¿Qué es la filosofía experimental?


Aunque la filosofía experimental es una tendencia nueva en la filosofía, algunos autores han señalado que esta corriente es tan antigua como el propio término “filosofía”. Eso lo señala, por ejemplo, el filósofo Kwame Anthony  Appiah.[1] Este filósofo británico señala que la pureza de la filosofía respecto a la indagación de las ciencias sociales y naturales es relativamente nueva. De hecho, la llamada filosofía experimental, se puede encontrar presente desde los presocráticos hasta los pensadores del siglo XVII. Acaso, sólo durante la Edad Media, se escindió en los pensadores adeptos al Trivium la filosofía de lo experimental. Sin embargo, en aquellos pensadores ligados al Cuadrivium dicha separación nunca se dio. El término filosofía en las universidades medievales, servía para designar el conocimiento sistemático que se dividía curricularmente en natural, moral y metafísico. Tal vez, sea a partir del siglo XVIII, cuando se dio el “conflicto de las Facultades”, lo que marcó la separación de la filosofía de otros saberes. Sin embargo, todavía, en ese siglo, el propio Kant estudió la ciencia de lo que era llamado “filosofía natural”, que hoy podríamos identificar con la física. Thomas Hobbes, ya fue uno de los que postuló una superioridad de lo deductivo y argumentativo sobre lo racional. Así que descalificó los estudios de Robert Boyle sobre la bomba de aire por ser empíricos y no deductivos.[2] En esa época se empezó a privilegiar lo no-empírico en la filosofía y a separar a lo empírico de ella. Veamos otro caso. Para Descartes la filosofía era un árbol, cuya raíz era la metafísica, el tronco es la física y las ramas son las otras ciencias: la medicina, la mecánica y la moral.[3]  Jean D’Alambert aprobaba y aplaudía que Locke hubiera hecho de la metafísica la ciencia experimental del alma. Thomas Hobbes trató de llevar el método experimental al tema ético.
Los autores a los que se les suele atribuir la separación de la filosofía y la ciencia son Thomas Reid y Emanuel Kant.  El primero con sus indagaciones epistemológicas y el segundo con su distinción entre juicios analíticos y sintéticos estableció un límite tácito entre la ciencia y la filosofía. Al menos eso opina el historiador de la filosofía moderna Knud Haakonssen.[4] El siglo XVIII marcó el inicio de un cambio. Ya para el siglo XIX la física se constituyó en una disciplina autónoma distinta a la filosofía y, en esa centuria y la siguiente, se establecieron fronteras entre nuevas ciencias y la filosofía.
La filosofía experimental puede entender que la filosofía es simplemente un conocimiento reflexivo que se da en continuidad con otros, que nutre a otras formas de saber y que también puede alimentarse de ellas. Más aún, muchos de estos filósofos hacían ciencia y filosofía sin marcar distinción, como sucedió con los presocráticos y otros pensadores. Es decir, la filosofía era entendida como un saber sin distinciones que empleaba tanto la reflexión como la experimentación. Por eso, es que hoy en día la filosofía experimental es entendida como un movimiento filosófico que trata de combinar la indagación filosófica con la investigación empírica sistemática. Los datos empíricos pueden influir en las cuestiones filosóficas y no deben ser ignorados. Empezó con la reflexión intercultural y ética, pero se ha expandido a otras reflexiones de la filosofía. Aunque este movimiento es nuevo en el siglo XXI, es tan viejo como la filosofía.  El término, remite a Francis Bacon, el siglo XVI y la filosofía empirista.
Tal vez lo que debería ser excepcional sería la filosofía no experimental, la filosofía no empírica de los siglos XIX y XX. La historia de la filosofía al ser revisada arroja este dato. Sin embargo, la tendencia actual es la de deslindarse de lo empírico y tratarlo con desdén.
Algunos filósofos simplemente apelan a documentarse de los datos de las ciencias empíricas y hacerlos dialogar con sus discursos, pero otros, incluyen la realización de investigaciones empíricas en ellos, como es el caso de Shaun Nichols y Joshua Knobe, quienes incorporan instrumentos sociológicos y de la psicología cognitivo-conductual, como el cuestionario, para apoyar sus investigaciones. Los filósofos experimentales no solamente generan argumentos, sino también datos que sirvan para apoyarlos o descartarlos. En el mundo de la filosofía analítica ha sido relativamente bien recibido este movimiento, pero no así en el de la filosofía continental. Sin embargo, la filosofía experimental, ha tenido eco en instituciones altamente confiables, como lo son las universidades de Yale y la de Bristol.

Bibliografía


Kwame Anthony Appiah, Experimentos de ética, edit. Katz, Buenos Aires, 2010.



[1] Kwame Anthony Appiah, Experimentos de ética, edit. Katz, Buenos Aires, 2010, p. 13-14.
[2] Ibíd., p. 21.
[3] Ibidem.
[4] Ibíd., p. 24.

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