¿Qué es la Modernidad?
Ante tantos
significados, la modernidad se ha vuelto un concepto difícil de aprehender. Se
habla de ella de muchas maneras en distintas áreas de la cultura. El presente
texto tratará de aclarar esos distintos significados y mostrar su unidad.
La modernidad no es exactamente lo mismo que el modernismo. A veces
funcionan como sinónimos. A veces el modernismo se refiere a un movimiento de
reforma dentro del catolicismo que se dio en Francia e Italia durante el último
decenio del siglo XIX y el primero del siglo XX a partir de la filosofía de la
acción en torno a los conceptos de Dios, relevación, dogma, gracia, etc.[1]
A veces, en el ámbito del arte, la modernidad sirvió para oponer al naciente
arte barroco con el arte clásico. Pero también se asocia con la modernidad a
las corrientes realistas de los siglos XVII y XIX que plasman la vida de su
época. En la danza lo moderno cambió hacia la ausencia de la técnica o una
nueva basada en la energía que se imprime al movimiento (danza
expresionista). También se asoció la
modernidad al romanticismo artístico. También en la literatura sea asoció con un
movimiento originado en Francia en la poesía simbolista y parnasianense que
postulaba tres características principales: exquisitez conceptuosa de
pensamiento, libertad en la expresión y esmero en las formas.[2]
Dicho movimiento tuvo gran impacto en la
lengua española gracias a la influencia del poeta nicaragüense, Rubén Darío.
Ahí tenemos otra asociación más con el modernismo. Incluso, surgió también en la literatura un
ultramodernismo, que era la radicalización de su propuesta estética: imágenes más violentas, palabras más crudas,
neologismos menos contrastados, musicalidad más estridente y temáticas más
prosaicas. Consecuentemente, en una visión más general, la modernidad provoca
en el arte una pluralidad de valores, como señaló Taine, que encierra factores
contradictorios. En el arte moderno se
incorporan nuevos materiales, nuevas técnicas, los avances tecnológicos.
Modernidad y modernismo comparten una palabra que los emparenta: “lo
moderno”. Etimológicamente se refiere a lo actual. Eso significa lo
contemporáneo. También se refiere a lo que existe desde hace poco.[3] La palabra “moderno” se usó desde la edad
Media. Se utilizaba para distinguir en el siglo V d.C. su presente del pasado
romano y pagano. También se utilizó para distinguir la lógica nominalista ante
la lógica aristotélica. Aunque sugiere
algo nuevo, y muchas veces es así, no necesariamente es su equivalente. Puede
ser más bien el fruto de una actualidad colectiva generada por concesos de la
época.
El modernismo es un movimiento que exalta a la Filosofía Moderna, es
decir, aquella que inició en el siglo XVII con Descartes y su exploración sobre
la subjetividad y el conocimiento evidente y que continuó con fuerza con la
Ilustración y, al menos, hasta el siglo XIX.
Algunos autores, como la escuela de Frankfurt, asocian la Modernidad con
la Ilustración específicamente.[4]
En el proyecto ilustrado se tenía esperanza en un futuro grandioso de igualdad entre
las naciones, entre las personas de una misma nación, entre los sexos, la
abolición de las guerras, de la propiedad, de la servidumbre y del
colonialismo, se creía en el establecimiento de una alfabetización general y el
aumento de la longevidad humana. Eso lo señalaba Condorcet en su Bosquejo de
un cuadro histórico de los progresos del espíritu humano.[5]
Esto se manifestó en el optimismo kantiano de que el hombre se valdría por sí
mismo sin tutela de otro tipo. Sus valores serían pues, la libertad y el uso
público de la razón. Los antivalores a derrotar serían la ignorancia, la
pobreza, el despotismo que sumen a la humanidad en una oscuridad. La Modernidad se da en el discurso académico
filosófico y se da como un movimiento histórico de mayor envergadura que está
asociado a la revolución industrial de Inglaterra, a la revolución francesa,
con su promoción de la democracia y los derechos del hombre.
A nivel social es un proceso de racionalización, diferenciación,
secularización y movilización social que derivó en el aumento de bienestar en
las naciones con su respectiva mejoría en la calidad de vida de las personas.
Sin embargo, mostró una dicotomía entre las naciones desarrolladas y las subdesarrolladas.
En las segundas, se dice, hay una tensión entre la tradición y las prácticas
modernas. Los países subdesarrollados buscan más llegar al desarrollo por
imitación de los desarrollados que por la creación de sus fórmulas
propias. Las élites sociales son las que
suele, bajo esta perspectiva, introducir las innovaciones a sus sociedades,
muchas veces influenciados por el exterior. Pero el problema del subdesarrollo
no solo tiene causas internas, sino externas, hay naciones e instituciones que
viven de la explotación de las naciones subdesarrolladas. Los Estados desarrollados tienen estabilidad
política, económica y una fuerza militar vanguardista separada del poder civil.
Los estados subdesarrollados tienen inestabilidad política, económica y suelen
tener regímenes militaristas antidemocráticos. Frecuentemente la estabilidad de uno se
construye creando o aprovechando la inestabilidad en el otro.
