La Selva de los Símbolos


Publicado en el no. 43 de Vera Humanitas, Edit. ULSA, México, 2007.
La Selva de los Símbolos es un texto escrito por el antropólogo británico Víctor Turner (1920-1983) y publicado en 1980 en una primera edición española por Siglo XXI. Su edición inglesa data de 1967, a cargo de la Universidad de Cornell  Este texto está en continuidad con otro anterior: Schism and continuity in an African Society (1957), en el cual describe a la tribu ndembu, y cuyos resultados reproduce en la introducción del libro en cuestión.
La Selva de los Símbolos está compuesto de dos partes: 1) de estudios antropológicos teóricos sobre el simbolismo y la brujería, 2) descripciones del aspecto del ritual entre los ndembu del noroeste se Zambia.[1]
Zambia es una república localizada al sur de África y que no tiene acceso al mar. Anteriormente era una colonia inglesa (Rodhesia del Norte), que se independizó en 1964.  Está dividida en nueve provincias y setenta y dos distritos. Consta de una población mayor a los once millones de seres humanos, de los cuales, el 35% habita en los centros urbanos, mientras que la población del noreste y el lejano oeste vive muy dispersada.[2]  Los ndembu, pertenece al grupo étnico de los lunda, el cual está distribuido en Angola, el Congo y Zambia, poseyendo una serie de variantes dialectales, entre las cuales está el ndembu, que se habla tanto en Angola como en Zambia.
Turner convivió con la tribu ndembu en el período de 1950-1954.[3]  Su estudio, al parecer está centrado en el distrito de Mwinilunga, donde vivían 18 mil miembros de dicha etnia distribuidos en 19 mil kilómetros cuadrado de bosque caducifolio, que a diferencia de los ndembu de otras regiones, conservaban todavía sus rituales. Ellos practicaban una agricultura de subsistencia y la caza,  Cada poblado, de unas diez chozas en promedio, poseía un caudillo: el hombre más anciano de la generación más antigua, desde un punto de vista matrilíneal.  Eran, pues, un pueblo matrilíneal (que cifraba  los derechos en la filiación materna los derechos de residencia, sucesión de los cargos y herencia de la propiedad) y virilocal (ya que las relaciones en los poblados eran fundamentales entre varones) con una gran movilidad espacial entre los pueblos, y una crisis estructural originada justo por la matrilinealidad y la virilocalidad, según Turner.[4]

Primera parte


Como ya se mencionó, la primera parte del libro trata sobre el ritual, el simbolismo y la brujería entre los ndembu. A continuación describiremos las observaciones teóricas que al respecto hizo Turner.

El ritual


Un ritual, en términos de Turner, es: “una conducta formal prescrita en ocasiones no dominadas por la rutina tecnológica, y relacionadas con la creencia en seres o fuerzas místicas”.[5]  Los rituales, cambian el estatus de la persona, y en los rituales ndembu, los colores básicos de la cosmovisión de dicho pueblo  (rojo, negro y blanco) tienen una importancia especial. El rojo es un color ambiguo, que lo mismo representa fuerzas buenas, que malas; el blanco, por lo general es asociado con la pureza y la fecundidad, mientras que el negro, con la putrefacción, la maldad. 
Los rituales ndembu se dividen en dos tipos: los de crisis vitales y los de aflicción.[6] Los primeros se refieren a puntos importantes en el desarrollo físico o social de un individuo (nacimiento, pubertad, muerte).  Los segundos tienen que ver con la creencia de que la mala suerte en ciertas actividades (caza, reproducción –partos complicados y abortos-  y enfermedad) es provocada por los espíritus de parientes muertos (mukishi, en singular, akishi en plural): así,  estos segundos rituales buscan propiciar y librarse del espíritu causante.
Entre los rituales de crisis vitales están el parto (que simbólicamente fija el estatus del niño al presentarlo varón primogénito –si es el caso- como un  posible heredero de ante su hermano y el caudillo del pueblo); las ceremonias de iniciación, como la mukanda (circuncisión de los muchachos) y la nkang’a (ritual de la pubertad de las muchachas, en el cual se baila en torno al árbol de la leche); y las ceremonias funerales (que marcan el rompimiento de lazos con el occiso y una repartición de su herencia y un ritual de duelo: chipenji o chimbimbi). Cabe, mencionar que en los rituales de iniciación, existen
[…] principios de construcción axiomáticos y determinados bloques constructivos básicos que fundamentan el cosmos y sobre cuya naturaleza ningún neófito puede preguntar. Determinados sacra, habitualmente exhibidos en los momentos más arcanas del período liminar, representa o pueden ser interpretados en el sentido de dichos principios o constituyentes fundamentales. Podemos dar, tal vez a estos principios el nombre de sacerrima o >>las cosas más sagradas>>. A veces reciben su sentido de mitos acerca de las actividades creadores de los seres sobrenaturales <<en el principio de las cosas>>. Los mitos pueden, no obstante, faltar por completo como ocurre entre los ndembu, con el <<misterio de los tres ríos>> […] los sacra, al ser presentados en su numinosa simplicidad, imprimen en los neófitos los presupuestos básicos de su cultura. Los neófitos aprenden que están llenándose de un poder míustico a partir de lo que ven y de lo que acerca de ello se les dice. De acuerdo con el propósito de la iniciación, dicho poder les confiere los medios de afrontar exitosamente las tareas de su nuevo estado u oficio, en este mundo o en el otro.[7]

