser
trazadas en una secuencia lógica y ordenada. Parafraseando Zig Ziglar, he de
decir que una meta bien planteada es la mitad del camino para lograrla.[28]
De ahí que se suela recomendar la metodología SMART de General Electric; que la meta sea: específica (specific),
medible (measurable), alcanzable (achievable), relevante (relevant) y con un
tiempo (time bound). Jesús de Hoyos,
además, propone que las metas también sean retadoras, realistas, equilibradas,
emocionantes y con recursos.[29]
Isabelle Gauducheau y Mary Laure Teyssedre dicen que existen falsos
objetivos de los que nos debemos cuidar al realizar nuestras metas. Un falso
objetivo es mensaje cultural o familiar acerca de lo que nos convendría que
hiciéramos al hacernos adultos creando representaciones de lo que deberíamos
tener o ser, pero que generan malestar o emociones negativas. Tales
expectativas están ligadas al éxito económico, a estereotipos sobre las
profesiones, a ideas de que no somos capaces de realizar otras posibilidades de
vida, etcétera. Ellas proponen que nos liberemos de esos falsos objetivos, que
adoptemos los auténticos, aquellos que realmente queremos.[30]
Justo este último aspecto es importante: que lo queremos realmente. Algo que
debe de acompañar a las metas es la motivación (ya sea intrínseca por el deseo)
o extrínseca (por una recompensa). La motivación evita abandonar la meta.
Escribir las motivaciones de las metas y recordarlas frecuentemente es un
mecanismo para realizarlas.
Centrarnos en dos metas fundamentales es suficiente para David Valois en
nuestra vida. Otros autores proponen enfocarnos en dos o tres con especial
atención por año y cubriendo objetivos mínimos en el resto de nuestras metas. Es
difícil concentrarnos tal vez en una sola, pero demasiadas metas son
abrumadoras. Podrían ser tres metas por
año: una afectiva, una laboral y una social. Sin embargo, el número de metas
dependen de las circunstancias, personalidad y capacidad de cada persona.
Algunas metas son a plazo inmediato, corto plazo, otras a mediano y otras
a largo plazo. Las metas a plazo inmediato se tienen que cubrir en el momento.
Son metas que se cubren en el día en el que se piden, a veces, inmediatamente
fijada ella. Las metas a corto plazo se alcanzan en menos de un año o máximo en
los 12 meses. Hay quien les da un rango
de 6 meses a un año. Las metas a mediano plazo tienen un periodo de 1 a 3 años,
aunque para otros oscilan entre 1 año y 5. Las metas a largo plazo se desarrollan
en un periodo mayor a 3 años (o, en su defecto, a 5 años).
Pero más allá de esto, según el filósofo español José Antonio Marina la
estructura motivo-meta es la que determina el modo de vivir del hombre en el
mundo, es pues, su modo de ser.
De acuerdo con Luis Castañeda nuestras metas deben de considerar los
siguientes nueve aspectos de nuestra vida: espiritual, intelectual, afectivo/emocional, familiar,
recreativo, social, corporal, ocupacional, económico.[31]
Para Raimon Saisó hay ocho: salud, relaciones
(amistades, vida social y familia extensa), relación de pareja y familia, profesión,
finanzas, comodidades, ocio (tiempo libre y aficiones), espiritualidad
(introspección, mejora de sí mismo y meditación). Para Graciela de Otto son cuatro tipos de áreas
en las que se deben de circunscribir nuestras metas: la familiar, la
financiera, la física, y el tiempo libre.
Estrategias
Las estrategias son los cursos de acción elegidos para alcanzar las
metas. Ellas se refieren al cómo le voy a hacer para alcanzar un objetivo. Una meta sin estrategias es más difícil de
lograr. En un sentido vital, Jorge Bucay dice que para ser autónomo, para
hacerse uno dueño de su vida –y por lo tanto de sus metas- la gente debe de
cubrir tres puntos: 1) conocer las condiciones en las que se está y
modificarlas si es necesario; 2) tener el equipamiento necesario para realizar
tus objetivos (sabiendo qué se tiene y qué se debe adquirir); 3) tomar decisiones.
Las estrategias deben de
considerar los recursos con los que se cuenta.
Un recurso es un bien tangible o intangible para alcanzar una meta.
Jorge Bucay define a un recurso como una herramienta del cual uno se puede vale
para enfrentar una contingencia. Los recursos son de varios tipos: físicos,
económicos, intelectuales, etcétera. Bucay los divide en dos tipos: externos e
internos. Los primeros son cosas,
personas e instituciones, que desde fuera ayudan a tomar un camino. Los
segundos son habilidades y destrezas que tenemos que nos sirven también para
emprender una ruta. Algunos recursos
pueden ser la autoconciencia, la asertividad, el manejo de emociones, la
aceptación, la fuerza de voluntad, la creatividad, etc.