Aun así, en términos políticos se
realizó la modernización del Estado. La
modernización puede definirse como un proceso de adaptación a estándares que se
consideran actuales, necesarios para el progreso técnico, el crecimiento
económico y la administración racional.[6]
Se crearon procesos de estructuración con un activismo para transformar el
mundo y al humano. Empezó con la tecnificación y perfeccionamiento de los
sistemas administrativos, legislativos y judiciales, el aumento de la
productividad económica, la industrialización, la creación de transportes, la
mejoría de las comunicaciones. La
sociedad pasó de ser fundamentalmente agraria a una sociedad industrial, es
decir, a una que ha girado en torno a las fábricas y la producción en serie.
Hoy en día, se cree que estamos en un tránsito hacia la sociedad posindustrial
o sociedad de la información, una que va a girar en torno a los servicios a través
de la informática y la globalización.
Pero volvamos al inicio. También se profesionalizó el Estado junto con la
educación. El sistema educativo fue regulado, se buscó la garantía de una
instrucción universal. Se universalizaron varios aspectos como la ciencia, la
técnica, los derechos humanos; pero, se individualizaron las personas en su
libertad de pensamiento y acción.
En cierto contexto, significó la ampliación de las funciones del Estado,
así fue en América Latina durante el siglo XIX y la primera mitad del XX. Pero
en Europa llegó a significar la modernización lo inverso: la eliminación de
varias funciones del Estado. Eso sucedió a partir de la crisis económica de los
años treinta también del siglo XX. Se redujo el tamaño del Estado, se dio mayor
margen de maniobra a las empresas. Esto implicó la desregulación de la economía
más la privatización de áreas claves de la misma.
Esto ha generado un deterioro que lleva a la catástrofe en lo ecológico y
lo político moral. Depredamos el ambiente y no se respeta lo que se dice
respetar de los derechos humanos. El progreso parece oponerse al equilibro en
torno al medio ambiente y a las libertades individuales. La Modernidad también
lleva otra contradicción dialéctica: la de la oposición entre la Globalización
y la particularización. El Estado ya no es la instancia superior de las grandes
decisiones en los sistemas sociales. Operan las transnacionales y el mercado,
los movimientos sociales, etc.[7]
Para Oskar Lafontaine, además, la
Modernidad se lleva bien con el desmantelamiento de los derechos de los
trabajadores (que había sido recién adquiridos en el siglo XIX), el recorte de
prestaciones sociales y la decreciente oferta de puestos docentes.[8]
La educación se debilita, se convierte en una simulación y una preparación,
muchas veces deficiente, para la incorporación al mercado.
La modernidad suele ser asociada con la razón, la ciencia, la técnica, el
progreso, la secularización. Esta implica varios fenómenos, como el
desencantamiento del mundo a través de la razón técnico-científica (Weber), la
dominación del nihilismo y la tecnología (Heidegger), la dialéctica suicida de
la civilización burguesa y la secularización de la escatología
hebraico-cristiana (Löwith), por las legitimaciones de carácter universalista
del conocer y el actuar (posmodernismo).
Hay algunas actitudes o posturas antimodernas, que niegan la modernidad y
piden volver a estados premodernos medievales, clásicos o arcaicos, o que
apelan a la superación del modelo moderno, estando en una posmodernidad.
Bajo distintas figuras, la modernidad se ha expresado en los ámbitos de
la religión, el arte, la filosofía y la política. Ella se refiere a lo actual,
o se refiere a una fase histórica o a un paradigma del pensamiento que confía
en la razón, el dominio del hombre sobre sí mismo y la marginación del
conocimiento metafísico. También se suele señalar con justa razón que si es un
concepto lleno de ambigüedades, es porque la modernidad es oposición y
conciencia de ruptura. La modernidad es transitoria, es lo que se desmarca de
una época precedente para dar valor a la siguiente.[9]
La modernidad es transitoria y es actual. La modernidad es simbólica.
Bibliografía
Dieter Nohle,
Diccionario de Ciencia Política, edit. Porrúa, México, 2006, entradas: Modernidad, Modernización/Teorías de la
modernización.
Étienne Souriau
(editor), Diccionario Akal de Estética, Madrid, 2010, entrada: modernidad.
Federico Carlos
Sainz de Robles, Diccionario de la Literatura, tomo II, edit. Aguilar, Madrid,
1982, entrada: modernismo.
Guido Gómez de
Silva, Breve Diccionario Etimológico de la Lengua Española, FCE, México, 2009,
entrada: moderno.
Nicola
Abbagnano, Diccionario de Filosofía, FCE, México, 4ª ed., México, 2012,
entrada: modernismo.
Rafael Gil
Colomer (editor) Filosofía de la Educación Hoy, Diccionario
Filosófico-Pedagógico, edit. Dykinson,Madrid, 1997, entrada: modernidad.
Rodrigo Borja,
Enciclopedia de la Política, tomo II, 3ª ed., edit. FCE, México, 2003, entrada:
modernización.
Ted Honderich
(editor), The Oxford Companion to Philosophy, 2ª ed., Oxford University Press,
China, 2005, entrada: Modernism.
[3]
Guido Gómez de Silva, Breve Diccionario Etimológico de la Lengua Española, FCE,
México, 2009, entrada: moderno.
[6] Dieter
Nohle, Diccionario de Ciencia Política, edit. Porrúa, México, 2006,
entrada: Modernización/Teorías de la modernización.
[8] Rodrigo
Borja, Enciclopedia de la Política, tomo II, 3ª ed., edit. FCE, México,
2003, entrada: modernización.
[9] Étienne
Souriau (editor), Diccionario Akal de Estética, Madrid, 2010, entrada:
modernidad.
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