Ahora pasamos a los rituales de aflicción.  Los rituales reproductivos son costosos, implican la recogida de medicinas, la construcción de un altar y ceremonias dancístico-festivas. Son realizados por un doctor principal masculino (chimbuki o chimbanda), asistido por una doctora principal femenina y séquito de doctores menores, además de los parientes matrilineales y patrilineales, y miembros de la tribu que participen en la danza y fiesta pública.  Cuatro son los tipos de rituales reproductivos: 1) nkula, cuando una mujer tiene una excesiva pérdida de sangre en la mestruación; 2) isoma, cuando la mujer tiene varios abortos o partos de niños muertos; 3) wubwang’u, cuando una mujer ha tenido o espera tener gemelos, o bien es estéril; 4) chichimamba, cuando hay una enfermedad de trastorno reproductivo, tanto para la curación de los hombres, como de las mujeres. Estos rituales reproductivos tienen tres fases:
1) ilembi o kulembeka, que consiste en un tratamiento y una danza para hacer a los sujetos <<sagrados>> 2) un período de aislamiento durante el que los sujetos están parcial o completamente separados de la existencia cotidiana y han de observar ciertos tabúes alimenticios, y 3) ku-tumbuka, nuevo tratamiento y nueva danza que celebra el final del aislamiento y prepara a los pacientes para reintegrarse a la vida cotidiana.[8]

Las ceremonias de curación, implican varios rituales que, varían según la enfermadad. Muchos rituales médicos han sido incorporados por influencia de los Iwena. Estrictamente cultos ndembu serían unos que reciben por nombre chihamba, kalemba (hecho por una doctora que realizaba una danza solitaria con la cara cubierta de arcilla y llevando una cesta con las plantas alimenticias  ndembu) y un ritual contra la brujería llamado kaneng’a.

El símbolo


Un símbolo, en cambio, es “la más pequeña unidad del ritual que todavía conserva las propiedades específicas de la conducta ritual; es la unidad última de estructura específica en un contexto ritual”.[9]  Los símbolos tiene tres propiedades: 1) condensación, muchas cosas y acciones representadas en una sola formación simbólica, 2) la unificación de significados dispares a través de la analogía 3) polarización de sentido justamente en dos polos: uno ideológico, donde los significados moral y social, otro sensorial, que muestran fenómenos y procesos naturales y fisiológicos.
Dentro del ritual, el símbolo muta sus significados en etapas:
Podría decirse que un mismo símbolo tiene diferentes sentidos en las diferentes fases de una celebración ritual, o más bien que en los diferentes momentos pasan a primer término diferentes sentidos. El sentido que deba pasar a primer plano viene determinado por el propósito manifiesto de la fase del ritual en la que el símbolo aparezca.[10]

Más ampliamente,  los símbolos tienen niveles, ya no semánticos, sino de interpretación. Así pues están tres niveles: 1) el nivel de interpretación indígena (que se obtiene de interrogatorio a los informantes indígenas); 2) el sentido operacional, que es la confrontación del significado con el uso; 3) el sentido posicional, relación del símbolo con otros símbolos a manera de Gestalt.  La interpretación de los símbolos tiene que ver con el estudio del patrón simbólico  (función gnoseológica) y la conducta (función orética, es decir la que saca a la luz una emoción y está asociada con regiones del inconsciente).
Los símbolos pueden ser dominantes o instrumentales. Los primeros cobran mayor atención sobre otros símbolos, ya  que presentan mayor consistencia y constancia en el sistema simbólico y una mayor autonomía respecto a los fines de los rituales en loa que aparecen y permiten la representación de aspectos clave de la cultura y las creencias.[11] Los segundos, son medios para realizar los fines propios de un ritual.[12]

