¿Qué es un fonema?

El lenguaje humano es un sistema de comunicación que funciona fundamentalmente a partir de sonidos.  Se comparten sonidos con otras especies animales, pero también posee una serie de diferencias. Según Mauricio Swadesh, los animales tienen una cantidad limitada de sonidos, mientras que el hombre no. Y aunque su aparato fonador (del ser humano) se puede parecer al de otras criaturas, su plasticidad es mayor.[1] Los animales suelen usar muchas vocales –aunque menos que el hombre- y pocas consonantes. El hombre, no.  Recordemos que el sonido es una vibración que se transmite a través del aire, agua o cualquier otro medio material de transmisión. Para crear un sonido se requiere obviamente de una fuente de sonido que, en el caso del ser humano, es su aparato fonador.   Hay dos tipos de sonidos que emiten los humanos: las consonantes y las vocales. Las consonantes son sonidos breves y explosivos que pueden variar según sí se hace una oclusión del aire a través de los labios, los dientes, el velo del paladar, el palador, el alveólo o combinaciones palato-alveolares o labiodentales. Las vocales son sonidos largos y constantes de las cuerdas vocales.

Un fonema es una unidad abstracta, una categoría mental, que representa a un sonido concreto y real.  Cada lengua tiene un inventario concreto y limitado de sonidos. Estos están asociados a signos gráficos de la escritura. A estos últimos signos les denominan grafemas. Ambos, fonemas y grafemas son las unidades mínimas de significación. Cabe mencionar que los sonidos son los mismos y con los surgimientos de los alfabetos, los mismos sonidos pueden cambiar de signo tanto dentro de la evolución de una misma lengua, como entre lenguas distintas. Hay lenguas que no tienen un sistema de escritura, y por lo tanto, no tienen registrados sus fonemas. Así que la comunidad lingüista inventó el Alfabeto Fonético Internacional a través de la Asociación Fonética Internacional para hacer transcripciones fonéticas de lenguas sin escritura.

También hay fonemas que en ciertas lenguas son muy recurrentes, mientras que otros son de uso esporádico.  A los primeros se les llama plenos, a los últimos se les denomina marginales.

El concepto de fonema es relativamente nuevo. Surgió en la década de 1920 debido a los estudios lingüísticos de Nicolás Troubetskoy.

En la práctica los sonidos emitidos que se pronuncian nunca son expresados de la misma manera. Varían en función de los sonidos que las acompañan, de la zona geográfica del hablante, del aparato fonador del sujeto y de la situación comunicativa.  Sin embargo, el sistema psicoacústico de quienes escuchan los fonemas, permite estandarizar esos sonidos distintos creando categorías que neutralizan las diferencias acústicas.

La parte del cuerpo encargada de las producciones de sonidos es el aparato fonador. Los órganos del habla –y que constituyen este aparato- son: los pulmones, los bronquios, la garganta, especialmente dentro de ella la laringe y las cuerdas vocales, las fosas nasales, la cavidad nasal, la campanilla, el paladar, la cavidad oral, la lengua, los dientes y los labios. A este conjunto de órganos se le llama el tracto vocal.

Los sonidos individuales son llamados segmentos, corresponden a cada letra del abecedario. Los sonidos entendidos de una manera más compleja, que es suprasegmental, permite entender que éstos forman las sílabas. Las sílabas son agrupaciones de sonidos que reconocemos intuitivamente.  Regularmente una sílaba contiene una consonante o un grupo de consonantes seguidos de una vocal y puede estar seguida también después de otra consonante o grupo de consonantes.

Las sílabas forman palabras que son monosílabas o son polisílabas.  La pronunciación silábica está ligada a la prosodia.

