¿Qué es la libertad?

Tal vez uno de los temas más clásicos dentro de la filosofía sea el de la libertad. Ella es un asunto muy quisquilloso que puede generar fuertes discusiones sobre su existencia. Unos dirán que es una ilusión y otros que es una realidad, una muy apreciada por el ser humano al grado que sin ella la vida no tendría sentido. Para  algunos la libertad requiere ser demostrada, para muchos es evidente. Es absurdo negarla o tratar de demostrarla.  
En la Ética es tan central el concepto de libertad que, sin ella, no hay cabida para la responsabilidad. Porque el que es responsable se sabe autor de un acto. Para el filósofo Gustavo Escobar es el tema vertebral de toda la Ética y su condición de posibilidad.
Originalmente se llamaba libres a las personas en el mundo latino que eran hijos de ciudadanos que podían ser también ciudadanos en un futuro y decidir sobre las cosas privadas (de la casa) y las públicas (de la ciudad). La palabra  para adjetivarlos era “liber”. Los esclavos, no eran libres, en consecuencia.
Sin embargo, en la actualidad, la libertad es pensada como una característica universal de los hombres.  Hay quien cree que la libertad es una especie de “libertad radical”, que es un atributo que permite ser espontáneo y reaccionar frente al mundo tanto al ser humano, como al animal. La libertad para algunos pensadores no es exclusivamente humana.  Es una capacidad natural que, en el hombre, además, activa también la autoposesión y el autogobierno. La libertad en ese sentido es autocreación, pero también es posibilidad de elección motivada y condicionada por factores externos, como el Estado o la Iglesia.
Regularmente la libertad es considerada como autotélica, esto es que ella misma se establece fines. Esos detonan acciones. La libertad puede ser cercana o distante a ellas. Si se puede pasar inmediatamente del fin a la acción, es cercana (porque se dieron todas las condiciones subjetivas necesarias) o lejana si el paso a la acción no es inmediato porque no hay las condiciones requeridas. A la libertad que realiza sus actos  con inmediatez se le llama libertad efectiva.
Sea efectiva o esté en potencia, la libertad nos acompaña toda la vida. Estamos condenados a ella, como diría Jean Paul Sartre. Pero, ¿podemos demostrarlo? Fernando Savater sugiere que la libertad se demuestra actuando libremente. En el fondo todos nos sabemos libres de manera intuitiva. Por eso recurre al argumento de una discusión entre un filósofo y un compañero en la Antigüedad. El pensador sostenía que el ser humano era libre, el amigo argumentaba que no; así que el primero decidió arremeter a golpes con un bastón al otro hasta que aceptara que libremente él podía dejar de golpearle.  
Otros pensadores son agnósticos de la libertad, es decir, exista ésta o no, no se puede conocer teóricamente como tal. Lo mejor que se puede hacer, por lo tanto, es postularla, pero no demostrarla. En ocasiones también la podemos sentir, como en las situaciones límite que nos conducen a la angustia. Pero tampoco es que ella se pueda demostrar argumentativamente.
Es un hecho que si la libertad existe no es algo absoluto. La libertad existe bajo ciertas determinaciones y límites: 1) no podemos controlar todo lo que nos pasa, 2) no porque queramos algo lo vamos a obtener. La libertad absoluta es una categoría que se predica de las criaturas omnipotentes. Él hombre, no lo es. La postura que, en cambio, asume que la libertad es autodeterminación a partir de las determinaciones que limitan al hombre se llama dialéctica de la libertad.
Las determinaciones que afectan al hombre son de varios tipos: físicas, biológicas, psicológicas, históricas, sociológicas, teológicas. La postura que asume que no somos libres y que somos determinados por uno o varios factores, se llama determinismo.  La base del determinismo está para muchos en la concepción de la Física del siglo XVII, que supone todo se comporta necesariamente bajo leyes físicas. De esta manera la historia futura del universo ya está determinada desde un origen.  Así que cada decisión que tomemos ya está predeterminada por un estado que la antecede y la rebasa. Luego todo futuro que tengamos ya está predeterminado por dicho origen. A la par del ese determinismo existe el fatalismo, el cual, supone un destino inalterable y funesto que no va a variar hagamos lo que hagamos. Aunque el fatalismo necesita del determinismo, no toda perspectiva determinista es fatalista. El fatalismo se dio en la religión griega, en el estoicismo filosófico y entre los mahometanos (aunque no es exclusivo de estos grupos). En el siglo XIX el determinismo científico fue fundamentado por Pierre Simón Laplace.
Pero también surgió la idea en el mismo siglo XVIII de que nuestra libertad no está determinada por ninguna necesidad causal. A eso se le llamó indeterminismo o libertarismo. Hay teóricos que postulan la compatibilidad entre determinismo y libertad; hay quienes no.
En consecuencia, el problema central de la libertad no es si estamos condicionados, sino si el condicionamiento es absoluto o es relativo. Se puede estar frente a un determinismo absoluto o bien frente a una dialéctica de la libertad que implica un determinismo relativo, es decir, que hay una necesidad causal, pero que también es modificada por la determinación misma de la libertad.  La dialéctica de la libertad reconoce la capacidad que tiene el hombre de conocer el mundo y transformarlo. Se vuelve necesario entonces aclarar qué es ésta.
 Según Gustavo Escobar, la libertad es “la capacidad de querer algo, de obrar consciente y voluntariamente” Para Walter Brugger es “la capacidad de decidirme a favor o en contra de una determinada conducta (que físicamente es posible para mí, y que yo puedo experimentar como dotada de sentido)”. Para Kant ésta era la autonomía de la voluntad, o sea la voluntad que se gobierna por motivos morales.  Por “voluntad” entendemos una actitud o disposición a hacer o desear algo. La libertad no es la voluntad, pero surge de ella a partir de una situación externa al sujeto. Se convierte en una determinación que emana de la voluntad misma para determinar también lo que el sujeto es.  Para el tomismo la libertad es una cualidad de la voluntad que se caracteriza por la preferencia de un bien (objeto de elección) sobre otro. La libertad es elección o renuncia de una misma cosa u otras. La libertad nos permite hacernos dueños de nuestros propios actos. Está asociada a la inteligencia. Nos permite elegir el bien y el mal, no como objetos en sí mismos, sino como los propios efectos positivos o negativos de una acción.  La tradición escolástica creía que siempre la voluntad tenía por objeto el bien absoluto que, además, era común; esto es el bien sin determinaciones y de manera general.  La voluntad está determinada a perseguir necesariamente este bien, pero puede ella elegir  contingentemente entre los bienes finitos o particulares. La inteligencia está vinculada a este proceso. Permite  deliberar sobre la pertinencia o impertinencia de una decisión. La inteligencia, pues, es conciencia de los fines o consecuencias de los actos que se quiere realizar y de las posibilidades de actuar en una o en otra dirección, como diría Adolfo Sánchez Vázquez. También entraña la conciencia de los móviles de algo, de los motivos que desencadenan dicha decisión. La raíz de la libertad es la inteligencia, por eso se suele pensar a la libertad como una característica humana. Un hombre libre dice “sí” o “no” a cierta forma de vida. La libertad equivale al ser personal, a ser proyecto, a asumir un modelo de lo humano.  La libertad es un medio para determinarse. Subjetivamente siempre el hombre busca con  su felicidad  ejerciendo su libertad, y de ello parece no librarse tan fácilmente. Por eso es que ella misma se vuelve un valor histórico y social que ha implicado movimientos y guerras.  Para Juan Jacobo Rousseau, por ejemplo,  renunciar a la libertad era renunciar a ser hombre.
En síntesis, todo acto libre implica conocimiento y volición. Los actos que no son libres son los actos del hombre, los que éste realiza involuntariamente, o los que realizan por coacción a través de la violencia, la amenaza y el miedo. También, en ocasiones, impedimentos de la libertad son la locura y la ignorancia, aunque ésta última puede tener sus aristas como excluyente de responsabilidad.  Hay cierta ignorancia insalvable y otra que es culposa.
La tradición intelectualista en la filosofía ha dominado en la reflexión sobre la libertad. Supone en buena medida que ser libre depende del intelecto. Pero también hay una escuela voluntarista que asume que la libertad es fundamente voluntad. La voluntad es libre de las razones que le puede ofrecer la inteligencia. Hay una hegemonía de la voluntad sobre el intelecto. Sin embargo, siempre es pensado que la libertad se manifiesta en la inteligencia y la voluntad de una manera que, seguramente, es complementaria. Igualmente la libertad tiene como condición un desarrollo cerebral y psíquico suficientes para el ejercicio de la libertad. Por eso es que los niños no son tan fácilmente imputables de responsabilidades legales.

