El suicidio
El suicidio es un fenómeno
escabroso, impactante, sorprendente. Éste es el acto de quitarse la vida
voluntariamente.[1] Sin
embargo, no todos estarían de acuerdo con esta definición, ya que muchas veces
los suicidas realmente no quieren voluntariamente la muerte, como sucede con
los enfermos de depresión. Así que puede ser mejor definido el suicidio como
una muerte auto infligida.[2]
La voluntariedad o involuntariedad del suicidio vuelve problemáticas algunas
muertes, como acciones que tienen el riesgo de una muerte certera (como las
misiones de algunos soldados o rescatistas),
el rechazo de tratamiento médico que conduce a la muerte o las
sobredosis de drogas.[3]
Existe desde
tiempos remotos en la humanidad. Hay suicidios motivados por varias causas: desamor,
enfermedades mentales o físicas, por convicciones religiosas, por una deuda de
honor, por deterioro de la calidad de
vida, por patriotismo, por situaciones fortuitas (como los jumpers del 11-S, quienes brincaron de las torres gemelas para evitarse el dolor de morir quemados) o bien para cometer una venganza. Generalmente,
pero no siempre, va acompañado de depresión. Puede ser hecho por obra propia, o
de manera asistida, cuando el suicida no puede hacerlo solo. Puede realizarse
de manera individual o colectivamente. En
realidad el suicidio es una forma de comportamiento compleja que tiene raíces
biológicas, psicológicas y sociales. Las personas que tienden genéticamente a
la depresión son más propensas al suicidio, también situaciones sociales
adversas, como la Primera Guerra Mundial
o la Crisis del 29 fueron motivantes del suicidio. En las sociedades
industrializadas, curiosamente han crecido las tasas de suicidio. Se especula
que es porque en estas comunidades han crecido los sentimientos de soledad,
desarraigo y falta de sentido. Aunque los
suicidios de adolescentes son los más sonados en la sociedad, los índices más
elevados son en personas ancianas.
Sin embargo no
existe el "tipo del suicida", como señaló Emilio Durkheim. Hay suicidas, no "el
suicida". En fin, lo que Durkheim señaló es que en el suicidio hay un problema de adaptación
e integración social del individuo. Hay, pues, cuatro razones para suicidarse:
egoístas, altruistas, anómicas y fatalistas. Las primeras dos son el resultado
de una débil o fuerte integración social; las últimas dos son el producto de
una débil o excesiva regulación de la sociedad.
Nicola
Abbagnano sintetiza los argumentos a favor y en contra del suicidio en las
siguientes razones. En contra: 1) es contrario a la voluntad divina, 2) el
suicidio no logra separar suficientemente el cuerpo del alma (la cual se
contamina), 3) es la transgresión de un
deber hacia consigo mismo, 4) es un acto
vil, 5) es ser injusto hacia la comunidad. A favor, las razones son: 1) porque puede ser un deber renunciar a una vida cuando ésta impide cumplir con
el deber, 2) porque es una afirmación de la libertad humana en contra de la
necesidad metafísica, 3) Porque es el camino de salida a una situación
insostenible e indigna.[4]
Así pues, en
las concepciones científicas contemporáneas del suicidio hay tres modelos: el
médico (que entiende a éste como una enfermedad), el modelo del llamado de
socorro (que lo interpreta como una estrategia comunicativa en la que la
víctima pide ayuda para modificar su entorno social), y el modelo sociogénico (que entiende al
suicido como un problema de integración y adaptación social, como ya señalamos
a partir de Durkheim).
Muchos
filósofos han estudiado el suicidio desde una perspectiva moral. Cabe mencionar que a lo largo de la historia
ha sido considerado tanto un acto honroso, como uno deshonroso. Entre los
estoicos y los japoneses podía ser una solución honorable. Para Séneca era el
último acto de una persona libre. Era un acto razonado, no frívolo, ligado al
buen vivir y al buen morir. Cuando la
virtud y la dignidad se ven fuertemente amenazadas, cuando hay un dolor
insportable o una enfermedad incurable, es válido. De acuerdo con Epicuro era
aceptable, al ser éste la eliminación de los sufrimientos. Para San Agustín era
un pecado contra Dios. El Cristianismo, Judaísmo e Islam, condenan el suicidio. Pero
no todas las religiones lo condenan. Los adeptos al Jinismo en la India
aceptaban el suicidio dejando de comer cuando estaban en la última etapa de
ascetismo. En el Hinduísmo se daba la práctica de la sutte, que era la
inmolación que hacía la viuda de un hombre cuando éste fallecía. Los mayas
consideraban que los suicidas tenían un lugar especial en el ultramundo. E incluso
existía una diosa del suicidio: Ixtab.
