La enseñanza de la Lógica a personas con discapacidad visual


Autores: Ricardo Mazón Fonseca y Francisco Javier Fuentes Reyes

Confiaría menos en las respuestas de una persona que ve por primera vez, que en los descubrimientos de un filósofo que hubiera meditado a fondo su sujeto en la oscuridad; o, para hablar con el lenguaje de los poetas, que se hubiera quemado los ojos para conocer más fácilmente cómo se hace la visión.
Denis Diderot

A modo de justificación.


Este trabajo surgió ciertamente del encuentro con la ceguera en clase.  Ante una sociedad poco preparada para convivir con las personas con distintas formas de discapacidad, me encontré ante el reto de enseñar lógica a un alumno con dicho padecimiento.  Cuando iba a iniciar el curso, le pregunté a otro profesor que ya le había dado clases que me diera consejos para poder abordar su problema en clase. La respuesta de mi colega fue: “no va a tener ningún problema”. Cuán erróneo fue eso. Posiblemente, en otras clases universitarias del área de Filosofía, el alumno con discapacidad visual, no tenga muchos problemas, pero en el caso de la enseñanza de la Lógica, es problemática su inserción al aula. Esto tiene que ver con la visualidad de sus contenidos: símbolos, silogismos, reglas inferencias,  están construidos en función de un análisis visual de la argumentación lógica. La propia experiencia de Francisco Javier, tanto en el bachillerato como en la licenciatura, fue de que la materia de lógica le ha resultado una de las más difíciles de abordar. Esto no debería de sorprendernos, si asumimos que la visión juega un papel central en  el desarrollo de los alumnos, ya que cerca del 80% de la información que llega al cerebro, es a través del sentido de la vista.[1] Lo sorprendente, es cómo los alumnos con discapacidad visual logran superar esa desventaja mediante ciertas estrategias.  Así, pues,  ante esta especial situación, le propuse a Francisco que elaboráramos y publicáramos algunos lineamientos didácticos en torno a la enseñanza de la lógica para gente con discapacidad visual, a partir de nuestras experiencias (de él como alumno y de un servidor como profesor), y de una investigación más acuciosa. A continuación expondremos lo que ambos aprendimos de nuestra interacción en la materia de Lógica I y ll, a nivel universitario. El propósito de documentar esta experiencia, es que  sirva de apoyo a otras personas, docentes y/o alumnos, que se enfrenten ante el mismo problema sea en una clase de Lógica, sea en el bachillerato o sea en la licenciatura en Filosofía.
Ciertamente que la ceguera no debe ser un impedimento para el aprendizaje universitario en general, ni el de la filosofía en particular.  Decía  Denis Diderot respecto al ciego que: “Considera con mucha mayor precisión que nosotros la duración del tiempo por la sucesión de los actos y de los pensamientos”.[2] Vaya, la atención que le ponen a los pensamientos, los hace proclives al análisis lógico. El propio Diderot habló con ahínco de dos Ciegos destacados en el uso de su intelecto: Puiseaux y Nicholas Saunderson (matemático de la Universidad de Cambridge), quienes cultivaron exitosamente varias disciplinas. También mencionó este enciclopedista francés a algunos ejemplos más clásicos de invidentes en la Historia: Dídimo de Alejandría (padre de la Iglesia quien perdió la vista a los cuatro o cinco años de edad), Eusebio el asiático,  Nicasio de Mechlin y el mítico Tiresias de la mitología griega.[3] Sin embargo,  tal vez, Hellen Keller sería la más clara e icónica ilustración  de que la discapacidad (no sólo visual, sino a la par, auditiva), puede ser superada.  Ella misma se tituló en el Radcliffe College con cum laude en  Artes en 1904 (licenciatura que incluía la Filosofía y las Letras), escribió varios libros, mantuvo correspondencia con el filósofo austriaco Wilhelm Jerusalem, y más tarde se doctoró en Filosofía.[4]
No obstante, si hubiera Keller hubiera carecido del extraordinario apoyo de Anne Sullivan, difícilmente hubiera podido desarrollarse plenamente y  estudiar.  La gran aportación de esta maestra norteamericana fue una metodología de trabajo, la cual, se ha ido perfeccionando, transformando (antes y después de esta gran mujer).   Parece, que en la Humanidad, algunas instancias clave internacionales y nacionales, se han ido sensibilizando e interesando en la educación de las personas con discapacidad visual. La ONU, primero celebró en 1981 el Año Mundial de las Personas con Discapacidad; posteriormente, se estableció entre 1983 y 1992 el decenio para los Impedidos, considerándose ahí a los discapacitados; también se estableció a partir de 1992,  el 3 de diciembre como el día de las personas con discapacidad, y el 13 de diciembre del 2006, se acordó la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad y entró en vigor hasta 2008,  prestando atención a aproximadamente cerca de mil millones de seres humanos, que constituyen, aproximadamente el 15% de la población humana sobre la Tierra.[5]
 Cierto es que la ONU ha tenido que ver mucho en esas políticas, pero también nuestro país ya se había involucrado oficialmente con ese problema desde el siglo XIX. En 1870, durante el gobierno de Benito Juárez se creó la Escuela Nacional para Ciegos en la Ciudad de México, liderada por Ignacio Trigueros, quien tuvo que aprender braille, y convencer a 3 ciegos pordioseros, a que se inscribieran en su institución, a cambio de una ayuda económica.[6]  La educación especial se institucionalizó. La tendencia fue la de aislarlos en un sistema paralelo con un enfoque médico-pedagógico, a partir del primer y segundo Congreso del Niño Mexicano (1921 y 1923). Claramente dicha medida respondía a un modelo asistencial. En1937, la Junior League de México y la Asociación Ignacio Trigueros formaron el Comité Internacional Pro-ciegos, financiados por la embajada de E.U.A y el Comité Rockefeller para asuntos Interamericanos, fundando así la primera imprenta braille en México y que cobró gran importancia en el desarrollo de textos para México y Latinoamérica.  En1943 se creó la Escuela Normal de Especialización, que formaba docentes en educación especial; en 1955 la Lotería Nacional y la Secretaría de Salubridad y Asistencia  (SSA) crearon el Instituto para la Rehabilitación de los Niños Ciegos y los Débiles Visuales (INNCI); y en 1959, la SEP  (Secretaría de Educación Pública) creó la Oficina de Coordinación de Educación Especial, abriéndose 10 escuelas de educación especial en el D.F. y 12 en el interior de la República.  