Discuso sobre educación financiera para filósofos

Dicen que si no se es afortunado en el amor, entonces se es exitoso en el dinero. Yo me pregunto: ¿dónde está mi dinero? Esa es la inquietud de la mayoría de los filósofos. Pero, hablando más en serio me gustaría lanzar otro cuestionamiento: ¿quién es más feliz: el que tiene más o el que necesita menos? Toastmaster de la noche, compañeros, buenas noches.
Hablar de finanzas personales para filósofos es algo tan descabellado como hablar de honestidad para políticos, es tan temerario como defender a Andrés Manuel López Obrador en la convención nacional del PRI.   
-Recuerdo que la primera vez que pedí una tarjeta de crédito me fue denegada. Cuando pedí una explicación de ello, se me contestó que ni siquiera me esforzara en volver a pedirla, que la SEP manda directamente las cédulas profesionales de la Licenciatura en Filosofía al Buró Crediticio. El sistema fiscal sabe que los filósofos y el dinero no se llevan. De hecho, en el SAT tienen registrados tres tipos de deudores: los ocasionales, los reincidentes y los filósofos.
Cuando la gente estudia esa carrera, no lo hace pensando en el dinero, ni mucho menos en enriquecerse. El ser pudiente es visto con suspicacia. Debes de ser chairo. Automáticamente aquel filósofo que ha logrado el éxito financiero es catalogado como ultraderechista, intelectual orgánico e infiltrado de la CIA.  Los filósofos ven desconfianza al millonario, aunque en honor a la verdad, en México quien es rico –lo que se dice realmente rico- difícilmente logra su fortuna de manera lícita. Hay excepciones, y seguir el modelo de esas pocas, vale la pena. Hay gente que sale de la pobreza extrema con el sudor de su esfuerzo de manera admirable, como el Chapo Guzmán… Creo que ese no es un ejemplo adecuado.
El dinero no es la felicidad… Solamente ayuda a comprarla. Bueno, en realidad no la compra, pero ayuda realizar objetivos para alcanzarla.  Y si bien hay ricos y pobres  infelices, definitivamente es mejor llorar las penas propias sentado en un Ferrari rojo, que en cuclillas en la banqueta de la esquina.  Así que si eres un filósofo harto de ser pobre, yo El Filósofo te voy a dar las recomendaciones para lograr la prosperidad.
La primera recomendación es buscar un empleo. Deja de creerte Sócrates y andar paseando en las calles platicando con la gente sobre tus ideas geniales sobre cómo cambiar el mundo. A Sócrates lo mantenía Platón, su ricachón alumno que le quería tronar el chicharito, que le quería dar a beber la cicuta por Detroit. Así que si no hay un gay millonario que te pretenda, es mejor que vayas consiguiendo trabajo. La segunda recomendación es hacer un registro de tus gastos e ingresos mensuales, para diagnosticar tus fugas, reducir gastos innecesarios y saldar deudas. La tercera recomendación es ahorrar. Se debe de destinar del 25 al 30 por ciento del ingreso al ahorro para emergencias, metas específicas y el retiro.  De acuerdo con Sofía Macías solamente el 40% de los mexicanos ahorra a partir de los 35 años de edad. Y en el caso de los filósofos solamente los investigadores de la UNAM ahorran a partir de los 60 años y hasta que se mueren en su cubículo a los 95 años de edad. La cuarta recomendación es que te visualices próspero. ¿Quieres verte reposando debajo de un árbol de dinero? Pues pégale unos billetes a las hojas de un árbol en un parque y siéntate debajo de él.  La quinta y última recomendación es generar activos. No, no estoy hablando de drogas, sino de posesiones u acciones que generen dinero de una manera automática, sea pequeña o grande, no importa.

Siguiendo estas recomendaciones, podrás ser un filósofo sin problemas financieros, porque el remedio para la escasez es la abundancia; porque cada que gastas dinero, emites un voto por el tipo de mundo que deseas, porque tu manera de vincularte con el dinero es la forma en que te relacionas contigo mismo y con el mundo. Y vuelvo a preguntar: ¿quién es más feliz: el que tiene más o el que necesita menos?

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