Entre los
filósofos hay quienes lo aplauden y quienes lo condenan. En Platón, por ejemplo el suicidio tiene una
valoración compleja. Sócrates mismo es una especie de suicida que antepone la
verdad y la legalidad a la conservación de la vida. Pero a la vez, en las Leyes el filósofo ateniense reprueba el
suicidio, salvo en casos de una condición invalidante irreversible o el de
tendencias criminales incontrolables. Aristóteles critica al suicida por
considerarlo como un cobarde que huye de la pobreza o del dolor, a la vez que
es un atentado contra la Naturaleza (va
en contra del amor natural que cada quien siente por sí mismo) y contra el
Estado (priva de uno de sus miembros y de los beneficios que éste pudiera
generar). Para Plotino el suicidio es un daño al alma en su progresión al bien.
Entre los cristianos es una acción inaceptable, es una injusticia hacia Dios. Santo Tomás considero que el suicidio iba en
contra de la ley natural. El suicidio de Judas fue una ofensa peor a Dios que
la propia traición que hizo. Pero para Paul Ludwig Landsberg el suicidio era la
añoranza de recuperar el paraíso perdido en el suicida. John Donne lo considera válido si está movido por
glorificar a Dios, como lo hizo el propio Jesús. Tomás Moro entendió al
suicidio como una forma de eutanasia. Para Kant el suicidio va en contra de la
dignidad de la persona. Para David Hume no hay ningún perjuicio a la sociedad
en la comisión de un suicidio. Sin embargo, le parece absurdo cometerlo si vale
la pena conservar la vida. Sólo cuando no vale la pena, es justificable. Para
Schopenhauer el suicidio no es la negación de la voluntad de vivir, sino su
afirmación. El suicida quiere la vida pero no le satisfacen las condiciones en
las que ésta se le da. Para Nietzsche el
suicidio es un derecho del hombre y su privilegio. Para Albert Camus únicamente existía un
verdadero problema filosófico: el suicidio. Si vale la pena la vida o no.
Desde la
perspectiva ética, en consecuencia, el suicidio puede ser visto como un mal intrínseco
o como una libertad. Algunos de sus argumentos problematizan la racionalidad o
irracionalidad de este acto, señalan los efectos nocivos que pueden tener en
sus familiares, amistades y conocidos.
En la
actualidad en muchos países el suicidio es ilegal. Los supervivientes de su intento
pueden ser encarcelados. O bien, si
lograban su cometido, sus bienes eran confiscados y se les negaban derechos
luctuosos. Esta prohibición legal inició en Europa en la Época Moderna, pero
está motivada con influencias claramente religiosas. También hay legislaciones
que no lo prohíben. Pero le dejan un papel ambiguo al Estado en la prevención e
intervención en torno a este fenómeno. Ha habido algunos casos de promotores
del suicidio. El gobierno francés en 1987 prohibió la provocación o incitación
al suicidio después de que se cometieran varios suicidios provocados por el
libro de Claude Guillon e Yves Le Bonniec Suicidio,
modo de empleo. En E.U.A., en
cambio, en 1991 fue protegido por las leyes del derecho de libre expresión, un
libro llamado Final Exit, de Dereck
Humprey que era un manual de información para enfermos terminales que
estuvieran buscando el suicidio médico asistido. El suicidio tiene una
situación legal ambigua. Así pues, tampoco es visto como un derecho, lo cual
vuelve problemático el asunto del suicidio asistido, que está bien regulado en
los Países Bajos, pero no en otras naciones.
En conclusión,
el suicidio es la autodestrucción que hace un individuo. Su grado de
voluntariedad es debatible. Las razones para suicidarse son varias. Para unos
son inmorales, para otros válidas. La explicación del suicidio puede ser
médica, comunicativa o sociogénica. Pero estos modelos no responden a todos los
casos de suicidio que hay. En bioética es un tema polémico, especialmente por
la eutanasia y el suicidio asistido. El papel del Estado en relación al
suicidio también se vuelve problemático. Hay filósofos a favor y en contra de
esta acción. Al final, el suicida se diga lo que se diga, se suicidará.
Bibliografía
José Ferrater Mora, Diccionario
de Filosofía, edit. Ariel, tomo IV, Barcelona, 2001, entrada: “suicidio”.
Monique Canto-Sperber, Diccionario
de Ética y Filosofía Moral, tomo II, México, 2001,m entrada:”suicidio”.
Nicola Abbagnano, Diccionario
de Filosofía, FCE, México 4ª ed., México, 2012, entrada: “suicidio”.
Ted Honderich (editor), The
Oxford Companion to Philosophy, 2ª ed., edit. Oxford University Press,
China, 2005, entrada: “suicide”.
"Suicidio." Microsoft® Encarta® 2006 [DVD].
Microsoft Corporation, 2005.
[1] Varios,
Diccionario del Español de México, edit. El Colegio de México, Mëxico,2011,
entrada: “suicidio”.
[2]
Monique Canto-Sperber, Diccionario de Ética y Filosofía Moral, tomo II, México,
2001,m entrada:”suicidio”.
[3] Ted
Honderich (editor), The Oxford Companion to Philosophy, 2ª ed., edit. Oxford
University Press, China, 2005, entrada: “suicide”.
[4]
Nicola Abbagnano, Diccionario de Filosofía, FCE, México 4ª ed., México, 2012,
entrada: “suicidio”.
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