En 1965, ante la dificultad de los niños ciegos para incorporarse a las secundarias regulares, se fundó la Escuela Secundaria para Ciegos Adrián Villalba, que era una escuela particular gratuita incorporada a la SEP y financiada por un patronato. En 1970 el Presidente Díaz Ordaz  inauguró el departamento de braille de la Comisión Nacional de Libros de Texto Gratuitos. De 1970 a 1979, se dio un cambio del modelo asistencial, a uno rehabilitatorio-terapéutico que convirtió a las escuelas especiales en centros de capacitación, y promovió, al mismo tiempo, la creación de grupos integrados en las escuelas regulares. Inició con la fundación de la Dirección General de Educación Especial dentro de la SEP. La década de los ochenta dio un giro hacia un modelo psicogenético-pedagógico (o sea, uno que buscaba el conocimiento de la génesis y desarrollo de las discapacidades, así como su detección y diagnóstico), bajo la batuta de la política de la UNESCO que buscaba igualdad y solidaridad.  En la década de los noventa se promovió un modelo de integración educativa, haciéndose énfasis en la incorporación de las personas con necesidades educativas especiales a la escuela regular, que se prolongó durante la primera década del 2000 a través de un modelo social de inclusión.[7]
En consonancia con dicho modelo educativo, una reforma -realizada el 10 de junio del 2011- al artículo primero de la Constitución Mexicana, elevó al rango constitucional los derechos humanos reconocidos en los tratados internacionales.[8]  Dice la ley: “las normas relativas a los derechos humanos se interpretaran de conformidad con esta constitución y con los tratados internacionales de la materia favoreciendo en todo tiempo a las personas la protección más amplia”.[9] En consecuencia, el derecho humano a la educación y los derechos especiales de los discapacitados de la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad (artículos 8-9, 19-20, 26, 29-31), que pugnan por la inclusión de estas personas en la sociedad, comprometen al Estado Mexicano a lograr la inserción escolar de ese rubro de la población.[10]  
 Sin embargo, la realidad  dista de la ley, pues no consideramos casi a las personas con discapacidad en los entornos de quienes no las padecemos. Los maestros no sabemos cómo educar con eficacia a los discapacitados, ni recibimos capacitación antes o durante su incorporación al aula. Datos proporcionados por ONCE, señalan que el 45% de las personas con discapacidad visual en América Latina carece de educación básica, y el 80%, carece de trabajo.[11]  Según señaló el INEGI en el 2004, la OMS misma estima que 98% de los discapacitados, en los países en vías de desarrollo no tenían acceso a servicios de salud.[12] Por eso no sorprende que el CONAPRED (Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación), hace poco –a inicios de este 2012- publicara una encuesta, que arroja que la discriminación en nuestro país, se da fundamentalmente en los ámbitos laboral, de salud y de la educación, siendo los quejosos más numerosos los que tienen una preferencia sexual distinta, en primer lugar, y los discapacitados, los que tienen un segundo lugar, sumando, entre ambos, el 28% de las querellas presentadas ante la mencionada institución gubernamental.[13] Este escenario, se vuelve más trágico si consideramos, que según datos del INEGI, ya que  el censo del año 2000, arrojó que en México había en ese año 1 795 000 personas con alguna discapacidad, cifra que era equivalente al 1.8% de la población total. Si el dato lo consideramos consistente para 2012, podemos señalar que en México existen poco más de 2 millones de personas con discapacidad. Es justo aclarar que el INEGI consideró como discapacidades a los impedimentos motrices, visuales, mentales, auditivos y del lenguaje. De ese universo, el 26%, respondía en 2012, a gente con discapacidad visual, situándose por detrás 45.3% de la gente con discapacidad motriz, y por encima de la discapacidad mental (16.1%), auditiva (15.7%), y del lenguaje (4.9%). [14] De la misma manera, si la proporción sigue siendo consistente, tenemos que, posiblemente en México, hay poco más de 520 mil ciegos y débiles visuales en el país. Sobre la situación escolar de estas personas, dicho censo arrojó que: “mientras 91.3% de la población en general de 6 a 14 años de edad asistía a la escuela, en la población con discapacidad esta proporción fue de 62.9% […] En relación a los jóvenes de 15 a 29 años con discapacidad, 15.7% de las mujeres y 15.4% de los varones declararon asistir a alguna de   las   escuelas del   Sistema   Educativo Nacional”.[15]
Así pues,  “los centros educativos se encuentran ante el desafío de capacitarse para promocionar y dar apoyo a la participación y aprendizaje de todo su alumnado, cada vez más diverso, en la línea de una escuela para todos. Los alumnos que tienen discapacidad o ciertas dificultades específicas para aprender no son una excepción. Son niños y jóvenes con sus características personales, pero tienen las mismas necesidades que los demás”.[16] E incluso, podríamos añadir a lo dicho por Albertí y Romero,  que  estos muchachos tienen  más necesidades, debido a su condición, la cual requiere de una adaptación a una sociedad altamente visual.  
Vayamos al caso de Francisco Javier, coautor de este artículo. Él en un principio veía. A los cinco años de edad se le diagnosticó un glaucoma muy avanzado. Aun así, aprendió a leer y escribir usando la vista. Conforme su mal iba progresando, usó estrategias de débiles visuales para cursar sus estudios básicos. Las matemáticas eran lo que más se les dificultaba. Posteriormente, en secundaria, quedó completamente ciego. Las materias con contenidos gráficos y abstractos (construidos a partir de un modelo visual), como química, matemáticas y física se le dificultaban. Recibió clases particulares de un normalista, quien lo regularizó en el área matemática. Después, en el bachillerato, su experiencia como alumno fue de mayor interacción y éxito. Incluso llegó a participar en concursos de matemáticas; aunque, justamente la materia de Lógica se le dificultó, debido a lo abstracto y gráfico de sus contenidos, sumado a la carencia  de recursos que su maestro tenía para enseñar a un discapacitado visual.  Finalmente, decidió estudiar Filosofía.  Hizo su examen de admisión a la Universidad La Salle, la cual, lo matriculó como alumno,   no sólo por la obligación jurídica, sino también por convicción moral (coherente con el humanismo lasallista). Por lo tanto, el presente texto pretende dar una pequeña aportación para mejorar las condiciones de enseñanza de la lógica para docentes.