Así es. Cada lengua tiene su prosodia, es decir, su forma adecuada de pronunciarse. Regularmente las personas que aprenden una segunda lengua no tienen una buena prosodia.  La prosodia implica la frecuencia fundamental del habla (de 40 a 70 Hz), la intensidad de la voz y la calidad de ésta. Cada voz es distinta y reconocible. Eso conlleva un ritmo y una entonación. La prosodia le da una especie de envoltura musical a la lengua. Igualmente, la prosodia, el ritmo y la entonación de la voz permiten identificar y transmitir emociones.  Cabe mencionar que cada lengua tiene sus patrones de entonación, que incluso, pueden variar entre distintas comunidades. A dicho fenómeno se le llama variación fonológica.  El aspecto social es de suma importancia. Se entona distinto según la clase social. Sin pretender ser racista, se ha encontrado que hay una relación clara entre clase social y uso lingüístico. La estructura social se refleja en la estructura lingüística. También afectan en la manera de hablar otras variables sociológicas, como son el nivel de educación escolar que tiene el hablante, el sexo, el grupo étnico, las relaciones sociales   las comunidades de prácticas a las que pertenece. 

Pero no sólo hay formas sociales de hablar, también hay formas individuales de hablar. No no hablamos de la misma forma frente a nuestros parientes, o frente nuestras autoridades, que frente a nuestros pares (amigos, compañeros). A esta variación del habla y su uso en función de la audiencia la que se dirige se le llama variación estilística.  Esto por supuesto implica que también cada hablante imprima su estilo peculiar de hablar dentro de un marco común de prosodia.

 Ahora hablemos del tono. El tono también es utilizado para transmitir intenciones, como la de un enunciado interrogativo, o para distinguir palabras (tono léxico), como en las lenguas tonales. Los tonos pueden ser bajo, medio y alto. Hay lenguas que distinguen dos tonos y otras que solamente tienen dos. Otro fenómeno de la musicalidad del lenguaje –y por lo tanto de la prosodia- es la acentuación que consiste que consiste en una fuerte enunciación con un alargamiento de determinado sonido. Es decir, se hace énfasis en un sonido. A esto se le llama acento. En ocasiones la acentuación es principal en una sílaba, pero hay una acentuación menor en otra sílaba que es llamada acentuación secundaria. En algunas lenguas la acentuación es mecánica y sigue un patrón definido, en otras la acentuación es selectiva, cayendo en una u otra sílaba. En el español, existen cuatro tipos de acentuación: aguda, grave, esdrújula y sobreesdrújula. El español usa acento selectivo, mientras que el latín usaba acento mecánico en la en la penúltima o antepenúltima sílaba.  

El acento léxico es el que se hace sobre una palabra, pero a veces también se realiza una acentuación en un enunciado, para indicar, por ejemplo, una interrogación. A esto se le llama acento oracional.

A pesar de lo anterior, cada fonema tiene sus rasgos distintivos. Esos rasgos tienen que ver con los órganos y cavidades del aparato fonador y cómo es que articulamos los sonidos con ellos.

El 70% de las lenguas del mundo tienen entre 20 y 30 fonemas. También hay unas cuantas lenguas que tienen unos cuantos fonemas, como la lengua papú de Nueva Guinea, la cual posee solamente 11.

Según la acción de las cuerdas vocales, los fonemas pueden ser sonoros o sordos. Los primeros se emiten de los pulmones haciendo vibrar las cuerdas vocales y los segundos, atraviesan la garganta sin que vibren las cuerdas vocales.

 Según el modo y lugar de la articulación de los sonidos, los fonemas se dividen en dos grandes grupos: vocales y consonantes. Las vocales son sonoras, las consonantes pueden ser sonoras o sordas.  Por eso es que las vocales se distinguen más claramente que las consonantes, además de que generan una impresión de mayor armonía y musicalidad que las segundas. En las vocales el flujo de aire que proviene de los pulmones no encuentra obstáculo, en las consonantes sí encuentra obstáculo de parte de los órganos articulatorios.  El español tiene 5 vocales. Hay otros idiomas que tienen solamente tres vocales y otros que tienen más de 17.[2] En el español existen 19 consonantes.