La brujería


Para Turner la brujería es un objeto de estudio cuya relación estrecha con las altas tasas de enfermedad y mortalidad que afligen a las sociedades tribales, tiene que ser considerada, así como en menor escala está relacionada con los ajustes que se hace en la estructura social, cuando las relaciones intergrupales son tensas.[13] Siguiendo a Evans-Pritchard, Turner dice que las creencias en torno a la brujería son “intentos de explicar lo inexplicable y controlar lo incontrolable en aquellas sociedades que no disponen de la capacidad tecnológica suficiente para enfrentarse con un entorno natural hostil”.[14]  El mundo de la brujería, en este tipo de sociedades, es uno de descomposición, “[ …] donde todo lo normal, lo saludable  y lo ordenado queda reducido al caos y al <<magma primordial>>”.[15]                          
Existe un viejo problema antropológico que es el de la distinción entre brujería y hechicería.  Desde el criterio de Turner, ambas no se distinguen, como se pretendió con Evans-Pritchard al estudiar a la cultura zande.[16] Turner cita a varios autores antropólogos que muestran una falta de consenso en la definición de ambos términos y, además, afirma: “La mayor parte de las sociedades reconocen tan amplia variedad de técnicas místicas para hacer daño, que sería positivamente erróneo imponer sobre tan variado muestrario una clasificación dicotómica”.[17]

Segunda parte


La segunda parte de La selva de los símbolos trata sobre cinco descripciones antropológicas de aspectos rituales ndembu: 1) la crónica de una relación establecida con un ndembu particular; 2) un repote detallado del ritual de la circuncisión; 3) el simbolismo ndembu en el ritual de la caza; 4) la medicina lunda y el tratamiento de enfermedades; 5) la exposición de la manera de obrar de un doctor ndembu.

Muchona el abejorro


            El primer testimonio trata de una serie de entrevistas en torno a la religión y simbolismo ndembu que duraron ocho meses realizadas por Turner y su asistente Windson Kaskinakaji –de nacimiento ndembu- a otro ndembu de nombre Muchona, quien tenía la profesión de adivino y kibuki (doctor que ejecuta varios rituales). Muchona poseía dos esposas y siete hijos, cuando se emborrachaba se autodenominaba “rey abejorro” y tenía un estrecho vínculo con su madre muerta.

Mukanda: el ritual de la circuncisión


            El segundo testimonio versa sobre la práctica ndembu de la circuncisión. Este ritual supuestamente hace más fuerte al niño o adolescente durante su crecimiento. Tiene su raíz en el siguiente mito:
Había una vez una mujer y su hijo. Fueron a recoger hierba, para quemarla y conseguir sal. El niño intentaba seguir todo el tiempo a su madre mientras ésta iba recogiendo la hierba de sal (matahu amung’wa). Por puro accidente, un trozo de hierba kaleng’ang’ombi le cortó todo su pene en derredor. El niño rompió a llorar. La mujer se abalanzó hacia él para ver por qué lloraba. Se llenó entonces de pena; y llevó a su niño al poblado. Allí algunos hombre dijeron: <<El niño debe ser llevado a algún sitio (lejos) de su madre y de las otras mujeres>>. Trajeron una navaja (ntewulu, el mismo tipo de navaja que se emplea para afeitar la cabeza en torno a la línea del cabello, marcando así el final de la reclusión de los ritos funerarios, los ritos de pubertad femeninos y algunos ritos curativos), y le cortaron el pene en redondo, de la manera adecuada, arrancándole el prepucio del todo. Su padre se hizo responsable  del niño. Se le puso medicina en el pene. Después de algunas semanas, el niño se recobró, y se puso bien de nuevo. Los hombres se pusieron muy contentos de ver cómo el corte había quedado curado del todo, y lo practicaron en otros muchachos. Sucedió otro tanto: después de algunas semanas los muchachos estaban también curados. Así la gente empezó a comprender que era mejor que todos estuvieran circuncidados. Y los hombres ya maduros fueron circuncidados también. Danzaron y bebieron cerveza (para celebrar) el corte de penes bien hecho y lo bien que lucían. Así como comenzó [el mukanda].[18]