La discapacidad visual y la intervención para la enseñanza de la lógica.


En este apartado primero  abordaremos el asunto de la educación filosófica y lógica en términos generales; luego, nos concentraremos en el de la educación de la persona con discapacidad visual, y finalmente,  abordaremos el asunto de las orientaciones que se deben tomar en cuenta para una clase de Lógica.

Sobre la educación filosófica y lógica.


La educación, según Salazar Bondy, “es aquella praxis que acondiciona un medio y provoca ciertos efectos psicobiológicos en un individuo o en un grupo de individuos, con la mira de preservar y fomentar el desarrollo de éste”.[17]  Este pensador peruano señala que hay varios tipos de educación.  Entre ellos existe la filosófica, la cual, respondería a una educación suscitadora, es decir, que “[…] el alumno asuma ideas de la propia reflexión en comercio con el mundo y valores elegidos por decisión de su yo más auténtico y no por transferencia de patrones habituales sin resonancia vivencial”.[18]  Para lograr semejante aprendizaje se requiere de una metodología. De acuerdo con Salazar Bondy, la metodología didáctica en Filosofía, se caracterizaría por: a) enseñar a reflexionar; b) educar en la búsqueda de la verdad y el convivio filosófico (que se da en el debate, el comentario, el diálogo, etc.), c) perseguir el ideal de la educación suscitadora; d) emplear los métodos adecuados para realizar su fin, los cuales,  múltiples y personalizados.[19]  Como Salazar Bondy no define qué es un método de enseñanza, tomaremos prestada una definición de W. Klafki, quien los concibe como “todas las formas de docencia y aprendizaje orientados a fines que están dirigidas a temas y competencia social y que tienen en cuenta las diferentes condiciones iniciales del aprendizaje de los alumnos”.[20] Lo que sí hace Salzar Bondy es señalar que los métodos de la enseñanza de la filosofía serían específicamente: a) la clase magistral (que consiste en la presentación oral, sistemática de un tema o asunto por el profesor ante un grupo de oyentes); b) la interrogación didáctica (cuando el profesor en el desarrollo de una clase plantea una pregunta sobre un hecho, relación de ideas, o sobre un nombre); c) el método socrático o dialogado (que es un encadenamiento de preguntas y respuestas dentro de un diálogo dirigido por el profesor en la clase, que conduce a un proceso dialéctico); d) la lectura y comentarios de textos en clase; e) el análisis del lenguaje (independientemente del texto filosófico); f) el método fenomenológico-crítico- trascendental  (que sin reflejar buscar literalmente a las filosofías de Husserl y Kant, sería un método de enseñanza que implica la descripción concienzuda de cierto objeto que aparece a la conciencia y la reflexión sobre sus condiciones de posibilidad de éste o de cierta instancia relativa a él); g) el estudio dirigido (que se empeña en el que el alumno trabaje una materia intelectual, bajo la dirección del profesor que se mantiene a distancia, pero asistiéndolo).[21] 
Éstos se pueden aplicar con ciertos enfoques que José Manuel Villalpando les llama formas didácticas de enseñanza de la filosofía. Tales formas se distribuyen en cuatro modalidades de la organización de los alumnos para el aprendizaje de la filosofía: 1) la enseñanza socializada (que está destinada a la totalidad de alumnos de un grupo), la enseñanza diferencial (en la que se atiende a sectores distintos de un grupo, que poseen ciertas características), la enseñanza por equipos (que divide el grupo en equipos que deben acometer una tarea propia) y la enseñanza individualizada (que correspondería a la guía del trabajo individual  de varios alumnos, simultáneamente, en pos de un conocimiento determinado).[22]
Después de estos señalamientos, hemos de decir que los métodos también hacen uso de recursos o medios didácticos. Esto refiere a “aquellos instrumentos técnicos de los que el hombre ser sirvió o sirve en la praxis didáctica para alcanzar determinados objetivos”.[23] Es decir, los recursos didácticos son instrumentos, técnicas o tecnologías.[24]
Para ejecutar los métodos anteriores en sus diversas formas, Salazar Bondy  propone que se eche mano de los siguientes recursos didácticos: tales como círculos de estudio, conferencias, coloquios y debates (externos al aula), y materiales didácticos, como lo son las obras de consulta (libros de texto, diccionarios, vocabularios, antologías, obras selectas, manuales), gráficos, diagramas, cuadros sinópticos, juegos instructivos, grabaciones de audio, televisión y cine; y materiales para la enseñanza programada (que son una variedad de elementos didácticos preparados para especialmente la enseñanza programada).[25] Además, podemos enriquecer la propuesta de Salazar Bondy, con la sugerencia de otros instrumentos didácticos que proponen Víctor Santiuste y Francisco Gómez Velasco. Algunos de éstos, se identifican con algunos de los métodos de enseñanza filosófica de Salazar Bondy. Por ende, sólo mencionaremos aquellos que aportan, en cuanto instrumentos, un recurso extra: 1) elaboración de trabajos escritos, que incluye a la disertación filosófica[26], ensayos, memorias, dossiers, paginas de escritura sobre temas libremente elegidos;  2)  los grupos de trabajo, que pueden hacer comentarios de obras, confección de una revista ilustrada, investigaciones, ponencias –nosotros añadiríamos que estos grupos de trabajo se pueden enriquecer con las técnicas grupales tradicionales de la didáctica  (como  los corrillos,  el cuchicheo,  la rejilla, el foro, la lluvia de ideas, el debate dirigido, etc.) y otros productos de aprendizaje distintos, que no se reduzcan a la generación de un trabajo escrito-; y, finalmente, los talleres filosóficos (que es una actividad extraescolar en la que se realizan distintas actividades como la creación de ficheros, revistas, lecturas comunes de libros, teatro, seminarios, producción o reflexión sobre el cine, etcétera).[27] 
Si bien la metodología didáctica anterior, es una didáctica general de la Filosofía,  Salazar Bondy, en un apartado de su libro Didáctica de la Filosofía,  se enfoca específicamente a la Lógica. Señala que enseñar dicha disciplina “tiene como fin principal la toma de conciencia de  las estructuras formales que constituye la articulación de las significaciones del lenguaje en su nivel científico y en su nivel ordinario”.[28] De acuerdo con él,  hay 3 modalidades de enseñanza de la Lógica: 1) Por medio de la exposición del docente se ofrecen nociones de la disciplina formal con el objeto de acostumbrar al alumno a trabajar con ciertas reglas del pensar y prevenirlo contra ciertos vicios del pensamiento y la comunicación, mediante manejo de ejemplos y casos; 2) se enseña la lógica como una disciplina formal, con un método expositivo-demostrativo (similar al matemático), acompañado de ejercicios de aplicación y técnicas de resolución adquiridas en clase; 3) Se trata a la lógica como un asunto de análisis, se revisan sus principios y fundamentos, de tal manera que se imparte un curso de epistemología de la lógica o metalógica.[29] Por último, lo que hace Salazar Bondy, es sugerir el uso de ciertos recursos didácticos en el aula: ejercicios graduados en su aplicación y extensión; material documental sobre el lenguaje ordinario y científico; diagramas, gráficos; juegos instructivos; e  instrumentos, máquinas y aparatos de laboratorio, de uso en la ciencia o la industria, que ilustren la función de la lógica en el pensamiento lógico-científico.[30]
Evidentemente, el discurso didáctico de Salazar Bondy está pensado en función de la gente normovisual. No es de extrañar.  García y Blanco, ya  había advertido lo siguiente:

Resulta curioso, sin embargo, constatar la escasez de trabajos que aborden la enseñanza de la fisolofía [sic] o, en concreto, la enseñanza de la lógica desde este punto de vista. Resulta especialmente curioso porque, recordamos, la lógica constituye el metalenguaje que soporta las descripciones piagetianas del pensamiento adolescente; con este espíritu se han desarrollado algunas investigaciones básicas (ver Delval, 1974; París, 1975). Evidentemente, más escasos aún resultan los trabajos que aborden la enseñanza de la lógica a ciegos.[31]

Por ende, nos vemos en la necesidad de hacer ciertas reflexiones que aterricen el discurso didáctico en el ámbito de la educación especial.