El número total de sonidos posibles que puede emitir un humano supera en mucho a los que se emplean en la realidad. Un sonido es el producto de ciertas adaptaciones musculares que se emplean para generarlo.  En teoría, de acuerdo con Edward Sapir, el número de vocales que hay es infinito; en la práctica, como lo comenta Mauricio Swadesh, se han encontrado 24 vocales distintas en el ser humano. De la cantidad de consonantes que puede emitir el hombre, no hay una certeza si es ilimitada o no.  Lo que sabemos es que  hay cuatro modos de articulación de las consonantes: 1) articulación explosiva u oclusiva (la corriente de aire queda detenida en algún punto de la cavidad bucal, como la p, t); 2) articulación espirante o fricativa (la corriente de aire queda obstruida constantemente  a lo largo del canal, como la s, z, y), la articulación semi-oclusiva (hay una detención en el punto central de la articulación pero se deja que el aire se escape por los lados laterales, como la l); la articulación vibrante o rodada la detención del aire es intermitente a un ritmo rápido, como la r). Las consonantes cambian en varios aspectos: su sonoridad, en el lugar de la articulación (lugar donde se genera la obstrucción del aire) y el modo de articulación (cómo se obstruye el paso del aire).  Las vocales cambian también en los siguientes aspectos: su altura (elevación del sonido), anterioridad o posterioridad (retraso del sonido) y forma de los labios (su redondamiento); también cambian por su monopotongación, diptongación y triptongación, que se traduce en fusión o escisión de vocales.  Esos cambios consonánticos y vocálicos hacen que en las lenguas se creen o se pierdan sonidos. 

Se puede tener dos idiomas con las mismas vocales y consonantes y éstos (los idiomas) generar efectos acústicos diferentes de acentuación y entonación. Por otro lado, los cambios fonéticos también llevan a cambios en las palabras.  Los cambios fonéticos son un fenómeno regular. Frecuentemente se producen de manera gradual, pero también pueden ser intempestivos (discretos).  

En el uso  de la lengua, hay dos aspectos del procesamiento del sonido: la percepción del habla y la producción del habla: que tiene que ver con la escucha e interpretación de los sonidos y con la generación de éstos.

Los fonemas del español

 

Consecuentemente, el español tiene 24 fonemas (algunos de estos fonemas son dígrafos: ch, ll, gu, qu, rr) y 27 letras.  Desde su origen adoptó el alfabeto latino para representarse de manera gráfica.  A éste añadió letras que no estaban en su acervo.  El alfabeto latino clásico tenía solamente 21 letras. Se le añadieron la J, Ñ, U, W, Y, Z. Se escribía originalmente con mayúsculas.

Una letra es un signo gráfico.  Hay letras a las que no les corresponde un sonido (como la H) y letras que aluden a más de un sonido (como la Y). 

Cada letra, en el caso del español, tiene dos configuraciones: mayúsculas y minúsculas. Además, en el caso de la caligrafía, las letras cobran rasgos básicos (escritura de molde y escritura manuscrita) o bien la escritura tipográfica que dependen de un tipo de diseño o fuente.

Ahora bien, hay grafemas compuestos por una letra, dos, tres o hasta cuatro letras. Pero en el español sólo hay grafemas de una letra y dígrafos (la ch y la ll).

El español tiene una alta correspondencia entre los fonemas y los gramemas, es decir, que cada grafema sirve para representar un solo fonema. En otras lenguas la escritura no corresponde a los fonemas debido a que heredan grafemas de sonidos desaparecidos y no cambian sus reglas ortográficas. Así que en el español la adecuación es mucho mayor. Aunque, claro, también presenta algunas desviaciones.

Los fonemas combinados en sílabas constituyen la unidad mínima de articulación. Cada sílaba está compuesta de una vocal aislada, o bien, de una vocal asociada a una o más consonantes.

Fuentes:

 

Bénédicte de Boysson-Bardies, ¿Qué es el lenguaje?, edit. FCE, México, 2009.

Edward Sapir, El lenguaje. Introducción al estudio del habla, edit. FCE, México, 2017.

Mauricio Swadesh, El lenguaje y la vida humana, edit. FCE, México, 2006.

Varios, Introducción a la Lingüística, edit. Akal, 2ª ed., v España, 2016.

 Varios, Ortografía de la lengua española, edit. RAE y Asociación de academias de la Lengua Española.



[1] Mauricio Swadesh, El lenguaje y la vida humana, edit. FCE, México, 2006, p. 192.

[2] Bénédicte de Boysson-Bardies, ¿Qué es el lenguaje?, edit. FCE, México, 2009, p. 72. 

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