El conocimiento filosófico

Cuando hablamos de conocimiento nos referimos a saber algo con certeza, nos referimos a que ese algo podemos demostrarlo o verificarlo, que creemos que eso es verdad.  Si tengo el conocimiento de cómo llegar a un lugar es porque sabré y podré llegar, porque conozco la ruta y la manera de llegar a ese lugar y porque ubico y reconozco ese lugar. Si conozco una teoría científica considero que lo que ella postula es sólido, que entiendo sus ideas, a  pesar de que sea solamente una teoría. Por ejemplo, la teoría de la evolución, no era algo demostrado, pero los biólogos y muchos de nosotros creíamos firmemente en ella. Hoy ya está demostrada. Por lo tanto, en el conocimiento también opera la fe. Usualmente relacionamos el conocimiento con la ciencia o con la información que se deriva del   acto de conocer. En fin, podemos referirnos con la palabra “conocimiento” a un proceso (el de conocer) o al producto de este proceso.  Si pensamos en la ciencia, el conocimiento es derivado del método científico; si pensamos en la vida cotidiana, el conocimiento se desprende de la experiencia. Pero,  si hablamos de filosofía, ¿de dónde viene el conocimiento? ¿Qué características tiene y  cómo se diferencia de otros tipos de saberes?
Sí, al parecer hay  conocimientos filosóficos. Ya sugerí que hay conocimientos científicos y empíricos. También mencioné que hay información. La información simplemente es un conjunto de datos. “El cielo está nublado” y “Miguel Hidalgo organizó una conspiración independentista en 1810” son  datos. Ellos, para Fernando Savater, constituyen los materiales más elementales con los que opera la ciencia. Y es que la información presenta hechos y el conocimiento los explica.
Ahora bien, si tratamos de usar una definición de conocimiento, podríamos echar mano de la que crea el filósofo mexicano Luis Villoro. Él entiende que el conocimiento es una creencia intersubjetiva con una garantía de validez. Es decir, el conocimiento es algo que se tiene por verdadero en la mente, que es compartido por una comunidad y que se ha generado a partir de un criterio para determinar que eso que se ostenta como verdadero efectivamente es legítimo.
He de aclarar que hay varias clases de conocimiento.  Una tradición de la filosofía, llamada aristotélico-tomista, considera que hay los siguientes tipos de conocimiento: vulgar, empírico, científico, filosófico y teológico.  La validez del primero (el vulgar), depende de la vox populi, de la opinión de la gente. Ciertamente es muy endeble. Lo que se sabe es una opinión colectiva que se cree verdadera. El segundo tipo, el empírico, es aquel que surge de la experiencia del sujeto. Pensemos que mucho de lo que saben los campesinos del agro es por esta forma de conocimiento. El tercer tipo de conocimiento, el científico, genera experiencias controladas que regularmente están sometidas a experimentos y marcos teóricos muy sofisticados, llenos de matemáticas y/o de conceptos técnicos. El conocimiento teológico es  aquel  que depende de una revelación divina y que es válido sólo para las personas que tienen fe en ella. Por último, tenemos el conocimiento filosófico, que tiene que ver con la sabiduría.
La sabiduría se refiere a ciertos conocimientos que guían la vida, las acciones o el juicio de las personas sobre ésta.  La reflexión y la argumentación serían los principales componentes del conocimiento filosófico. Por ejemplo, para tratar de convencer que un modelo ético es el adecuado para el ser humano, los filósofos no usan el método científico. Usan la reflexión y la argumentación.  A veces, sólo a veces, echan mano de las ciencias (según el filósofo o la corriente), pero cuando lo hacen, es para incorporar o rechazar lo que dicen tales disciplinas dentro de su propia meditación.  