Sobre la educación del alumno con discapacidad visual


¿Qué pasa con la educación en la lógica de personas con discapacidad visual?  Algunas de las actividades citadas no parecen adecuadas para este tipo de estudiantes. De dicho universo, se requiere descartar algunos recursos, adaptar otros y generar nuevos. La respuesta seguirá el siguiente camino: primero definiremos brevemente la educación especial, luego abordaremos el asunto de la discapacidad visual y las orientaciones pedagógicas que se dan al respecto, de manera general, y luego de forma particular, en torno a la Lógica. Comencemos.
Podemos definir la educación especial como “un proceso educativo dinámico que reconoce y atiende la diversidad del estudiante y en la que se apoya para permitir a éste la consecución de metas más ajustadas a sus características personales”.[32] Según  L. Smeriglio, es una pedagogía de lo diverso, que va más allá de una mera sustitución terminológica de la minusvalía. La diversidad a la que alude considera las discapacidades, sí; pero, también al ámbito de características, capacidades y formas de pensar que unen a las personas discapacitadas, con las que llamaríamos “normales”. Por lo tanto,  este tipo de educación se refiere a “una diversa estructuración de los procesos de pensamiento y de la actividad cognitiva y correlativamente una diversa configuración de las modalidades comportamentales y de la vida afectiva y de relación”.[33] Desde el marco jurídico de la Ley General de Personas con Discapacidad de México, la educación Especial es definida como “el conjunto de servicios, programas, orientación y recursos educativos especializados, puestos a disposición de las personas que padecen algún tipo de discapacidad, con la intención de favorecer su desarrollo integral y facilitarles la adquisición de habilidades y destrezas que los capaciten para lograr los fines de la educación”.[34]
 La educación especial, pues, abarca a gente con trastornos graves del desarrollo (autismo, síndrome de Rett y síndrome de Asperger), déficit físico (dificultades motoras), déficit psíquico (retraso mental), sobredotación intelectual y déficit sensorial (discapacidades auditivas y/o visual).[35] Por supuesto, que este texto trata sobre la discapacidad visual, justo en el punto donde convergen la educación especial y la didáctica de la Filosofía, orientadas a la Lógica.
Así que, primero que nada, partamos de una definición de discapacidad visual. De acuerdo con Margarita Albertí y Laura Romero, una persona con discapacidad visual es aquella que su agudeza visual es inferior al 30%., y que su percepción del campo visual también es afectada.[36] La agudeza visual debe ser entendida como la capacidad para distinguir la figura y forma de los objetos, así como notar sus detalles, mientras que el campo visual se refiere a la capacidad para percibir los objetos situados fuera de la visión central.[37] La discapacidad visual, pues, en realidad   abarcaría entonces una escala de deficiencia en la percepción en torno a  la agudeza y el campo visuales. Se puede hablar de baja visión, ceguera casi total y ceguera total. La baja visión oscila entre el 30%y el 3% de agudeza visual con un campo visual menor a los 60 grados y que puede llegar hasta los 10 grados. La baja visión puede ser moderada, grave o profunda. La ceguera casi total manifiesta  una agudeza visual de un rango menor al  2%, con un campo visual menor al 5%. Por último tenemos  la ceguera total, que es la no percepción de luz con un campo visual de cero.[38]
La aceptación de una persona con discapacidad en una institución educativa requiere de articular y ejecutar ciertas intervenciones en el aula. A nivel universitario, e incluso, a nivel medio superior, una persona con discapacidad visual seguramente viene detectada, con un trabajo previo de adaptación.  No obstante, las instituciones y los docentes se enfrentarán seguramente ante la novedad de una discapacidad.
Albertí y Romero comentan que “en realidad no existe una metodología específica para trabajar con alumnos con discapacidad visual, pero sí es necesario tener en cuenta una serie de orientaciones”.[39] Consecuentemente el procedimiento a seguir es más bien casuístico, pero guiado por ciertas premisas generales.

Orientaciones  básicas


 En el caso que se presentó de Francisco Javier, la intervención en el aula comenzó con una solución sencilla y conveniente. El salón destinado normalmente para el grupo de primer año de Filosofía se cambió del segundo piso a la  planta baja de la Facultad de Ciencias Sociales y Humanidades.  Con la medida anterior, se le ahorraba la dificultad al alumno de subir las escaleras de un edificio con el cual no estaba familiarizado.  Aunque, a decir, verdad, el alumno nunca ha manifestado ningún problema en subir las escaleras cuando así lo requiere. Además, surgieron ciertas ventajas prácticas, gracias a dicho cambio, como la cercanía de los sanitarios y la Dirección de la Facultad,  o bien,  la facilidad para salir con rapidez del edificio en el caso de una evacuación relacionada con Protección Civil (sismo, incendio, etc.).
En fin, pasemos a la primera orientación. Albertí y Romero dicen que se debe: 1) “organizar el aula en función de la iluminación, la pizarra, el mobiliario y el material”.[40]En el caso de los alumnos con baja visión, ayuda mucho el que se busque acomodar el mobiliario dentro del aula de manera que se tenga la mejor iluminación sin que se provoquen sombras, deslumbramientos o distorsiones de la visión del alumno. Otro aspecto, es acercar el pizarrón, si es posible, al alumno. En los salones de la Facultad de Ciencias Sociales y Humanidades los pizarrones están empotrados, pero, en realidad esto no afecta a un alumno con ceguera total. Lo evidente y necesario, era ubicar al alumno cerca del pizarrón y del docente, para que pudiera escuchar mejor la clase. Este segundo lineamiento es de suma importancia. Así lo enuncian Albertí y Romero: 2) “ubicar correctamente  al alumno con discapacidad visual”,[41] ya que la proximidad del maestro es un factor importante para los alumnos con discapacidad visual, permitiéndoles oír con claridad las explicaciones de los maestros. Los alumnos con discapacidad visual que ya han tenido una inserción escolar a este nivel por iniciativa propia se colocaran en mayor cercanía al maestro.  Otros lineamientos son:  3) distribuir  de manera correcta la información escrita (los alumnos con baja visión lo agradecerán y más fácilmente podrán copiar y comprenderlo);  4) verbalizar todos los detalles de cualquier situación en el aula; 5) anticipar las nuevas situaciones, actividades o espacios (pues cualquier cambio en la distribución o rutina del salón puede desorientar al alumno); 6) respetar el ritmo de trabajo (regularmente estos alumnos trabajan más lento porque tienen que escribir y trabajar con una plantilla braille, o una computadora que use un software especial para ciegos); 7) respetar los propios recursos del alumnado (ellos tienen su manera de adaptarse, que muchas veces está ligada, en lo tecnológico, a los recursos económicos que poseen), 8) procurar que el alumno con discapacidad visual tenga las mejores condiciones en cualquier centro escolar.[42]

Orientaciones específicas en torno a la clase de Lógica


Francisco Javier regularmente llega temprano a la clase. Se sienta hasta adelante en la fila del centro del salón. Antes solía sacar su lap-top y tomar notas en ella. Usa  JAWS, uno de los softwares para invidentes. Cuando el curso de lógica se ha parecido más a las matemáticas, debido a los ejercicios de demostración, prefiere traer un cuaderno en blanco y tomar apuntes con una regleta braille. Siempre está atento, escuchando.  Nunca falta su grabadora digital, registrando toda la sesión. A veces, cuando no entiende o el profesor omite un detalle para él, alza la voz y pide una aclaración. En otras ocasiones, calla. Pregunta más tarde. Cuando se ve una película en el salón, regularmente se distrae. No lo atrapa el escuchar conversaciones cortas con música y efectos especiales, que no siempre logra hilar muy bien. Al finalizar la clase, siempre es el último en irse. Respecto a su experiencia con la lógica dice: “Debemos decir que las personas que tienen discapacidad visual, en áreas como la lógica, presentan dificultades. Como son muchos conceptos a recordar -para solucionar un problema-, debemos explicar el contexto de las cosas; es decir, que como el alumno ciego no puede distinguir en dónde están las oraciones o ecuaciones y como se acomodan, el mentor deberá hacer un material que le permita a él y al alumno identificarse con el tema. Para esto es necesario usar un material que sea táctil, es decir que tenga relieve o que esté en tercera dimensión para que, el alumno ciego pueda darse cuenta del orden que lleva dicha operación. En mi experiencia como estudiante a nivel medio superior no tuve esa oportunidad de aprender claramente los contenidos de la lógica y por eso, me permito hacer esta recomendación a profesores de lógica a cualquier nivel que atiendan a sus alumnos ciegos con la anterior técnica”.  Luego, añade: “Inicialmente, el alumno ciego está algo perdido en el mundo normovisual, pues cuando éste se convierta en profesor, tendrá que saber como son las operaciones, ya que le podrá enseñar a alumnos normovisuales y ciegos. Es por ello que el alumno ciego deberá recibir la adecuada educación para poder darse a entender en un contexto de personas normovisuales, pues, recordemos que nosotros los ciegos nos tenemos que adaptar a estas personas y ellas a nosotros. Si nosotros les damos clases, ellos tendrán que modificar su manera de aprender de ser un aprendizaje totalmente visual, pasarían a un aprendizaje donde se desarrollaría más la memoria y la capacidad de escucha; pero, para que esto se pueda dar debe primero haber un profesor que tenga la voluntad y el interés de ayudar al alumno ciego, para que después el alumno ciego pueda ayudar al alumno que le corresponda sea ciego o normovisual”.
Una gran responsabilidad y reto nos ofrecen los alumnos con discapacidad visual. Una clase regular de lógica con alumnos que ven bien, usa mucho el pizarrón. En la práctica docente, además, solemos acompañar  la cátedra con lecturas, ensayos, exámenes, análisis de filmes y exposiciones.  Esto se tiene que adaptar para el alumno discapacitado. Así que haremos ciertas recomendaciones sobre las dinámicas relacionadas con el manejo de información en el pizarrón, sobre las lecturas y otras actividades de aprendizaje y evaluación. 