La toma de decisiones debe de ser respecto a cosas posibles en función de
nuestra moral, debe de ser entre dos o más opciones y siempre sabiendo que
somos responsables de ellas. Hay que considerar que una mayor capacidad
financiera te brinda más opciones, más posibilidades. Así que en este contexto
de un marco estratégico, la libertad en el plan de vida consiste en “ser capaz
de elegir entre lo que es posible para mí, y hacerme responsable de mi
elección”.[32]
Tener un listado de recursos no basta, se
requiere un plan de acción. El plan debe de ser sencillo. Debe considerar el cómo lo voy a hacer, qué
necesito para hacerlo y qué voy a hacer si algo no sale bien al instrumentar mi
estrategia.
La ejecución y revisión del plan
Todo plan de vida está hecho para ser ejecutado, no solo pensado. Elaborar un plan de vida, puede brindar
claridad respecto a lo que se quiere. Si no se ejecuta el plan, el impacto en
la vida de la persona es prácticamente nulo.
Leer diariamente o, al menos una vez a la semana, nuestra misión, visión
y metas es imprescindible para recordarlas. Se pueden tener pegados en carteles
hechos por uno en una pared o en postits ubicados en un lugar en el que los
tengamos que ver. También se suele
recomendar que se planee durante una hora cada día un día antes teniendo
siempre como marco general el plan de vida y las actividades de la jornada por
venir. También es recomendable invertir dos horas del día en la adquisición de
las habilidades que se requieren para realizar nuestras metas. Esto incluye
trabajar sobre nuestras debilidades para que no sean un obstáculo en nuestras
vidas. Valois recomienda que de todos los objetivos que podemos ponernos al día,
renunciemos al 80% y nos concentremos en un 20% en el que está lo primordial
para nuestro plan vital.
Realizar las metas, además va a requerir perseverancia y pasión. Cada que se alcance una meta se recomienda
auto premiarse. Contribuye a seguir adelante con las otras metas.
Ahora bien, la ejecución implica una revisión periódica de los avances y
cumplimiento de éste. Jesús de los Hoyos propone que hay que revisar dicho
plan, al menos, una vez al año. Propone un anuario en el que se revisen en siete
rubros: 1) satisfacción personal, 3) mente y educación, 3) relaciones y
familia, 4) salud y físico, 5) finanzas y economía, 6) ética y espiritualidad,
7) profesión y misión de vida. La idea
es poner los avances que se logran en el año de esos rubros. Luego propone una
revisión post-acción que responda de cada uno lo siguiente: ¿qué me faltó?,
¿cuál fue la razón?, ¿qué pude haber
hecho diferente?, ¿cómo puedo mejorar?
Luego propone la revisión de la utilización del tiempo para alcanzar los
objetivos: cuánto se destina a lo importante, a lo no importante, a lo urgente
y a lo no urgente. El eje de lo que
realizamos debe estar en lo que disfrutamos y va con nuestro propósito de
vida. Hay que huir de lo que es no
importante y no urgente, y planear lo importante y no urgente; ya que lo
urgente e importante se realiza forzosamente. Se puede ver cuál de los siete rubros que
propone revisar es urgente e importante de atender y cuáles son importantes y
no urgentes que requieren ser atendidos también. Además, en esa planeación debe
incluirse el criterio FODA que nos muestre nuestras fortalezas, oportunidades,
debilidades y amenazas, que se traducen respectivamente en qué deseo conservar,
qué deseo alcanzar, qué deseo eliminar y qué deseo evitar.
Utilidad del plan de vida
Se puede objetar que no tiene caso hacer ningún plan con la vida si ella
nos va a llevar a donde quiera llevarnos. Cierto, hay cosas que no se pueden
planear o bien controlar, pero hay otras que sí. Mick Ukleja y Robert L. Lorber
distinguen entre problemas y predicamentos. Los primeros, son para ellos
acontecimientos negativos e inesperados que suceden sin que hayamos cometido un
error, los segundos son el resultado de un patrón de comportamiento que hace
que un se meta recurrentemente en dificultades.
Un plan no puede evitarnos problemas, pero sí nos ayuda a enfrentarlos y
a resolver los predicamentos.
Hacer un plan de vida ayuda a tener una estructura más sólida como
individuo y lleva a tener información adecuada para tomar decisiones de manera
oportuna y clara. Tales decisiones
permiten construir una vida con mayor autonomía. Eso no significa que el plan
no pueda cambiar, retroceder o avanzar. El plan ayuda a mentalizar lo que se
quiere alcanzar y los recursos que se necesitan para eso. En otras palabras, nos deja en claro hacia
dónde queremos ir y qué acciones debemos tomar para llegar hacia donde
queremos. Según Ukleja y Lorber –a
partir de algunos estudios que se han hecho- escribir planes y revisarlos
frecuentemente aumenta en un 35% las probabilidades de lograrlos.