 Los novicioso o wunabulakutooka (niños sin circuncisión) tienen prohibidos ciertos alimentos, ciertas mujeres, designadas por el caudillo cocinan para ellos, son apartados en una villa aparte del poblado entre dos y cuatro meses antes de la ceremonia. No obstante, son asistidos por sus padres y el mfumwa tubwiku, instalador del mukanda e instructor del pabellón en el que se encuentran aislados los neófitos. Este pabellón está como a dos kilómetros del poblado y  su construcción es ritualmente preparada, junto con la elaboración de una medicina, en un estadio previo y de reclusión llamado Kung’ula. Las enseñanzas recibidas en el pabellón no deben ser reveladas.
Durante la ceremonia, a los niños se les lava parte del cuerpo con ku-kolisha, una medicina fortalecedora que ha sido preparada por el circuncisor principal, preparación acompañada de danzas con máscaras iniciáticas y cantos que simulan la presencia de un león.
Cada muchacho es guiado al lugar de la circuncisión, sostenido por un chifukaminu (persona que sostiene al muchacho para que sea operado),  escoltado por un guardián (chilombola) al ifwilu, lugar donde el iniciado permanece hasta que deje de sangrar.  Está el circuncisor principal, quien es el caudillo del pueblo, y el chijika mukanda, organizador que preside el ritual y  las actividades de la circuncisión; es un posible sucesor del caudillo. Finalmente, después de la ceremonia el pabellón es quemado mientras se realiza una fiesta.

Los temas del simbolismo del ritual ndembu de la caza


La caza es una actividad que ha disminuido ya entre los ndembu, no obstante, sigue siendo una fuente de provisión de alimentos y tiene un gran valor, pues fundamentalmente es una actividad religiosa.[19] Hay dos tipos de caza: “1) wubinda, que incluye todas las técnicas conocidas de matar animales y pájaros: armas de fuego, arcos y flechas, dardos, lazos, trampas redes, liga para los pájaros, etc.; 2) wuyanga, el uso experto de rifles”.[20] El wubinda es un rito de aflicción (para librarse de una maldición contra el cazador) que consta de cinco ritos, llamados: mukala, chitampakasa, kalombu, mundeli y ntambu. En cambio el wuyanga es una serie graduada de cuatro ritos que muestran el grado de pericia en la caza de animales y en la sofisticación del culto. Tales grados de iniciación son los siguientes:
1)       kuwulesha, <<que es causa de ser lavado>>, en este caso con nsompu, medicina preparada con hojas machacadas. El novicio o aprendiz en <<el artede la caza>> (como podríamos llamar al wuyanga), tras haber alcanzado un cierto éxito disparando contra los animales con un rifle heredado o prestado, es considerado digno de ser lavado con una cocción deshojas y raspaduras de cortezas tomadas de varias especies arbóreas, cada una de las cuales imparte al candidato a cazador un aspecto del <<arte de la caza>>. 2)Cuando el joven cazador ha demostrado su destreza se somete al kusukula, <<iniciación (al arte de la caza)>>. Al terminar este rito toma un nombre especial de cazador, elegido de una colección de nombres reservada para los cazadores iniciados. 3) Kuteleskesha, <<que es causa de cocinar (carne)>>: simultáneamente es una celebración de la habilidad del cazador, de su sostenido éxito durante un largo período, y a la vez una fiesta en honor de su espíritu ancestral guardián, que es quien ha proporcionado al cazador, y a través de éste a quienes dependen de él o conviven con él en el poblado, una provisión constante de carne. El patrocinador de este rito tiene que repartir en su transcurso gran cantidad de carne entre los adeptos cazadores y los demás asistentes. 4) Mwima, <<madurez> (de kmiwa, dar fruto): este es el dernier cri en el elogio y el autoelogio de un cazador con rifle. Sólo los más grandes cazadores se atreven a celebrar el mwima, que es el signo de que un hombre ha <<consumado (su dominio de) la caza>>.[21]

            En la caza hay una relación estrecha entre seres vivos y muertos, hecho que resalta el carácter religioso que originalmente se comentó de esta práctica:
El mutuo regateo que para los ndembu caracteriza a los tratos de los muertos con los vivos tiene un aspecto estrictamente práctico. Si los muertos usan sus poderes de invisibilidad y su capacidad de provocar el pánico para empujar a los animales hacia los cazadores, éstos, a su vez, les alimentan con sangre y hacen que sus nombres sean recordados entre los vivos. Pues los muertos dependen de los vivos, que los mantienen con alimentos, ofrendas y recuerdos, como los vivos dependen de los muertos, que les conceden fuerza, salud, fertilidad, fama y buena suerte. El orden moral que decreta la piedad para con los muertos, que y la compasión para con los vivos se concibe como algo que está por encima, tanto de aquellos como de éstos, conectado de alguna forma oscura con el dios supremo, Nzambi o Shakapang’a. Nzambi no es objerto de culto directo: <<Está demasiado lejos>>, dicen las gentes. [22]