Sobre el manejo de información puesta en el pizarrón



Si Usted suele anotar teoría o ejercicios en el pizarrón, deberá siempre verbalizar todo lo que se diga. Obviamente el alumno con discapacidad visual tendrá que copiar por dictado. La teoría, regularmente la perciben por igual, a menos que haya en ella un elemento de visualidad. Debemos considerar lo que dice Diderot de los invidentes: “las sensaciones que habrá adquirido a través del tacto serán, por así decirlo, el molde de todas sus ideas”.[43] Un ciego que haya perdido la vista a cierta edad o una persona con debilidad que conozca y recuerde las formas de los objetos, entiende las explicaciones centradas en lo visual, pero un ciego de nacimiento no las podrá comprender como nosotros. Así, pues, se debe de tener cuidado cuando se explican temas como la simple aprehensión, la extensión y comprensión de los conceptos, y las clasificaciones de los conceptos, si se está dando Lógica Aristotélica. Deben cuidarse mucho los ejemplos y la manera de explicarlo. Lo anterior también se constata cuando se explica y ejemplifica temas que contienen aspectos visuales que se vuelven más complejos para este tipo de alumnos, como la nomenclatura de ciertos símbolos lógico-matemáticos, la resolución de ejercicios extensos, tales como demostraciones de inferencias lógicas mayores a 5 premisas; la aplicación de las ocho reglas del silogismo al análisis de un silogismo concreto; o la representación  y solución de las tablas de verdad.
Una estrategia que ha sido útil con Francisco Javier, ante temas visuales, es el ser sumamente descriptivo y señalar cómo debe imaginar el alumno el esquema; pero en el caso de los alumnos que son ciegos de nacimiento, los ejemplos visuales, deben convertirse en auditivos o táctiles. Se me ocurre, que por ejemplo, para hablar de la simple aprehensión palpen, agiten y hasta prueben un objeto y lo identifiquen, que ellos mismos hablen de sus notas constitutivas. En el caso de la extensión y comprensión de los conceptos, se pueden usar granos de azúcar, sal, de elote, de café, y que los alumnos puedan establecer relaciones de extensión y comprensión mediante, el tacto, el olfato y el gusto. De similar modo se puede proceder para hablar de las clasificaciones de los conceptos, e incluso, se podrían utilizar aromas, como perfumes de distinto tipo, olores de frutas, etc. Dice Diderot que la metáfora es el vínculo entre el que ve y quien no ve, pues sus expresiones táctiles son metáforas de la vista, y viceversa.[44] Ese vínculo metafórico debe darse entre el docente de la Lógica y el alumno con discapacidad visual.
Ahora bien, para suplir la desventaja de no poder ver los símbolos lógicos, recurrí a dos elementos: 1) la creación en pequeños pliegos de papel cascarón de símbolos lógicos tridimensionales, hechos con plastilina, barnizados con una capa de pegamento líquido, que obviamente al secar, los vuelve duros al tacto; 2) la búsqueda de su representación el braille, ya que en internet existe un pequeño manual de descripción gráfica y signografía braille del Código Matemático Unificado. Esta información se puede descargar de la siguiente dirección de internet de manera gratuita:  www.juntadeandalucia.es/averroes/caidv/.../ftp/cmu_88_98.doc (consultada el 1 de abril del 2012).  También se puede conseguir la signografía en libro impreso. Es editada por la Organización Nacional de Ciegos Españoles, y responde, a una nomenclatura unificada en torno a la matemática que se maneja desde 1987. [45] El código braille existe desde su invención en 1825 por Louis Braille, y se ha ido adaptando a cada idioma y sistemas sígnicos, como el de la matemática.[46] No es un idioma, “el Braille es un código táctil de lectura y escritura que se compone de seis puntos en relieve que combinados entre sí forman todas las letras del alfabeto, los signos de puntuación, los números y notas musicales”.[47]  Claro que no tiene el profesor que aprender dicho código. Sería ideal, pero no es necesario, así como no es necesario para un profesor revisar los apuntes de sus alumnos que escriben en lápiz y papel. Su desconocimiento se puede suplir ideando otro tipo de recursos, ya que posiblemente no tenga ni tiempo, ni ganas de aprenderlo. Pero sí puede exigir al alumno a que maneje él en braille la signografía propia de una especialización profesional, que él debe conocer para su profesión, para  su condición.
A continuación presento unas imágenes de los materiales diseñados para el aprendizaje de los conectivos lógicos de la lógica proposicional y los símbolos de los cuantificadores de la lógica cuantificacional.

Representación táctil de los conectivos lógicos.



Representación táctil de los cuantificadores universal y existencial.





Francisco Javier considera que son útiles estos materiales. Además, dio puntuales sugerencias para su mejora.  Sugirió la elaboración de un material táctil en el que se represente el uso de los conectivos lógicos dentro de las proposiciones, para que así el alumno pueda comprender su sintaxis y representación gráfica. También sugirió que el tema de las tablas de verdad se puede abordar con un material didáctico. Así pues, sugiere que con una cartulina o un pliego de papel cascarón se diseñe la gráfica de una tabla de verdad para que sirva de modelo para su explicación. Podríamos pensar en un material didáctico de este tipo por cada nexo lógico representable (uno por la tabla de la negación, otro por la conjunción, la disyunción incluyente, la disyunción excluyente, la condicional y la bicondicional) y uno que represente una proposición molecular con varios conectivos, en el que se ejemplifique su resolución.
Incluso, propone que este tipo de material, se puede crear no sólo con plastilina, sino también con pintura inflable. Señala que los recuadros de la gráfica de las tablas de verdad,  pueden  ser de otro material, distinto a la plastilina o la pintura inflable, por ejemplo: palillos, imanes con forma de barra, etc. 
Cabe mencionar, que hay una estrategia didáctica sobre las tablas de verdad propuesta por Florencio García Rodríguez y Florentino Blanco Trejo de la Escuela Universitaria de Fisioterapia de la O.N.C.E., que puede complementar y combinarse, con el uso del material didáctico sugerido por nosotros. Ellos señalan que la resolución de las tablas de verdad para los ciegos es muy engorrosa, y ofrecen como alternativa para los invidentes, el método Quine. Al respecto dicen:

