Errática Hechicería


Cuánto poder encierran la astucia del donjuán, las visiones del poeta, la acústica de la guitarra y el cenit iluminado por Selene… ¿Cómo  sintetizar en una estrategia la suma alquímica de esas fuerzas sin saber hacer música, ni poesía, distando mucho del arquetipo del Tenorio de Zorrilla y de las coordenadas de esta lunar astronomía que sólo la naturaleza puede diseñar?  ¿Cómo estremecer el sitio mismo donde intersectan la vigilia y el ciclo de tus sueños con la profana y mundana brujería de quien no sabe cómo hechizar?  Un Harry Potter, un Merlín de pacotilla frente a la esotérica ciencia que heredaste en tu sonrisa de Naualpilli  y los Nawal Winak. Neófito aprendiz de brujo que encanta con torpes halagos, invitaciones ingenuas, piquetes de ojos, cervezas derramadas, todos potenciados por un abracadabra enunciado con apretadas y aceleradas sílabas que semejan más una nerviosa tonada de rap… Tú, embrujada por un mago que te teme, que le teme a tu mirada porque ve en la profundidad de sus pupilas la tristeza, la alegría de una historia un poco maya, un poco castellana, un mucho mestiza que revela las heridas y blasones  de tu personal novela con singular, apasionada, equitativa e irónica seguridad. ¿Cómo no temerle a tu sola presencia, si ésta transmuta  los instantes compartidos en epifanía y, al convertirse en una ausencia, me hace añorar esa momentánea eternidad?  Así pues,  este brujo inexperto que te extraña y desea,  que tiembla ante tus ojos que lo hechizan,  intentará darte una improvisada pócima, una que trate de  condensar en su  fórmula secreta  las palabras del poeta, las notas de la guitarra,  el níveo reflejo de la luna, el ingenio del donjuán y un poquito de tu esencia… Tal vez así te pueda enamorar.

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