Por eso es que los conocimientos filosóficos son tan peculiares. Mientras los científicos generan metodologías y vocabularios homogéneos en sus respectivos campos, los filósofos generan metodologías y vocabularios muy distintos en ocasiones. Por lo general  los científicos no tienen que debatir con la historia de la ciencia; en cambio, los filósofos, al menos de cierta tradición, recurren a los argumentos y reflexiones de la historia de la filosofía para poder hacer sus propias reflexiones. Difícilmente un físico trata de estudiar o defender la teoría atómica de Demócrito al hacer física cuántica. Un filósofo recurre a pensadores muy antiguos y de varias épocas para discutir lo que ellos pensaron sobre un asunto y tomar postura al respecto.  Por eso es que el grafitero y crítico social Bansky se mofa del argumento de autoridad en la filosofía con una leyenda en un muro que dice: “tengo la teoría de que puedes hacer que cualquier frase parezca profunda si escribes el nombre de un filósofo muerto debajo de ella.” Y pone como autor de esa frase a Platón. Es un loquillo ese Bansky.
 En síntesis y siguiendo a Lorena Montaño Álvarez, podemos decir que el conocimiento filosófico se caracteriza por ser racional, crítico, totalizador, sistemático e histórico.[1]
Por otro lado, dice Fernando Savater que las ciencias generan soluciones, mientras la filosofía da respuestas. Con esto quiere decir que mientras la ciencia busca una aplicación, la filosofía  pretende inspirar a vivir o pensar de cierta manera. Frecuentemente científicos y filósofos se hacen las mismas preguntas. Lo que varía es el cómo las contestan. Ahora bien, no quiero decir con esto que la filosofía y las ciencias sean lo mismo, más bien quiero dar a entender que no sería fácil establecer una clasificación de qué preguntas serían filosóficas y cuales científicas. Tal vez hasta sea absurdo dicho planteamiento. Las preguntas son preguntas y punto. Las respuestas, esas sí pueden ser científicas o filosóficas. ¿A qué me refiero con esto? A lo siguiente: tal vez, no a todos nos interese entender los detalles y vericuetos matemático-teóricos de las últimas explicaciones teóricas sobre el origen del universo, pero a todos nos inquieta tomar postura ante el cuestionamiento sobre el origen de todo cuanto existe, si hubo un punto de partida o no, si hay un Dios o no, si todo se va a acabar o siempre existirá, etcétera. 
La pregunta es la misma, pero a los que aman la Física buscarán la respuesta en dicha ciencia; en cambio, todos los seres humanos –o la mayoría- nos inquietamos ante el misterio del origen de todo, porque eso implica el mismo origen  y finalidad mismos del hombre. Y eso es punto y aparte de si odiamos o amamos, si aprobamos o reprobamos a la ciencia de la naturaleza. Todos damos nuestra respuesta “filosófica” según nuestra reflexión, según nuestros argumentos.  No olvidemos el refrán que sentencia: “De filósofo, poeta y loco, todos tenemos un poco”. La filosofía parece que está inserta en la médula de la curiosidad humana. Habrá unos que la tomen como profesión; otros no lo harán, pero todos filosofaran, en mayor o menor medida y a su manera, sobre las preguntas de la vida; porque la filosofía medita sobre las cuestiones que nos afectan  íntimamente como humanos.

  Preguntas:


1.      ¿Cómo define al conocimiento Luis Villoro?
2.      ¿Qué tipos de conocimiento hay según la tradición aristotélico-tomista y en qué consisten?
3.      ¿Qué características posee el conocimiento filosófico?
4.      ¿Qué finalidad tiene el conocimiento filosófico?

Fuentes:


Fernando Savater, Las preguntas de la vida,  Edit. Ariel, México, 1999.
Luis Villoro, Creer, saber, conocer, edit. Siglo XXI, México, 1996.




[1] Omito la categoría que da  ella de analítico, porque también es un conocimiento sintético al ser también totalizador. También he de señalar que en la tradición analítica de la filosofía,  el conocimiento filosófico no es considerado histórico.  Esta característica sólo se reduce a la filosofía continental.  Cfr. http://lorefilosofia.aprenderapensar.net/2011/09/24/conocimiento-filosofico/

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