Digna Ochoa y Plácido

Digna Ochoa y Plácido fue una defensora de derechos humanos mexicana sumamente importante y valiente. Ella nació en Misantla, Veracruz el 15 de mayo de 1964.  Nació en el seno de una familia humilde y numerosa. Fue la quinta de trece hermanos procreados por Eusebio Ochoa López e Irene Alicia Plácido Evangelista. Estudió la primaria en la Escuela Manlio Fabio Altamirano, la secundaria en la escuela Ignacio Mejía y la preparatoria en la escuela Alfonso Reyes. Posteriormente  estudió la licenciatura en Derecho en la Universidad Veracruzana (1981-1986). Durante su servicio social se dedicó a asesorar a personas de escasos recursos. Trabajó tempranamente para la Oficina de Procurador General de Veracruz en 1986, pero se siempre fue activista y militante de grupos opositores.  También trabajó en el ministerio público y en asuntos agrarios en diversas dependencias públicas veracruzanas entre 1986 y 1987.
En ese año ingresó al Centro de Derechos Humanos Agustín Pro. Llevó varios casos importantes en contra del gobierno, como el de la detención de los zapatistas de Yanga y Cacaloman en 1995, la masacre de Aguas Blancas (1995), la matanza de Acteal (1997),  la matanza de 10 campesinos en Ayutla por parte del ejército (1998), la violación de dos mujeres por militares (1998),  la detención de los campesinos ecologistas Teodoro Cabrera y Rodolfo Montiel (1999) y la detención de los hermanos Cerezo Contreras y Pablo Alvarado acusados de atentar contra un Banamex en 2001).
                A la par de su carrera, ingresó  en 1989 a Congregación de Hermanas Dominicas, profesando sus votos en 1993.  Los renovó en 1996, pero  dejó el Convento en 1999.  Viajó a Brasil (1996) y Francia (1997), como miembro de dicha congregación. En el año 2000 también  abandonó el  Centro Pro y se refugió, debido a amenazas de muerte en su contra, en Estados Unidos, de donde regresó al otro año a México.  En su estancia en Norteamérica fue reconocida su labor. El cambio de poder del PRI al PAN en el poder ejecutivo federal posiblemente haya motivado su retorno. En la presidencia de la República estaba Vicente Fox Quezada y en la regencia capitalina Andrés Manuel López Obrador.
Siempre corrió muchos riesgos. El 6 de agosto de 1988 fue secuestrada y violada por –posiblemente- policías estatales.  El 29 de septiembre de 1999 fue secuestrada e interrogada por desconocidos en la Ciudad de México, pero se le preguntó sobre su relación con grupos guerrilleros. Desde 1995 recibió amenazas de muerte hasta la fecha en que fue asesinada, el 19 de octubre del 2001. Incluso en el despacho de Pilar Noriega, en la Colonia Roma de la Ciudad de México, en la escena del crimen de Digna, se hallaron unas amenazas de muerte a integrantes del Centro Pro.  Dicho homicidio fue encubierto por las procuradurías del Distrito Federal y la General de la República bajo la hipótesis “científicamente verificada” de que la defensora de derechos humanos se había suicidado fingiendo su muerte.  
La demostración de la muerte de Digna Ochoa fue irrisoria. Se ignoraron muchos indicios importantes y significativos en torno a su homicidio: 1) que su cuerpo tenía moretones que denotaban violencia cometida en su contra), 2) había un mechón de cabello de ella en el piso de su oficina, un chicle tirado, polvo blanco esparcido y amenazas en contra del Centro Pro, 3) su cuerpo mostraba signos de haber tenido dos posiciones post-mortem, 3) se suicidó dando un disparo a un mueble, a su pierna izquierda y dándose un tiro en la cabeza del lado izquierdo, cayendo su cuerpo justo hacia ese mismo lado en contra del impulso que la bala misma le daría a su cuerpo hacia el otro lado; 4) que ella tenía unos guantes en las manos, pero no mostraba ningún indicio  forense de haber disparado un arma de fuego; 5) el arma con la que ella se suicidó no genera por su propia estructura mácula (lo cual es imposible).
El caso fue reabierto en 2005, por petición y presión de la familia, pero en 2010 fue ratificada la tesis del suicidio. En 2007 surgió un testimonio periodístico que vinculó al ex cacique que de Petatlán Rogaciano Alba Álvarez con su muerte. Sin embargo, es posible que ésta haya sido ordenada por gente vinculada con las fuerzas armadas, que las dirigían en aquel entonces.  Desde el 2013 la Comisión Interamericana de Derechos Humanos está revisando el caso de su muerte.  La memoria de esta gran defensora no se debe de perder.

Bibliografía


http://www.nodo50.org/comitecerezo/biodigna.htm
Documental: Digna, canal 6 de julio, 2007. 

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