¿Qué es un signo?


Uno de los temas clave para la filosofía del lenguaje es la reflexión en torno al signo, pero también ha sido una cuestión preponderante en la historia misma del pensamiento filosófico.
Si asumimos que el lenguaje es un sistema de comunicación a través de signos, debemos empezar planteando qué es un signo.  Con laxitud podemos expresar que un signo equivale a una señal.[1] Ahora, bien, de acuerdo con la RAE un signo es “un objeto, fenómeno o acción material que, por naturaleza o convención, representa o sustituye a otro”.[2]  Un signo puede ser una letra, un sonido, una escultura, una imagen, un síntoma o cualquier cosa que me represente a otra cosa.  De ahí que de manera más general, se pueda decir que un signo es “algo que está en lugar de otra cosa y remite a ella”.[3] Tal referencia a la que remite un signo no sólo puede ser un conocimiento, sino también una acción. El signo puede llegar del efecto a la causa, de la condición a lo condicionado, del estímulo de un recuerdo al recuerdo, del gesto que indica a la cosa indicada, etcétera.
Esto tiene una utilidad.  Brugger y Schöndorf dicen que  “sin signos no es posible ninguna comunicación sobre lo ausente o no sensible”.[4]  Y es que los signos se integran en sistemas más o menos complejos.[5]

El signo lingüístico

 

De manera más específica, un signo lingüístico es “la unidad mínima de una oración constituida por un significado y un significante”.[6]  Esta concepción está basada en la visión lingüística de Ferninand de Saussure. Si bien no todo signo es lingüístico, la filosofía del lenguaje se ha maravillado con esta definición. Ella supone una dualidad entre  un concepto (significado) y una imagen acústica (significante).  Esa forma acústica le da una naturaleza lineal, es decir, que se desarrolle en el tiempo como un antes o después de otro signo.  También denota que la composición de un signo lingüístico,  remite a unidades más pequeñas, pero articuladas, que observó el Circulo Lingüístico de Praga: los fonemas. A su vez, existen unidades más pequeñas también del significado que son llamadas figuras del contenido. Así pues: “toro” está compuesta de cuatro fonemas: t-o-r-o, y de tres figuras del contenido: “macho”, “adulto” y “bovino”. [7]
Hay dos tipos de signos lingüísticos, según Hjelmslev, la palabra y la proposición, que son respectivamente símbolos del concepto y del juicio.[8]

El triángulo semiótico


Ahora bien, independientemente del dualismo del signo lingüístico, según Charles Sanders Pierce, todo signo supone una relación triádica entre tres elementos: el signo o representamen, el objeto representado y el interpretante del signo.  De fondo está el triángulo semiótico, es decir, la relación entre tres componentes: el sujeto (interpretante), el mundo (el objeto representado) y el lenguaje (el signo).   Esta misma relación ha sido traspolada a la vinculación que hay entre pensamiento, la cosa y la palabra.  La interacción entre los tres es compleja. Las palabras son vehículos de los conceptos, e indirectamente a través de ellos, de la cosas; los conceptos son intermediarios entre los objetos y el pensamiento; sin  embargo la naturaleza de las palabras es distinta a la de los conceptos, aunque unas y otros estén en estrecha relación.  Así pues, el pensamiento es base del pensamiento, pero también el pensamiento es modelado por cada lengua. Se enfrentan un universalismo racional y un relativismo lingüístico. En consecuencia el lenguaje es vehículo y traducción del pensamiento, pero también es determinante de éste. La relación es de tensión y armonía.
Análogamente, Charles W. Morris comenta que los signos tienen tres tipos de relación: con otros signos, con los objetos designados por el signo  y con el sujeto que usa el signo.  El estudio de la primera forma de relación lo hace la sintaxis; el de la segunda forma de relación lo hace la semántica; y el de la tercera forma de relación lo hace la pragmática. Luego, el estudio general de los signos, sería la semiótica.[9]

Clasificación de los signos

Los signos históricamente han sido clasificados de muchas maneras en la historia de la Filosofía. Hay muchos criterios clasificatorios, pero el más importante es aquel que se establece entre el signo y objeto significado. Ese criterio divide a los signos en naturales (signa naturalia) y artificiales (signa  data). En los signos naturales, su capacidad de significar depende de la naturaleza del significante, mientras que los signos artificiales son establecidos por un sujeto y/o una comunidad. Se suele asociar a los signos naturales con lo involuntario y no intencional, mientras que a los convencionales con lo voluntario e intencional.
Otra definición clásica es la que divide a los signos en instrumentales y formales. Los primeros son concretos y sirven de instrumentos que llevan al conocimiento de una cosa, los segundos son abstractos y llevan al conocimiento de las cosas imperceptibles.
Ahora bien, la clasificación más importante de los signos que se ha postulado, desde la perspectiva de muchos, es la de Pierce, que los divide en: íconos, índices y símbolos.  Los primeros tienen una relación de semejanza con lo representado, mediante una imagen o un diagrama. Los segundos apuntan físicamente a su objeto. Los terceros son el producto de una convención que no tiene ni semejanza ni conexión física inmediata.  

Fuentes:


Francisco Conesa y Jaime Nubiola, Filosofía del Lenguaje, edit. Herder, España, 2012, capítulos 3 y 4.
Helena Beristain, Diccionario de Retórica y Poética, edit. Porrúa, México, 2006, entrada: signo.
José Ferrater Mora, Diccionario de Filosofía, t. IV, edit. Ariel, Barcelona, 2001, entrada: signo.
Matilde Moreno, Diccionario Lingüístico-Literario, edit. Castalia, Madrid, 2005, entrada: signo.
Nicola Abbagnano, Diccionario de Filosofía, edit. FCE, México, 2012, entrada: signo.
Walter Brugger y Harald Schöndorf, Diccionario de Filosofía, edit. Herder, España, 2014, entrada:
signo.


[1] José Ferrater Mora, Diccionario de Filosofía, t. IV, edit. Ariel, Barcelona, 2001, entrada: signo.
[2] https://dle.rae.es/?id=XrXR2VS (consultado el 12 de junio de 2019).
[3] Walter Brugger y Harald Schöndorf, Diccionario de Filosofía, edit. Herder, España, 2014, entrada:
signo.
[4] Ibídem.
[5] Matilde Moreno, Diccionario Lingüístico-Literario, edit. Castalia, Madrid, 2005, entrada: signo.
[6] https://dle.rae.es/?id=XrXR2VS (consultado el 12 de junio de 2019).
[7] Nicola Abbagnano, Diccionario de Filosofía, edit. FCE, México, 2012, entrada: signo.
[8] Helena Beristain, Diccionario de Retórica y Poética, edit. Porrúa, México, 2006, entrada: signo.
[9] José Ferrater Mora, Diccionario de Filosofía, t. IV, edit. Ariel, Barcelona, 2001, entrada: signo.

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