Quine (1950), al referirse a la lógica de proposiciones, sugiere un método que permite determinar el valor de verdad de proposiciones moleculares en función de los que adquieran las atómicas que las componen. Ese método cuenta con nueve reglas («reglas de resolución» las llama Quine), que podemos formular del siguiente modo:
1.            Sustitúyase toda conjunción que tenga un componente verdadero por el otro componente.
2.            Sustitúyase toda conjunción que tenga un componente falso por falsedad (F).
3.            Sustitúyase toda disyunción que tenga un componente falso por el otro componente.
4.            Sustitúyase toda disyunción que tenga un componente verdadero por verdad (V).
5.            Sustitúyase todo condicional que tenga un antecedente verdadero por el consecuente.
6.            Sustitúyase todo condicional que tenga un consecuente falso por la negación del antecedente.
7.            Sustitúyase todo condicional que, o bien tenga el antecedente falso, o bien tenga el consecuente verdadero, por V.
8.            Sustitúyase todo bicondicional con un componente verdadero por el otro componente.
9.            Sustitúyase todo bicondicional con un componente falso por la negación del otro componente.
Como puede comprobarse, estas regáis recogen el funcionamiento de las constantes lógicas a las que se refieren; por ello, no se trata de que los alumnos las aprendan de memoria, sino de que las comprendan en relación con dichas constantes, consiguiendo así que su comprensión de las reglas y de las constantes salga beneficiada de las interacciones que se produzcan.
Se aplican sustituyendo cada variable, sucesivamente, por sus dos valores de verdad, hasta que la proposición molecular cuyos valores de verdad queremos determinar quede reducida a V o a F. A veces ésto se consigue sin que sea necesario recurrir a tal procedimiento con cada variable, con lo que se facilita enormemente la tarea.
Si al final de todas las líneas de «resolución» tenemos V, la proposición en cuestión es válida.
SÍ tenemos, en todos los casos, F, nuestra proposición es inconsistente.
Además, tras la «resolución» sabemos qué combinaciones de valores de verdad de las proposiciones atómicas dan como resultado final V y cuáles dan F. [48]

Sobre las lecturas y otras actividades de aprendizaje


 Las lecturas que pueden ser recursos fáciles para los alumnos con visión normal, se vuelven un asunto delicado en relación a los alumnos con discapacidad visual. No tienen acceso tan fácilmente a ellas, especialmente cuando son lecturas especializadas como las de la Universidad. En consecuencia, ellos tendrán que acceder a una traducción en braille, o bien hacer uso de la tiflotecnología, es decir, ocupar técnicas que permiten el aprovechamiento de los conocimientos tecnológicos para apoyo de los invidentes y débiles visuales. Entonces, el alumno puede echar mano de algún programa informático que les permite hacer la conversión del texto a braille, como lo es Quick Braille. Igualmente pueden usar programas de reconocimiento de textos impreso OCR parlantes, como Open Book y AbbyfineReaders.[49] También existen otras opciones electrónicas como los lectores de pantalla,  que son aplicaciones que identifican e interpretan lo que está escrito en la pantalla sin tener que hacer uso de la vista.  Modalidades de estos programas son  Narrator, NVDA, JAWS, Windows Eyes, Hal, Thunder, Orca y VoiceOver.[50] También existen magnificadores de texto para la gente con baja visión: Zoomtext, Supernova, MaGic, Lunar, iZoom, y Bigshot.   Ante la dificultad económica que el acceso a estos programas pudiera  generar en el alumnado con discapacidad visual, otra opción podría ser el apoyo que recibieran de instancias que se dedican a auxiliar a los invidentes. Los domicilios de tales asociaciones pueden ser consultados en el Directorio Nacional de Asociaciones de y para Personas con Discapacidad del INEGI, el cual se puede descargar de las siguientes direcciones web:  www.inegi.gob.mx/est/contenidos/espanol/.../dir_discapacidad.pdf y www.inegi.gob.mx/est/contenidos/espanol/.../dir_discapacidad2.pdf   (consultados el 1 de abril del 2012).
Si atendemos a otras actividades de aprendizaje, como el análisis de películas y melodías, los ensayos, las mesas redondas, los simposios y las exposiciones,  podemos observar lo siguiente: que  en las exposiciones, simposios y mesas redondas prácticamente no tienen problemas los alumnos con discapacidad visual. En lo relativo a los ensayos, si ellos tienen acceso al software para ciegos, ellos pueden imprimir sus propios trabajos en texto normal, de lo contrario, tendrán que recurrir a otras instancias, como el dictado a una tercera persona, o el apoyo, nuevamente en una asociación para invidentes.  Francisco Javier tiene una computadora portátil con un lector de pantalla que le permite trabajar sus ensayos, y también cuenta con la asistencia de un alumno del Servicio Social de la ULSA que lee ayuda con la lectura y escritura de textos. Respecto al análisis de películas, éste se debe de seleccionar con mucho cuidado, pues las películas que se deben de usar deben de tener audio en español, y además, su trama debe ser sumamente discursiva y poco visual. Por ejemplo, una película adecuada, para ejemplificar el tema de las falacias, es la de Doce hombres en pugna, mientras que una película poco recomendable para un alumno con discapacidad visual es Pi, el orden del caos, que denotaría una metafísica lógico-matemática, apelando a un discurso muy visual). Sobre el análisis de melodías, una vez usé una en una ocasión. Era una pieza de música culta que fue compuesta para Paul Wittgenstein (Concierto para la mano izquierda), la reflexión sobre ésta resultó estimulante para hablar de la historia de la Lógica. Francisco Javier no tuvo problemas con eso.
Dando un pequeño giro a las actividades tradicionales, sugiero que se podrían usar muñecos y títeres semejantes a las que vende el Philosophers Guild, para darles un estímulo táctil a estos alumnos además del discurso visual.[51] Si bien tal elemento teatral es visual, su adaptación hacia la tactilidad puede resultar lúdica, útil y conveniente con los discapacitados visuales. Philosophers Guild maneja algunos personajes filosóficos en muñecos, (por ejemplo: Sócrates, Nietzsche y Carlos Marx). Esta empresa también maneja muñecos de menor tamaño que se insertan en los dedos, y que llaman “finger puppets”, los cuales, también pueden ser usados para realizar pequeñas obras de role-play, que en el caso del bachillerato podrían resultar interesantes para los alumnos que estudian la materia de filosofía, y algunas de estas tácticas, podrían adaptarse a alumnos discapacitados que estudien alguna materia filosófica, entre ellas la Lógica, a nivel universitario.[52] En consecuencia, se podrían diseñar pequeños títeres o marionetas de Aristóteles, Bertrand Russell, Gotlob Frege y Ludwig Wittgenstein, por ejemplo, y hacer con ellas un sociodrama en el que el alumno invidente tenga contacto con el material didáctico, y participe activamente de dicha técnica de aprendizaje.  
A continuación presento las marionetas y muñecos que hace Philosophers Guild y que el alumno con discapacidad visual pudiera palpar y usar en alguna actividad.

Sócrates y Marx en su versión de Little Thinker.




Finger puppets: Foucault, Spinoza, Arendt, Maquiavelo, Sócrates, Lao Tse, Schopenhuauer, Marx, Platón, Nietzsche, Kant, Hegel, etc.