Tipos de libertad


Se llega ha hablar en la reflexión sobre la libertad de distintos tipos de ella: la física, la psíquica, la legal, la moral. La libertad física es la de desplazamiento y de acción con el cuerpo. La libertad psíquica es de pensamiento y es relativa al querer. Se suele  identificar a ésta con el libre albedrío. Este par de tipos de la libertad es de corte antropológico. Luego, se puede hablar de libertad en ámbitos sociales.  De ahí que se hable de libertad legal y moral;  o de manera sectoizada se trate de libertad religiosa, política, de expresión, laboral, económica, de prensa, de asociación, etcétera. En términos generales, la libertad legal es la que permiten la ley y el Estado; la moral es aquella que se adhiere a los valores que la voluntad desee independientemente de la ley.

Bibliografía


Adolfo Sánchez Vázquez, Ética, edit. Grijalbo, México, 1969, p. 106.
Ángel Luis González, Diccionario de Filosofía, Pamplona, 2010, entrada: libertad.
Ben Dupré, 50 cosas que hay que saber sobre Ética, edit. Ariel, México, 2017, p. 79 y 80.
Guadalupe Varela Fregoso, Ética, edit. Instituto Politécnico Nacional, México, 1995, p. 101 y ss.
Gustavo Escobar, Ética. Introducción a su problemática y su historia, edit. Mc Graw Hill, México, 2013, p. 159 y ss.
Luz García Alonso, Ética o Filosofía Moral, edit. Diana, México, 1993, p. 75 y ss.
Pedro Chávez Calderón, Ética, Publicaciones Cultural, México, 1998, p. 43 y ss.
Rafael Gil Colomer, Filosofía de la educación hoy. Diccionario filosófico pedagógico, edit. Dykinson, México, 1997, entrada: libertad.
Raúl Gutiérrez Sáenz, Introducción a la Ética, edit. Esfinge, México, 1994, p. 58 y ss.

Walter Brugger y Harald Schöndorf, Diccionario de Filosofía, edit. Herder, España, 2014, entrada: libertad.

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