La medicina lunda y el tratamiento de las enfermedades


La medicina ndembu de acuerdo con Turner, está en conexión con un plano moral. Por lo general, siempre se asocia un padecimiento a una acción de brujería. Las enfermedades que los ndembu han detectado bajo denominaciones autóctonas, son muchísimas, las principales, según Turner, serían las siguientes: sarna, hematuria, piuria, meoptisis, padecimientos de la conjuntiva y opacidades córneas, disentería, estreñimiento, diarrea, parálisis, locura, dolor de espalda, epilepsia, piorrea, varicela, calambres agudos, linfogranuloma venéreo, dolor de cabeza con fiebre, hidrocelia, elefantiasis, rigidez de cuello, epilepsia y tumores cerebrales.[23]  Para cada una de ellas se describen formas de tratamiento ritual y tiene una razón de ser mística. Por ejemplo, la lepra en el hombre, se debe a la violación de la pureza en el mukanda, y,lo mismo que le sucede a la mujer si pasa por el antiguo lugar de un pabellón iniciático.[24]
Después de enunciar tales enfermedades, Turner procede a describir su proceso curativo a base de sustancias medicinales y algunos ritos, en los cuales, se practican actos en los cuales hay una semejanza simpatética  con la causa o síntomas de la enfermedad. Por ejemplo, en el caso de los leprosos, además de una medicina y hay que acudir a un árbol donde habitan unas ranas con manchas semejantes a las de la lepra y raspar su corteza.[25] Por eso afirma Turner que en este contexto, todos los sentidos –vista, oído, gusto, tacto, olfato- se ponen al servicio de la asociación y de la analogía.[26] La estructura del tratamiento consta de los siguientes elementos: 1) la enfermedad; 2) el simbolismo del color; 3) las medicinas; 4) el modo del tratamiento; 5) los tiempos del tratamiento.[27]

Un doctor ndembu en acción


Finalmente el libro concluye con un estudio de caso respecto a las distintas prácticas curativas que a lo largo de seis meses realizó en compañía de Turner un médico ndembu de nombre Ihembi, especializado en el culto Ihamba (rito de caza) y pertenecía a un poblado conservador procedente de Katanga. En esta parte resalta Turner el papel que tiene la adivinación para el diagnóstico de una muerte, trastorno de salud o desgracia en la caza.  En última instancia la adivinación restaura el equilibrio social, como constataron a partir del caso de una persona llamada Kamahasanyi, un acaudalado ndembu, quien era atormentado supuestamente por el alma de Mundong’u Kabong’u por una razón que detrás brillaba: la designación de Samuwinu como caudillo de su poblado.[28]
Los ndembu creen que en los dientes incisivos están las capacidades para cazar de un cazador. Cuando un cazador muere por arma de fuego, sus incisivos son extraídos y pueden ser heredados al pariente adecuado, es depositado en una bolsa y se le ora y rinde culto. La medicina ndembu aplicó el rito de Ihamba para calmar los resquemores que el problema de tal designación había ocasionado. El ritual Ihamba consiste en el siguiente proceso:
            Es necesario saber, no obstante, que tras ciertos preliminares rituales, que incluyen la recolección de medicinas de una manera ritual prescrita, el rito ihamba se desarrolla conforme a una serie de comienzos y de tensiones. Las <<detenciones>> tienen lugar cuando los cuernos-ventosa (tusumu) se hayan adheridos al cuerpo del paciente; sigue a continuación una fase de cantos y tambores, en la que todos los presentes participan,  mientras el paciente sufre un ataque de temblores. Si en medio de estos temblores y convulsiones el paciente deja caer uno o dos de los cuernos adheridos a él, el doctor pide a los tambores que paren de tocar,  desprende todos los cuernos y los analiza; si no encuentra nada en ellos, da una explicación al auditorio de porqué no ha <<salido>> el ihamba  -lo que habitualmente incluye un relato bastante detallado de la vida del paciente y sus interrelaciones de grupo-, invoca luego a la sombra, urgiéndola a <<salir rápido>> y finalmente invita a los miembros del poblado a acercarse, por orden de sexo y edad, a un improvisado altar de cazador levantado en honor de la sombra para confesar los malos sentimientos que puedan tener hacia el paciente. También el paciente mismo puede ser invitado hacer otro tanto. Seguidamente los cuernos-ventosa se colocan otra vez y comienzan de nuevo el batir de los tambores y los cantos, mientras el <gran doctor> pasa el tiempo hasta la próxima ronda de confesiones, danzando, purificando el poblado, mediante el barrido ritual de chozas y caminos, o adentrándose en la selva a buscar más plantas medicinales.[29]