Ahora bien, si este recurso le pudiera resultar muy infantil al docente, hay la posibilidad de hacer un sociodrama sin marionetas y representar alguna discusión de carácter lógico. Podría, por ejemplo, representarse en el salón alguna escena de la obra de teatro de Juan Villoro El filósofo declara, permitiendo al alumno reproducir, e incluso improvisar, la discusión entre dos viejos profesores de filosofía que se enfrentan en una batalla argumentativa final. El alumno con discapacidad visual podría sin muchos problemas participar de dicha teatralización en el aula.
Dado que el alumno con discapacidad visual requiere más atención y apoyo que el alumno estándar, hemos de señalar la existencia de la necesidad de desarrollo de materiales y apoyos didácticos que rebasen la mera adaptación de las estrategias usadas en clase. Los materiales táctiles desarrollados para ellos deben ser perfeccionados y ampliados.  Como dijo el filósofo ilustrado Denis Diderot en su Carta sobre los ciegos:

Nuestro ciego sólo conoce los objetos por el tacto.  Por lo que le dicen los demás, él sabe que los objetos se conocen mediante la vista, como él los conoce por el tacto; al menos, es la única noción que se puede formar. Además, sabe que nadie puede ver su propio rostro, aunque se lo pueda tocar. Por tanto –deduce–, la vista es una especie de tacto y sólo va dirigida a objetos diferentes a nuestro rostro y alejados de nosotros” […] Si alguna vez un filósofo ciego y sordo de nacimiento hiciera un hombre a imitación del de Descartes, os puedo asegurar, señora [la carta de Diderot está dedicada a una mujer que tiene una hija ciega], que situaría el alma en la punta de los dedos; porque es ahí de donde le vienen sus principales sensaciones y todos sus conocimientos.[53]

La cita anterior pretende mostrar la importancia del tacto en la percepción de la gente con discapacidad visual. También deben ser complementados con materiales sonoros y textuales que puedan escucharse en la computadora. Nuevamente citando a Diderot, observamos cómo el sentido del oído también es muy importante para este tipo de alumnado: “Tiene una memoria para los sonidos sorprendente y los rostros no nos ofrecen una diversidad mayor que la que él observa en las voces. Tienen para él una infinidad de delicados matices que a nosotros se nos escapan porque no los observamos con el mismo interés que el ciego”.[54]

Sobre las actividades de evaluación

La evaluación es la “obtención, valoración, enjuiciamiento e interpretación de informaciones relativas al efecto de los procesos de aprendizaje, las disposiciones pedagógicas, los experimentos escolares y los proyectos curriculares”.[55] En  lo referente a las actividades de evaluación, la gente con discapacidad presenta problemas.  Consideremos dos aspectos los exámenes y los portafolios de evidencias. Tienen problemas para leerlos, así que, lo conveniente es hacerles un examen oral, o bien, un examen en formato electrónico para que lo puedan resolver mediante un lector de pantalla. El tiempo que les toma es mayor al de los demás chicos, y los ejercicios de relación de columnas, opción múltiple y todos aquellos reactivos que no sean lineales, se les van a complicar. Por lo que se sugieren exámenes de pregunta y respuesta o de resolución directa de ejercicios. Sobre el  portafolio de evidencias, podemos señalar que, reúnen los ejercicios de lógica hechos en clase, de tarea, sus apuntes y cuestionarios. Sin embargo, Francisco Javier se sentía más cómodo tomando apuntes y resolviendo ejercicios con una regleta braille y un cuadernillo especial, que con su computadora. La única posibilidad de revisión de dicho portafolios de evidencias, así llevado, sería aprendiendo ese código de parte del docente.

Conclusión


La impartición de clases de lógica a personas con discapacidad visual debe de seguir los lineamientos de Albertí y Romero, a saber: 1) organizar el aula en función de la iluminación, la pizarra, el mobiliario y el material; 2) ubicar correctamente  al alumno con discapacidad visual; 3) distribuir  de manera correcta la información escrita; 4) verbalizar todos los detalles de cualquier situación en el aula; 5) anticipar las nuevas situaciones, actividades o espacios; 6) respetar el ritmo de trabajo;  7) respetar los propios recursos del alumnado; 8) procurar que el alumno con discapacidad visual tenga las mejores condiciones en cualquier centro escolar. Lo anterior demanda necesariamente que el maestro esté dispuesto a dedicarle el tiempo necesario al alumno con discapacidad visual, tanto para la explicación de los temas, como para el diseño de materiales y su evaluación.  Y es que deben de idearse, por supuesto, estrategias y materiales que privilegien  el olfato, el gusto, la audición y el tacto por encima de  la visión. También se puede recurrir a recursos más caros y sofisticados. Las nuevas tecnologías permiten, mediante el uso de la computadora y de programas informáticos para ciegos, la incorporación de  la población con discapacidad visual a la educación en la era de la información. Sin embargo, la creación de materiales didácticos económicos y prácticos, ante una realidad socioeconómica como la mexicana, debe de impulsarse, sin escatimar el manejo de la tiflotecnología cuando éste sea posible.  También se puede -y debe- incentivar la integración grupal del ciego y el débil visual, mediante el trabajo en equipo en actividades de aprendizaje específicas, como lo son exposiciones, los sociodramas, las mesas redondas o los simposios. La evaluación de su aprendizaje, no obstante, es un poco complicada, requiere de atención especial y diferenciada del grupo, no por la capacidad de aprendizaje de los contenidos, sino por los formatos de presentación de las evaluaciones en sí. La enseñanza de la lógica para los alumnos con discapacidad visual debe ser tan eficiente, que les permita a ellos poder, posteriormente, enseñar la lógica tanto a otros alumnos con discapacidad visual, como a alumnos normovisuales.

Bibliografía


Libros y revistas
Albertí, Margarita  y Romero, Laura,  Alumnado con discapacidad visual, Edit. Grao, Barcelona, 2010.
Diderot,Denis, Carta sobre los ciegos seguido de carta sobre los sordomudos, tr. Julia Escobar, Edit.  Pretextos, Valencia 2002.
Flores d’Arcais, Guiseppe (coord.), Diccionario de Ciencias de la Educación, tr. Isabel Gutiérrez, Ediciones Paulinas, Madrid, 1990.
García Rodríguez, Florencio y Blanco Trejo, Florentino, “La lógica en el bachillerato: tablas de verdad o control de variables”, en Integración. Revista sobre ceguera y deficiencia visual, no. 3, s.l., 1989.
Picardo Joa, Oscar (coord.), Diccionario Enciclopédico de Ciencias de la Educación, Edit. Colegio García Flamenco, San Salvador, 2005.
Salazar Bondy, Augusto, Didáctica de la Filosofía, documento PDF.
Sánchez Regalado, Norma Patricia (coord.), Memorias y actualidad en la educación especial en México: una visión histórica de sus modelos de atención, Edit. SEP, México, 2010.
Santiuste, Vïctor y Gómez de Velasco, Francisco, Didáctica de la Filosofía. Teoría. Métodos. Programas. Evaluación, Edit. Narcea, Madrid, 1984.
Schaub, Horst y Zenke, Karl G., Diccionario Akal de Pedagogía, tr.Agustín González Ruiz, edit. Akal, Madrid, 2001.
 Villalpando, José Manuel, Didáctica de la Filosofía, Edit. Porrúa, México, 1971.




