El Cuaderno


Acaricio su arrugada pasta verde. Tus manos ya la han tocado. Es el turno de las mías. Abro el cuaderno. Un familiar olor a papel escapa de aquellas blancas hojas.
Inmediatamente me percato del hermoso caos en su interior: hojas sueltas intercaladas, fotocopias, apuntes de inglés, griego, computación, ociosos dibujos, un examen, tu nombre, letras, pensamientos, sueños, tu ser, una búsqueda que realizas, hambre ajena contagiándome.
Interrogo cada página, observo cualquier detalle. Tal vez encuentre alguna clave secreta conduciéndome hacia ti. El esquema de un diente, una firma, una explicación; método, orden, limpie­za, apolínea belleza. Después, inicia la cautivadora confusión, dionisiaca rebeldía. Tintas de colores,  el nostálgico tizne de los extintos lápices confluyendo en un pesado tránsito de todo. Vaya, ¡qué posmoderno paisaje! "It is the most common disease in the western world", dice...
Entonces hallo las helenas anotaciones que fueron el pretexto para apoderarme de él. Mejor mentira no pude inventar.
Juegos ociosos, apresuradas palabras, de nuevo tu nombre; ahora lo sé completo. Suena misterioso, suena  a ti. Mas tampoco me dice mucho, como tú. Es reservado, evasivo. Quiere y no quiere, llama  pero huye. Semeja el momento en que terminaba la clase: esperabas un momento, lanzabas tus ojos a mi butaca e inmediata­mente partías.
Intenté alcanzarte. A veces lo logré. Caminas en extremo presu­rosa. Doscientos sesenta y seis megahertz, registran tus informáticas notas. Procesas muy rápido.
Tomas un curso de redacción. Eso lo ignoraba. Se suma a los otros. Probablemente penosa te resulta esa ortografía. No es tan mala.
El examen. Sacaste nueve, yo siete. Te ayudé y mira. ¿Qué has de pensar de mí?, ¿pensarás en mí?
Un fragmentario pedazo de celulosa se aferra todavía al espiral. ¿Cuál era su contenido? Es idéntico  a tus expresiones a medias: misteriosos suspiros al aire, unos "ayes" ocultando más de lo que revelan, siempre mareándome, seduciéndome, desgarrándome.
El cuaderno es definitivamente tuyo. Ahora, con tu ausencia, es mi ignoto prisionero.
Debo irme. Doy vuelta a las hojas. Acomodo las fotocopias. Cierro la pasta. El olor a papel se esfuma con rapidez.


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