Comentario crítico


Si bien Turner hace un estudio antropológico con un sabor muy etnográfico, en realidad elabora una teoría de los símbolos y una reflexión sobre la brujería que tienen vuelos más amplios que la mera explicación de la sociedad ndembu, a pesar que la clasificación de los rituales, está en función de tal grupo tribal. Una cuestión que tiene un aire bastante universalista son las propiedades, tipos y método –de cariz estructuralista-  de interpretación del símbolo. Esto podría aplicar a cualquier grupo humano. Mientras que su reflexión sobre la brujería, parece referirse a cualquier sociedad tribal del mundo, ni siquiera a una africana nada más.
Respecto a su teoría de los símbolos, podemos señalar que el símbolo no se puede reducir a un ritual (especialmente con la acepción mística que tienen los rituales para Turner). Hay símbolos que significan sin tener un referente religioso, ni estar ligados a un ritual de este tipo. Sin embargo, resalta la importancia que tienen los rituales -en un sentido más amplio que podría abarcar tanto rituales sagrados como secularizados- en el ser humano, al grado que podríamos afirmar que somos un animal ritual que re-significa su existencia en ciertas prácticas y señala la importancia de los símbolos durante su ejercicio. Admito que el símbolo no está siempre subordinado al ritual, pero la ritualidad del símbolo parece revelarse, como ya han observado Cristóbal Acevedo y Gilbert Durand. (a través redundancia perfeccionante del término significante). En otras palabras, todo símbolo se repite y enriquece durante su repetición.  


[1] Victor Turner, LA Selva de los símbolos, trad. Ramón Valdés del Toro y Alberto Cardín Garay, 4º ed., Editorial Siglo XXI, México,  1999, p. 1.
[2] “Zambia." Microsoft® Encarta® 2006 [CD]. Microsoft Corporation, 2005.
[4] Victor Turner, Op. Cit., p. 5-7.
[5] Ibid., p. 21.
[6] Ibid., p. 7.
[7] Ibid., p. 119 y 120.
[8] Ibid., p. 15.
[9] Ibidem.
[10] Ibid., p. 57.
[11] Ibid., p. 34 y 55.
[12] Ibid., p. 35.
[13] Ibid., p. 125.
[14] Ibid., p. 126.
[15] Ibid., p. 138.
[16] Según esta postura: la brujería sería inconsciente e involuntaria, heredada  e inherente, mientras que la hechicería sería consciente, voluntaria, enseñada y comprada. La brujería es directa y la hechicería indirecta a través de conjuros, ritos y medicinas.
[17] Ibid., p. 138.
[18] Ibid., p. 169-170.
[19] Ibid., p.312.
[20] Ibidem.
[21] Ibid. p. 316.
[22] Ibid., p. 327.
[23] Ibid., p. 340-342.
[24] Ibid., p. 342.
[25] Ibid., p. 343.
[26] Ibid., p. 383.
[27] Ibid., p. 392.
[28] Ibid., p. 402.
[29] Ibid., p. 433-334. 

Comentarios

  1. BUENOS DÍAS, MI NOMBRE ES AURA ELISA PARRA, SOY PARTICIPANTE DEL DOCTORADO EN CULTURA LATINOAMERICANA Y CARIBEÑA EN LA UPEL, BARQUISIMETO, VENEZUELA.
    NECESITO SABER SI USTED POSEE EL LIBRO DE VÍCTOR TURNER "LA SELVA DE LOS SÍMBOLOS" EN DIGITAL Y SI ME LO PUEDE, POR FAVOR, FACILITAR. ESTE TEXTO ES MUY IMPORTANTE PARA MI TESIS, CUYO ESTUDIO ES DE NATURALEZA ANTROPOLÓGICA SIMBÓLICA.

    MUCHAS GRACIAS DE ANTEMANO.
    MI CORREO ES:
    auraelisaparra@gmail.com

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