[1] Margarita Albertí y Laura Romero, Alumnado con discapacidad visual, Edit. Grao, Barcelona, 2010, p. 36.
[2] Denis Diderot, Carta sobre los ciegos seguido de carta sobre los sordomudos, tr. Julia Escobar Edit.  Pretextos, Valencia 2002, p. 17.
[3] Ibid., p. 42.
[4] http://www.biografiasyvidas.com/biografia/k/keller_helen.htm y , consultado el 1 de abril del 2012.
[6] La iniciación de México en la educación especial estuvo ligada a la creación de una escuela municipal de sordomudos en 1866, que se situó en la ciudad de México en el antiguo Colegio de San Juan de Letrán, respaldada un año más tarde por la creación de la Escuela Normal para Sordos en 1867 (Cfr. Norma Patricia Sánchez Regalado (coord.), Memorias y actualidad en la educación especial en México: una visión histórica de sus modelos de atención, Edit. SEP, México, 2010, capítulo 1).
[7] Norma Patricia Sánchez Regalado (coord.), Memorias y actualidad en la educación especial en México: una visión histórica de sus modelos de atención, Edit. SEP, México, 2010.
[8] http://info4.juridicas.unam.mx/ijure/fed/9/2.htm?s  (consultado el 1 de abril del 2012).
[9] Ibidem.
[11] http://www.once.es/new/Onceinternacional/FOAL (consultado el 13 de abril del 2012).
[16] Margarita Albertí y Laura Romero, Alumnado con discapacidad visual, Edit. Grao, Barcelona, 2010, p. 9.
[17] Augusto Salazar Bondy, Didáctica de la Filosofía, documento PDF, p. 16.
[18] Ibid., p. 18.
[19] Ibid., p. 95.
[20] Horst, Schaub y Karl. G. Zenke, Diccionario Akal de Pedagogía, tr.Agustín González Ruiz, edit. Akal, Madrid, 2001, p. 118.
[21] Augusto Salazar Bondy, Didáctica de la Filosofía, documento PDF,  capítulos IX-XV. Cabe mencionar que Víctor Santiuste y Francisco Gómez de Velasco, en su texto de didáctica de filosofía pretenden abarcar otros métodos didácticos. Ellos hablan de l método dialógico (el cual coincidiría con el método socrático de Salazar Bondy), el método dialéctico (quesería también abarcado por el método socrático de Salazar Bondy), el método crítico (que coincidiría con el método fenomenológico-crítico de Salazar Bondy), el método analítico (que coincidiría con el de análisis del lenguaje de Salazar Bondy), el método arqueológico  (que analizaría la génesis histórica y sociológica de un concepto),  el método estructuralista ( en el que el texto se convierte en una entidad autónoma que no requiere conocimiento previo para su reflexión), y el aprendizaje de lenguajes filosóficos (que consiste en familiarizarse con el lenguaje de un pensador u obra, en relación a su contenido). Los métodos arqueológico, estructuralista y de aprendizaje de lenguajes, serían métodos no contemplados por Salazar Bondy, y que podrían enriquecer una tipología de métodos didáctico-filosóficos (Cfr.  Víctor Santiuste y Francisco Gómez de Velasco, Didáctica de la Filosofía. Teoría. Métodos. Programas. Evaluación, Edit. Narcea, Madrid, 1984., p.95-105).
[22] José Manuel Villalpando, Didáctica de la Filosofía, Edit. Porrúa, México, 1971, p. 79-80.
[23] Guiseppe Flores d’Arcais (coord.), Diccionario de Ciencias de la Educación, tr. Isabel Gutiérrez, Ediciones Paulinas, Madrid, 1990, p. 491.
[24] Ibid., p. 503. Los instrumentos son objetos naturales o artificiales que se usan en la interacción educativa. Las técnicas son formas de operar los instrumentos, o bien, situaciones que siguen una serie de instrucciones. Las tecnologías educativas se refiere a ciertas maquinarias o materiales que se usan para la educación. Las tecnologías, a diferencia de los instrumentos, son más complejas y requieren un proceso de operación más complicado. Un libro es un instrumento y una presentación en PP es una tecnología.
[25] Augusto Salazar Bondy, Didáctica de la Filosofía, documento PDF, capítulo XVI.
[26] Que es un escrito en prosa de contenido modesto en el que se intenta que el alumno desarrolle un tema o un problema filosófico que se le propone
[27] Los instrumentos que coinciden con los métodos de Salazar Bondy son la lección (que se identifica con la clase magistral), el comentario de textos.
[28] Ibid., p. 218.
[29] Ibid., p. 219.
[30] Ibid., p. 220-221.
[31] Florencio García Rodríguez y Florentino Blanco Trejo, “La lógica en el bachillerato: tablas de verdad o control de variables”, en Integración. Revista sobre ceguera y deficiencia visual, no. 3, s.l., 1989, p. 9-14.
[32] Oscar Picardo Joa (coord.), Diccionario Enciclopédico de Ciencias de la Educación, Edit. Colegio García Flamenco, San Salvador, 2005, p. 103. 
[33] Guiseppe Flores d’Arcais (coord.), Diccionario de Ciencias de la Educación, tr. Isabel Gutiérrez, Ediciones Paulinas, Madrid, 1990, p. 623.
[34] . Norma Patricia Sánchez Regalado (coord.), Memorias y actualidad en la educación especial en México: una visión histórica de sus modelos de atención, Edit. SEP, México, 2010, p. 265.
[35] Oscar Picardo Joa (coord.), Diccionario Enciclopédico de Ciencias de la Educación, Edit. Colegio García Flamenco, San Salvador, 2005, p.  103-104.
[36] Augusto Salazar Bondy, Didáctica de la Filosofía, documento PDF, p. 36.
[37] Ibid., p.20.
[38] Ibid., p.  21.
[39] Ibid., p. 69.
[40] Ibidem.
[41] Ibid., p. 71.
[42] Ibid., p. 71-74.
[43] Denis Diderot, Carta sobre los ciegos seguido de carta sobre los sordomudos, tr. Julia Escobar, Edit.  Pretextos, Valencia 2002, p. 16.
[44] Ibid., p. 34-36.
[46] http://es.wikipedia.org/wiki/Braille_(lectura) (consultado el 1 de abril del 2012).
[47] Margarita Albertí y Laura Romero, Alumnado con discapacidad visual, Edit. Grao, Barcelona, 2010, p. 78.
[48] Florencio García Rodríguez y Florentino Blanco Trejo, “La lógica en el bachillerato: tablas de verdad o control de variables”, en Integración. Revista sobre ceguera y deficiencia visual, no. 3, s.l., 1989, p. 9-14.
[49] http://es.wikipedia.org/wiki/Tiflotecnolog%C3%ADa, (consultado el 1 de abril del 2012).
[50] http://es.wikipedia.org/wiki/Lector_de_pantalla (consultado el 1 de abril del 2012).
[51] Los títeres, junto con las marionetas fueron juguetes que se usaban desde la Edad Media en espectáculos populares de pequeñas compañías, pero que sus orígenes todavía pueden ser más lejanos y penetrar hasta la Antigüedad. En  los primeros siglos del Cristianismo fueron usados para  la difusión de la cultura religiosa. Hasta fue recomendado su uso en el Concilio de Quincex, en el siglo VII, aunque posteriormente, la misma iglesia los condenó y persiguió, por considerarlos profanos e irreverentes. Sin embargo, hacia el siglo XVII florecieron muchísimo, e incluso pasaron de la calle a los teatros  de corte y los palacios señoriales. Tardíamente hasta los siglos XIX y XX entraron a la escena escolar como instrumentos didácticos. El uso escolar más antiguo  está registrado en Checolosovaquia, cuando, Ludmila Tersaova los utilicó para una educación nacionalista. También se registró su uso en las escuelas durante los años 30 del siglo XX en Francia, ya que la compañía de titiriteros de Marcel Temporal colaboró en las escuelas de maternal. En México, se utilizaron, incluso, en las campañas de alfabetización de adultos, y es frecuente observarlos en la educación prescolar y primaria. Cfr. Guiseppe Flores d’Arcais (coord.), Diccionario de Ciencias de la Educación, tr, Isabel Gutiérrez Ediciones Paulinas, Madrid, 1990, p. 1292-1298.
[52] http://www.philosophersguild.com/  ( consultada el 1 de abril del 2012).
[53] Denis Diderot, Carta sobre los ciegos seguido de carta sobre los sordomudos, tr. Julia Escobar, Edit.  Pretextos, Valencia 2002, p. 12 y  23.
[54] Ibid., p. 15.
[55] Horst, Schaub y Karl. G. Zenke, Diccionario Akal de Pedagogía, tr.Agustín González Ruiz, edit. Akal, Madrid, 2001, p. 75.  

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