También se debe de considerar el ciclo de vida en tal planeación:
infancia, niñez, juventud, madurez y vejez, pues aunque no sepamos en qué etapa
terminará nuestra vida, nos permite vislumbrar qué hacer si llegamos a vivirla.
David Casares y Alfonso Siliceo señalan que el efecto de un plan de vida
debe de ser el equilibrio vital. La palabra supone un balance, una armonía
entre distintas fuerzas y esferas del ser humano, entre las distintas áreas y
dimensiones de éste. Ellos dos definen al equilibrio como la sabiduría para
vivir y proyectar la vida personal a partir del compromiso de energía,
inteligencia, capacidades y tiempo del sujeto.[33] Si funcionamos por debajo del nivel de
energía que nos da equilibro, experimentamos aburrición o depresión; si
funcionamos por arriba, experimentamos estrés, desgaste, incluso algunas
enfermedades.
Un plan de vida da pie a alternativas u oportunidades que llevan al
crecimiento integral. Dice Salvador Alva que un plan de vida: “sirve para tomar
decisiones, dar sentido y propósito a nuestra vida, establecer los valores que
nos gobiernan –que non la esencia de nuestras creencias y conductas-, soñar y
crear metas que nos permitan vivir con intensidad los momentos del día,
corregir y enderezar el camino cuando nos desviemos de nuestro objetivo y, lo
más importante, para lograr la autorrealización”.[34]
Bibliografía
Alberto Zuazua, El
proyecto de autorrealización, edición electrónica.
Anselm Grün, Anhelos que guían: para realizar tu plan
de vida, edición Kindle.
Claudia García Casas de
Garvey, La felicidad como proyecto
de vida, edit. Trillas, México, 2011.
Cynthia Palazzo, Proyecto
de vida: El secreto de los invencibles
para moldear su destino, edición Kindle.
David Casares y Alfonso Siliceo, Planeación de vida y carrera, edit. Limusa, México, 2010.
David Valois, 21
reglas para convertirte en el mejor estratega y planificador, edición Kindle.
Graciela de Otto, Encuentra tu pasión: siete pasos para
emprender tu proyecto de vida, edición Kindle.
Isabelle Gauducheau y
Mary Laure Teyssedre, Cambia tu vida,
edit. Terapias Verdes, Madrid, 2016.
Jesús de Hoyos, Planeación
estratégica de la vida, edición Kindle.
Jorge Bucay, Hojas de
ruta, edit. Océano, 2ª ed., México, 2009.
Juan Pablo Aquilar Meza, Arquitectura
Personal. 10 pasos para diseñar un proyecto de vida emocionante, edición
Kindle
Kelly Williams Brown,
Adulting. Cómo convertirse en adulto en 468 <facilísimos> pasos,
edit. Planeta, México, 2013.
Lucrecia G. Flores,
Julieta P. Vargas y Karina E. Domínguez,
Plan de vida y carrera, edit. Pearson, México, 2014.
Luis Castañeda, Un
plan de vida para jóvenes, edit. Nueva Imagen, México, 2014.
Matti Hemmi, ¿Te atreves
a soñar? Sal de tu zona de confort y alcanza tus sueños, edit. Grijalbo,
México, 2016.
Mick Ukleja y Robert L. Lorber, Las preguntas que cambiarán tu vida, edit. Diana, México, 2012.
Ofelia Margarita Tovar Elizondo, Plan de vida y carrera, edit. Trillas, México, 2012.
Raimon Samsó, Supercoaching,
edición electrónica.
Salvador Alva, Tu
vida, tu mejor negocio, edición electrónica.
[1]
Cfr. Cynthia Palazzo, Proyecto de vida:
El secreto de los invencibles para
moldear su destino, edición Kindle.
[2] David
Valois, 21 reglas para convertirte en el
mejor estratega y planificador, edición Kindle.
[3]
Luis Castañeda, Un plan de vida para jóvenes, edit. Nueva Imagen, México, 2014,
p. 11-13.
[5]
Jesús de Hoyos, Planeación estratégica de
la vida, versión Kindle.
[6]
Varios, Diccionario del Español de México, v. 2, edit. El Colegio de México,
2011, entrada: plan.
[7]
Ibídem.
[8]
Ibíd., entrada: proyecto.
[9]
Nicola Abbagnano, Diccionario de Filosofía, edif. FCE, 4ª ed., México, 2012,
entrada: proyecto.
[10]
Alberto Zuazua, El proyecto de
autorrealización, edición electrónica.
[11]
José Ferrater Mora, Diccionario de
Filosofía, t. III, edit. Ariel, Barcelona, 2001, entrada: proyecto.
[12]
Ibídem.
[13]
Ibídem.
[14]
Ibídem.
[15] Lucrecia G. Flores, Julieta P. Vargas y Karina E.
Domínguez, Plan de vida y carrera, edit. Pearson, México, 2014, p. 139.
[16] David
Casares y Alfonso Siliceo, Planeación de
vida y carrera, edit. Limusa, México, 2010, p. 57.
[17]
Kelly Williams Brown, Adulting.Cómo
convertirse en adulto en 468 <facilísimos> pasos, edit. Planeta,
México, 2013, p. 16.
[18]
Luis Castañeda, Op. Cit., p. 14-16.
[20] Al
grado que esos principios mismos se vuelven también creencias.
[21]
Esta actividad propone hacer un collage o bien un poster en un pedazo de
cartulina o una pizarra. Requieres tijeras, pegamento y revistas, además de la
cartulina o pizarra. El tema de éste será el sueño de tu vida, es decir, tú
visión y tu misión de tu plan o proyecto vital. Usarás recortes de revistas, o
bien, si te consideras muy artístico, podrás dibujarlo en vez de hacer el
collage. El dibujo puede ser a mano o en computadora. Deberás de ver ese
collage diario para motivarte, así que ponlo en un lugar que esté a la vista.
Este poster o collage es
llamado como moodboard o tabla motivacional. La puedes colocar en tu casa en un
lugar que frecuentes, en tu oficina o hasta en el casillero del gimnasio.
Fuente:
Isabelle Gauducheau y Mary Laure Teyssedre, Cambia tu
vida, edit. Terapias Verdes, Madrid, 2016, p. 109-110.
Matti Hemmi, ¿Te
atreves a soñar? Sal de tu zona de confort y alcanza tus sueños, edit.
Grijalbo, México, 2016, p. 60.
[22]
Guissepe Flores D’Arcais, Diccionario de
Ciencias de la Educación, Ediciones Paulinas, Madrid, 1990, entrada:
proyecto.
[23] Graciela de Otto, Encuentra tu pasión: siete pasos para emprender tu proyecto de vida,
edición Kindle.
[24] Íbidem.
[25] Anselm Grün, Anhelos que guían: para realizar tu plan de vida, edición Kindle.
[26] Cfr. Juan Pablo Aquilar Meza, Arquitectura Personal. 10 pasos para diseñar
un proyecto de vida emocionante, edición Kindle, capítulo: Primer Paso:
Conócete a ti mismo.
[27]
Mientras que Scheler le da prioridad a los valores en el establecimiento de un
proyecto, Heidegger prioriza al poder ser como elemento fundamental de los
valores. Aunque es una diferencia de matiz, no creo que haya una oposición
tajante entre una y otra postura, es decir, operativamente nuestros valores
orientan fundamentalmente nuestro proyecto, pero no son inmutables, son cambiantes,
porque la posibilidad de ser les permite cambiar, habiendo una preminencia
ontológica de la posibilidad sobre el valor.
[28] Jesús
de Hoyos, Planeación estratégica de la
vida, versión Kindle.
[29] Jesús
de Hoyos, Planeación estratégica de la
vida, versión Kindle.
[30] Isabelle Gauducheau y Mary Laure Teyssedre, Cambia tu
vida, edit. Terapias Verdes, Madrid, 2016, p. 73 y ss.
[31]
Ibíd., 45. Otras personas, prefieren
dividir el proyecto de vida en tres tipos: el afectivo, el profesional y el
social. El primero tiene que ver con
nuestros sentimientos, emociones, familia, la pareja, el sexo. La segunda tiene
que ver con nuestra ocupación laboral. La tercera con nuestras acciones en la
sociedad de tipo altruista, colaborativo, recreativo, amistad, compañerismo,
civismo.
[32] Jorge
Bucay, Hojas de ruta, edit. Océano, 2ª ed., México, 2009, p. 111.
[33]
David Casares y Alfonso Siliceo, Planeación
de vida y carrera, edit. Limusa, México, 2010, p. 35.
[34]
Salvador Alva, Tu vida, tu mejor negocio,
edición electrónica.
Me gusto tu articulo y la justificación que das, ¿lo publicaste en algún otro medio a parte de este blog?, saludos
ResponderEliminarEs parte del blog, apenas vi tu comentario.
EliminarEN LUGAR DE OBTENER UN PRÉSTAMO, TENGO ALGO NUEVO
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